Rap (género musical)

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Rap
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Concepto:Estilo musical que surge en los barrios marginales neoyorkinos de ascendencia mayoritariamente hispana. Vinculado desde principios de los 80 a los ambientes de la cultura hip-hop, a imagen y semejanza de ésta integra diversas corrientes, como el break dance music, el electro, el graffiti urbano o el scratch.

El rap es un género musical que surgió a principios de los años ochenta en los barrios marginales de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos) entre jóvenes de ascendencia hispana. Vinculado a los ambientes de la cultura hip-hop, a imagen y semejanza de esta integra diversas corrientes, como el break dance music, el electro, el graffiti urbano o el scratch.

Surgimiento

La cultura del hip hop surgió en los barrios marginales de ascendencia mayoritariamente hispana de Nueva York como una forma de expresión, autorreconocimiento y resistencia de las clases marginadas estadounidenses. Hecho propiamente musical (basado en el cantar-hablar con un verso libre, cuya estructura se da a partir de la distribución de los acentos en correspondencia con la acentuación musical, sobre un bajo rítmico- armónico como portador del contenido expresivo del evento sociomusical), incluye también una teatralización e incisiva comunicación (a través del gesto, en los movimientos de las manos —preferentemente deíticos— y la expresividad del rostro) que subraya el contenido del texto, en el break, como baile que exige grandes habilidades físicas por lo complejo de su coreografía, y en el graffitti como expresión plástica que asume de una manera simbólica y representacional la existencia de las clases practicantes y portadoras de tal suceso sociocultural. Aunque en un principio sus maximos exponentes fueron en su mayoria de raza negra, su propagacion en todo el planeta ha atraido a personas de todos los credos, razas y origen etnicos.

Para algunos, los antecedentes de tal forma de emitir el mensaje hay que buscarlos en la cadenciosa oralidad del griot africano; para otros, la referencia más reciente está en su relación con el reggae, el culto rastafari y en el disk jockey jamaiquino, que animaba las fiestas horas y horas hablando y comentando encima del disco, con características entonacionales y estilos muy propios para la comunicación. A no dudar, como en toda creación, operó un proceso de interinfluencias de elementos que en determinado momento se acrisolaron.

Según se ha escrito, Kool Herc, uno de estos discjockey populares que en la convulsa década de los 70 abrió —quizás sin imaginárselo— nuevos caminos, presentándose con su equipo de audio y reproducción en los parques del Bronx, es el inicial impulsor de este movimiento. En 1979 fue grabado el primer disco de rap Rapper’s Delight, del grupo Sugar Hill Gang, o Afrika Bambataa, quien le daría un giro al rap «marginal» al unirlo con el sonido experimental, computarizado, del grupo alemán Kraftweer, mezcla que cambiaría conceptualmente el estilo para acercarlo a un hip-hop más comercial.

A partir de ese instante, el rap toma diversas formas entre ellos MC Hammer y Vanilla Ice, obedecen al rejuego de las transnacionales disqueras y hacen variantes más comerciales, traicionando los principios del movimiento como cultura underground de resistencia e incorporando en extremo los efectos de la música tecnológica en una estrecha relación con el pop y el rock. Acerca de esto reflexiona un rapero estadounidense que visitó Cuba en 1991:

De pronto ocurrió que el rap, para el que buscaba una guitarra, una pianola, las palmas de las manos, cajas vacías y tanques de basura, necesitó para su comercialización en gran escala, de la tecnología del rock. Eso, en sí mismo, no estuvo mal; lo terrible es que la preocupación por el sonido alejó a muchos del sentido de las palabras.
Rapero desconocido que visitó Cuba en 1991

Otros grupos se popularizaron con diferentes estilos; ejemplos fueron Public Enemy, de un rap violento y más «politizado», y los Bastie Boys, chicos blancos de esencia rockera para los que la agresividad y el sexo en la escena fue sello identificador. Aparecen además en este contexto las luchas entre los grupos oeste y este, con sus diferentes formas «duras» de rapear —recordando el origen social y marginal de la tendencia que nos ocupa—, y los estilos híbridos como el jazz-rap, la balada-rap, latin rap y electro-rap.

Lo cierto es que el rapear significó una revolución del concepto estético-musical, desde su forma más genuina: expresión de una épica callejera y reflejo de circunstancias sociales muy precisas de la contemporaneidad latina y afroestadounidense, hasta su posterior variante comercial, gestada en salas de bailes y discotecas, donde los animadores involucraban técnicas diferentes a las tradicionales para explotar los discos (máquinas mezcladoras sampler y la computación en todas sus posibilidades), en aras de efectos que buscaban la continuidad de la música y el baile, sobre los cuales el disk jockey o el maestro de ceremonias –personalidades de particular carisma—hablaban y cantaban animando al público.

La década de los 80

La década de los 80 es de gran auge para el rap y la cultura del Hip Hop, no sólo a causa del desarrollo de numerosas bandas y líderes, sino por el afianzamiento de sellos disqueros que propiciaron su promoción por el mundo y su presencia en plazas importantes como Japón, Italia, España y Francia. Las áreas del Caribe y América Latina no escaparon al boom, y se mostraron también como zonas ampliamente permeadas. Fue en el decenio que se proyectaron por el mundo los filmes de breakdance que incitan a nuevas coreografías y habilidades en el baile de la calle.

En los 90 su permanencia se afianza, integrándose y relaborándose en las diferentes culturas y dando lugar a productos nuevos, en correspondencia con la región geográfica de referencia. En el XXII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el actor y cantante norteamericano Harry Belafonte, presentó su largometraje Beat Street, inspirado en el nacimiento de la cultura del hip-hop en Estados Unidos a principios de los 80, en el que participaron bailadores de breakdance, artistas del graffitti, disk jockeys y raperos.

Esto fue un desafío que el artista asumió con responsabilidad y valentía ante los sectores más reaccionarios de su país. Belafonte realizó el filme:

«para ofrecerle al mundo la verdadera esencia de ese movimiento, su fuerza, poder y belleza. Además, dijo que el rap les permitió unir la música con la obra de los mejores poetas surgidos de las clases pobres y marginales [...]»

Quincy Jones en 1957 graba, con la banda del trompetista Dizzy Gillespie, la Suite Manteca, de Chico O’Farrill, en 1959 realiza una gira por Europa, y después, de regreso a Estados Unidos, se convierte en uno de los compositores y arreglistas de más éxitos en la televisión y en Hollywood.

En su disco Back on the Black, en el que muestra su versatilidad como creador, establece un puente entre diversas formas de expresión, al utilizar el jazz, el funky y la rítmica del rap. Mientras tanto, el rap es una de las categorías que compite en los Premios Grammy.

Desarrollo del género en Cuba

La diversidad de géneros y formas de hacer que caracteriza a la música popular cubana, se ha visto notablemente enriquecida durante las últimas décadas dado el contacto e intercambio cultural con el mundo. Ello ha impuesto a los creadores nuevas formas de decir y expresar su identidad, a partir de la asimilación de géneros y fusión de rasgos estilísticos presentes en el amplio espectro de la música popular contemporánea de la isla.

Tal síntoma es notable en agrupaciones de mayor calidad, tanto en las que se acercan a un lenguaje más tradicional como en las que de alguna manera (lográndolo o no) buscan aires renovadores con la recontextualización de elementos universales que quedan atrapados en la savia propia, en la que han creado y germinado como ser social y en la praxis musical.

Porque, según Alejo Carpentier:

«en todos los momentos de su historia, la isla de Cuba elaboró un folklore sonoro de una sorprendente vitalidad, recibiendo, mezclando y transformando aportaciones diversas, que acabaron por dar origen a géneros fuertemente caracterizados».

Ejemplos evidentes de la riqueza genuina de esa interinfluencia y mixtura cultural son los diferentes géneros que hoy conforman nuestra música y, en la actualidad, los aún poco estudiados fenómenos del Rock, el Jazz, la timba o el más cercano en el tiempo:

El rap (se nutre del rock, el reggae, el blue, el jazz, la timba y otros), intertextualizado en la creación de destacadas agrupaciones como José Luis Cortés y NG La Banda (Se la aplicaron toda, El rap de la muerta), Juan Formell y sus Van Van (Deja la bobería), Chucho Valdés (Rap de la bicicleta), Adalberto Álvarez (Y qué tú quieres que te den) o en la peculiar interpretación de Edesio Alejandro.

Pero con el rap en Cuba ocurre un fenómeno que, más que por su importancia como hecho musical, quizás tome interés desde un punto de vista socio-musicológico, al haberse convertido en forma de expresión de una parte de la juventud que lo asume no sólo como receptora, sino como creadora, sin tener en su mayoría una formación musical especializada que les ayude o facilite el propio acto de interpretación.

¿Es una moda «pasajera» el interés por esta forma de hacer música? ¿Su popularidad en determinados sectores poblacionales se relaciona con la identificación e imitación de la música representativa de la cultura afro norteamericana que la origina? ¿Se convierte para algunos en una búsqueda en sus ancestrales raíces?

¿Son sus rasgos estructurales, así como el tratamiento de los modos expresivos y la forma particular de relación texto-música que les caracteriza, lo que propicia su acercamiento al plantear un diferente código en su comunicación? ¿Es acaso el fenómeno todo, vestuario, comportamiento social, gestualidad y otros elementos sustanciales en el contexto rapero lo que incita a su adopción por una parte de la juventud cubana?

A nuestro país llega el rap a través de las emisiones radiales de onda corta y por los discos que entran de manera individual, sobre todo en los años 1970 y 1980. Asimismo resultan significativas para su divulgación la puesta de filmes como Flash dance y más tarde Mentes peligrosas, por su fuerte tema musical. Comienzan los grupos de jóvenes —fundamentalmente negros, quizás en alusión al movimiento originario— a manifestarse de tal suerte en parques y esquinas de los barrios populares. Alamar, Bahía, Guanabacoa, Víbora, Centro Habana, Habana Vieja, y otras zonas céntricas de la capital y de otras provincias, se encuentran ya inmersos en el fenómeno rapero.

La aparente simpleza de su manera de hacer tal vez convoque a los jóvenes a acercarse a este tipo de propuesta como una manera de comunicación e identificación local que, convertida en un popular modo de expresión y entretenimiento, se afianza en los difíciles y controvertidos años 90. Dicha corriente existe paralela al boom de la salsa, el rock y al movimiento trovadoresco de los últimos tiempos.

En los comienzos, el uso de back grounds norteamericanos preparados para rapear, fue muy utilizado por los grupos, alternativa aún vigente, pese a que los raperos cubanos buscan ya su autenticidad musical, no sólo a partir del uso de la percusión y bajos soneros (entre otras opciones donde se hibridan el Son y la Rumba, género este que algunos relacionan con el rap por su función recreativo-musical), sino también por el trabajo de los textos.

A partir de 1995 se abre una nueva etapa cuando varios jóvenes, liderados por Rodolfo Rensoli, asumen la responsabilidad de aglutinar a los raperos bajo la égida de un Festival (competitivo en sus inicios) que nucleara a todos los interesados. Este grupo que mantiene su vigor y perfecciona el evento cada año junto a la dirección de la Asociación Hermanos Saíz, a la cual pertenecen, se ha dado a la tarea de reunir a esos jóvenes en aras de buscar una calidad en el rap cubano a partir de una rigurosa selección.

Las Casas de Cultura, peñas y otros centros promotores del rap, se encuentran en estos tiempos por varias provincias, donde las agrupaciones —en su mayoría conformadas por estudiantes o trabajadores de edades muy diversas— tienen la posibilidad de expresar sus inquietudes, preocupaciones y contradicciones sociales a través de este estilo de interpretación.

El rap de la isla, al decir de sus cultores, es diferente al de otras regiones por ser hecho por cubanos y para cubanos. En el contenido de sus textos se asume desde la historia patria hasta los problemas y las vivencias de la actualidad, suerte de crónica social —desde el punto de vista de sus creadores— expresada en un lenguaje popular y cotidiano, aspecto que para los defensores de su cubanía puede significar también un sello particular, como lo es para el mexicano, chileno, colombiano, japonés o español. Los textos en la generalidad de los casos son escritos por los propios intérpretes, lo que facilita la comprensión e identificación con el mensaje.

De ahí la importancia que le conceden a la presencia colectiva en la creación de cada pieza, aunque en los últimos tiempos la entrada de jóvenes poetas y literatos al movimiento contribuye a perfeccionar el trabajo.

Aun cuando no son profesionales, el montaje de las voces dentro de la clásica estructura de pregunta-respuesta (trabajada a partir del solo-coro y de la típica relación copla-estribillo) llega a hacerse en algunos grupos de manera destacada. Ello consigue una polifonía vocal donde quizás la deficiente dicción sea el punto álgido que interfiere la comunicación.

Bien que las razones de su popularidad también estén en la economía de medios humanos e instrumentales requeridos, muchos son los grupos de rap existentes en el país, particularmente en La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba.Conjuntos como Café Mezclado, de esta última ciudad, proyectan el discurso de la particular cultura de su región, y otros como Doble Filo, Obsesión (Magia López y Alexei Rodríguez), se proponen «estados de ánimo, temas sociales, de amor trasmitir ideas y mensajes a otras personas. La conciencia del ritmo viene después»; Instinto y Sexto Sentido (ambos femeninos), o el popular SBS en su rap «salseado» más ligero y comercial, perfilan un estilo propio; Cubanos en la Red, dirigido por Osmel Francis Turner, en sus presentaciones utiliza las artes plásticas, el cine y la música, en este último caso el punto guajiro, el Cha Cha Chá, heavy metal y el son; incluso, han grabado con Polito Ibáñez y Carlos Varela.

Por su parte, Orishas, trabaja sobre la base de la rumba, el son, el guaguancó, el jazz, la timba y la música popular tradicional. Otros grupos de rap que han alcanzado cierta popularidad, son Justicia, Tiempo, Grandes Ligas, Triple A, La Corte, Home Club, Reyes de las Calles, Base X, B & G Bronx, Cambio Latino, Proyecto F, Magia de Obsesión, Ámbar, Amenaza, Grupo Uno (con Roberto Rensoli), Madera Limpia (Guantánamo), Anónimo Consejo.

Punto sensible, en cambio, sigue estando en la labor promocional. A pesar de los esfuerzos de la Asociación Hermanos Saíz y del Instituto Cubano de la Música, hay muy poca divulgación del rap en nuestros medios de difusión (Radio Metropolitana trasmitía La esquina del rap). Es posible que aún prejuicios por sus orígenes marginales, rasgos de violencia y reflexión a veces contestataria de sus textos, veten su presencia en tales plazas, a lo que se suman las presentaciones poco afortunadas en la televisión (tal fue el encuentro entre repentistas y raperos, a propósito de la última edición del Festival OTI, cuya idea fue loable pero de infeliz resultado para los últimos). Pero hay que reconocer que la mayoría de los raperos hablan en sus textos de la necesidad de que no haya violencia, de que no haya droga, que no haya discriminación racial, que la mujer y el hombre sean vistos como seres iguales, y además, ha acercado las barreras existentes entre generaciones.

No mejor suerte se ha corrido con las empresas discográficas; de modo excepcional, SBS, Primera Base y Garaje H han podido tener su grabación profesional en el país. Paradójicamente, circuló en Europa, al parecer exitosamente, el CD A lo cubano, del grupo Orishas, producido por la Entertainment Music Industry (EMI).

No se puede dejar de mencionar al rebelde rap underground, cuyos máximos exponentes actuales son Los Aldeanos, grupo de rap matizado por fuertes líricas, que a menudo son un tanto soeces, pero cargadas de la realidad inmediata del cubano "de a pie", como se le dice popularmente. Recientemente, fueron objeto de numerosas provocaciones políticas por los grupos mediáticos anticubanos de Miami, al dar una gira con el objetivo de promocionar su música. Tuvieron una muy valiente posición al defenderse de las provocaciones expresando que "... mi música está en la calle, no me interesa lo que digan las disqueras...". Hay muchos más grupos de rap underground, como lo son Mano Armada, Artículo 53, Proyecto Chardo, entre otros, y muchos MCs, como lo son Anderson, Papá Humbertico, El Discípulo, Alumno Martínez, Al2, El B y Silvito "El Libre". A pesar de la falta de promocion de esta variante del genero en nuestro pais, ha habido un notable incremento de las producciones independientes, con notables demos, como son Miseria Humana, Dr Jekyll y Mr Hyde (album doble), Libertad de Palabra, El Legado, Calle Real 70 Vol 1 y Vol 2, L, 3 y 8, El Atropello, El Mundo No Gira A Tu Alrededor, Viva Cuba Libre, entre otros. Esta variante de rap se puede incluir dentro del hip hop consciente, aunque en ocasiones sus exponentes incursionan en el horrorcore, el hardcore y el genero beef (tiraera).

Cabe destacar que, aunque el rap y el reggaeton caen dentro del mismo grupo en sus bases musicales, sus liricas son notablemente diferentes, por lo que es incorrecto confundir al primero, que es uno de los elementos basicos de la cultura hip hop, y al ultimo, que es un movimiento alternativo dentro de lo que se llama musica urbana, cuyas liricas se concentran mayormente en el perreo (baile) y el llaqueo (el placer sexual).

No cabe duda de que el rap está inmerso en el panorama musical de Cuba. Si para algunos se trata de moda pasajera, es innegable que se han sentado pautas que exigen se reconozca su presencia, al margen de imperfecciones creativas y de interpretación. Lo confirman sus cultores, no sólo los propios aficionados, sino también promotores como el Grupo Uno, dirigido por Rensoli, Pablo Herrera de la Asociación Hermanos Saíz o Adalberto Jiménez, con su desinteresado trabajo de años en Casas de Cultura y peñas, entre otros anónimos de la capital y las provincias, de profunda identificación con su labor.

Es evidente que están surgiendo nuevos gérmenes en la música cubana, algo reconocido por estudiosos y músicos del rap en el extranjero, como lo demuestran los artículos publicados en las revistas Touch («Cuban Hip Hop») y Wibe («Hip hop Havana»), y la asistencia de artistas extranjeros invitados a los festivales de Alamar.

Joan Ellies Adell, en Poética y política del hip-hop: hibridaciones en la escena rap de Barcelona, expresa:

«La música popular contemporánea, ciertamente, es un lugar en donde se hace bien «visible» uno de los rasgos más definitorios de las transformaciones culturales en curso, que es la relación entre lo local y lo global o, para decirlo con palabras más certeras, la tensiónentre homogeneización y fragmentación [...] la gran difusión que ha obtenido el hip-hop y el rap a escala mundial solo se puede entender gracias a esta explícita ambigüedad, que permite reinscribir en situaciones y contextos culturales, sociales y étnicos diferentes su vocación subversiva. A su vez, sin embargo, el hip-hop es una forma de hacer música lo suficientemente conocida y aceptada que puede asegurar la circulación de un producto musical a nivel mundial, sin ninguna dificultad “genérica”.»

La música cubana ha demostrado a través de su historia una ductilidad congénita para construir nuevas propuestas a partir de una compleja interacción-intetiempos que hoy vivimos, llamados por algunos «la era del contacto», nos debatimos entre nuevas categorías y conceptos de diferencia e identidades, de homogeneización e hibridación, de dialogismos y otredades y de modelos globalizados; pero esa, nuestra música, enfrenta el desafío y asume una vez más lo foráneo para integrarlo a su identidad sonora.

El rap está inmerso en ese proceso de decantación-apropiación y ha tomado nuevos bríos abocado a otro siglo y milenio que con certeza dirán de su presencia y alcance en la cultura nacional.

Algunos raperos

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Fuentes