Denis Mukwege

Denis Mukwege
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Nacimiento1 de marzo de 1955
Bandera de la República Democrática del Congo República Democrática del Congo
OcupaciónMédico
PremiosPremio  NobelNobel de la Paz 2018

Denis Mukwege nacido a mediado de los años 50 es un ginecólogo congoleño. Fundó y trabaja en el Hospital Panzi en Bukavu, donde se especializa en el tratamiento de las mujeres que han sido violadas por las fuerzas rebeldes, se ha convertido en el principal experto del mundo en la forma de reparar el daño físico interno causado por la violación en grupo.

Inicios

Denis Mukwege, nació el 1 de marzo de 1955, hijo de un predicador de Kaziba. El doctor Mukwege es un hombre alto, canoso y digno, que parece haber vivido cien años más de los 58 que se le atribuyen. Hijo de un predicador de Kaziba, se formó en Bujumbura, en Burundi, y en Angers, Francia desarrolló sus primeros trabajos en la región de Lemera, muy cerca de la frontera con el país en el que estudió. Allí observó los graves problemas que atravesaban las mujeres y decidió especializarse en obstetricia y ginecología.

Lemera fue destruida durante la guerra civil y con la ayuda de organizaciones no gubernamentales fundó junto a otros colegas de profesión el Hospital de Panzi, en Bukavu, convirtiéndose en su director, además del jefe de cirujanos. Hoy tiene cuatro departamentos: obstetricia y ginecología, pediatría, cirugía y medicina interna. Hace las veces, además, de hospital universitario de la Universidad Evangelique d'Afrique.

En 1999 Mukwege observó un nuevo nivel de violencia sexual extremadamente cruel en el este de la República Democrática del Congo, donde opera. Ya no era producto de la penetración, sino que la vagina de las mujeres que observaba había sido destruida con cuchillo y otros objetos. El 70% de las pacientes que observan en el centro sanitario han sufrido violaciones. En declaraciones, el ginecólogo ha explicado que:

“los autores de estos crímenes destruyen la vida en su punto de entrada. Las mujeres ya no pueden tener hijos. A menudo las infectan de SIDA y hacen que la enfermedad se propague. Sus maridos son humillados. Así que lo hacen los violadores es destruir todo el tejido social de sus enemigos, sus comunidades, sus futuras generaciones, sin siquiera matar a la mujer. Aquí se ha cruzado una línea”

Atentado

En octubre del año pasado, cinco hombres armados le tirotearon en su hogar, en el barrio de Muhumba, en la comuna de Ibanda, después de matar a su guarda de seguridad y mantener, durante horas, a sus dos hijas y un amigo retenidos. En enero de 2013, tras tres meses de exilio en Europa regresó a Bukavu sin avisar a nadie y sin más compañía que la de su mujer y sus hijas. En marzo, fue recluido en su hospital, entre personal y pacientes para no sufrir un nuevo atentado y recibiendo los resultados de una parodia de investigación sobre su intento de asesinato.

Denis Mukwege no tiene pelos en la lengua. Ha denunciado claramente la implicación de la Ruanda de Paul Kagame en la guerra de su país. Estas denuncias le han valido la reclusión en el hospital de Panzi, vigilado por seis policías, reclusión que abandona con un chaleco antibalas, un casco y un vehículo blindado de la misión de la ONU en la República Democrática del Congo, para denunciar lo que pasa en su país con motivo de diferentes premios y reconocimientos.

Labor además de médico

El doctor Mukwege no se conforma con reparar a las mujeres rotas por dentro,ha creado un servicio jurídico para apoyarlas e implantado un servicio de microcréditos para ayudar a que sus pacientes, muchas veces rechazadas por sus comunidades, puedan comenzar una nueva vida. También ha puesto en marcha clínicas itinerantes que recorren el Kivu Sur, mientras que los casos más graves se derivan a Panzi, un hospital limpio, bien gestionado, una referencia en la región. Enseña, forma. Y, sobre todo, habla con sus pacientes, las mira a los ojos, las dignifica en un contexto en el que se han convertido en menos que nada.

No en vano, las mujeres de la zona le importunaron durante semanas cuando escapó por los pelos a la muerte y se refugió en Francia. Hicieron una colecta con las ventas de sus bananas fritas y su mandioca para pagarle el billete de retorno. Cuando regresó, acamparon en el hospital para defenderle de posibles agresiones.

Es una relación de amor correspondida: Denis Mukwege encuentra el coraje para seguir adelante en esas pacientes a las que recompone y que luchan para convivir con su infierno particular y recuperar la dignidad y la entereza día a día. Su labor le ha sido reconocida con los premios Rey Baduino, Olof Palme, Fundación Chirac o Premio Nobel Alternativo, así como la nominación al Premio Nobel de la Paz.

Fuentes