Jacques Viau Renaud

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Jacques Viau Renaud
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Poeta haitiano.
Nombre completoJacques Viau Renaud
Nacimiento28 de julio de 1941
Puerto Príncipe, Bandera de Haití Haití
Defunción15 de junio de 1965
Santo Domingo, Bandera de la República Dominicana República Dominicana
OcupaciónEscritor.
NacionalidadHaitiano
Lengua de producción literariaEspañol.
Lengua maternaFrancés y español.
GéneroPoesía.
Obras notablesNada permanece tanto como el llanto.

Jacques Viau Renaud. Poeta nacido en Haití y devenido dominicano. Se unió a la causa constitucionalista de los dominicanos durante la guerra civil del 1965. Fue autor de un solo libro “ Permanencia del llanto,” publicado por el Frente Cultural de la Insurrección patriótica de abril 1965, después de su muerte.

Síntesis biográfica

Nació en Puerto Príncipe, Haití, el 28 de julio de 1941. Alfred Viau, su padre, era un importante lí­der polí­tico haitiano, que fue candidato presidencial en Haití, en unas elecciones fraudulentas que Francois Duvalier "ganó".

Llegó a la República Dominicana junto a sus padres cuando apenas tenía seis años de edad. Desde joven, Jacques se interesó por la literatura, que se convirtió en el instrumento a través del cual mostró su profundo amor y respeto por sus dos patrias: Haití y República Dominicana. Estudió en la ciudad de Santo Domingo y se integró a los grupos literarios juveniles, participando en tertulias, escribiendo poemas y participando en lecturas de los mismos, junto a muchos de los que luego integrarían lo que hoy se conoce como generación del sesenta y/o generación de posguerra. Realizó una labor docente y se vinculó a grupos como "Arte y Liberación", aquel grupo dirigido por el gran pintor Silvano Lora que en el patio del viejo ayuntamiento daba recitales de contenido social.

En relación a sus compañeros de generación, fue un aventajado, al poder leer francés y asumir una amplia tradición en la que se conjugaban los existencialistas ya mencionados con autores de la Negritude caribeña y africana.

Obra literaria

Su producción poética se encuentra dispersa en diarios y revistas de la época, mientras que el Frente Cultural, agrupación constitucionalista constituida en la “Zona Rebelde”, publicó póstumamente su obra Permanencia del llanto.

“Permanencia del llanto”, publicada en aquellos días inmediatamente posteriores a la Guerra del 65, fue, junto a “El viento frío” (1967) de René del Risco Bermúdez y “Los inmigrantes” (1969) de Norberto James, uno de los poemarios esenciales de la modernidad dominicana. Por desgracia, a sus contemporáneos no les fue fácil semejante lectura, por la tranquilidad de espíritu que la misma requería y lo reciente que había sido la conclusión de la Era de Trujillo (1961), el derrocamiento de Juan Bosch (1963) y la misma Guerra (1965). “Permanencia del llanto” sucumbió frente a la tragedia de su autor. Al ser recordado por sus contemporáneos, se valoraba más su compromiso personal que sus propuestas poéticas.

Permanencia del llanto

Los versos iniciales de “Permanencia del llanto” (1965), de Jacques Viau Renaud, forman parte indefectible del imaginario poético dominicano.

I

¿En qué preciso momento se separo la vida de nosotros, en qué lugar, en qué recodo del camino? ¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor para decimos adiós? Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas. Nada ha dolido tanto a nuestro corazón como colgar de nuestros labios la palabra amargura. ¿Por qué anduvimos este trecho desprovistos de abrigo? ¿En cuál de nuestras manos se detuvo el viento para romper nuestras venas y saborear nuestra sangre? Caminar... ¿Hacia dónde? ¿Con qué motivo? Andar con el corazón atado, llagadas las espaldas donde la noche se acumula, ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿Qué ha sido de nosotros? Hemos recorrido largos caminos. Hemos sembrado nuestra angustia en el lugar más profundo de nuestro corazón.


¡Nos duele la misericordia de algunos hombres! Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende? Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea? Todo ha sido arrastrado por las rigolas. No supimos dialogar con el viento y partir, sentarnos sobre los árboles intuyendo próxima la partida. Nos depositamos sobre nuestra sangre sin acordamos de que en otros corazones el mismo líquido ardía o se derramaba combatido y combatiendo. ¿Qué silencios nos quedan por recorrer? ¿Qué senderos aguardan nuestro paso? Cualquier camino nos inspira la misma angustia, el mismo temor por la vida. Nos mutilamos al recogemos en nosotros, nos hicimos menos humanidad. Y ahora, solos, combatidos, comprendemos que el hombre que somos es porque otros han sido.

II

Ya no es necesario atar al hombre para matarlo. Basta con apretar un botón y se disuelve como montaña de sal bajo la lluvia. Ni es necesario argüir que desprecia al amo. Basta con proclamar -ceñuda la frente- que comprometía la existencia de veinte siglos. Veinte siglos, dos mil años de combatida pureza, dos mil años de sonrisas clandestinas, dos mil años de hartura para los príncipes. Ya no es necesario atar al hombre para matarlo. La noche, los rincones, no, nada de eso sirve ya. Plazoletas y anchas calles se prestan bulliciosas. No cuenta el asesinato con los pacientes, No cuenta el príncipe con los sumisos. Todos han olvidado que el hombre es aún capaz de cólera.



Las llamas se extinguen sin haber consumido el odio. El día irredento ha postergado la resurrección del hombre. Y los otros, Aquellos que presencian la matanza sentenciando: "Locos, habeis tocado a la puerta de la muerte y ella se quedó en vosotros!" Esos Solo saben predecir la muerte, No han aprendido a combatirla. No han aprendido a cobijar la tierra en el corazón Ni a ganar la patria para el hombre. Y el sumido, ¿qué hace? ¿Dónde deposita su silencio? ¿En qué lugar del corazón teje la venganza? Nadie lo sabe. Todos le han olvidado. Se ha dictaminado que su morada sea la sombra, que el pan deshabitado sea su alimento, que el pico le prepare el lecho y la pala le cubra el corazón.


¿Qué es el hombre combatido? Nadie lo recuerda. Lo visten los trapos. Lo arrojaron en la parte trasera de la casa y allí con los residuos un guiñapo se amontona. Las llamas se extinguen. Se arrinconan los hombres en una sola sombra, en un solo silencio, en un solo vocablo, en un llanto solo y cuando todo sea uno, uno el llanto y el vocablo uno no habrá paz sobre la tierra. ¿No habrá paz? Y aquellos que dictaminaron el destino del hombre, los que jamás contaron con los sumisos, amasarán con sangre su propia podredumbre. ¡No habrá paz! ¡Llanto para quebrar el llanto, muerte para matar la muerte!

Muerte

Al estallar el conflicto bélico conocido como Guerra de abril de 1965 en República Dominicana, rebelión que propugnaba por el retorno al poder del derrocado presidente Juan Bosch, se unió decididamente a las fuerzas rebeldes, formando parte del Comando B-3.

El cortejo fúnebre de Jacques Viau Renaud

Cayó abatido el 15 de junio de 1965 por el estallido de un mortero disparado por las tropas norteamericanas de ocupación, que se encontraban presentes en el país desde el 28 de abril del mismo año. Contaba apenas 23 años de edad. Murió en la zona constitucionalista de la ciudad de Santo Domingo.

Fuentes

Consultadas en mayo de 2015.