Vivian Díaz Guedes

Viviana Alejandra Díaz Guedes
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Reconocida bailarina cubana
Nacimiento3 de mayo de 1912
Bolondrón, Matanzas, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento14 de noviembre de 1967
Morón, Ciego de Ávila, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
OcupaciónBailarina
CónyugeFrancisco Pacheco
PadresManuel Díaz Torres
Justa Isabel Guedes Boza
Obras destacadasBailes de la época, tales como tango, bolero, rumba, jazz y la danza apache
Notas
Primera Hija Ilustre post-Mortem de la ciudad de Morón
Primera Hija Ilustre post-Mortem de la ciudad de Morón

Viviana Alejandra Díaz Guedes. Destacada y prestigiosa bailarina cubana de la primera mitad del siglo XX. Formó la pareja de baile Díaz-Pacheco con su esposo Francisco Pacheco, dúo que hizo disfrutar al mundo con mucho exito los bailes cubanos. Por no renunciar a su ciudadania fue prisionera de guerra de la Alemania nazi. Fue proclamada como la primera Hija Ilustre post-morten del territorio y se le otorgó la condición de Hijo Ilustre de la ciudad de Morón.

Antecedentes familiares

Viviana Alejandra Díaz Guedes, nació el 3 de mayo de 1912 en Bolondrón, Matanzas. Su nombre verdadero fue Justa Isabel, pero adoptó el de Viviana en honor a su abuelita que así se nombraba. Vivian como artisticamente se le conoció, fue la cuarta hija del matrimonio compuesto por el obrero agrícola, Manuel Díaz Torres, natural de Islas Canarias y Justa Isabel Guedes Boza, nacida en Limonar, Matanzas, quienes conformaron una familia con 7 hijos, 5 varones y 2 hembras.

Sus padres decidieron establecerse en Morón para mejorar su situación económica, pues eran de procedencia muy humilde, pero al residir sus abuelos en Matanzas es que nace allí, por voluntad expresa de la madre de dar a luz a todos sus hijos en el seno de la familia. Por tal motivo es que nace en Bolondrón, pero su niñez se desarrolló en Morón.

Infancia

Sus primeros años transcurrieron en unión de su familia, en La Colonia Santa Catalina, en lo que sería el batey del Central Patria, en una vieja casa de tabla y techo de guano, que por más de medio siglo existió en el lado izquierdo del crucero del Ferrocarril Norte de Cuba, situada a tres kilómetros al Este de Morón. Desde la infancia, “Nena”, como cariñosamente le decían sus familiares y allegados, sintió una gran vocación por el baile, al extremo que, con sólo 5 años tomaba de su mamá los velos de boda y bailaba la entonces conocida y popular danza de Salomé, con notable gracia y elegancia.

A los siete años quedó huérfana de madre y años después también falleció su padre, por lo que se mantuvo bajo la tutela de su hermana mayor, Ramona, y el esposo de ésta, Antolín Cuba, quienes fueron como sus verdaderos padres. Realizó la enseñanza primaria en una escuelita privada de la ciudad de Morón. Desde pequeña fue una niña de singular belleza, con innatas habilidades artísticas, de carácter recio y apasionado y de crecimiento y desarrollo precoz. Ya adolescente, era toda una mujer elegante y excepcionalmente hermosa, de elevada estatura, esbelta, de piel muy blanca y ojos y pelo negro.

Su sueño se hizo realidad

Con apenas 12 años de edad, las ansias de dedicarse al baile se hicieron realidad cuando, en contra de los deseos de la familia, se integró a la Compañía Teatral de Variedades del manzanillero Francisco Pacheco, que conoció en la ciudad de Morón con motivo de una gira por el interior del país. La compañía, con sede en La Habana, descubrió sus cualidades para el arte y cultivó su cultura en general, con énfasis en la música y el baile. Su joven hijo, Francisco Pacheco, le abrió las puertas del escenario, la enseñó a bailar, la presentó como pareja, y juntos iniciaron una amplia y exitosa carrera artística bajo el nombre de dúo Díaz-Pacheco. La familia le financia clases de baile, música, canto, idiomas y bordado. Era una joven muy inteligente y desarrolló las habilidades del baile y la música con mucha rapidez.

Esta decisión de Vivian de separarse del seno familiar para dedicarse al arte puede considerarse como muy avanzada y atrevida para su época, más aún si se tienen en cuenta la corta edad en que decidió tomar una determinación tan importante y los tabúes existentes en aquellos tiempos en cuanto al desenvolvimiento de la mujer en la sociedad, lo cual motivó además el desdeño familiar ante la determinación de la joven.

El debut de Vivian se produjo como aficionada, en una competencia de baile popular efectuada en el Centro de Dependientes del Comercio en la capital del país. Pacheco y Vivian integraron la pareja ganadora del Concurso, que tuvo un éxito vertiginoso. Inmediatamente después realizó una gira por distintos teatros de La Habana y el interior de la Isla, que los estimuló para trabajar en compañías de variedades tan importantes y conocidas como la de Carlos Pous y Enrique Arredondo y alternar con figuras del relieve de Las Hermanas Márquez, Alicia Rico, Rita Montaner, Bola de Nieve, Alberto Garrido, Blanca Becerra, Adolfo Otero y otros inmortales de la escena vernácula cubana que formaron parte de su club de amistades durante sus estancias en el capital cubana.

Vivian fue una mujer hermosa, de belleza serena y con las características típicas que definen a las antillanas. De elevada estatura, tez blanca y cabellos negrísimos, era la elegancia personificada; poseedora de un rico vestuario, aprovechó su estancia en Europa para enriquecer su presencia y convertirse en toda una dama elegante. Fue exponente de la moda y en París su esbelto cuerpo fue escogido para exhibir los modelos más selectos, muchos de los cuales fueron presentados en la capital cubana.

Éxitos con su pareja de baile

Eran tiempos muy difíciles para la economía de la nación y por consiguiente para los artistas, por lo que Franck y Nena, como se llamaban mutuamente, consolidados ya en la pareja de baile “Díaz-Pacheco”, llenos de sueños e ilusiones, decidieron probar fortuna y se dispusieron a viajar al extranjero.

En Septiembre de 1926, el periodista Don Galaor, conocido cronista de la época, publicó en su sección del periódico “El Mundo”: “La pareja de baile Díaz-Pacheco acaba de anunciar su primera gira al exterior y el próximo primero de octubre proyectan su arribo a Ciudad de Panamá, primer punto de una “tournee” que terminará por América del Sur”.

Gira artística

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El objetivo propuesto se logró y rápidamente aparecieron los primeros contratos, los éxitos y los firmes propósitos de triunfar. Pacheco y Vivian trabajaron en Panamá hasta Febrero de 1927 y, ventajosamente contratados, fueron a Lima la capital de Perú, donde la actuación de los bailarines cubanos fue todo un acontecimiento artístico-cultural, que sirvió para abrirles las puertas de Quito, en Ecuador y, posteriormente, de Buenos Aires, la capital de Argentina, considerada entonces como la meca cultural de América Latina.

En el cono sur americano, como en todos los países visitados, las demostraciones de la pareja fueron convincentes y se convirtieron en fuentes de inspiración y energías para desarrollar un amplio periplo artístico que se extendió en años posteriores a otros continentes en las casi dos décadas que duró su carrera artística y que abarcó más de 42 países, con más de 157 viajes internacionales y centenares de presentaciones en selectos escenarios del mundo, junto a las más rutilantes estrellas del arte universal.

En la capital rioplatense, Francisco y Vivian establecieron una fuerte y sincera amistad con la conocida artista Imperio Argentina, cuyo representante los asumió y se encargó de hacerles nuevos contactos y de llevarlos a México, Estados Unidos, Canadá y posteriormente a España, presentaciones que los artistas realizaron juntos, a partir de Mayo de 1929 y luego de que la pareja disfrutara de un corto descanso en Cuba, en el cual hicieron algunas presentaciones en sociedades capitalinas y en el teatro “Paz” de Marianao, continuaron sus giras por el exterior. Ya con fama, nombre y sólido prestigio internacional, la pareja Díaz-Pacheco cultivó además de bailes populares cubanos, el tango de salón y las danzas orientales, que posteriormente se convirtieron en la principal atracción de la pareja en su época de esplendor.

La danza apache, un estilo muy propio creado por ellos, también les proporcionó éxitos y reconocimientos en sus presentaciones por el mundo. Se plantea que Vivian llegó a ejecutar el ballet con elegancia y dominio de la técnica, lo cual inspiró a un pintor de la época para hacerle un boceto.

Vida personal

En medio de tanta fama y éxitos los bailarines Viviana Alejandra Díaz Guedes y José Francisco Javier Pacheco Cuesta contrajeron matrimonio, el 13 de octubre de 1930, lo cual consta en el tomo 9, folio 111 del Registro Civil de Marianao en La Habana. Así quedó consolidada la pareja, no sólo en el baile, sino también en la vida.

Transmitió experiencias aún estando enferma

Pese a la enfermedad que lentamente la consumía, Vivian era feliz en su “Ranchito” y en la medida de sus fuerzas transmitía consejos y experiencias a la gente joven que soñaba con el arte escénico. No hubo trovador, cantante, poeta o trabajador de la radio en la localidad que no fuera un visitante asiduo de la famosa bailarina. Incluso, algunos tomaron responsabilidades personales que la ayudaban en las tareas hogareñas, mientras que todos disfrutaban de su alegría y de sus imborrables recuerdos.

Estas habituales visitas de artistas locales se incrementaban la noche del 2 de mayo de cada año, cuando el “Ranchito” se iluminaba al máximo, se inundaba de flores y por la acogedora sala desfilaban ininterrumpidamente guitarras, poemas y canciones. Los regalos colmaban la cama de la artista, mientras que el brindis,-casi siempre cake, dulces y refrescos-, era responsabilidad de los invitados. Médicos, enfermeras, pacientes, familiares, amigos, vecinos y compañeros celebraban el cumpleaños de Nena hasta las 3 de la madrugada del 3 de mayo, hora en que, según ella, había nacido.

Los cumpleaños de Vivian eran organizados con meses de antelación y por los mismos pasaron los artistas y músicos más representativos de Morón. Se recuerda que en 1965, tras una prolongada gira por el exterior, vino a la Ciudad del Gallo, la destacada pianista Numidia Vaillant, quien había acompañado a la pareja Díaz-Pacheco durante algún tiempo en Europa, para estar presente en la fiesta de cumpleaños de Nena. Numidia tenía para la bailarina un valor especial, porque fue ella quien hubo de grabar una placa discográfica con la pieza musical “Ensoñación”, compuesta por Vivian y que con marcado orgullo mostraba a sus amistades. Se conoce que Vivian tenía la autoría de otras tres piezas musicales.

Aquellas reuniones vincularon a Vivian con todos los valores artísticos de la localidad y dieron una nueva proyección a su modo de vida; fueron estímulos de optimismo para matar el tedio y la nostalgia. Fue por eso quizás, que cuando sintió la cercanía de la muerte, organizó su funeral y determinó lo que puede considerarse como su testamento práctico.

Distribuyó sus pertenencias entre familiares y amistades, asignó responsabilidades a sus amigos y compañeros, que debían cumplirse invariablemente en el momento de su deceso, partía del criterio de que la muerte significaba su descanso y, por consiguiente, debía verse como un hecho normal y cotidiano, por lo que ese día era de música y flores y no de luto y lágrimas.

Su amigo Aracelio Rodríguez fue responsabilizado con este duro momento: el cadáver debía exponerse en su “Ranchito”, vestirse con un traje de gala blanco que conservaba celosamente desde sus días de esplendor, colocarle en el féretro un “corsah” de orquídeas, y que se repitiera su fiesta de cumpleaños; que cantaran todos los amigos y artistas que solían hacerlo cada 3 de mayo; que el sepelio fuera acompañado de música popular, responsabilidad que asignó, personalmente, a Tony Alonso, director del Conjunto “Estrellas Juveniles”, y seleccionó a Arquímedes Romo como la persona que debía despedirle el duelo, porque era quien conocía todos los pequeños detalles de su vida. Además, lo asesoró y facilitó álbumes y documentos para que dijera a su pueblo en aquel momento solemne quien era realmente Vivian Díaz Guedes.

En la última etapa de su vida, cuando ya el dolor la consumía, Vivian mantuvo su carácter afable, su educación y delicadeza, inalterables. Alternaba su estancia en la casa con la sala del Hospital, pero en ambos lugares, tanto los médicos como las enfermeras le ofrecían atención diferencial. Incluso, una joven enfermera que la atendió llegó a tomarle tal afecto que se instaló en su casa para atenderla en la administración y cuidado de los medicamentos.

Su muerte

Viviana Alejandra Díaz Guedes, la bailarina inválida, la mutilada de guerra, la mujer leyenda, murió el 14 de noviembre de 1967 en su modesta casa de la calle 8va entre 7 y 8. A su lado estaban en ese momento su cuñado-padre Antolín Cuba, sus sobrinos Fernando y Rey, su vecina y acompañante Chachi Martín, médicos y enfermeras. En ese momento la artista moronense contaba 55 años de edad.

El negrísimo pelo rematado en largas trenzas, legítimo orgullo de su criolla belleza, marcaba un armonioso e impresionante contraste con la blancura de su fina piel y el vestido de vuelones y encajes, uno de los pocos que conservó en su ropero, como mudo testigo de su arte en sus tiempos de esplendor.

Los amigos que ella había seleccionado no titubearon en cumplimentar sus expresos deseos por lo que el cuerpo exánime se expuso en el centro de la salita, sin velas, sin llantos, sin lágrimas, pero rodeado de ramos, cojines y ramilletes de flores, mientras que en su pecho se colocó un hermoso “corsah” con las orquídeas que siempre crecían en los árboles del patio, que ella también había previsto para ese momento y que confeccionó su vecina Ofelia Martín.

El 15 de noviembre de 1967, desde las 11 de la mañana la ceremonia luctuosa, tal y como Vivian lo solicitara, tomó un matiz inusual y el “Ranchito” de la calle 8va reeditó las felices noches del 3 de mayo cuando amigos, familiares, músicos y artistas moronenses se reunían en torno a la bailarina para alegrarle en sus cumpleaños. Esta vez se produjo un hecho singular que rompió totalmente con la tradición en la apacible Ciudad del Gallo, porque cuerdas, voces y canciones se unieron musicalmente ante el féretro para despedir a quien tanto había vivido y amado la música, el baile y el arte.

Los artistas más conocidos de la localidad estuvieron en la original cita; entre ellos la cancionera del género español María Magdalena Rojas, por quien Vivian sentía una gran admiración; su sobrino Fernando Cuba, con los demás integrantes del trío Tampiqueño, Otto Rueda y Ramón Rodríguez; los trovadores René Méndez y Juan Antonio Rodríguez; los poetas de Radio Morón y otros aficionados que, al final, rindieron guardia de honor junto al cadáver de la eximia bailarina.

Asimismo, por disposición de las autoridades locales, como respuesta a la resolución dictada por el Ministro del Trabajo que la incluyó en el excelso grupo de los Héroes de la Patria, el féretro fue cubierto con la Bandera Cubana en presencia de Francisco Pacheco, descubridor, maestro, compañero y ex esposo de la artista desaparecida que, en respuesta a su llamado, acudió en rápido viaje aéreo junto con algunos compañeros de la prensa, para rendir honores a esta mujer hermosa y valiente que tanta cubanía regó por los caminos del mundo.

Homenaje a Vivian

Cada 3 de mayo se realiza una peregrinación a su tumba, la cual encabeza la Banda Municipal de Conciertos y acompañan dirigentes y trabajadores de la cultura en el municipio. De igual modo, la Dirección de Cultura instituyó el Festival de la Danza Vivian Díaz, que se efectúa cada año a partir de 1989 en el marco de la Semana de la Cultura Moronera.

En los comienzos del siglo XXI, la Asamblea Municipal del Gobierno en Morón, según Acuerdo del 28 de enero de 2001 proclamó a Viviana Alejandra Díaz Guedes (Vivian), como la primera Hija Ilustre post-Mortem de esta ciudad, como justo reconocimiento y homenaje a una mujer que se atrevió a desafiar los tabúes de la época para realizar sus sueños, pero que las lentejuelas y el oropel de los grandes escenarios no pudieron opacar sencillez, valentía y valores patrios.

Enlaces relacionados

Fuentes

  • Archivo personal de Vivian Díaz Guedes donado al Museo "Caonabo" de la Ciudad de Morón.
  • Testimonio de Eusebio Arquímedes Romo Pérez.Locutor, periodista, narrador deportivo. Artista de mérito de la radio cubana. Premio Nacional de Radio. Distinción por la Cultura Nacional.
  • Yudelsis Lien Hernández Mejías. Proyecto de Promoción Sociocultural para elevar el conocimiento de la vida y obra de Vivian Díaz Guedes en los habitantes del Consejo Popular Sur en el municipio de Morón. Facultad de ciencias Sociales y Humanísticas, Universidad de Ciego de Ávila.
  • Una Mirada en la Cultura
  • La Web Cultural de la Ciudad del Gallo