La invención de Hugo

La invención de Hugo
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Aventuras, Drama, Fantástico, Intriga | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
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Estreno2012
GuiónJohn Logan
DirectorMartin Scorsese
Dirección de FotografíaRobert Richardson
RepartoAsa Butterfield,Chloe Moretz,Ben Kingsley,Sacha Baron Cohen,Jude Law,Emily Mortimer,Michael Stuhlbarg,Ray Winstone,Christopher Lee,Richard Griffiths,Helen McCrory,Frances de la Tour
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

La invención de Hugo. Película estadounidense de fantasía y aventura, donde un niño huérfano que vive escondido en una estación y se ocupa de arreglar relojes, se verá envuelto en una misteriosa aventura cuando intente reparar un robot estropeado.

Sinopsis

París, años 30. Hugo (Asa Butterfield) es un niño huérfano que vive escondido en una estación y se ocupa de arreglar relojes. Se verá envuelto en una misteriosa aventura cuando intente reparar un robot estropeado. Un día conoce a una chica (Chloë Moretz) que tiene la llave que podría resolver el misterio del robot.

Crítica

  1. La magia del cine vista a través de los ojos de un niño. La pureza e inocencia ante un mundo donde cualquier sueño se puede hacer realidad. Es comprensible el propósito de Scorsese cuando se reconoce a sí misma reflejada en los rostros de Hugo (Asa Butterfield) e Isabelle (una entrañable y divertida Chloë Grace Moretz) contemplando fascinados la escena de Harold Lloyd colgado de las agujas de un reloj en El hombre mosca. Atraídos por el mismo magnetismo que transmite Travis Bickle encarándose a un espejo en Taxi Driver.
  2. En uno de los ejercicios de metacine más emotivos de los últimos tiempos (con el permiso de Hazanavicius), el director se estrena con el 3D para camuflar un homenaje a los primeros dispositivos de captura de imágenes en movimiento a través de la más sofisticada tecnología actual. Y lo hace con el respeto y la admiración de un heredero privilegiado, con la intención de demostrar que puede que hayan cambiado las formas, pero no así el fondo.
  3. El director de Malas calles se aleja del cine violento para dar vida a una novela de Brian Selznick que rememora la figura de George Méliès –interpretado por un majestuoso Ben Kingsley-, pionero de la ficción en el séptimo arte como mecanismo para escapar de la realidad y componer rudimentarias historias fantásticas mediante los primeros efectos especiales con trucos de cámara y montaje.
  4. Lo que parte como un producto familiar en un primer acto donde Scorsese presenta a Hugo, un pequeño huérfano que vive escondido en las paredes de una estación de tren de París donde ajusta y repara relojes, se traduce al final en una suerte de biopic que se construye a través de recreaciones y archivo documental, pero sin dejar de lado la línea argumental del relato. Si bien es cierto que en su intención de llegar a todos los públicos y de inculcar en los más pequeños la pasión por un cine libre de prejuicios, Scorsese acaba dirigiendo dos películas, la que busca la curiosidad del niño que todos llevamos dentro y la que apela al imaginario cinéfilo. Recreándose en este último y arriesgándose a perder a los primeros en el último acto. En su periplo por los inicios cinematográficos, Martin recrea la primera exhibición pública del cinematógrafo de los hermanos Lumière en 1895 con las proyecciones de “Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir” y “La llegada del tren a la estación de La Ciotat”, a la que más adelante rinde un fascinante homenaje en clave 3D en los sueños de Hugo.
  5. Haciendo honor a su cargo de presidente de una institución que se dedica a la recuperación y preservación del material fílmico deteriorado, el cineasta recupera también fragmentos de la historia universal del cine de Harold Lloyd y del mismo Méliès con su obra más respetada, Viaje a la luna. Hugo es un producto azucarado, pero no abusa del sentimentalismo en un mundo utópico. Parte de un drama terrible, pero no rehúye un humor personificado en la figura de un guardia malhumorado interpretado por un Sacha Baron Cohen excéntrico pero comedido que aporta un toque cómico reconfortante. Hugo no entiende porqué está solo y su único amparo son una niña y un autómata que le aferra al recuerdo de su padre.
  6. En su afán por reactivar su mecanismo y descubrir el secreto que se esconde tras la tinta de una pluma, Hugo se embarca junto a la intrépida Isabelle en una aventura en la que cada secreto desvelado les lleva a otro por descubrir, manteniendo al espectador intrigado e inmerso en la historia, y al mismo tiempo maravillado por un despliegue visual y artístico que remite constantemente a lo onírico y mágico. Y es que Hugo es también, además de todo lo mencionado, una oda a la literatura, al teatro, al ilusionismo y a la magia.
  7. La cámara de Scorsese recorre con profundidad todos los rincones de la estación justificando el uso del 3D al servicio de la historia y el espacio. Radiografía los engranajes de un reloj cuyas piezas encajan del mismo modo que: fotografía, efectos, interpretaciones, guión, dirección artística, música y montaje se ajustan en el cine para construir una experiencia sensorial alucinante. Destaca en la dirección la puesta en escena y la transición al flashback que introduce el pasaje de la vida de Méliès (con especial mención al acuario) en el que Ben Kingsley se funde con el personaje real y el mismo Scorsese cobra vida en un fotógrafo que retrata a su homenajeado.
  8. Ambientada en el París de 1920, Hugo ofrece bellas postales -también musicales- de la ciudad francesa desde lo alto de un reloj a través del cual el protagonista observa el mundo que le rodea. Scorsese recurre constantemente a la mirada del pequeño (la suya) que intenta descubrir cual es el mecanismo que mueve el mundo y porqué hay tanta gente rota. La película muestra un abanico de personajes averiados: un cineasta desazonado, un guardia que anhela el amor, una mujer que ha relegado su pasado al olvido…, que buscan la calidez y la comprensión del otro. Hugo es la bisagra que une todas sus historias y la llave que activa sus emociones. No es casualidad que el último elemento necesario para revivir a un autómata tenga forma de corazón. Con La invención de Hugo, Scorsese muestra su polivalencia como director, más allá de géneros y estilos. Cameron quiso mostrar al mundo las posibilidades del 3D en una gran superproducción, pero es Scorsese quien lo ha sabido aplicar con coherencia potenciando el poder de la imagen en movimiento, igual que muchas décadas antes lo habían hecho los hermanos Lumiere firmando un tren que hizo levantar a todos de sus asientos.

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