Guerra y paz (Película)

Guerra y paz
Información sobre la plantilla
Drama. Romance. Bélico | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Bandera de Italia Italia
208  min
Estreno1956
GuiónIrwin Shaw, Ennio De Concini, King Vidor, Ivo Perilli, Bridget Boland, Robert Westerby, Mario Camerini (Novela: León Tolstói)
DirectorKing Vidor
Dirección de FotografíaJack Cardiff
ProductoraCoproducción USA / Italia; Productor: Dino de Laurentiis
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Bandera de Italia Italia

Guerra y paz (Filme). Coproducción norteamericana-Italiana del género drama de 1956 dirigida por King Vidor y basada en la novela de León Tolstói. Obtuvo tres candidaturas a los Óscar y un Globo de Oro.

Sinopsis

Moscú, año 1805. Pese a que Napoleón amenaza a Rusia, Pierre Bezukhov, un intelectual pacifista, hijo ilegítimo del Conde Bezukhov, expresa sus simpatías hacia el ideario de Bonaparte al conde Rostov, mientras la hija de éste, Natasha, reflexiona sobre los soldados que van al frente, entre ellos su propio hermano Nicolás.

Reparto

Premios

  • 1956: 3 nominaciones al Oscar: Mejor director, fotografía color, vestuario color
  • 1956: Globos de oro: Mejor película de habla no inglesa

Críticas

Más cerca de Margaret Mitchell que de Tolstoi

King Vidor no se despidió bien del cine, y él lo sabía, ni esta “Guerra y paz” y ya no digamos “Salomón y la reina de Saba” hacen justicia a un director que es uno de los más grandes de las décadas de los 20, 30, 40 y parte de los 50. Aunque no fue muy prolífico nos dejó un ramillete de películas maravillosas entre ellas “La ciudadela” o westerns tan apreciables como “Duelo al sol” o “La pradera sin ley”. Sin embargo cuando dispuso de más dinero y en definitiva de más medios es cuando peor lo hizo.

Y es que no todo el mundo sabe manejarse igual de bien en películas multimillonarias y todo hay que decirlo King Vidor nunca fue un director de grandes presupuestos e historias kilométricas y por eso en ningún momento se llega a encontrar cómodo en esta gigantesca “Guerra y paz”. Vidor es ante todo un gran director de dramas románticos y nos guste o no “Guerra y paz” no es eso, al menos no sólo eso, ni siquiera principalmente es eso.

“Guerra y paz” no es una historia romántica como se pretende en esta cinta norteamericana sino un drama histórico donde la intrahistoria está subordinada al devenir histórico.

La película tiene dos partes claramente diferenciadas, y en ninguna de las dos se termina por encontrar el punto a lo que escribió Tolstoi. Mientras la primera parte parece una versión de “Lo que el viento se llevó” pero ambientado en Rusia, la segunda por su parte se acerca de modo peligroso a una película bíblica-religiosa tan de moda en aquella época. Los franceses son los ateos malvados y los rusos los cristianos en apuros, por eso Dios les ayudará una vez más. Todo muy infantil.

Audrey Hepburn estaba en el mejor momento de su carrera, venía de rodar varios éxitos y era una verdadera estrella del momento, pero este papel de Natasha exigía otros registros que la Hepburn no nos muestra, y al final se acaba plagiando a sí misma. No puede ser una película como esta una excusa para salir y poner sus caras y sus movimientos de siempre de soy la señorita dulce y guapa enamoradiza, asustada pero con gran corazón y determinación.

No voy a ser yo quien niegue que Audrey Hepburn fue una buena actriz pero también es cierto que en demasiadas ocasiones pecaba de narcisismo y repetía una y otra vez el mismo papel. Aquí no existe Natasha sino Audrey. Y eso no es lo que demandaba una de las mayores novelas de la literatura universal.

En realidad el gran problema es que esta película exigía un reparto más coral y no convertirse en un club de amigos donde la estrella fuera la actriz principalmente.

Mel Ferrer enchufado hasta las cejas por la propia Audrey con el que se había casado dos años antes, realiza un papel que le queda muy grande. Ferrer fue toda su vida un decente secundario, nada más. Menos mal que el cine le hizo justicia.

AUDREY Y HENRY

En tres horas conocemos los vaivenes amorosos de Natasha Rostova y el peregrinaje existencial del conde Pierre Bezukhov, desde la juventud libertina hasta la iluminada comprensión en la madurez, con las guerras napoleónicas al fondo. Natasha es una adolescente soñadora y los hombres cercanos la deslumbran, incluso el donjuán sin escrúpulos que se encapricha de ella. Pierre trata de vencer el carácter derrotista y autodestructivo por el que se cree merecedor del desastre y por el que renuncia a amar a Natasha. A lo largo de los años van dando pasos en falso, entre la corte moscovita y las mansiones campestres, bailes, ópera y cacerías, cada uno por su lado, aunque no para extraviarse definitivamente sino descubrirse en el curso de la maduración.

La película de Vidor no tiene la genialidad de Tolstoi al desenvolverse en profundidades emocionales, esos procesos del espíritu que desembocan en arrolladores despertares y aperturas cósmicas, pero sí su grandeza. Con grandeza son presentadas las relaciones entre los personajes, y no sólo por las proporciones monumentales de la producción, en la estela de “Lo que el viento se llevó”, con decorados colosales, millares de extras, incendios devastadores, escenarios panorámicos; no sólo por eso sino porque los protagonistas son descritos con óptica ennoblecedora, capaces de evolución, sacrificio, perdón , amor y entrega.

Algunas secuencias nos parecen hoy, cuando los efectos especiales son casi ilimitados, de lo más naif, a pesar de la suntuosidad. El desplazamiento de Pierre al frente bélico en Borodino como espectador para, en su búsqueda espiritual, conocer de primera mano la vida y la muerte, resulta tan candoroso como ese uso prehippie de una flor en medio de la carnicería de cañonazos. Pero no debilitan fatalmente la narración. Tampoco la terca insistencia en poner caballos sufriendo. La estética de superproducción queda más arcaica en el pesado y redundante tramo invernal, la penosa retirada del ejército francés y sus prisioneros hacia la frontera, a través del hielo y la nieve.

Todo ello es compensado de sobra por las presencias de Audrey Hepburn y Henry Fonda, ajenas a circunstancias temporales. El encanto que ella ejerce ante las cámaras es tan literal que, en ocasiones (cuando acusa el cortejo del seductor, entre otras), su imagen parece de dibujos animados, tal es la magia que desprende. Y la elegante solidez de Fonda, aquí matizada por ese factor de introversión y tormento, es igualmente sustancial para insuflar vida duradera a lo filmado, así pasen los años.

Audrey y Henry, ellos son la verdadera superproducción…

No, no es “Doctor Zhivago”

Cuando una peli de más de tres horas logra mantenerte expectante durante todo su metraje, mala no es. Básicamente porque eso significa que está bien narrada y que su historia merece ser prolongada el tiempo que sea necesario. Mi problema con “Guerra y paz”, sin embargo, es que no consigue emocionarme del todo. Y eso que de melodramática tiene un rato largo. Pero no, no consigue conmoverme lo suficiente. En parte, supongo, por sus personajes. Porque Pierre me parece demasiado pánfilo, porque Natacha me parece una consentida y porque Andrei me parece un mártir a la fuerza. Pero en parte, también, porque la peli de Vidor carece —a mi juicio— del lirismo de Lean. El rey de las superproducciones. Un cineasta que se manejaba como pez en el agua en este tipo de pelis y que supo extraerle todo el jugo posible (véase “Lawrence de Arabia”, “Doctor Zhivago” o “La hija de Ryan”) a la particular relación de sus personajes con su entorno natural. Algo que, a mi parecer, no consigue Vidor. Y, cuidado, que digo Vidor y no Tólstoi. A Tólstoi no lo he leído. Que conste en acta.

Sería injusto por mi parte, no obstante, obviar todo lo bueno que tiene “Guerra y paz”. Porque lo tiene. Empezando por la música de Nino Rota, continuando por la magnífica fotografía de Jack Cardiff y acabando por un buen puñado de secuencias (sobre todo la de la retirada de las tropas napoleónicas vencidas por el ‘General Invierno’) que, puntual y aisladamente, son excelentes. Pero, repito, tratándose de una superproducción, echo de menos la épica de “Ben Hur”, el lirismo de “Doctor Zhivago” y el carisma de “Espartaco”, por ejemplo. Y ésa es, a mi juicio, la diferencia entre una buena peli y una gran peli.

Gran producción, nunca gran película

Otro más de esos tocho-superproducciones tan en boga en cierta época en el cine americano, que se apoya en un rotundo "star system" que intenta hacer así, a base de rostros, presencias y celebridades, un film de mastodóntica duración, que diluye en aburrimiento, mediocre emotividad y en una previsibilidad lentísima la anchura y textura de la mítica obra de Tolstoi. Así pues, "Guerra y paz" es otro ejemplo más de gran producción que en ningún caso se acerca a gran película y dónde King Vidor es incapaz de sacar a relucir minimamente su estilo y clase de maestro veterano desde el cine mudo.

Fuentes

  • Artículo Guerra y paz. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 6 de febrero del 2013.
  • Artículo Guerra y paz. Disponible en: www.fotogramas.es, visitado el 6 de febrero del 2013.
  • Artículo Guerra y paz. Disponible en: www.decine21.com, visitado el 6 de febrero del 2013.