Isabel Macario Brito
| ||||||||||||||||||||||
Isabel Macario Brito. Cantante soprano de estilo selecto y extraordinarios medios vocales un magnífico timbre y amplia resonancia.
Sumario
Síntesis biográfica
Nacimiento y Ámbito familiar
Nació en Las Palmas de Gran Canaria el 9 de junio de 1901, cuando ya lo habían hecho sus hermanos José, Rafael que fue sacerdote y párroco de la iglesia capitalina de San Francisco de Asís, Agustín, Francisco, Carmen, Aurora, Domingo y antes de que lo hiciera Juan; es por tanto penúltima de los nueve hijos habidos del matrimonio teldense formado por Don. José Macario Fleitas, exportador de frutos, y Dña. Dolores Brito Medina, ambos naturales de Telde, que se unieron a la corriente migratoria hacia la capital, en busca de las posibilidades que esta les ofrecía para prosperar tanto social como económicamente.
De ahí que Isabel y sus hermanos no perdieran nunca su vinculación con la ciudad teldense a donde volvían en los periodos vacacionales, primero en una casa junto a la playa de Melenara, ”sin otro rumor que el de las olas y el son de aquellas inolvidables canciones en las que se oía la voz insipiente de Isabel, entre un coro de niñas que eran la flor del veraneo” como lo describiera Juan Macario Brito en un trabajo titulado Melenara, flor indigenista secada publicado en La Provincia del 20 de noviembre de 1977, y más tarde a la finca del “Convento”, en el barrio de San Francisco, donde también disponían de una hermosa casa para residir. Posteriormente su presencia en la Sociedad de Amigos del Arte Néstor de la Torre Comminges sería determinante para su futuro, pues conoció al poeta Saulo Torón, miembro también de la Junta Directiva y su futuro marido, con el que contraerá matrimonio el 7 de marzo de 1936.
Estudios
Isabel recibió de su madre las primeras enseñanzas, ya desde sus años colegiales su voz empieza a destacar en uno de los conciertos realizados por el colegio Inmaculado Corazón de María al concluir el curso escolar. Es por esta época cuando comienza sus clases de solfeo y canto con José García de la Torre.
Trayectoria profesional
Fue una cantante soprano de estilo selecto y extraordinarios medios vocales (magnífico timbre y amplia resonancia), quien prefirió dedicarse a la docencia a intentar buscarse un lugar entre las grandes del “bel canto”. Esposa del poeta Saulo Torón.
Años más tarde, aproximadamente hacia 1915, interviene en un concierto celebrado en el Círculo Tradicionalista de Las Palmas interpretando el “Ritorna Vincitor” de Aida, ópera de Giuseppe Verdi, de forma ejemplar y destacada.
Cuando el barítono internacional Néstor de la Torre Comminges regresa a Gran Canaria acepta inmediatamente a Isabel Macario como alumna y clasifica su hermosa voz como de soprano dramática. Pronto comienza a despuntar en el arte del canto y se empieza a hablar de ella como fenómeno vocal. Por esta época es frecuente su presencia en las recepciones organizadas para agasajar con su portentosa facultad sonora a los ilustres pasajeros que arribaban a la isla.
El 30 de abril de 1921, con motivo de la celebración del 438 Aniversario de la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla, participa en un concierto celebrado en el Circo Cuyás de Las Palmas, en el que también intervienen artistas consagrados de la talla del tenor Giacomo Lauri Volpi, el guitarrista Andrés Segovia, el violonchelista Gaspar Cassadó y la soprano Carlota Dahmen. Tras el concierto, y por indicación del Laura Volpi, se traslada a Milán para completar sus estudios con la decisión de dedicarse profesionalmente al canto.
En Italia erá alumna particular del Maestro Gallignani (Director del Conservatorio Giuseppe Verdi), quien tras unos meses de intensa preparación la presenta en la Kermesse celebrada en la Villa Reale, una de las espléndidas mansiones de los reyes de Italia en Milán. En el acto canta admirablemente el “Vissi d’arte” de la ópera Tosca, de Puccini y el aria “Pace mio Dio” de La Forza del Destino, de Verdi. A partir de este concierto surgen numerosos proyectos de actuaciones y giras. Sin embargo, durante un descanso vacacional en Gran Canaria, quizás por responsabilidad familiar, o bien porque su carácter no era dado a la vida de teatro, decide no regresar a Italia y renunciar al inicio de su carrera profesional como cantante de ópera, aunque continúa prodigándose en su tierra participando de cuantos conciertos benéficos se realizan.
En 1934 figura como miembro de la Junta Directiva de la recién fundada Sociedad de Amigos del Arte Néstor de la Torre Comminges y actúa en numerosos conciertos organizados por la institución. Entre ellos destacan Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, con vestuarios de Néstor y zarzuela La Verbena de la Paloma, con decorados del mismo artista. A partir de su matrimonio entonces se aleja paulatinamente de su participación activa en eventos musicales e inicia su faceta como profesora de canto. Cuando ya prácticamente estaba retirada de la actividad artística es invitada a formar parte de la Directiva de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas, encomendándosele la formación del coro. El 4 de noviembre de 1947 se realizará su última aparición en público en un concierto conmemorativo del primer centenario de la muerte de Félix Mendelsohn. Canta en esa ocasión el solo de “Oye Israel” del oratorio Elías.
A partir de entonces, Isabel Macario vive entregada al cuidado y crianza de sus dos hijos habidos en su matrimonio, Saulo Jesús e Isabel María, los dos con buenas voces y la misma predisposición que su madre para no dedicarse como profesionales a la música, si bien Isabel siguió casi a pies juntillas la misma trayectoria que su progenitora. Dotada de una voz de gran calidad y belleza, prefirió la docencia a intentar buscarse un lugar entre las grandes del bel canto.
Muerte
Muere el 21 de febrero de 1983, en Las Palmas de Gran Canaria, tras el fallecimiento de Saulo Torón el 23 de enero de 1974, Isabel se despide de sus alumnos y da la impresión que para ella también todo había terminado. La ausencia del esposo y del compañero que dio impulso a su vida, la sumió en un estado de paciente espera, aguardando en silencio el momento en que habría de producirse el tan deseado y definitivo reencuentro.
