La Guerra de Independencia en Melena del Sur

La Guerra de Independencia en Melena del Sur
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Fecha:1895-1898
Lugar:Melena del Sur
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba vs. Bandera de España España


La Guerra de Independencia en Melena del Sur . Cuando se reinician las luchas independentistas en 1895 fueron muchos los meleneros que participaron en la contienda y se incorporaron a la lucha al paso de la invasión.

Llega la guerra a Melena del Sur

La revolución estalló en febrero de 1895, pero eso fue por el antiguo Departamento Oriental de Cuba. En esos momentos iníciales, en Melena no se conoce de alzados, pero sí comienza un proceso de conspiración entre meleneros, güineros, batabanoenses, guareros y pobladores de San Antonio de las Vegas. El médico municipal, por entonces Dr. Eugenio Molinet y Amorós, fue de los iniciadores del proceso conspirativo Este, de origen camagüeyano, fue también gestor de la pri¬mera sociedad melenera El Liceo, cuyos salones fueron espacio de conspiración preguerra.

Según noticias, existieron otros espacios de conspiración que quizás por su le¬janía del centro urbano permitieron la aglutinación de líderes de municipios ve¬cinos. El Dr. Molinet se reunía en la finca Gatica con Luis de Cárdenas, Antonio y Serafín Cantón Gabriel Guerra y Panchitín Piedra, este último residente en el municipio Batabanó, todos interrelacionados con Adolfo del Castillo. [1]

El grupo mantenía estrecha relación con la junta revolucionaria de La Habana, presidida, se pudiera decir, por Juan Gualberto Gómez, Julio Sanguily, José María Aguirre, entre otros. Desdichadamente, rápido supieron de aquellas conspiraciones las autoridades españolas, ordenando la detención del Dr. Molinet en junio de 1895. Este fue avisado a tiempo por su amigo el sargento Fructuoso Baijet y Viladod, lo que permitió que pudiera huir para La Habana, y trasladarse luego a su provincia natal. [2]

En los últimos meses de 1895 se comienzan a incrementar actos vandálicos en la zona:

  • El 6 de noviembre el administrador del ingenio La Luisa denuncia la falta de una yunta de bueyes. Ese mismo día se le perdió a Quintín Herrera, colono de este ingenio, una vaca.
  • El día 11 de noviembre le roban un potro a don Juan Hernández, en la finca La Purísima
  • El día 28 de noviembre le roban una yegua mora a don Gerónimo Pérez, vecino de Las Charcas.
  • El 1 de diciembre son quemadas 2 000 arrobas de caña, propiedad del colono don José Vegas Fernández, en el barrio Lechugas. 6

Así transcurre el último mes de 1895 y el nuevo año trae condiciones muy difí¬ciles no solo para Melena, sino para toda Cuba. Pero, al ser el occidente de la Isla el espacio en que se encontraba la invasión, fueron potenciadas las acciones contra los mambises y se vieron afectados campesinos y población en general.

Cuentan que, a fines de 1895, ya en marcha la invasión de oriente a occidente, al frente Gómez y Maceo, apareció por las calles de Melena del Sur un individuo de los llamados por entonces de raza de color, quizás insignificante, pues era un vendedor de caramelos. Su pregón era atractivo, llevaba con él dos títeres mario¬netas, uno se llamaba Crispín y la otra María de la O; aprovechando los lugares de mayor concurrencia solía decir:

"¡E! ¡Ya están llegando! ¡María de la O está triste, pero Crispín está contento! ¡Compren caramelos muchachos, muchachos porque me voy…!". En ocasiones entonaba el siguiente canto:

Unos dicen que a la una,
otros dicen que a las tres,
¡ay, bilongo, bilongo!
bilongo mató a Mercé!
Unos dicen que es el chino,
Otros dicen que no es
¡ay, bilongo, bilongo!

bilongo mató a Mercé! [3]

Jacinto Bayona, procedente del territorio de Tapaste, no fue solo un pregonero que tenía el propósito de comercializar caramelos, sino que cumplía un objetivo levantar los ánimos y avisar de la proximidad de la invasión Jacinto se incorporó a las tropas del regimiento de Adolfo del Castillo y murió en el combate de la Loma del Millo el 15 de julio de 1897. [4]

La mañana del 3 de enero de 1896 amanece Melena bajo una gran nubosidad, provocada por el fuego que se expandía por sus periferias. Las tropas de García Navarro permanecieron en el ingenio La Teresa "con sus cañones en batería, y sus infantes, armas al brazo, sin atreverse a provocar a sus temibles contrarios". [5]

Es interesante la descripción citada por José Luciano Franco:

[…] se marcharon al ingenio La Teresa, de Arango, cuya dirección llevaba Ma¬ceo y Gómez […] fuimos al batey –relata Portero– y los insurrectos pasaron el puente sin ser molestados. Acamparon para almorzar, la vanguardia en el in¬genio Luisa y el centro y retaguardia en la colonia Tres Marías desde el mirador de La Teresa los veíamos, como que estaban a poco menos de 2 Km, sin embar¬go, el General García Navarro me invitó tranquilamente a almorzar. Desde que los insurrectos se pusieron en marcha comenzaron a incendiar los campos de caña. El total de insurrectos que por ahí ha pasado asciende a 6 ó 7 000. Casi todos son de caballería. La infantería compuesta en su mayoría de negros. [6]

Respecto a la población negra dentro del Ejército Libertador, Mangoché refe¬rencia que en el regimiento Calixto García había un 75 % de hombres negros. Se debe tener en cuenta que era esta la mayoría de la población oprimida en la época.

El coronel Juan Masó Parra tomó sin resistencia el pueblo de Melena del Sur, la guarnición de voluntarios se rindió y entregó 100 Remington y 3 000 balas. Por su parte, la misma noche del día 3 hombres al mando del coronel Antonio Núñez se apoderaron del pueblo de Guara, recogiendo un botín de 80 fusiles y unos mi¬llares de municiones. Según Gregorio Delgado: [7]

Fueron María Luisa Hernández y Josefa Fernández Alfonzo quienes evitarían de alguna manera el incendio del poblado de Melena, rogándoselo al general Adolfo del Castillo. Sí fueron incendia¬dos los ingenios San José, La Luisa, La Teresa y la bodega de Lechuga. [8]

Tras el tránsito triunfal de Gómez y Maceo por el sur de Melena, pernoctaron esa noche, Gómez en una colonia del ingenio Aljovín y Maceo a menos de media legua, en la colonia La Gía. [9]

Por aquellos primeros meses de 1896 son reforzadas las fuerzas españolas. El 14 de febrero se hace cargo militarmente del pueblo de Melena el capitán español don José E. Clavet. Al siguiente día del tránsito de Gó¬mez y Maceo por la zona de Clavet, desde su posición llama al orden y el retorno de la paz claro está, para nada cesó la contienda bélica, continuaron los combates. Ejemplo de ello fueron los de Hatos de la Luisa, Patos, Güajenes, La Tomasa, El cristal, Piedra, Flor de Mayo, El aserradero, El Inglés, El Navío”. [10]

Durante los primeros días del mes de enero se suma gran cantidad de meleneros a la causa independentista, se integraron hombres y mujeres a diferentes regimientos. Este trabajo pretende continuar reivindicando a aquellos que, dando machete, anegaron con la vivacidad del rojo de la sangre la tierra, a la vez que se solidificaba la concepción de patria. Existieron también quienes se valieron de intereses propios.

Según Gregorio Delgado y otras fuentes, fueron 22 los meleneros que se su¬maron a la causa independentista, pero no compartimos ese criterio Melena, por aquellos años, se encontraba dividido en cinco barrios: Lechuga, Charca, Barrio Costa, San Julián y Melena A eso habría que sumarle las zonas rurales pertene¬cientes al poblado de Guara, para poder a simple vista descifrar que la cuantía propuesta es inferior a los que debieron sumarse. Quizás muchos murieron tan pronto que ni siquiera se inscribieron en los libros de regimientos.

A aquellos valerosos hombres y también mujeres que se incorporaron a la pri¬mera gran lucha por la reivindicación humana, ya sea desde la posición de solda¬dos o cualquier otra, pretendemos sacarlos del opio del olvido. Muchos de ellos prefirieron entregar con valentía su vida para luego ver, los que pudieron, sus sue¬ños frustrados en la naciente República.

Aunque la invasión continuó su paso a Vuelta Abajo, quedaron diferentes re¬gimientos en toda la zona habanera utilizando el método de guerrilla, lo que con¬sistía en hacer la guerra sobre la base de la movilidad. Esta forma ofensiva fue adoptada en esta parte de la Isla por las condiciones topográficas del terreno rela¬tivamente llano, ser un espacio poblado y de cultivo, lo que limitaba los sitios de refugio para los mambises.

La Reconcentración de Weyler

La llegada de la invasión a occidente [11] propició la destitución de Martínez Cam¬pos y se designa en su lugar al general Valeriano Weyler, quien se hizo cargo del mando el 10 de febrero de 1896. Este, al llegar a La Habana, declaró:

"[…] traigo la honrosa misión de concluir la guerra […] Vengo, señores decidido a concluir la guerra y para ello no veo ni quiero ver aquí más que españoles, que son los que están a mi lado; e insurrectos, que son los que están enfrente". [12]

Muchas familias cubanas entregaban sus hijos a la causa independentista, pero las mujeres, ancianos, niños e incapacitados, aunque no estaban directo en la guerra, apoyaban la causa. Por ello trajo Weyler su reconcentración del exterminio. La plaza de Melena del Sur y Guara fueron centro de reconcentración, la sociedad El Liceo en Melena fue hospital durante este período.

Durante el proceso de sacar los pobladores rurales para ser reconcentrados, fueron muchas las personas asesinadas, el que se negara era ahorcado, quemado o sometido a otras formas de maltrato u homicidios. Por aquellos días aparecieron hombres ahorcados en el palomar del ingenio San José, en el camino del paradero, en la finca Los Mangos y La Carmita, y en la portada del cafetal Santa Rosa. Este último tenía un papel en su pecho que decía: "TODO EL QUE BAJA, SUBE".

Un testimonio transmitido generacionalmente entre miembros de la familia Mesa fue aportado por Juana Ester Lazo Mesa:

Pablo Mesa [13] tenía 16 años cuando la reconcentración. En la finca donde vivía, al fondo de su casa tenía su bohío la familia de Manuel Martínez, es¬tos eran negros. Todos los que vivían en la zona fueron concentrados en los Mangos de Molina. [14]

Durante la reconcentración, el hambre y las pésimas condiciones higiénicas pro¬vocaron grandes brotes de enfermedad. Muchos fueron los muertos y eso se aprecia en las estadísticas de las defunciones en Melena del Sur y Guara, 1896-1998, donde se asientan 348 nacimientos y 2 901 muertes. [15]

En el mes de marzo comienza un proceso de fortificación del pueblo de Melena, se circula la población con profundas zanjas, fuertes y dobles alambradas. Es instalada en el ingenio Merceditas la comandancia militar, luego trasladada a Melena.

Referente a la Reconcentración y Weyler, Mangoché plantea en su testimonio:

El general don Valeriano Weyler, llamado El Carnicero esto lo recuerdo para que lo sepan los cubanos y lo hagan llegar a sus hijos y estos a los su-yos, para que perdure hasta los siglos de los siglos, este Patilla de Alambre perdóneme que estoy hablando como en la guerra, este hombre infernal desató una campaña de exterminio contra los mambises de las tres provin¬cias occidentales. [16]

Mangoché también manifiesta que el año 1897 fue llamado: "Año terrible", fueron "[…] arrasados todos los campos, el ganado, vivíamos como animales, co¬miendo cogollos de palmas, bledo, ceiba y otras yerbas". [17] Quizás el conocimiento sobre las plantas portado por las capas más populares contribuyó a subsistir en aquellos momentos críticos. [18]

En todo este contexto socio-histórico se fue desenvolviendo la familia Alfonso Quiñones, objeto de nuestra investigación.

La familia Alfonso Quiñones

La familia Alfonso Quiñones tiene su origen en la unión matrimonial de Nicome¬des Alfonso Herrera (1846, Guara, término de Melena del Sur) y Juana Quiñones y Alfonso (1859, Güines, La Habana). La familia se asienta en los terrenos cedidos por don Lucas Quiñones y Alfonso, padre de Juana. Según sus nietas Aimé y Da¬lia Alfonso González, el terreno fue adquirido como el pago de una deuda por el trabajo realizado en la finca de su propiedad. Don Lucas, mediante declaratoria. [19]

Fueron años muy difíciles. En este sentido abunda José Isabel Miguel: [20]

La vida obligó a mi padre a fabricar los zapatos de todos mis hermanos y míos con cuero de chivo y carnero, para protegerse del frio se usaba sacos. Los pantalones eran confeccionados con telas de las más baratas para así poder vestir a todos los niños de la familia, eso sin decirte la miseria que se ganaba, apenas alcanzaba para mantener a todos por igual.

Según Mamá la casa se hizo cortando madera del monte, traída desde la costa, los horcones eran de llana, las tablas de palma cubrían las paredes, el techo era de guano, como no había los adelantos de hoy en día se hizo una letrina como servicio sanitario, antes era así; por aquel entonces yo no había nacido, pero se decía que fueron varios amigos de mi padre y otros familiares los que lo ayudaron a construir el bohío. Pero bueno la familia fue creciendo y en gran número pues mamá parió 12 hijos.

Papá era peón, trabajaba como chapeador de zanjas en la costa, y donde quiera que apareciera trabajo él trataba de buscarse el sustento para toda su familia. También se empleaba cortando leña para hacer hornos de carbón. La comida era escasa, no abundaban las viandas, la situación era pésima, llegando a comer bledo, hojas de yuca, eso se preparaba con salsa o con lo que se podía, la situación desesperante situaba a la familia en un callejo sin salida y a toda costa había que subsistir.

Al llegar el año de 1895 ya Julián y Manuel, al ser los mayores de los hijos del matrimonio Alfonso Quiñones, ayudaban en el sustento de la familia, se em¬pleaban como trabajadores agrícolas realizando faenas donde se pudiera, pues la situación estaba para no escoger.

Los tiempos se tornan difíciles para la familia, las políticas aplicadas en este momento por el gobierno español no son nada buenas para la población de Me¬lena del Sur, los vientos corren de forma violenta. Los pobladores son presa de la desolación, los malos augurios, la pobreza, la marginación, males que marcan al campesinado y al pueblo en general. La discriminación forma parte del entrama¬do político del régimen colonial español. Las enfermedades pululan por doquier, la población carece de las cosas esenciales para la vida, los niños y adolescentes sufren en carne propia la barbarie y el crimen más atroz que pueda vivir cualquier ser humano. El sufrimiento es general, el dolor de la familia se agiganta, no hay esperanza de que acabe la agonía de una población mancillada y flagelada por la barbarie.

El único camino posible para revertir la pésima situación eran los procesos independentistas que se venían gestando desde la región oriental de Cuba, siendo esta la vía encontrada por la familia para tratar de solucionar sus males. Dada las condiciones existentes, la conciencia va formándose de manera tal que los aires de la conspiración se hacen llegar.

Un grupo conspirador situado en las áreas del central Mercedita crea el caldo de cultivo, como principal objetivo para formar conciencia de la realidad existente. Este grupo conspirativo contaba con la guía del Partido Revolucionario Cubano, el cual tenía la misión de juntar los hombres que estuviesen decididos a tomar las armas en defensa de la patria. Según testimonio de Miguel Alfonso a fines de 1895, en conti¬nuas reuniones secretas participan, entre otros, Nicomedes y sus dos hijos.

Estos últimos no se hacían tan sospechosos a la vista de la guardia española, solo hacen hincapié en el padre. También aporta Miguel que las frecuentes visitas de su padre a personas sospechosas ante los ojos de la guardia fueron los primeros indicios de desconfianza hacia este.

Sin embargo, consecutivamente el 20 de enero y el 2 de febrero de 1896, se incorporaron a la manigua los hermanos Manuel y Julián Alfonso, lo que propició un aumento de desconfianza hacia el padre. Forman parte del recién formado Re¬gimiento Calixto García, del 5to cuerpo, 2da división, 4ta brigada. El cargo que ocupaban ambos era el de cabos. [21]

En marzo de 1896 fueron detenidos un grupo de campesinos acusados de laborantes. Esto muestra la creciente persecución en áreas del territorio. En este contexto fue detenido en el batey del central Merceditas Nicomedes Alfonso y lle¬vado a la comandancia militar allí ubicada, fue remitido al tribunal que lo juzga y sentenciado a ser deportado a la Isla de Pinos, por el delito de infidencia.

Los españoles custodiaban las guardarrayas que daban acceso a la población de los bateyes, era un ir y venir de las tropas. Así transcurren los primeros días de enero de 1896 Como ya fue referenciado, el día 3 es tomada la plaza de Melena por Masó Parra y la de Guara por el coronel Antonio Núñez. Sobre este contexto, aporta Miguel:

Mi mamá queda sola con los más pequeños, papá en Isla de Pinos, y los demás ya tu sabes en el monte, la vieja la pobre vuelta loca, solo podía contar con la ayuda siempre incondicional de mi abuelo Lucas, quien siempre le daba vuel¬tas, imagínate que mi madre era la hija más chica de mi abuelo, el panorama era triste pero a pesar de todo ella era fuerte, pero sabía que tenía que resistir ante todo dolor, ella era muy católica, su fe siempre la acompañó.

Fueron muchas las represalias contra los sospechosos y familiares de los in¬surrectos. Al respecto, plantea el historiador Luis Morote:

"[…] al pasar las co¬lumnas por los ranchos los quemaban, obligando a las mujeres a huir al monte mientras a los hombres y los niños los quemaban vivos en sus casas o los dejaban colgados de un árbol". [22]

La familia a que hacemos referencia transitó por uno de estos momentos difíci¬les, según Miguel Alfonso:

Un día se presentan frente al bohío una tropa de españoles con el fin de tumbar el bohío ya que los hermanos estaban en el monte y mi papá con la condena de estar en la Isla de Pinos, llegaron como fiera preguntando y ofendiendo, se baja del caballo uno con una soga entra empujando la puer¬ta semiabierta y coloca la soga en el caballete para derribar la casa, pero mi mamá responde con bravura abracada a sus hijos, gritaba ¡me tienen que matar con todos mis hijos dentro! ya dispuesto a derribar la casa, llega mi abuelo que estaba en la finca trabajando y tiene una conversación con los españoles, esto duró un tiempecito hasta que convencen al jefe y todo quedo entre mi abuelo Lucas Quiñones y los guardias españoles. Los hermanos Alfonso Quiñones participaron en numerosos combates dentro del regimiento Calixto García, presentamos treinta y tres de los cuales hemos en¬contrado referencia, dentro de los más de 200 combates del aguerrido Regimiento Calixto García, en la zona sur de la provincia La Habana.

Por su importancia, transcribimos lo descrito en el texto Diccionario Enciclopédico Historia Militar sobre el combate del Caimán, el cual se desarrolló en el territorio de Batabanó En esta ofensiva se utilizó por primera vez la trinchera como método de defensa de campamentos.

El Caimán, en este lugar de la zona de Batabanó, La Habana, fuerzas del Regimiento Calixto García, 4ta brigada 2da Div. 5to Cuerpo del Ejercito Libertador; bajo el mando del brigadier Alberto Rodríguez, combatieron contra las tropas del Regimiento de Caballería Pizarro. El enemigo avanzó por el llamado callejón de San Pablo para tratar de tomar las posiciones de los cubanos; pero estos le hicieron un certero fuego por la retaguardia al tiempo que cuatro grupos de la caballería mambisa lo atacaron por el flan¬co izquierdo, centro y retaguardia dirigidos por el propio Brig.-Rodríguez y los Tenientes Coroneles Emilio y Rosendo Collazo. Esta acción decidió a favor de los libertadores, pues el adversario se retiró desordenadamente en dirección a Pozo Redondo y abandonó en el campo sus muertos, caballos, armas y otros equipos así como cinco acémilas cargadas de municiones y un botiquín de cirugía. Las bajas de los españoles se calculan en unas 80. Los cubanos también las sufrieron, entre ellos Tte. Cor. Rosendo Collazo. Esta acción contribuyó a desmentir la proclamada pacificación de Weyler y aca¬bó con la fama de invencible que tenía el Regimiento Pizarro. [23]

Sobre este importante combate, José Isabel Herrera Mangoché, en Impresiones de La Guerra de Independencia, hace referencia a los cabos Manuel y Julián Alfonso:

[…] el enemigo se retira al callejón, creyendo haber descubierto la posición de nuestras trincheras. Cuando el enemigo se organizaba en el callejón, saltó de la trinchera el Cabo Julián Alfonso −que vive en estos momentos en la calle San Mariano # 62, en esta ciudad−; coge un Mauser, otros lo iban hacer, pero fueron contenidos por los oficiales que a la vez amonestaron al cabo Alfonso que por su valor se expuso a que lo mataran, faltando así a la disci¬plina. Julián y Manuel Alfonso son hermanos, fueron valientes en la guerra y muy disciplinados, Manuel o Lile, como cariñosamente le decíamos vive en el reparto Batista, calle 15 # 367 en la ciudad de la Habana. [24]

El día 6 de agosto de 1898 fue el último fuego que tuvo el Regimiento Calixto Gar¬cía. Al respecto plantea Mangoché:

[…] yo no tuve que disparar un solo tiro más, cumpliendo así la ultima parte de mi compromiso para la libertad de la Patria. El día 17 de Agosto 1898, por la tarde, en todo el campamento no había más que alegría […] Yo salí como todos los demás, nosotros fuimos licenciados ridículamente se nos dio 75 pe¬sos para que nos fuéramos para nuestras casas, de las cuales muchas de ellas habían desaparecido; hasta se nos negó el pasaje para trasladarnos de lugar […] Sin una hoja de servicios, sin tener donde ganar la comida y como trofeo de guerra nuestras conciencias haber cumplido con el deber para con la patria, sin fijarnos en sacrificios. La virtud siempre suele siempre ir a pie y descalza en terrenos de gajarros y espinas. [25]

Como se aprecia en la anterior referencia, fueron muchas las frustraciones que ocasionó la guerra. A fines del año 1897 los españoles indultan a los deportados, entre ellos a Nicomedes Alfonso Herrera. Esta circunstancia fue el intento de un cambio de política, según manifiesta Miguel Alfonso:

"mi padre regresó de la Isla de Pinos enfermo de paludismo o fiebre de no sé qué, aquella enfermedad se le quitó con remedios y medicinas, la desnutrición era lo peor que tenía".

Nicomedes Alfonso continuó viviendo en Melena del Sur hasta el fin de sus días, donde falleció a las 8:00 am de día 4 de junio de 1921 en su domicilio de la calle uno.

Los hermanos Julián y Manuel Alfonso terminaron la guerra con los grados de cabos del Ejercito Libertador, no aceptaron cargo público ninguno, buscaron sus propios trabajos, estaban desilusionados, la discriminación tanto económica como racial era algo que se notaba a mil leguas.

Manuel Alfonso Quiñones Alfonso contrajo matrimonio con Emilia O´Reilly, natural del poblado de Guara, y de esa unión procrearon cinco hijos: Trinidad, Wenceslao, Jesús, Zenaida, Paula. Manuel Alfonso falleció a las 745 am, en su casa de Lawton en la calle 15 número 3367 el día 3 de noviembre de 1962, a los ochenta y tres años. Sus restos descansan en el cementerio de Colón.

Julián Alfonso Quiñones contrajo matrimonio con Magdalena Bocalandro, natural del poblado de Guara. De esta unión nacieron cinco hijos: Luis, Armando, Julián, Manuela, Juana María. Falleció en la ciudad de La Habana el 1 de febrero de 1969 a los noventa y un años de edad. Sus restos descansan en el cementerio de Colón. Se considera el último mambí melenero en morir.

Referencias

Véase también