Diferencia entre revisiones de «Michel de Montaigne»

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'''Michel de Montaigne.''' Filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del [[Renacimiento]]. Se le atribuye el descubrimiento del ensayo como forma literaria y que supo ser, entre [[1581]] y [[1585]]. Consideraba que la monarquía era la forma más adecuada para
'''Michel de Montaigne.'''Filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del [[Renacimiento]], autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la Edad moderna como ensayo.
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gobernar sin poner en peligro el orden ni la paz. Mostró interés por la formación del aristócrata y resaltó la importancia de enseñar el arte de vivir.
== Infancia ==
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Nacido en el seno de una familia de comerciantes bordeleses que accedió a la nobleza al comprar la tierra de Montaigne en [[1477]], fue educado en latín, siguiendo el método pedagógico de su padre. Más tarde, ingresó en una escuela de Guyena (hoy [[Aquitania]]), donde estudió poesía latina y griega, y en [[1549]] empezó a estudiar derecho en la Universidad de Tolosa.
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== Síntesis biográfica ==
== Trayectoria ==  
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Nacido en [[Burdeos]] el [[28 de febrero]] de [[1533]]. En el seno de una familia de comerciantes bordeleses que accedió a la nobleza al comprar la tierra de Montaigne en [[1477]], fue educado en [[latín]], siguiendo el método pedagógico de su padre. Más tarde, ingresó en una escuela de Guyena (hoy [[Aquitania]]), donde estudió poesía latina y griega, y en [[1549]] empezó a estudiar derecho en la Universidad de Tolosa.
A partir de [[1554]] fue consejero en La Cour des Aides de Périgueux, sustituyendo a su padre, y cuando ésta se disolvió, pasó a formar parte del Parlamento de Burdeos. Allí conoció al poeta y humanista Étienne de la Boétie, con quien trabó amistad. Poco interesado por sus funciones parlamentarias, frecuentó un tiempo la vida de la corte. En [[1565]] se casó con Françoise de La Chassagne, y tres años después murió su padre, heredando la propiedad y el título de señor de Montaigne, lo que le permitió vender su cargo en [[1570]].  
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Para cumplir la última voluntad de su padre, acabó y publicó en [[1569]] la traducción de la Teología natural, de Ramón Sibiuda, libro al que volvería años más tarde en los Ensayos (Essais) con la intención de rebatirlo. Un año más tarde viajó a [[París]] para publicar en un volumen las poesías latinas y las traducciones de su amigo La Boétie, cuya muerte, en [[1563]], le había afectado profundamente.  
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=== Trayectoria profesional ===  
Por fin, el [[28 de febrero]] de [[1571]] pudo cumplir su deseo de retirarse a sus propiedades para dedicarse al estudio y la meditación, y emprendió, al cabo de un año, la redacción de los Ensayos, combinándola con la lectura de [[Plutarco]] y [[Séneca]]. No obstante, su retiro duró poco, ya que tuvo que hacerse cargo de nuevos compromisos sociales y políticos a causa de las guerras de religión que asolaban su país y en las que tuvo que prestar su ayuda de diplomático (hecho que se refleja en el libro primero de los Ensayos, dedicado básicamente a cuestiones militares y políticas). La primera edición de los Ensayos, en diez volúmenes, apareció en [[1580]].  
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Tras graduarse en leyes, el joven comenzó a desempeñarse como magistrado de la ciudad y en ese ámbito se desenvolvió hasta [[1570]].
A finales de ese mismo año, aquejado ya problemas de salud, emprendió un largo viaje a [[Italia]] que se vio obligado a interrumpir en [[1581]], cuando recibió la noticia de su elección como alcalde de la ciudad de Burdeos. Durante su primer mandato publicó la segunda edición de los Ensayos ([[1582]]). Reelegido para un segundo mandato ([[1583]]-[[1585]]), tuvo que alternar sus funciones municipales con la tarea de intermediario político entre la ciudad y el rey, y actuó como mediador en las intrigas de la Liga, lo que le valió el favor de Enrique de Navarra.  
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Fue ésta su última misión política antes de consagrarse únicamente a su obra, que reanudó a partir de [[1586]], tras abandonar la ciudad a causa de la peste que se había declarado inmediatamente después de concluir su segundo mandato. En [[1588]] apareció una nueva edición de los Ensayos, con el añadido de un tercer libro. Con motivo de esta nueva publicación, conoció en [[París]] a Mademoiselle de Gournay, una gran admiradora suya, con quien mantuvo una especial relación que duraría hasta el final de su vida. Retirado ya definitivamente, tras este último viaje a París y algunos altercados que lo llevaron a prisión, preparó la última edición de los Ensayos, de la que se encargaría M. de Gournay en [[1595]], mientras él se dedicaba al estudio de los clásicos latinos y griegos.  
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En [[1554]] fue consejero en ''La Cour des Aides de Périgueux'', sustituyendo a su padre, y cuando ésta se disolvió, pasó a formar parte del Parlamento de Burdeos. Allí conoció al poeta y humanista Étienne de la Boétie, con quien trabó amistad. Poco interesado por sus funciones parlamentarias, frecuentó un tiempo la vida de la corte. En [[1565]] se casó con Françoise de La Chassagne, y tres años después murió su padre, heredando la propiedad y el título de señor de Montaigne, lo que le permitió vender su cargo en [[1570]].  
La progresiva evolución de Montaigne hacia una mayor introspección convierte la versión definitiva de los Ensayos en un libro de confesiones en que el autor, profesando un escepticismo moderado, se revela a sí mismo y muestra su curiosidad por todos los aspectos del alma humana, desde el detalle más ínfimo hasta elevadas cuestiones de religión, filosofía o política. Su perspectiva racional y relativista le permite enfrentarse a toda clase de dogmatismos y superarlos, y abre la puerta a una nueva concepción secularizada y crítica de la historia y la cultura, capaz de integrar los nuevos descubrimientos de su tiempo, como los pueblos del Nuevo Mundo.
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Para cumplir la última voluntad de su padre, acabó y publicó en [[1569]] la traducción de la ''Teología natural'', de [[Ramón Sibiuda]], libro al que volvería años más tarde en los Ensayos (Essais) con la intención de rebatirlo. Un año más tarde viajó a [[París]] para publicar en un volumen las poesías latinas y las traducciones de su amigo [[La Boétie]], cuya muerte en [[1563]], le había afectado profundamente.  
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El [[28 de febrero]] de [[1571]] pudo cumplir su deseo de retirarse a sus propiedades para dedicarse al estudio y la meditación, y emprendió al cabo de un año, la redacción de los Ensayos, combinándola con la lectura de [[Plutarco]] y [[Séneca]]. No obstante, su retiro duró poco, ya que tuvo que hacerse cargo de nuevos compromisos sociales y políticos a causa de las guerras de religión que asolaban su país y en las que tuvo que prestar su ayuda de diplomático (hecho que se refleja en el libro primero de los Ensayos, dedicado básicamente a cuestiones militares y políticas). La primera edición de los ''Ensayos'', en diez volúmenes, apareció en [[1580]].  
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Emprendió un largo viaje a [[Italia]] que se vio obligado a interrumpir en [[1581]], cuando recibió la noticia de su elección como alcalde de la ciudad de Burdeos. Durante su primer mandato publicó la segunda edición de los ''Ensayos'' ([[1582]]). Reelegido para un segundo mandato ([[1583]]-[[1585]]), tuvo que alternar sus funciones municipales con la tarea de intermediario político entre la ciudad y el rey, y actuó como mediador en las intrigas de la Liga, lo que le valió el favor de [[Enrique de Navarra]].  
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Fue ésta su última misión política antes de consagrarse únicamente a su obra, que reanudó a partir de [[1586]], tras abandonar la ciudad a causa de la peste que se había declarado inmediatamente después de concluir su segundo mandato. En [[1588]] apareció una nueva edición de los Ensayos, con el añadido de un tercer libro. Con motivo de esta nueva publicación, conoció en [[París]] a [[Marie le Jars de Gournay]], una gran admiradora suya, con quien mantuvo una especial relación que duraría hasta el final de su vida. Retirado ya definitivamente, tras este último viaje a [[París]] y algunos altercados que lo llevaron a prisión, preparó la última edición de los Ensayos, de la que se encargaría M. de Gournay en [[1595]], mientras él se dedicaba al estudio de los clásicos latinos y griegos.  
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La progresiva evolución de Montaigne hacia una mayor introspección convierte la versión definitiva de los Ensayos en un libro de confesiones en que el autor, profesando un escepticismo moderado, se revela a sí mismo y muestra su curiosidad por todos los aspectos del alma humana, desde el detalle más ínfimo hasta elevadas cuestiones de [[religión]], [[filosofía]] o [[política]]. Su perspectiva racional y relativista le permite enfrentarse a toda clase de dogmatismos y superarlos, y abre la puerta a una nueva concepción secularizada y crítica de la historia y la cultura, capaz de integrar los nuevos descubrimientos de su tiempo, como los pueblos del [[Nuevo Mundo]].
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== Su obra ==
 
== Su obra ==
Montaigne escribió con pluma festiva y franca, revolviendo un pensamiento con otro, «a salto de mata». Su texto está continuamente esmaltado de citas de clásicos grecolatinos, por lo cual se excusa haciendo notar la inutilidad de «volver a decir peor lo que otro ha dicho primero mejor». Obsesionado con evitar la pedantería, omite a veces la referencia al autor que inspira su pensamiento o que cita y que, de todas formas, es conocido en su época. Anotadores posteriores suplieron esta menudencia.
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Muestra su aversión por la violencia y por los conflictos fratricidas entre católicos y protestantes (pero también entre güelfos y gibelinos) cuyo conflicto medieval se agudizó durante su época. Para Montaigne es preciso evitar la reducción de la complejidad en la oposición binaria y en la obligación de escoger bando, privilegiar el retraimiento escéptico como respuesta al fanatismo.  
Considera que su fin es «describir al hombre, y en particular a mí mismo [...] y se encuentra tanta diferencia entre mí y yo mismo que entre yo y otro». Juzga que la variabilidad y la inconstancia son dos de sus características esenciales. «No he visto nunca tan gran monstruo o milagro como yo mismo». Se refiere a su pobretona memoria y su capacidad para ahondar lentamente en los asuntos rodeándolos en espiral para no implicarse emocionalmente, su disgusto ante los hombres que persiguen la celebridad y sus tentativas para desasirse de las cosas del mundo y prepararse para la muerte. Su célebre mote o divisa, Que sais-je?, que puede traducirse por ¿Qué sé yo? o ¡Yo qué sé! refleja bien a las claras ese desapego y ese deseo de interiorizar en su rico mundo interior y es el punto de partida de todo su desarrollo filosófico.
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Montaigne muestra su aversión por la violencia y por los conflictos fratricidas entre católicos y protestantes (pero también entre güelfos y gibelinos) cuyo conflicto medieval se agudizó durante su época. Para Montaigne es preciso evitar la reducción de la complejidad en la oposición binaria y en la obligación de escoger bando, privilegiar el retraimiento escéptico como respuesta al fanatismo. En [[1942]], Stefan Zweig dijo de él: «A pesar de su lucidez infalible, a pesar de la piedad que le embargaba hasta el fondo de su alma, debió asistir a esta despreciable caída del humanismo en la bestialidad, a alguno de esos accesos esporádicos de locura que constituyen a veces lo humano. [...] Esa es la verdadera tragedia de la vida de Montaigne».
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En [[1942]], [[Stefan Zweig]] dijo de él:  
Mientras que algunos humanistas creían haber encontrado el Jardín del Edén, Montaigne lamentaba la conquista del Nuevo Mundo en razón de los sufrimientos que aportaba a los que por ella eran subyugados mediante la esclavitud. Hablaba así de «viles victorias». Se encontraba más horrorizado por la tortura que sus semejantes infligían a unos seres vivos que por el canibalismo de esos mismos amerindios a los que se llamaba salvajes.
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{{Sistema:Cita|«A pesar de su lucidez infalible, a pesar de la piedad que le embargaba hasta el fondo de su alma, debió asistir a esta despreciable caída del humanismo en la bestialidad, a alguno de esos accesos esporádicos de locura que constituyen a veces lo humano. [...] Esa es la verdadera tragedia de la vida de Montaigne.»}}
Tan moderno como muchos de los hombres de su tiempo (Erasmo, Juan Luis Vives, Tomás Moro, Guillaume Budé...), Montaigne profesaba el relativismo cultural, reconociendo que las leyes, las morales y las religiones de diferentes culturas, aunque a menudo diversas y alejadas en sus principios tenían todas algún fundamento. «No cambiar caprichosamente una ley recibida» constituye uno de los capítulos más incisivos de los Ensayos. Por encima de todo, Montaigne es un gran seguidor y defensor del Humanismo. Si cree en Dios, rehúsa toda especulación sobre su naturaleza y, ya que el yo se manifiesta en sus contradicciones y variaciones, piensa que debe ser despojado de creencias y prejuicios que lo extravíen.
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Se encontraba más horrorizado por la tortura que sus semejantes infligían a unos seres vivos que por el canibalismo de esos mismos amerindios a los que se llamaba salvajes.
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Tan moderno como muchos de los hombres de su tiempo ([[Erasmo]], [[Juan Luis Vives]], [[Tomás Moro]], [[Guillaume Budé]], entre otros), profesaba el relativismo cultural, reconociendo que las leyes, las morales y las religiones de diferentes culturas, aunque a menudo diversas y alejadas en sus principios tenían todas algún fundamento.  
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=== Características de su obra ===
 
=== Características de su obra ===
Sus escritos se caracterizan por un pesimismo y un escepticismo raros en la época renacentista. Citando el caso de Martin Guerre, piensa que la humanidad no puede esperar certidumbres y rechaza las proposiciones absolutas y generales. Su escepticismo se expone sobre todo dentro del largo ensayo Apología de Raymond Sebond (Raimundo Sabunde), capítulo 12, libro segundo, frecuentemente extraído y publicado aparte de los Ensayos. En su opinión no podemos creer nuestros razonamientos porque los pensamientos nos aparecen sin acto volitivo; no los controlamos, no tenemos razón para sentirnos superiores a los animales. Nuestros ojos no perciben más que a través de nuestros conocimientos:
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Sus escritos se caracterizan por un pesimismo y un escepticismo raros en la época renacentista. En su opinión no podemos creer nuestros razonamientos porque los pensamientos nos aparecen sin acto volitivo; no los controlamos, no tenemos razón para sentirnos superiores a los animales.  
Juzga el matrimonio como una necesidad para permitir la educación de los niños, pero piensa que el amor romántico es un atentado contra la libertad del individuo: «El matrimonio es una jaula: los pájaros fuera desesperan por entrar, pero los de dentro desesperan por salir».
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Propone en materia educativa la entrada al saber por medio de ejemplos concretos y de experiencias antes que por conocimientos abstractos aceptados sin crítica alguna. Rehúsa, sin embargo, convertirse él mismo en un guía espiritual, en un maestro de pensamiento: no tiene una filosofía que defender por encima de las demás, considerando que la suya es únicamente una compañía en la búsqueda de identidad.
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Juzga el matrimonio como una necesidad para permitir la educación de los niños, pero piensa que el amor romántico es un atentado contra la libertad del individuo.
La libertad de pensamiento no se plantea como modelo, pues simplemente ofrece a los hombres la posibilidad de hacer emerger en ellos el poder de pensar y de asumir esta libertad: «La que enseña a los hombres a morir como se aprende a vivir».
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Propone en materia educativa la entrada al saber por medio de ejemplos concretos y de experiencias antes que por conocimientos abstractos aceptados sin crítica alguna. Rehúsa, sin embargo, convertirse él mismo en un guía espiritual, en un maestro de pensamiento: no tiene una [[filosofía]] que defender por encima de las demás, considerando que la suya es únicamente una compañía en la búsqueda de identidad.
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== Fuente ==
 
== Fuente ==
*http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montaigne.htm
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*[http://www.poemas-del-alma.com/blog/biografias/biografia-de-michel-de-montaigne poemas-del-alma]
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*[http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montaigne.htm Biografiasyvidas]
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*[http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_de_Montaigne#Bibliograf.C3.ADa wikipedia]
[[Category:Escritores]]
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[[Categoría: Escritores de Francia]]
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[[Categoría: Filósofos de Francia]]

última versión al 22:40 28 ago 2019

Michel de Montaigne
Información sobre la plantilla
Michel de Montaigne 1.jpg
Filósofo, escritor y ensayista francés
NombreMichel Eyquem de Montaigne
Nacimiento28 de febrero de 1533
Burdeos, Bandera de Francia Francia
Fallecimiento13 de septiembre de 1592
NacionalidadFrancesa
EducaciónUniversitaria
Alma materUniversidad de Tolosa
OcupaciónFilósofo, escritor, humanista, moralista y político
CónyugeFrançoise de La Chassagne
PadresPierre Eyquem
Obras destacadasEnsayos (1582); Ejemplar de Burdeos (1588); entre otras.

Michel de Montaigne. Filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento. Se le atribuye el descubrimiento del ensayo como forma literaria y que supo ser, entre 1581 y 1585. Consideraba que la monarquía era la forma más adecuada para gobernar sin poner en peligro el orden ni la paz. Mostró interés por la formación del aristócrata y resaltó la importancia de enseñar el arte de vivir.

Síntesis biográfica

Nacido en Burdeos el 28 de febrero de 1533. En el seno de una familia de comerciantes bordeleses que accedió a la nobleza al comprar la tierra de Montaigne en 1477, fue educado en latín, siguiendo el método pedagógico de su padre. Más tarde, ingresó en una escuela de Guyena (hoy Aquitania), donde estudió poesía latina y griega, y en 1549 empezó a estudiar derecho en la Universidad de Tolosa.

Trayectoria profesional

Tras graduarse en leyes, el joven comenzó a desempeñarse como magistrado de la ciudad y en ese ámbito se desenvolvió hasta 1570.

En 1554 fue consejero en La Cour des Aides de Périgueux, sustituyendo a su padre, y cuando ésta se disolvió, pasó a formar parte del Parlamento de Burdeos. Allí conoció al poeta y humanista Étienne de la Boétie, con quien trabó amistad. Poco interesado por sus funciones parlamentarias, frecuentó un tiempo la vida de la corte. En 1565 se casó con Françoise de La Chassagne, y tres años después murió su padre, heredando la propiedad y el título de señor de Montaigne, lo que le permitió vender su cargo en 1570.

Para cumplir la última voluntad de su padre, acabó y publicó en 1569 la traducción de la Teología natural, de Ramón Sibiuda, libro al que volvería años más tarde en los Ensayos (Essais) con la intención de rebatirlo. Un año más tarde viajó a París para publicar en un volumen las poesías latinas y las traducciones de su amigo La Boétie, cuya muerte en 1563, le había afectado profundamente.

El 28 de febrero de 1571 pudo cumplir su deseo de retirarse a sus propiedades para dedicarse al estudio y la meditación, y emprendió al cabo de un año, la redacción de los Ensayos, combinándola con la lectura de Plutarco y Séneca. No obstante, su retiro duró poco, ya que tuvo que hacerse cargo de nuevos compromisos sociales y políticos a causa de las guerras de religión que asolaban su país y en las que tuvo que prestar su ayuda de diplomático (hecho que se refleja en el libro primero de los Ensayos, dedicado básicamente a cuestiones militares y políticas). La primera edición de los Ensayos, en diez volúmenes, apareció en 1580.

Emprendió un largo viaje a Italia que se vio obligado a interrumpir en 1581, cuando recibió la noticia de su elección como alcalde de la ciudad de Burdeos. Durante su primer mandato publicó la segunda edición de los Ensayos (1582). Reelegido para un segundo mandato (1583-1585), tuvo que alternar sus funciones municipales con la tarea de intermediario político entre la ciudad y el rey, y actuó como mediador en las intrigas de la Liga, lo que le valió el favor de Enrique de Navarra.

Fue ésta su última misión política antes de consagrarse únicamente a su obra, que reanudó a partir de 1586, tras abandonar la ciudad a causa de la peste que se había declarado inmediatamente después de concluir su segundo mandato. En 1588 apareció una nueva edición de los Ensayos, con el añadido de un tercer libro. Con motivo de esta nueva publicación, conoció en París a Marie le Jars de Gournay, una gran admiradora suya, con quien mantuvo una especial relación que duraría hasta el final de su vida. Retirado ya definitivamente, tras este último viaje a París y algunos altercados que lo llevaron a prisión, preparó la última edición de los Ensayos, de la que se encargaría M. de Gournay en 1595, mientras él se dedicaba al estudio de los clásicos latinos y griegos.

La progresiva evolución de Montaigne hacia una mayor introspección convierte la versión definitiva de los Ensayos en un libro de confesiones en que el autor, profesando un escepticismo moderado, se revela a sí mismo y muestra su curiosidad por todos los aspectos del alma humana, desde el detalle más ínfimo hasta elevadas cuestiones de religión, filosofía o política. Su perspectiva racional y relativista le permite enfrentarse a toda clase de dogmatismos y superarlos, y abre la puerta a una nueva concepción secularizada y crítica de la historia y la cultura, capaz de integrar los nuevos descubrimientos de su tiempo, como los pueblos del Nuevo Mundo.

Su obra

Muestra su aversión por la violencia y por los conflictos fratricidas entre católicos y protestantes (pero también entre güelfos y gibelinos) cuyo conflicto medieval se agudizó durante su época. Para Montaigne es preciso evitar la reducción de la complejidad en la oposición binaria y en la obligación de escoger bando, privilegiar el retraimiento escéptico como respuesta al fanatismo.

En 1942, Stefan Zweig dijo de él:

«A pesar de su lucidez infalible, a pesar de la piedad que le embargaba hasta el fondo de su alma, debió asistir a esta despreciable caída del humanismo en la bestialidad, a alguno de esos accesos esporádicos de locura que constituyen a veces lo humano. [...] Esa es la verdadera tragedia de la vida de Montaigne.»

Se encontraba más horrorizado por la tortura que sus semejantes infligían a unos seres vivos que por el canibalismo de esos mismos amerindios a los que se llamaba salvajes.

Tan moderno como muchos de los hombres de su tiempo (Erasmo, Juan Luis Vives, Tomás Moro, Guillaume Budé, entre otros), profesaba el relativismo cultural, reconociendo que las leyes, las morales y las religiones de diferentes culturas, aunque a menudo diversas y alejadas en sus principios tenían todas algún fundamento.

Características de su obra

Sus escritos se caracterizan por un pesimismo y un escepticismo raros en la época renacentista. En su opinión no podemos creer nuestros razonamientos porque los pensamientos nos aparecen sin acto volitivo; no los controlamos, no tenemos razón para sentirnos superiores a los animales.

Juzga el matrimonio como una necesidad para permitir la educación de los niños, pero piensa que el amor romántico es un atentado contra la libertad del individuo.

Propone en materia educativa la entrada al saber por medio de ejemplos concretos y de experiencias antes que por conocimientos abstractos aceptados sin crítica alguna. Rehúsa, sin embargo, convertirse él mismo en un guía espiritual, en un maestro de pensamiento: no tiene una filosofía que defender por encima de las demás, considerando que la suya es únicamente una compañía en la búsqueda de identidad.

Fuente