Nutrición en la adolescencia

Revisión del 16:24 20 sep 2011 de Addiel07022jc (discusión | contribuciones) (Página creada con ' {{Objeto |nombre= Soporte nutricional en la adolescencia. |imagen=Alimento1.jpeg |tamaño= |descripcion=Las necesidades nutricionales correla...')
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Soporte nutricional en la adolescencia.
Información sobre la plantilla
Alimento1.jpeg
Las necesidades nutricionales correlacionan muy poco con la edad cronológica del adolescente y están fuertemente asociadas al proceso biológico de maduración que puede ser determinado por la edad ósea o los signos morfológicos de maduración sexual


Nutrición en la Adolescencia
La Convención de los Derechos Humanos del Niño (CDN) definió como niño a todo ser humano menor de 18 años, y desde el enfoque del ciclo de vida, considera a los adolescentes y a los niños como seres humanos iguales en dignidad, que por estar en un momento particular de desarrollo y de suhistoria, tienen necesidades objetivas y subjetivas específicas determinadas por su edad (UNICEF, 1998 y 2001). La adolescencia es un lapso de edad que va desde los 10 a los 20 años, con variaciones culturales e individuales. Desde el punto de vista biológico, se inicia cuando aparecen los caracteres sexuales secundarios y la capacidad de reproducción, y termina con el cierre de los cartílagos epifisiarios y del crecimiento. La pubertad se refiere esencialmente a la maduración física de los órganos sexuales (OMS, 2001).

Crecimiento físico y desarrollo

El crecimiento y desarrollo en estas etapas se caracteriza por diferentes cambios, dentro de los que tenemos: Físicos: caracterizados por las modificaciones del tamaño y función orgánica. Intelectuales: maduración del sistema nervioso central y de las capacidades de aprendizaje, síntesis y abstracción de la comunicación. Emocionales: relacionado con la capacidad de establecer lazos afectivos y el proceso de socialización. El crecimiento físico durante la adolescencia consiste en la pubescencia, durante el cual el crecimiento lineal es rápido, y un periodo posterior donde ocurre un crecimiento más lento después que la menarquia o la adrenarquia son alcanzadas (Tanner, 1966). Las necesidades nutricionales correlacionan muy poco con la edad cronológica del adolescente y están fuertemente asociadas al proceso biológico de maduración que puede ser determinado por la edad ósea o los signos morfológicos de maduración sexual. Este crecimiento puede ser afectado por factores ambientales, como la disponibilidad de alimentos y su distribución intrafamiliar, abuso de sustancias tóxicas, accidentes, trauma y daño físico vinculado a conductas de alto riesgo entre otros que resulten en una nutrición subóptima durante los años de la adolescencia (OPS, 1998). La ganancia de masa corporal se corresponde con el 50% del peso, el 20% de la talla definitiva y a más del 50% de la masa ósea adulta. La composición del tejido depositado presenta diferencias por género. El crecimiento en las niñas se acompaña de un mayor aumento en la proporción de grasa corporal, mientras los varones presentan un mayor incremento de la masa magra y un mayor aumento de la volemia y de la masa eritrocitaria. Por estas características, los hombres tienen mayores requerimientos de nitrógeno, calcio, hierro, magnesio y zinc. Estos cambios fisiológicos justifican el notable incremento de los requerimientos nutricionales en relación con los de la etapa precedente (Ballabriga, 2001). Las comparaciones de la velocidad de crecimiento y de otros marcadores de la maduración fisiológica entre adolescentes pueden provocar confusión por su variabilidad. Los adolescentes se pueden ubicar en tres categorías de maduración según la talla: temprana, media y tardía acorde con la edad cronológica, la que hay que tener en cuenta en el momento de realizar la evaluación nutricional. En caso de desnutrición, tanto el pico de la velocidad del incremento del peso como el de la talla tienden a compensarse y la talla finalmente alcanzada durante la adolescencia, no la que definitivamente se alcanza en la adultez, puede ser similar tanto para los adolescentes bien nutridos como los desnutridos. La talla adulta definitiva pudiera ser diferente como consecuencia de la preexistencia de un retraso del crecimiento durante la infancia (Allen, 2001). Las adolescentes mejor nutridas tienen una velocidad de crecimiento prepuberal mayor y llegan a la menarquia antes que las malnutridas. Estas últimas crecen más lentamente pero durante más tiempo, debido a que el momento de la menarquia se retrasa. Tanto el pico de la velocidad del incremento del peso y la talla tienden a compensarse, y la talla total alcanzada durante la adolescencia, no necesariamente la de la vida adulta, puede ser similar tanto para las adolescentes bien nutridas como las desnutridas. La talla adulta finalmente alcanzada pudiera ser diferente como consecuencia de la preexistencia de una baja talla para la edad durante la infancia (Allen, 2001).

Evaluación del estado nutricional

La evaluación antropométrica puede ser más difícil en los adolescentes que en ningún otro grupo de edad, dado que las proporciones corporales, en especial el peso y la talla, cambian con la edad y con la maduración sexual y pueden existir notables diferencias interpoblacionales que limitan la validez de la comparación con los valores de referencia. Incluso en poblaciones bien nutridas, pueden existir diferencias sustanciales al evaluar contra una población de referencia universal. Por esta razón, se sugiere utilizar más de un indicador antropométrico. Por ejemplo, el peso para la talla (P/T), el índice de masa corporal –IMC (P/T2) y el índice de Rohrer (P/T3) (Allen, 2001; Bradley, 2001). La necesaria definición de los puntos de corte requiere establecer valores de determinados indicadores que puedan relacionarse con una morbilidad y mortalidad elevadas, problemas gestacionales, afectación del crecimiento o reducción de las habilidades laborales y la actividad física. Dado que los adolescentes prepuberales se asemejan más a los niños, el indicador más apropiado para evaluar malnutrición puede ser el P/T comparado con los valores de referencia, en tanto no se disponga de indicadores más útiles debidamente validados. En los adolescentes púberes, se puede utilizar el IMC (Pietrobelli, 1998)

Requerimientos nutricionales

Los requerimientos nutricionales durante la adolescencia están influidos por:
• Elevadas cantidades de estrógenos y progesterona en las niñas y la testosterona de los niños.
• Incrementan en el inicio de la pubertad de los andrógenos anabólicos adrenales los que traen, por consecuencia, cambios en el crecimiento lineal, el peso y la composición corporal.
• Incremento general de las necesidades de energía durante la adolescencia y su expresión genética reflejada en una maduración temprana, media o tardía.
• A pesar que los adolescentes no son más activos por lo general que en la etapa previa y sus necesidades energéticas por unidad de peso no superan las de la niñez, sus requerimientos nutricionales se incrementan notablemente enproteína, vitaminas y minerales por unidad de energía consumida.
• Los cambios fisiológicos asociados a la capacidad reproductiva generan también aumento de los requerimientos de algunos nutrientes, como sucede con las adolescentes que menstrúan o las embarazadas, lo que demanda una dieta con alta calidad nutricional.
• Los cambios en la composición corporal en uno y otro sexo tienen un ritmo de desarrollo variable según el individuo, por ello, el incremento de las necesidades nutricionales está más relacionado con la edad biológica que con la cronológica y, en mayor grado, en los varones que en las hembras (Matulena, 1996; Dwyer, 1994).
• El aporte nutricional recomendado (ANR), a partir de los 10 años, se diferencia según el sexo, dada la influencia que este tiene en los patrones de actividad física y la composición corporal y funciones orgánicas (Dwyer, 1997).

Embarazo y lactancia durante la adolescencia

El embarazo en la adolescencia es frecuente y, aunque solo alrededor del 10% llegan al parto, las tasas de natalidad mantienen una tendencia a crecer. Las necesidades nutricionales de las adolescentes que continúan su embarazo, que por lo general no son cubiertas desde antes del embarazo, se incrementan notablemente, en particular la ingesta de energía, hierro y calcio, por el progresivo incremento de su masa y volumen sanguíneo y el desarrollo fetal, así como del crecimiento óseo materno. Debido a que la dieta habitual no cubre dichas necesidades, es preciso tener en cuenta las cifras de 1600 mg/d de calcio para la adolescente embarazada en crecimiento y la adición de 30 mg dehierro elemental durante el embarazo. La adolescente embarazada anémica, al inicio del embarazo, puede requerir dosis superiores. Las adolescentes malnutridas crecen más tiempo y, por lo tanto, pudieran no haber culminado su proceso de crecimiento antes de su primer embarazo. Hasta 67% de las adolescentes clasificaron como en riesgo obstétrico según peso para la talla a la edad de 15 años, mientras a la edad de 19 años, solamente el 20% (OMS, 1995). Las adolescentes gestantes que continúan su crecimiento tienen mayor probabilidad de parir un bebé más pequeño que lo que lograría una mujer madura con igual estado nutricional, debido probablemente a la competencia por los nutrientes que se establece entre la adolescente y el feto, ambos en etapa de crecimiento y a una función placentaria ineficiente, lo que se traduce en un incremento del riesgo de bajo peso al nacer y de mortalidad neonatal (Matulena, 1996). Por otra parte, la competencia entre gestación y crecimiento tiene un efecto particularmente detrimental en el estado nutricional de los micronutrientes de la adolescente, incluso después de controlar variables como ingesta. No existe un consenso sobre el riesgo de la lactancia para las adolescentes, aunque existen evidencias de una pérdida superior de peso durante la lactancia, y una produ cción de leche inferior, en las adolescentes en comparación con mujeres adultas. Se ha señalado que existe una pérdida mayor de minerales óseos en las lactantes adolescentes (Einsenstein, 1995; Allen, 2001).

La conducta alimentaria de los adolescentes – Trastornos alimentarios

La nutrición adecuada en este periodo entraña también dificultades por ser los adolescentes independientes y por seguir patrones de alimentación sociales prescindiendo en ocasiones de comidas en horarios hasta entonces “normales”, que se sustituyen con frecuencia por “picoteos”, alcohol y comidas rápidas, consumidas fuera del hogar. La imagen corporal constituye una preocupación en los adolescentes y en bastantes ocasiones condiciona dietas restrictivas para acercarse a un patrón ideal que se ha creado en la propia mente del adolescente, influenciado por las modelos sociales del momento (Matulena, 1996). La anorexia, la bulimia y la anorexia y bulimia “nerviosas” son los trastornos alimentarios más frecuentes en esta etapa de la vida. Factores alimentarios, sociales y culturales pueden aumentar el riesgo, pero se trata en lo esencial de trastornos de tipo psiquiátricos. Las complicaciones clínicas de la anorexia y la bulimia son diversas: metabólicas, renales, gastrointestinales, hematológicas e incluso laamenorrea debida a desnutrición y a deficiencias de neurotransmisores. La anorexia nerviosa se caracteriza por una pérdida extrema de peso, una pobre y distorsionada imagen corporal, y un temor irracional y mórbido a laobesidad y al incremento de peso. El término anorexia implica pérdida de apetito, sin embargo, cuando el individuo niega su apetito, entonces se convierte en un trastorno de la conducta. Su prevalencia alcanza al 1% de las adolescentes. La bulimia es la sensación casi permanente de hambre. La bulimia nerviosa es un trastorno caracterizado por episodios de ingesta desmesurada y compulsiva, seguida dediarreas y vómitos autoprovocados, ejercicio excesivo, dietas estrictas o ayunos y una exagerada preocupación por el peso y la figura corporal. Este trastorno prevalece en alrededor del 4% de los adolescentes. La tendencia a asociar la delgadez con éxito social y económico ha incrementado el número de personas con conductas de este tipo (Gong, 1994).

Actividad física y deporte

Durante la pubertad se producen cambios fisiológicos como el incremento de la capacidad aeróbica y anaeróbica y la tolerancia al calor y al frío, así como aumento de la aptitud física para actividades atléticas. Sin embargo, los niveles de actividad física no se incrementan necesariamente, y con frecuencia pueden ser bajos. En consecuencia, los requerimientos de energía y nutrientes pudieran ser también inferiores. Actividades sedentarias, como vertelevisión , se asocian a un gasto energético reducido y también a una mayor ingesta de energía. En muchas ocasiones, el adolescente en búsqueda de una mejor aptitud física debe superar ciertos prejuicios que los limitan de realizar mayor cantidad de actividad física. Por ejemplo, falta de tiempo, temor a dolor físico o al bochorno y, entre las hembras, el temor a perder su femineidad, lo que incrementa la tendencia a la inactividad física y a la obesidad (Dwyer, 1997; Amador, 2000). Las necesidades de los jóvenes y niños deportistas difieren de las necesidades de los adultos, en que requieren más cantidad de proteína por kg de peso, utilizan más las grasas para producir energía, se deshidratan más fácilmente, debido a que la temperatura central es más alta y el apetito y las preferencias alimentarias varían con más frecuencia, según factores emocionales, sociales, el desarrollo biológico y el nivel de actividad cotidiano (Peña, 2001).


Fuentes

  • Allen L, Gillepsie S. What works? A review of the efficacy and effectiveness of nutrition interventions. Nutrition policy paper ACC/SCN 2001; 19:23-27.
  • Tanner JM, Whitehouse RH, Takaishi M. Standards from birth to maturity for height, weight, height velocity, and weight­ velocity for British children. Parts I y II. Arch Dis Child 1966;41:454-13.
  • UNICEF. Convención de los Derechos Humanos del Niño. Oficina Regional para América del Sur. Lima, Perú; 1998.
  • UNICEF. Adolescencia en América Latina y el Caribe: Orientaciones para la formulación de políticas. Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe. Bogotá, Colombia; 2001.
  • Organización Mundial de la Salud. Salud de los niños y los adolescentes. Informe de la Salud en el Mundo. Informe de la Secretaría, Consejo Ejecutivo. Ginebra: OMS, 2001.