Central Patria o Muerte

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Central Patria o Muerte
Información sobre la plantilla
Institución con sede en Cuba Bandera de Cuba
Mediano
Central Azucarero
Fundación:1914
Tipo de unidad:Central Azucarero
País:Cuba Bandera de Cuba
Dirección:Municipio Morón, Ciego de Ávila, Bandera de Cuba Cuba
Sitio web
http://www.azcuba.cu/

Central Patria o Muerte (antes de su nacionalización: central Patria). Se encuentra ubicado a tres kilómetros de Morón, por la parte sureste del mismo. Limita al Norte con el Circuito Norte. Al Sur con el Ferrocarril Norte de Cuba y a su vez con el municipio Ciro Redondo. Por el Este limita con el municipio Primero de Enero. Por el Oeste de nuevo con Ciro Redondo y la carretera de Morón a Ciego de Ávila.

Primera etapa

Historia

Las características económica de la zona en el momento de la fundación resultaban extremadamente difíciles, ya que la misma se encontraba relativamente despoblada y sus tierras cubiertas por espesos montes y maniguas que acentuaban más aún las dificultades de los campesinos para su explotación en otros cultivos de la agricultura. No obstante a las condiciones adversas de la zona, la impresionante necesidad los aglutina y en solidario empeño, emprenden el desmonte y alcanzando el propósito, inician la preparación de las tierras para la siembra de frutos menores, crianza de ganado vacuno y porcino, así como aves de corral, correspondiendo el resultado de este esfuerzo, al principal medio de subsistencia e ingreso con que llegaron a disponer.

Otro fundamental renglón en la alimentación y economía de los campesinos, lo constituía la casa de la jutia, mamífero roedor este que abundaba en la zona debido a sus características, las cuales después de cazadas las ahumaban y vendían a los vueltabajeros con quienes establecieron este tipo de comercialización que tuvo vigencia hasta el momento de concluirse el desmonte.

Antecedentes

En menor escala y en muy contados casos, existían algunos campesinos que con superiores recursos lograban fomentar algunas tierras para el cultivo de la caña, las cuales ante de la fundación del Ingenio eran procesadas en primitivos trapiche enmarcados en las cercanías de la zona, entre los cuales se encontraban.

Además durante el período de zafra, estas se procesaban en los centrales Santo Tomás, posteriormente demolido, Pina y Stewart, hoy Ciro Redondo y Venezuela, este último enclavado en la región de Ciego de Ávila.

Como un hecho novedoso acorde al medio primitivo de la época, los campesinos para posesionarse de las tierras, solamente requerían consultar al más cercano del lugar seleccionado y si este consentida fabricaban sus respectivos bohíos y trazaban el realengo que de acuerdo a las posibilidades podría ser atendido y explotado.

Las siembra y todo tipo de trabajo o actividad lo realizaban en forma colectiva, a los que ellos denominaban "juntas", en las cuales según los requerimientos de cada actividad, se aglutinaban para ejecutarlos, sin que el método empleado entrañara compromisos de participación, ya que estos sistemas de cooperación recíproca, conllevaba solamente como objetivo impulsar las siembras y otros trabajos tomando en consideración las estaciones del año, para en unos casos garantizar las cosechas y su recolección y en otros impulsar el crecimiento del ganado, etcétera. Concluidas estas actividades, cada cual se quedaba con el fruto del trabajo realizado colectivamente. Posteriormente y en correspondencia a las necesidades que cada cual manifestaba, se intercambiaban los productos y a través de este procedimiento satisfacían las necesidades.

Estos primeros pobladores de la zona oscilaban entre 30 o 40 familias campesinas, que fueron acrecentándose paulatinamente cuando se hubo de comenzar la construcción del Central y requerirse el incremento de la fuerza de trabajo en ambos sectores, o sea, en industria y agricultura. En idéntica medida se hubo de ir transformando la producción agrícola al comenzarse la preparación de las tierras para la siembra de caña, que anteriormente constituiría la fuente abastecedora del Central al comenzar su primera molida.

Fundación

Comienza a construirse en el año 1914 en los terrenos de la colonia denominada Santa Catalina, cedido por su propietario Manuel Mariño Carrejas, ciudadano español que vino a Cuba desde muy temprana edad, cuyos terrenos con anterioridad, hubieron de pertenecer al moronero Luis Manuel Pardo, abarcando estas una área aproximada a 10 caballerías de las mejores tierras de la zona. La adquisición, de acuerdo a las cláusulas contentivas del contrato, si hubieron de adquirir por Mariño Carrejas, en la cantidad de 4000 pesos, estableciéndose una partida inicial de 1000 pesos y producto de deudas ulteriores que no pudo satisfacer, se vio obligado a vender a la compañía propietaria del Central a precios relativamente es irrisorios.

Los terrenos inicialmente cedidos para la construcción, constituía una productiva operación para su propietario, ya que enclavado dentro de su perímetro, ellos facilitaba que sus cañas que bordeaban los alrededores de la fábrica, le permitieran transportarlas sin mayores dificultades y en particular, en las épocas de lluvias.

Con anterioridad a la construcción, ésta colonia llegó a procesar un millón doscientas mil arrobas de caña en los centrales a los cuales hemos hecho referencia con anterioridad.

Los fundadores del Central Patria, lo fueron el doctor Fernando Sánchez Fuentes, catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de La Habana y delegado de Cuba ante la Sociedad de las Naciones en La Haya, Holanda, casado con Patria Tío, hija de la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tío, amiga de nuestro apóstol José Martí y según versiones dio origen al nombre que aún tiene el Central, no guardando por lo tanto, relación con ningún acontecimiento histórico, antes de aquella etapa. Pedro Medina, abogado y en aquel entonces Jefe del Registro y Negociador de la República y Fausto García Menocal, precedente de una familia de vastos recursos económicos y amplios conocimientos de la industria hermano del entonces Presidente de la República Mario García Menocal caudillo de las clases conservadoras del país e incondicional lacayo del imperialismo yanqui.

Los obreros fundadores oscilaban entre 90 o 100, quienes a través de los medios más rudimentarios y brutales, fueron capaces de materializar el montaje e instalación de equipos y maquinarias. Para que se tenga una noción del esfuerzo a que fueron sometidos, bastase como antecedente, que al no contarse con los recursos técnicos imprescindibles, todos sin excepción fueron movidos e instalados utilizando la tracción animal: “bueyes” así como el esfuerzo físico de los propios obreros. Para poder montar las masas de los molinos, fue necesario emplear chicleros y tirabiras, métodos que utilizaba para elevarlas escalonadamente y en caso de retorno al punto de partida, se detenía el impulso con el uso del tirabiras para evitar accidentes.

La dirección de la ejecución estuvo a cargo de los ingenieros de apellido Campaneria y Galdo este último propietario de una fundición que existía en la ciudad de Cárdenas en la provincia de Matanzas, en la cual fueron construidos una gran cantidad de equipos de los cuales aún se encuentran algunos en funcionamiento.

La administración en parte de su primera etapa estuvo a cargo de ambos ingenieros, no existiendo ninguna otra estructura. El maquinista lo fue un ciudadano de apellido Oreane y sus segundos Manuel de Jesús Sosa y Nogueira.

Aunque no existen antecedentes que permitan conocer el capital inicialmente invertidos, si podemos hacer referencia de los salarios y sistemas de pago que regían en el momento de la construcción.

No obstante, consideramos provechoso hacer un breve recuerdo de la situación porque atravesaba la República, a medida de que se pueden constatar, los factores que intervenían y que llegaron a crear un estado de desesperación dentro del colectivo.

Durante la etapa de la cual hemos hecho mención, se conocen las limitaciones que impedían la zafra cuyo ciclo de producción resultaba extremadamente ridículo, así como el montante de las mismas, que apenas sobrepasaban 2 500 000 toneladas métricas. Idénticas perspectivas sucedía con los precios que oscilaban en los mercados, los cuales fluctuaban entre 2.50 y 2.64 centavos libras, lo que sin lugar a dudas favorecía con creces para que los propietarios materializaran las más canallescas injusticias con los obreros, pues unida a esta situación aparentemente justificativa, no se encontraba la verdadera causa de los grandes males, pudiéndose señalar entre otros, como índices determinantes, la falta de protección oficial de los gobernantes, para que se tenga una idea de donde parten los mismos, es necesario traer a corrección la constitución de 1901, que ninguno de sus aspectos recogía o preservaba derechos para el propietario y mucho menos el establecimiento de un jornal mínimo para los disímiles puestos de trabajos propios de la industria azucarera o cualquier otros por el país. Si a esta falta de protección, le añadimos las ataduras impuestas a todo intento de organización de los trabajadores, llegamos a la conclusión que para poder subsistir, los obreros tenían irremisiblemente que aceptar las condiciones que la Patronal les imponía.

En este caso, llegaron a pagarse jornales de 30, 40, y 50 centavos diarios y para colmo, a los efectos de abaratar aún más esta ridícula remuneración, contrataban jóvenes sin edad laboral, entre los cuales los había hasta de nueve años de edad, sin que la edad importara para exigirles idénticos horarios de trabajo que a los adultos, horarios que nunca resultaba inferiores a 12 horas.

Los pagos se efectuaban mensualmente a través de vales o ticket y solamente eran canjeables con el Departamento Comercial, correspondiendo esta medida a que su propietario pudiera garantizar el cobro de mercancías otros artículos. Como se observará a través de este sistema de pago, se burlaba la gran cacareada "Ley Artega" en 1909 al dictarse se consideró un avance social producto de aisladas luchas de los trabajadores.

¿Qué otra alternativa podría esperarse del hombre que regía la suerte y destino de nuestro país desde la Primera Magistratura?

Bajo estas condiciones se concluye la construcción y comienza su primera zafra en el mes de febrero de 1916, la cual tuvo un ciclo de duración de 40 días, la única que se hizo a través de los primeros propietarios.

Las características técnicas de la fábrica resultaba extremadamente pobres si las comparamos con otros centrales fundadores en idénticas etapa. La maquinaria y equipos se concretaban a los siguientes:

  • Un Basculador, operado a mano, de volteo lateral para carros y carretas arrastrados por bueyes.
  • Una Desmenuzadora Hamilton de acero tipo “Ziza”
  • Tres trapiches Hamilton-pratt de 32 x 72 rayados a 1 y 2 hilos 50 pulgadas, movido por una máquina Hamilton-Carliss de 30 x 60.
  • Dos tachos de Calandrias, marca "Galdo".
  • Triplefecto para purificar el guarapo y hacerlo meladura.
  • Defecadoras: para defecadora el guarapo y separar la cachaza.
  • Calentador criollo.
  • Centrífugas: 4 de primera. Dos de segundo y cuadro de tercera marca “Mackintesh”.
  • Una bomba de vacío, holandesa.
  • Planta de vapor: tres calderas del fluseria recta de 4. Para eliminar las calderas se usaban dos Bombas Worth Blake de 18 x 7 x12.
  • Cuatro filtros-Prensas, con 2 400 pies cuadrados de superficie filtrante.
  • Cristalizadores tipo U.N.
  • Un almacén para conservación del azúcar con capacidad para 40,000 sacos. Estructura de acero.
  • Un tanque para mieles finales con capacidad para 500,000 galones.
  • Edificio fabrica 1-1/2 plantas, paredes de hierro galvanizado y muros bajos de ladrillos sobre armazón de acero.
  • El agua se detenía y se obtiene aún, de un pozo criollo muy fértil.
  • Es de destacar, que el Ingeniero contaba con pequeño turbo eléctrico que solamente suministraba corriente en las horas nocturnas. Durante el día, el alumbrado se suministraba con faroles y velas de esperma con trabucos.
  • Todas las máquinas y equipos eran movidos utilizando como energía el vapor, producto de que como combustible, se empleaba el bagazo.

La materia prima se obtenía de las colonias fundadas para ésta zafra, siendo las primeras en adoptar sus condiciones:

  • "La Teresa", del Ciudadano español de apellido Ureche
  • "San Juan de Dios", de Laurindo Pardo
  • "Pedro Orbon", la cual es ostentaba el nombre de su propietario.
  • "Santana” de Francisco Porrata
  • "Severino López”, nombre de su propietario
  • "La Catalina", de Manuel Marino Carrejas (español) fundada con anterioridad.
  • "El milagro", de Aurelio Fonteche
  • "El Chillante", de Alfredo Morales
  • "Peonía", fundada por Miguel Borroto Pizano, cuyo nombre obedece a la planta ranuculacea que abundaba en esa, sobre todo en épocas de ciclones, anteriormente expuesto.

Segunda etapa

Transformación de la propiedad del centro de trabajo

Concluida la primera zafra, el central en Patria es adquirido por la familia Falla Gutiérrez, descendientes de españoles, quienes eran dueños en aquel entonces de los centrales "Andreita" y "Cieneguitas", el primero enmarcado en las zonas de Cruces y el segundo en las proximidades de la ciudad de Cienfuegos, ambos en la provincia de Las Villas.

La adquisición se materializa a través de una operación de venta en la que interviene una cantidad en efectivo superior al millón de pesos, operación en la cual se asocian factores de orden económico y rentabilidad, ya que por tratarse de un Central de muy poca capacidad demolida, producción y pobre técnica resultaba relativamente incosteable para sus anteriores propietario. A estos factores se unían otros no menos determinantes, como lo fueron la falta de materia prima: caña, lo que queda demostrado si tomamos en consideración el fomento de la primeras colonias y el reducido número de días de la primera zafra.

A partir de esta fecha y hasta el año 1961, que se produce la nacionalización de la industria por el estado revolucionario, la razón social que aparecía registrada con el nombre de Compañía Azucarera Central "Patria" s.a. fecha en la cual figuraba como presidente ejecutivo el apátridas ingeniero Alejandro Suero Falla y como vicepresidente Julio Prado Rodríguez, con oficinas en la calle Oficios número 110 en la ciudad de La Habana, en las que radicaba todo un aparato de dirección integrado por los peores enemigos de la clase obrera, cuyos cerebros muy bien remunerados elaboraban los métodos de explotación más injustos y canallescos que recuerda la historia de este Central, los cuales en ocasiones dieron lugar a que fueran legalizados a través de los propios gobernantes de turno que, carentes de escrúpulos y desprestigiado más allá de lo concebible llegaron a convertirse en cómplices permanente de la clase patronal en todos los sectores del país.

Los obreros impuestos del cambio de propietarios comenzaron a manifestar sus inquietudes, pues ya se tenían antecedentes de quienes eran los Fallas Gutiérrez y los procedimientos que acostumbraban a emplear con los mismos, así como su política de expansión y recursos maquiavélicos que ponían en práctica cuando perseguían algunos objetivos. Preocupación que se acentúa al continuar en el país la misma situación de atropellos y represalias que habían venido padeciendo el proletariado en su conjunto. La repercusión ante el cambio de propietarios por lo tanto, constituía un signo de interrogación, para el colectivo, el que se va despejando, en la medida en que los hechos permiten valorar la inconfundible cara de los nuevos propietarios.

Modificación en la estructura administrativa del centro de trabajo

El cambio de propietarios produce de inmediato una radical transformación en su aparato administrativo, estructura cuyas raíces comienza desde la oficina central, hasta uniformemente bajar a la base. El principal objetivo de la transformación, se desprendía de la necesidad de crear una organización capaz de hacer rentable la fábrica y esta alternativa podría haberse concebido razonable, si la misma no hubiese estado avalada por propósitos que al andar de los años, traerían por consecuencia funestas consecuencias para el colectivo.

En los niveles superiores, hemos hecho referencia que la razón social que aparecía como propietaria, giraba con el nombre de Compañía Azucarera Central “Patria” s.a. Integrada por varios accionistas con una dirección ejecutiva representada por un presidente y su vicepresidente, con la participación de similar carácter de técnicos asesores, abogados, jefes de departamentos, etc.. Lo que en su conjunto constituían la dirección central de los distintos negocios que manejaban y que no tan sólo se limitaban a la industria azucarera, sino que también los tentáculos se extendían hacia otros, como lo eran las compañías agrícolas, departamentos comerciales, construcción de viviendas a través del sistema de hipotecas y por si eso fuera poco, representaban en nuestro país, negocios de firmas extranjeras, preferentemente de los Estados Unidos, como la General Motors, Frigidaires y otras.

En la base la estructura tenía similares características, la cual como representación determinante, lo era el administrador, quien contaba con los siguientes colaboradores:

  • Jefe Dpto. oficina.
  • Jefe Dpto. maquinaria.
  • jefe de departamento laboratorio.
  • jefe departamentos fabricación.
  • jefe de departamentos locomotoras y carpintería.
  • jefes de departamento almacén de materiales.
  • jefe de departamento tráfico.
  • Jefe de departamento batey.
  • Jefe de departamento nóminas
  • Jefe departamento oficina CIA. Agrícola y la Trocha SA.
  • Jefe de departamento campo.
  • Jefe departamento guarda jurado.

Como un hecho significativo, se destaca que como parte de la estructura, figuraba también el Jefe de los Guardas Jurados, de quienes los azucareros, aún mantienen latentes los desagradables recuerdos de sus fechorías y alianza con la guardia rural, para reprimir cualquier intento de rebeldía de los trabajadores. Es de destacar también, como se hacía presentar la Compañía Agrícola La Trocha SA y su razón la encontramos en que la misma era propiedad de los Fallas Gutiérrez, de la cual habremos de referirnos oportunamente.

Las reuniones que servían de marco para analizar las cotidianas contingencias de la industria y agricultura se celebraban en horarios nocturnos, en las cuales el administrador, se mantenía actualizando del ritmo de todo acontecimiento.

Como se podrá constatar, la estructura durante la etapa capitalista estaba integrada por los máximos dirigentes de la fábrica y la agricultura y aunque el procedimiento podemos catalogarlo como idóneo si solamente nos apoyásemos en la organización, sin apartarnos de este objetivo, consideramos necesario analizar la otra cara de la moneda.

Partiendo del administrador y concluyendo con el conjunto de sus colaboradores, las reuniones de marras, fueron marco también de insospechables canalladas. Sus integrantes llegaron a constituir los peores enemigos del colectivo y cada cual, como medio de ganar indulgencias y afincarse en sus respectivas posiciones, acentuaban su servilismo.

Condiciones sociales de los obreros

Desde la construcción del ingenio, hasta la instauración de la jornada de ocho horas diarias, alcanzadas con posterioridad al derrocamiento del tirano Gerardo Machado, los trabajadores del Central Patria, al igual que los restantes sectores del país, laboraban cotidianamente jornada desde 12 horas, que hasta entonces resultaban ser establecido. Este horario por las características especiales del colectivo y la ubicación geográfica de la fábrica, requería de insospechables esfuerzos, pudiéndose catalogar de discriminados. Hemos expuesto con anterioridad, la distancia que separa el ingenio de la ciudad más cercana que es Morón y de la cual procedía gran parte de los trabajadores, quienes por la carencia de transporte y estado los caminos, se veían obligados a transitarlos a pie. El horario en cuestión se dividía en dos sesiones, o sea, seis hora de trabajo y seis de descanso, lo que obligaba a los obreros a caminar diariamente ocho kilómetros, cada 24 horas, suponiéndose por lógica, que para estar invariablemente a la hora del relevo, tenían que sacrificar una buena parte del escaso periodo de descanso que los separaba de una jornada a otra, cuyas caminatas extendían el horario, a 14 o 16 horas, lo que estaba en dependencia a las condiciones climatológicas del tiempo y situación de los caminos que, en los meses críticos de zafra, la precipitación de las lluvias los hacía intransitables.

A reserva de cual fuera la situación, las presionantes condiciones económicas debido a los bajos salarios, los obreros ante el temor de ser desplazados, desafiaban las adversidades aún en el supuesto caso de indisposición por enfermedad.

Esta prorrogativa se mantiene durante años, pues aunque en el año 1917 se establece como primer medio de transporte un carro de línea de tracción animal, este, producto de su insuficiente capacidad de transportación, provoca crisis al ponerse en juego la política de privilegios, imperante en la época. Al siguiente año comienza inestablemente a prestar servicio los Ford de cuatro cilindros, llamados vulgarmente "tres patas", los que debido a sus características eran los únicos vehículos capaces de desafiar las pésimas condiciones de los caminos, no obstante, ambos medios de conducción, resultaban insuficientes y por lo tanto, no constituían la solución definitiva que se requería, lo cual se produce durante los años 1947 - 1948, en que producto de los requerimientos que les creaba la expansión de otros negocios y la transportación de los azúcares para la venta local, que se extendía más allá de los preceptos legales, así como el constante trasiego de mercancía para los famosos, funestos e inolvidables departamentos comerciales, decidieron con recursos del estado y compañía pavimentar los dos kilómetros de terraplén, que concluidos, se extiende a través del aria donde habían sido construidas las viviendas para los también famosos empleados de confianza, en el idioma criollo y definido de los obreros, el calificativo respondía a nombre de, serviles incondicionales de los intereses patronales, salvo raras excepciones de algunos que a pesar de disfrutar del privilegio, supieron continuar identificándose con su clase y correr los riesgos que tales principios podrían crearles. Para el resto del colectivo se reservaba aquellas que peores características presentaban, idéntica similitud tenían las viviendas, cuyas rústicas construcciones resultaban relativamente inhabitables.

Las viviendas construidas por los primeros propietarios, oscilaban entre cuatro o seis, incluyendo un pabellón para el albergue de obreros procedentes de otras provincias, que o bien eran solteros, o en su defecto casados, que no traían a sus respectivos familiares. Estas primitivas construcciones se caracterizaban por su similitud a las habitadas por los campesinos de la zona, o sea, techo de guano, paredes de madera y piso de tierra, desposeídos totalmente de los requisitos mínimos elementales de higiene, exceptuando como es de suponer, en la que radicaba la oficina, la que si estaba dotada del confort y la higiene requerida.

Al producirse el cambio de propietario, se va paulatinamente acrecentando las edificaciones de las viviendas y pabellones, éstas con mejores características, ya que sustituyen los techos de guanos por zinc, los pisos de tierras por madera primero, y cemento después. No obstante a las mejoras introducidas, continúan manteniéndose la falta de higiene, pues las letrinas se encontraban situadas fuera de la casa, las que unidas a las hierbas, constituían perennes criaderos de mosquito, y hacían insoportable la habitabilidad que posteriormente obligaba a proteger puertas y ventanas con tela metálica, años después, se intercalan en el interior de las viviendas, servicios sanitarios, eliminándose las letrinas en cuestión y por ende, hacer más llevaderas la vida en el central.

Las posibilidades de recreación durante toda la etapa capitalista, no llegaron a conocerse, salvo aquella que los propios obreros se proporcionaban y que conozcamos se ceñían a los medios de entretenimientos, el béisbol, cuando las condiciones del terreno lo permitían y el dominó que por las noches preferentemente lo jugaban algunos empleados y obreros que tenían la suerte de poseer los y para ello, con las limitaciones que imponían la compañía, la cual llegaba las 10.30 p.m. y anunciaba por medio de una señal del fluido eléctrico que media hora después, llegaría la hora de dormir, según orden del patrón. A las 11.00 p.m., el guarda jurado de turno desconectaba el chucho distribuidor de la corriente eléctrica, medida ésta que sólo era capaces de incumplir, aquellos que por precavidos conservaban el primitivo candil, atenuante de los amantes del mencionado pasatiempo, o en su efecto, para otros, cuya situación económica les provocaban interminables y cotidianos insomnios, pensando como resolver los problemas que al siguiente día tendrían que afrontar y que sin lugar a dudas constituía una incógnita.

Las posibilidades de superación técnica-cultural para los obreros y familiares estaban reducidas a la mínima expresión. En el primero de los casos, la fuerza calificada del sector industrial no llegaba al 0.05% del colectivo en general y consideramos útil destacar, que el por ciento en cuestión, la calificación de la mayoría estaba en correspondencia a las posibilidades que a través de los años iban adquiriendo algunos obreros por experiencia acumulada. Al hacer mención de algunos obreros , nos motiva el hecho de que no todos tenían idénticas posibilidades, sino que estaban reservadas para los que de cierta forma manifestaban una plena y absoluta identificación con la política y métodos empleados por la reaccionaria dirección de la fábrica la cual a través de sus recursos, se mantenían actualizados de quien o quienes se hacían acreedores de ser tomados en consideración para llegar a ostentar, violando todos los preceptos legales y humanos, algunos cargos o jefaturas de relativa responsabilidad. Esta situación que oportunamente habremos de exponer, concluye, cuando las propias injusticias y canalladas de la patronal y sus lacayos, conducen al colectivo no sometido, a imponer condiciones no apoyadas en violentar reacciones de rebeldía y definida posición clasista. Similares características se observaban en las escasas posibilidades de desarrollo cultural de obreros y familiares.

Durante el transcurso del año 1915, ante el gesto constructivo y generado de un antiguo obrero, hoy fallecido, Perfecto Guzmán, quien preocupado por la educación infantil de la zona, decide ceder parte de su vivienda para acondicionarla e instalar la primera escuela mixta, siendo su maestra la señora Rosa Muiña Palacio, procedente de la ciudad de Morón, con una matrícula de 35 alumnos de ambos sexos. Posteriormente dentro del propio período, la creciente población infantil obligada a establecer la doble sesión, con una matrícula aproximada a 90 alumnos, lo que requiere aumentar una maestra que en este caso lo fue la señora Cesar Sánchez, también procedente de la ciudad de Morón, las cuales durante los días lectivos se trasladaban al ingenio, utilizando como transporte el ganado caballar, debido a las pésimas condiciones de los caminos y en ocasiones cuando estos lo permitían, las trasladaba el hermano de una de las maestras en un Ford de los mencionados del cual era propietario.

Posteriormente en el año 1924 comienza a funcionar una escuela privada de la cual era maestra la señora Zoila Cruz y que al igual que las primeras, las clases las impartía en su propio hogar, cuya matrícula oscilaba entre 25 a 30 alumnos, a quienes durante el período de zafra les cobraba 0.50 centavos a los alumnos de primer y segundo grado y los restantes grados de la enseñanza primaria, 1.00 peso. Además en horario nocturno, les impartía clases a 20 obreros adultos del ingenio, en idénticas condiciones de pago, que se hacía mensualmente. No obstante, a las características de esta escuela, la señora Zoila Cruz, llegado el período de inactividad de la fábrica, continuaba dando clases de forma gratuita, ya que durante el período señalado, las condiciones económicas de alumnos y obreros no permitían continuar pagando las mensualidades.

Durante el año 1925, se acondiciona, producto de los acontecimientos una casa dentro del perímetro del batey y se concentraban los alumnos de la escuela pública que inicialmente funcionaba en la casa de Perfecto Guzmán, esta con mejores condiciones y dedicada solamente a estos fines, permite ampliar la matrícula a más de un centenar de alumnos. No obstante haber mejorado las condiciones para el alumnado y profesores, todavía estaban distantes de reunir los requisitos imprescindibles, preocupación que recoge la dirección sindical del ingenio y en coordinación con la compañía se construye un centro escolar con capacidad para 200 alumnos aproximadamente, concluyéndose su construcción a raíz del Triunfo de la Revolución en el año 1959, fecha en la cual todavía no se había producido la nacionalización de la industria. La inauguración de este centro concuerda lamentablemente con la desaparición del aguerrido Comandante Camilo Cienfuegos, razón por la cual se determinó que ostentara el nombre del querido y admirado guerrillero.

En este marco que innegablemente representa los cimientos de la cultura, quedaron encerrados todas las posibilidades de superación y desarrollo cultural de alumnos y obreros de la zona.

Aunque hemos hecho referencia a las condiciones higiénicas de las viviendas, pabellones obreros y áreas de batey, merece por su incuestionable valor, enmarcar especialmente otros beneficios sociales característicos de la etapa capitalista, como fueron: La Ley de Accidentes del Trabajo y las inmundas fondas, hoy, comedores obreros.

Los factores que han intervenido en la variante, corresponde esencialmente a fundamentales acontecimientos que, vividos por los obreros, requieren ser rememorados por los siguientes aspectos:

Primero: Demostrar el papel que jugó la mencionada Ley, durante el período.

Segundo: Refrescar memorias afectadas tal vez por los años, que no recuerdan las violentas reacciones del proletariado ante las profundas e imborrables huellas que dejaron fatales accidentes.

Para nadie en nuestro país constituye un secreto, que la Ley llegó a convertirse en documento cuyo contenido franqueaba los medios para que se cometieran grandes injusticias y a su vez, que las compañías de seguro, la violaran a su antojo, para lo cual contaban con el espontáneo y canallesco concurso del gobierno, patrona, profesionales de la medicina y abogados. En nuestro caso, el incumplimiento de las medidas de seguridad y los carentes medios de protección personal, no conocidos hasta la puesta en vigor las leyes revolucionarias, la frecuencia de accidentes llegaron a alcanzar índices alarmantes, pues raro era el día que estos no se produjeran en mayor o menor gravedad.

La no existencia de estos factores, llegaron a crear crisis en el personal que habitualmente desarrollaban los trabajos más peligrosos y en particular para aquellos a quienes correspondía realizarlo en alturas desposeídas de superficies protectoras, tales como: techadores, paileros, mecánicos, instaladores de tuberías, pintores, etc. Quienes acogidos a los nombrados derechos escalafonarios se disputaban, presionados por la situación económica, los más arriesgados trabajos para los que se estipulaban una diferencia salarial, tomando como base la superficie inmediata inferior. Esta aventurera solución impulsada por el propio colectivo y plasmada en los contratos de trabajo no constituía en modo alguno seguridad para los desafiantes del peligro que erróneamente consideraban encontrarla en los pesos, pero, además la aparente solución llegó a convertirse en aliciente para otros dispuestos a correr idénticos riesgos.

Aún se mantiene presente a pesar del decursar de los años, como perdieron la vida obreros como Cirilo Guzmán y Francisco Blanco, como quedaron incapacitados otro como Oscar Solano Suárez y Demetrio Seara, accidentes que sacudieron la conciencia colectiva al verlos caer de la altura superior sin poder evitarlo, sin embargo, estos casos, para referirnos a algunos de otros tantos ocurridos, lamentablemente no fueron capaces de detener la aventura y mucho menos crear un grado de conciencia superior, capaz de volar más alto que el dinero y otros relevos sustituían a los muertos. Mientras tanto con el patrón, el médico y abogados litigiaban hasta lo incencibible, los ínfimos derechos de la ley para burlarla y escamotear a los familiares y obreros, las migajas que a cambio de la muerte o incapacidad le otorgaban.

Hemos hecho señalamientos de los aspectos que nos conducen a demostrarle que la Ley de Accidentes del trabajo y quienes mezquinamente intervenían para violarlo, conocemos pues por los gobernantes de los distintos regímenes anteriores al triunfo de La Revolución al ponerse en vigor la Ley. Es inobjetable que el proletariado del país, alcanza los cimientos de lo que suponía habría de proporcionarle alguna protección y como tal, partiendo de esos principios, es justo conocer que constituía un avance para el medio ambiente de la época. No obstante, analizado en su conjunto resaltaban aspectos que en el transcurso de su aplicación, llegó a convertirse en fuente de conflicto entre los intereses, ya que los propios gobernantes fueron los primeros simuladores y tolerantes de que se materializaran los incumplimientos y violaciones: qué otra alternativa podría esperarse a través de la vigencia de la Ley fueron los pioneros de la explotación, el robo, el chantaje y toda clase de desvergüenza concebible por el género humano.

Tras ello, con todo el respeto que siempre nos han merecido los profesionales de la medicina, es necesario sin que pretendamos generalizar, poner también al descubierto los métodos empleados por aquellos médicos igualados por las compañías de seguros, que en el central “Patria” sin excepción alguna, escamotearon sin el menor pudor profesional, el por ciento de capacidad, que producto de accidentes pudiera incapacitar parcial o totalmente a los accidentados.

Esta situación si se quiere alarmante, encontraba el apoyo incondicional de los administradores y propietarios, que, vigilando las primas que tenían que pagar a las compañías de seguros, éstas fueron rebajadas a la mínima expresión a través del método coercitivo de obligar bajo amenazas, accidentado a que fuera atendido exclusivamente por los médicos que mensualmente residían determinados ingresos producto de las iguales. Sin embargo, no siempre llegaron a prosperar los métodos, al menos los perseguidos por esta amalgama de gentes, aunque al final para el accidentado la aparente victoria continuaba siendo una derrota al ponerse en juego el último eslabón de la cadena, en este caso el abogado, quien al hacerse cargo de los trámites que conllevaba el litigio, cobraba el 50% de la diferencia que resultaba entre lo inicialmente determinado como incapacidad y lo realmente estipulado por la tabla según el caso. Como podrá constatarse, éstas eran las reglas de protección que tenían los obreros del centro, sin llegar a trocar la comercialización de las clínicas en cuanto a pensión alimentaría que por su pésima calidad ayudaba a que si el accidentado tenía la suerte de recuperarse posteriormente había que pagarle el estado de desnutrición que por hambre resultaba en ocasiones peor que la razón que lo llevo a hospitalizarse.

Otra característica muy especial, era ver cómo los obreros al enfermarse, tenían imprescindiblemente que recuperarse dentro de los nueve días, que como derecho les reservaba la ley, por cada año. Este adelanto científico como se observará, llegó a proveer y demostrar que un obrero, por muy grave que fuera la enfermedad, el período en cuestión bastaba para su recuperación y si alguien llegara a dudar de la precisión cronométrica del diagnóstico y cura, preguntarle a los muertos que los ponía el proletariado, porque para los patrones el tiempo lo determinaba los recursos y por enfermedad, salvo aquellas incurables, hay que reconocer que muy pocos aportes hicieron a los cementerios.

En lo que concierne a comedores obreros, también tuvimos que esperar que la revolución, en sus constantes transformaciones nos enseñara que este calificativo sustituía a lo que tradicionalmente habíamos conocido por fonda y aún que la importancia de la variante no está propiamente en la causa, sino en los hechos, vemos cuáles fueron los objetivos y que servicios residían los obrero desde la construcción del ingenio, hasta el año 1948 en que la colectividad y sindicato a fuerza de constante golpear, impusieron determinadas condiciones que si bien es cierto alcanzaron resultados, no lo es menos, que debo alcanzado a los merecimientos, quedaba un largo trecho por andar.

En las primicias de la construcción se instalaba la primera fonda de la cuáles fueron propietarios el ciudadano español José Fontanales quien como todos los que procedían de la madre patria y se dedicaba a la explotación del comercio en sus variadas manifestaciones, no queda otra alternativa que reconocer que llegaron a destacarse elocuentemente como tales.

No debemos pasar por alto que estos emigrantes de fácil adaptación entre otros propósitos veían en nuestro país, una fuente de recursos inexplotables para sus aspiraciones brindaban perspectivas atrayentes. Este españolito que se las traía monta su fonducha en un antihigiénico caserón similar a las peores cochiqueras primitivas.

Aunque los precios eran módicos, el negocio resultaba productivo, debido al bajo costo de la mercancía como consecuencia de los agravantes económicos y por ende, el bajo nivel de ingreso de los trabajadores, ambas alternativas no influenciaban en las utilidades al marchar simultáneamente salario y precio.

Posteriormente por los años 1916 - 1917, por cuestiones de índole personal el ya aquí aclimatado españolito, se retira del negocio y se hace cargo del mismo el criollo Hipólito Luis, manteniéndose similares características en cuanto a higiene y servicio, pues la primera de ambos aspectos constituían una imprescindible razón social en "patria" para conocerla, se necesitaron, partiendo de la contribución más de cuatro décadas para alcanzarla, lo que quiere decir, hasta el triunfo de la revolución.

Sin embargo como algo que se sale de la corriente en la vida de este central, a estos propietarios no lo unirían intereses ni nexos de ninguna índole al patrón mayor, a quienes no le interesaba entonces, detenerse en negocios de tan poca monta y cuando hacemos referencia entonces, es por qué en la medida en que vayamos avanzando hasta llegar a donde pretendemos, se podrán constatar cómo se transforma la mentalidad económica entre los primeros y segundos propietarios del ingenio en cuanto a pesos y centavos.

En el intermedio de primeros y últimos, ya con vista de mayor alcance, se establece el primer departamento comercial, con características muy especiales y que tan poco vinculaba su razón social ni a los fundadores y concluyentes del negocio mayor "ingenio", durante la etapa capitalista.

Su propietario lo era un señor de apellido Centeno coterráneo de Fontanales, diferenciándolos solamente las características económicas. El primero, amante de los grandes y productivos negocios y el segundo, perseguir similares objetivos, sin el exponerse a los riesgos entrañaban ir más allá de las posibilidades. No obstante, repetimos, ambos resultaron ser genuinos exponentes de la tradición explicada anteriormente.

Hemos dicho que el mencionado departamento comercial, manifestaba características especiales y tan especiales llegaron a ser antes el voraz apetito de su dueño, que sin tener que salir de su recinto, el generoso y precavido Centeno, para evitarle a los obreros innecesarios contratiempos y poder desnudarles a su antojo, el negocio contaba con víveres, ferretería, casilla para el expendio de carne, calzado y ropa, bares y si el obrero era un poco exigente barbería para cumplimentar el detalle y si no fuera por lo que todo azucarero conoce lo que en su economía hubiera de presentar las comerciales, tendríamos que convenir, que a este ciudadano habría que agradecerle sus preocupantes extremos.

Como personalmente no podían atender el negocio, por ostentar otros similares en la ciudad de Morón, situó como encargado a otro español llamado Aurelio Fonteche, quien preocupado por el exceso de preocupaciones, que la red comercial le creaban al propietario y protector, acentuó sus preocupaciones y a través de fraudulentas maquinaciones, al transcurrir el año, ya no era Centeno, si no Fonteche el dueño del tentativo comercio, pero como el que a "hierro mata a hierro muere", Fonteche agradecido del terruño que lo vio nacer y con vistas a demostrarle lo que bien que lo había representado planeó su viajecito y dejó durante su ausencia, al cuñado Jesús Fernández, que tampoco creía en la "paz de los sepulcros" y mucho menos en el cuñado quien para acreditarse de inmediato, le pego candela al comercio, con vistas a cobrar un sustancioso seguro que estaba a su nombre.

Este recuento que concluye con el candelazo y que estaba garantizado al tener los obreros que cobrar sus mensualidades como servicio extra de la comercial, dio lugar a que se estableciera con idénticas prorrogativas, el pequeño agricultor Severino López que fue a quien le toco comercializar y tener relaciones con la asociación -Falla-Gutiérrez y estos se si llegaron hacer los insustituibles exponentes del sistema de explotación como comerciantes de la peor laya. Esta amplia familia que si tenía un respetable concepto de la economía y partiendo de los centavos a los pesos y de los pesos a los millones, le retiraron los depósitos que a través de dicha comercial situaban para pagar a los obrero y el cual constituía la garantía de su propietario a los efectos de poder cobrar las deuda que por concepto de mercancías facilitaba al colectivo. Con este método concluye la interferencia comercialista de extraños desvinculados al ingenio.

Ya hemos hecho referencia de cómo la familia Falla Gutiérrez, con su política de expansión había llegado a dominar la economía de la zona, para concluir con el aspecto al cual le hemos prestado especial interés por su vital importancia hasta llegar al propósito, veamos que carácter toma el departamento comercial en manos de los nuevos propietario y al cual se asociaban servicios similares a los proporcionados por Centeno.

Eliminado todo obstáculo de interferencia ajena al central, comienza y concluye la conclusión del edificio donde quedaría enmarcado el nuevo departamento, en los años 1922 - 1923, girando a partir de esta fecha con el nombre Departamento Comercial Central Patria SA, siglas estas muy bien empleadas por los grandes comercios que manejaban como los falla Gutiérrez, varios negocios y que en algunos, no convenía demostrar, quienes tras ellas se protegían, aunque en el caso nuestro las S.A tenían un hombre Falla Gutiérrez.

A diferencia de los anteriores o comerciantes, el nuevo negocio comienza a jugar un factor determinante en la economía de empleados, obreros y colectivos. En el primero de los casos, la empleomanía venía obligada a observar ciertos requisitos propio de las circunstancias imperante en la época y para citar determinadas características, bástese decir, que los primitivos tenían que acreditarse como hombres solteros y además, pernoctar en él establecimiento para cuidar los intereses de sus propios explotadores, ya que unida a esta canallañesca disyuntiva estaba la de carácter económico, conducente en hacerle firmar un determinado sueldo que nunca llegaron a cobrar, segunda situación que perduró hasta la discusión de contratos de trabajo con posterioridad al triunfo de la revolución.

Otros métodos sutiles de explotación era burlar el salario mínimo, lo constituía el empleo de menores de edad, lo que a pesar de trabajar horarios indefinidos al considerarse como eventuales, se les pagaba mensualmente sueldos que oscilaban entre 12 y 25 pesos, los que ajustaban a fin de justificarle salario mínimo a doce o catorce días en el mes. Otro procedimiento no menos canallañesca era llevar a la nómina el salario oficial y ajustar la diferencia por notas de mercancías. Al hacer referencia de métodos sutiles y que de cierta forma disimulaban las injusticias en lo que cabe, eran las famosas regalías al final de cada año, la que como es de suponer se adjudicaban en correspondencia a las categorías, pues mientras que a un administrador lo estimulaban con 2000 pesitos, la restante mayoría, la migaja oxidaba entre 30 y 80 pesos, con una famosa e invariable coletilla en la carta que autorizaba para que el empleado en el caso de mantener deudas con el departamento comercial abonara cuenta aparte del estímulo, lo que es igual a no haber recibido nunca la migaja completa, pues todos concluían con deudas al cerrarse cada año.

Para referirnos a las utilidades y política de anticipos, se requiere profundizar los extremos y para que su enfoque sea más comprensible, es cuestionable que de lo sublime, al final llegamos a lo trágico.

En lo que concierne al margen de utilidades, parte sublime de los propietarios, reflejáremos para concretar las maquinaciones y tolerancia de los funcionarios del entonces ministerio de comercio, sin dejar de desconocer los factores que intervienen para determinar utilidades o pérdidas.

En víveres generalmente la mercancía se marcaba con un 20%, no así en ropa, cuyo % se elevaba al 40%. En víveres a pesar de que él % en cuestión era el reglamentario, no resultaba de estricto cumplimiento, pues algunos renglones se marcaban con márgenes superiores.

El arroz en su mayoría se importaba de los Estados Unidos, cuyo costo en el mercado fluctuaba entre 9 pesos y puesto en la comercial incluyendo los gastos de importación (derechos, fletes, etc.) Se incrementaba al costo total de 12 pesos o 13 pesos el quintal, posteriormente se vendía a los consumidores entre once pesos y veintiún peso que significaba alrededor del 40% de utilidad.

Con los frijoles negros, se efectuaba otra operación especulativa. En la época de la cosecha al abarrotarse el mercado, los campesinos intentaban venderlo fuera de la localidad y al no prosperar este propósito se vería obligado a caer en el tentáculo de la comercial, cuyos administradores, sin la menor sensibilidad humana y aprovechándose de las disyuntiva, lo pagaban a 3.50 el quintal y en ocasiones los obligaban a cambiarlos por mercancías. Materializada la operación, los pasaban por la cámara de fumigación y transcurrida la época, el precio al subir en el mercado se ponía a la venta a 12 o 13 pesos el quintal ascendiendo la utilidad a un 40% aproximadamente.

Todas esas irregularidades eran factibles, si tomamos en consideración que de acuerdo con las mismas, en idénticas condiciones se vendía descaradamente los inspectores que visitaban el departamento comercial, fluctuando el soborno entre 20 y 2000 pesos pues la cuantía estaba en relación directa con la ascendencia de las irregularidades. Es productivo que aclaremos, que las partidas en las inspecciones se entregaban a estos segundos comerciantes vestidos de autoridad, representaban un ínfimo % de los beneficios y visitantes obtenidos.

Sin embargo, la explotación llega a su punto trágico, a través de la política de anticipos erróneamente interpretada por el colectivo, quienes durante los interminables "tiempos muertos", la dirección de la compañía concedía más allá de las posibilidades, créditos que ataban a los obreros año tras año y esta esplendidez tenía un objetivo: obtener mano de obra a cambio de mercancías, desprendiéndose por lógica que el valor del salario decrecía en la medida que oscilaban los precio y por ende las utilidades. Esta situación que perdura hasta la nacionalización, fue consecuencia de estado desesperación de los obreros y carentes de un trabajo estabilizado, para subsistir no les quedaba otra alternativa que la coyunda o en su defecto morirse de hambre, deambulando en busca de trabajo, que nunca aparecía. La tragedia en ocasiones llegó a acentuarse cuando al requerirse de algunos recursos en efectivo para enfrentar otras necesidades, se venían obligados a vender mercancía adquirida a precios inferiores. Para más realizar esta operación tenían irremisiblemente y que caer en manos de algunos garroteros de los muchos que abundaban en la época y entre los profesionales de la explotación, lamentablemente se encontraban algunos obreros y empleados de superiores ingresos, que en acecho perenne, se nutrían de las desgracias de aquellos a quienes el desespero lo conducían hacia sus garras.

Situación similar confrontaban los pequeños colonos a los que les entregaban en efectivo el 50% de la refracción para sufragar los gastos de salarios, al personal que daba atención a la siembra y cultivo de la caña, el otro 50% en la mayoría de los casos, tenían que consumirlos en víveres.

Al finalizar cada año, a la hora del recuento, el departamento comercial sin tomar en consideración las sucursales ubicadas en las zonas cañeras de la compañía, la venta oscilaba entre los 600.000 y 700.000 con un margen de utilidades de un 15% en sentido general, sin incluir el resultado del incumplimiento en cuanto a salarios de la empleomanía.

En relación al servicio prestado por la "fonda" de la que también eran propietarios, los comentarios huelgan, basta que se observe la fotografía con la cual ilustramos este aspecto, para qué se tenga una idea de cómo por varios años, se confundían comensales, puercos y otros animales, que habrán de permitir juzgar de por sí, las condiciones higiénicas en que tenían que almorzar y comer los obreros del central Patria.

La politiquería repercusión en el centro de trabajo desde su fundación

Relativamente con el advenimiento de la república comienza la politiquería, para concretar sus efectos en el centro de trabajo, entendemos acudir a ser un breve análisis de lo que representó a nuestro modesto criterio para el país, en el conjunto de sus manifestaciones. En el carácter económico, si nos pusiéramos a contar los millones de pesos robados a nuestra economía, cabe en lo posible que hubiésemos podido construir una república nueva. En el orden social los gobernantes durante la etapa capitalista, nos dejaron una república corrompida, a los extremos inconcebibles.

Hemos hecho referencia de que la fundación del central coincide cuando Mario García Menocal alias el mayoral, ostentaba la primera magistratura de trabajando de la nación y aunque este caudillo de la clase conservadora, llegó a fortalecer uno de los partidos tradicionales, a base de chantaje, robo de los recursos del estado, entre el mismo extranjerizante y maquiavelismo de la peor laya, sus recursos politiqueros y maquinaria servil, no fuera suficientemente poderosas para qué las influencias y biológicas penetraran en las masas del centro de trabajo, o salvo aquellas empleados de confianza de cómo manada de mansos corderos, tenían que manchar tras el criterio de los administradores, quienes deponiendo principios, si es que algunos los tuvo, la corriente de los negocios los conducían hacia la identificación con los gobernantes de turno.

No por ello los obreros pudieron evitar las consecuencias de la politiquería, pues como parte del pueblo, aunque distantes de sus tentáculos, fueron víctimas de los resultados de su trayectoria.

Al hacer referencia del porqué la politiquería no pudo penetrar en los sentimiento de los obreros directamente, nos apoyamos en el criterio de que una masa explotada por gobernantes y patronos, pueda llevar a sentirse atraída por el factor imputable todos sus desgracias. El colectivo del centro, que recordemos, desde Menocal a Machado y de Machado a Batista, jamás llegaron a dejarse conducir con apasionamiento y mucho menos por sentimientos hacia ningún partido político observando es cierta simpatía por el analista del partido ortodoxo Eduardo Chibás.

Frustradas en sus aspiraciones de todo un pasado inseguridad, renace en las esperanzas cuando el 26 de julio de 1953, es atacado el Moncada por un grupo de jóvenes comandados por el cual el primer ministro, compañero Fidel Castro, cuya acción revive el entusiasmo del colectivo, que de inmediato se identifica con la revolución y se incorpora a la lucha desde el frente del clandestinaje, cómo habrá de observarse en sus acciones contra la tiranía.

Como una consecuencia que pudiera fortalecer la indiferencia del colectivo, de su aislamiento hacia la politiquería, pudiéramos situar dentro de sus disímiles manifestaciones, la relación del colectivo, cuando en el año 1932 asaltaran el departamento comercial del ingenio, 12 alzados que operaban en las zonas, de las fuerzas de Blas Hernández, los cuales era comandados por Ramírez Sevillé, que durante la etapa del autentisismo, llegó a ocupar la alcaldía municipal de Morón y en cuyo período no fue más que otro del montón. Aunque el asalto se produce por confidencias de uno de los dependientes del departamento, nombrado Pedro González Peña, que los impuso de la tenencia de armas que conservaban en la caja de caudales y que figuraban como el objetivo del asalto, así como ropa y calzados, se conocía que el mencionado general, era un aventurero y aunque valiente en el orden personal, su mirilla telescópica de llegar a derrocar la dictadura Machado y era tomar el poder con idénticos propósitos, pues en el grupo asaltante se encontraba un revolucionario que por sus estrechas relaciones con el general conocía el verdadero cauce de aquella conspiración y el pensamiento de quienes resultara ser el autor principal. La fuente de todos los antecedentes hasta los acontecimientos de Atares, lo es el compañero Guillermo López, que actualmente vive en la ciudad de Morón, el que a pesar de su avanzada edad, ocupa la vanguardia en todas las actividades de nuestra revolución.

Esta acción que pudo crear confusión ante un hecho que se producía en una de las etapas más difíciles vividas bajo el terror del régimen dictatorial, no fue lo suficientemente convincentes para promover entusiasmo en las masas, que dudaron en todo momento, de los principios en que se hallaban aquel movimiento.

Tercera etapa

Lucha contra la tiranía

Cuando el 26 de julio del 1953 se materializa el más trascendental, heroico y decisivo acontecimiento histórico en Cuba después de un siglo de constantes luchas por alcanzar la verdadera y total independencia en todos los órdenes, el ataque al cuartel Moncada, madriguera de la de la soldadesca del más ordinario y repugnante dictador de nuestra América, Fulgencio Batista, acción que se lleva a cabo con un reducido grupo de jóvenes comandados por el compañero Fidel Castro Ruz, quien después del triunfo revolucionario fuera Primer Ministro y luego Presidente, los obreros del "Patria o Muerte", que conjuntamente con el pueblo habían sufrido en sus entrañas las consecuencias de todos los que a través de los años de la república, dirigieron los destinos de la patria y que sin excepción se caracterizaron por el incondicional entreguismo al imperialismo yanqui cuyos sistemas de gobierno dejaron imborrables huellas de grandes injusticias, así como una patria cuyas principales riquezas se encontraban en manos del enemigo común de los pueblos de más de un continente. Entreguismo que como arma criminal propició el enriquecimiento de inescrupulosos saqueadores, corrompidos hasta extremos inigualables.

Los obreros, tanto industriales, como agrícolas, se identificaron de inmediato con la acción del Moncada, cuyo programa rescataba la indiferencia que el proletariado llegó a ver todo acontecimiento. ¿Podían los obreros esperar transformaciones de quienes fueron sus principales explotadores? ¿Acaso podía haberse ocurrido a alguien que a través de la vida pacífica se lograrían recuperar los pisoteados principios plasmado en la constitución del 40, tantas veces violada? Convencidos estaban todos, que la solución de los destinos del país sólo podrían ser decididos a través de la lucha armada y es por ello, que la reacción se produce con la misma violencia que el ataque a la segunda fortaleza en cuanto a recursos militares había en Cuba. Comenzamos a partir de entonces a cooperar con la dirección del movimiento 26 de julio, con aportes económicos, así como la recuperación de las armas por el ejército. Tanto en la cárcel de Morón como en la de Camagüey, los compañeros fueron privados de ser reconocidos por los médicos. El 29 de octubre fueron trasladados para la cabaña en La Habana hasta el triunfo de la revolución. Al regresar al central a fines del mes de enero, levantará acta acusatoria enviando a los tribunales revolucionarios al teniente de apellido Morales y los soldados que participaron bajo su mando, radicándose 12 la causa número 561, no habiéndose logrado sentencia al no llegar a celebrarse el juicio. Debemos destacar que el teniente Morales ejerció presiones con los familiares de los encargados para qué estos retractarán de la acusación llevando a acometer un atentado del cual sale ileso Arley Pérez, atentado que se lleva a efecto en la casa de los empleados del central Patria donde residía el compañero. Al encontrarse presos estos militantes de la clandestinidad, no se tenían conocimiento de quien había sido el autor de la delación, lo que nos lleva a que se produzca otro hecho similar con el mismo ciudadano. En reiteradas ocasiones, este cobarde traidor, se había acercado al movimiento "26 de julio" y cooperar a la venta de los mismos, no obstante a la insistencia, por tratarse de una actividad en extremo riesgosa y comprometedora, la ejecutaba directamente el responsable de las células y cuando éste por alguna circunstancia tenía que ausentarse del ingenio, se las confería solamente a los responsables de acción y sabotaje y correspondencia, obreros en los que se podía confiar la tarea más riesgosa y porque además estábamos convencidos que dicha tarea, no podía delegarse a cualquier improvisado por muy revolucionario que manifestara ser.

He aquí el caso del delator Socarras, que llegó a impresionar con sus alardes y manifestaciones. No obstante a estas precauciones y la negativa del responsable a entregarle bonos, visita el ingenio el doctor Manzur, que actuaba transitoriamente como coordinador y estando en la comercial observó la insistencia del supuesto revolucionario y al escucharles se impresiona y ordena se haga entrega de 100 bonos, encontrándose también presente el obrero Tito Sotolongo que al ver el movimiento de entrega, solicita que el también desea cooperar y nos vemos presionados a entregar la idéntica cantidad. No habían transcurrido 72 horas y el comandante Oregario se personaba en el central, llevándose preso al responsable de las células, quien al llegar a la cárcel de Morón vio como Socarras consentía al verlo, con un movimiento de cabeza significativo de qué había sido el delator. Horas después traen preso al doctor Manzur y Tito Sotolongo a quien acusó de haber recibido conjuntamente con él los bonos. El compañero Tito fue tan brutalmente golpeado que cuando lo pusieron en la misma celda que ocupaba el doctor Manssur y René López se encontraba sin conocimiento, sangraba abundantemente por la boca, nariz y oídos. Al volver en sí, recurridas aproximadamente dos horas, sus primeras palabras fueron: "René, no te delaté".

Aquellas palabras salidas de quien momentos antes siete perros de presa de la policía habían desatado su impotencia sobre su pequeña estatura, al llegar a los oídos de René le causaron la impresión de alguien que agonizaba. Comparando su estatura con su poder de resistencia, llegó a pensar que ante él la estatura había cobrado dimensiones de gigante y a esa actitud se debió en gran parte, que la propia policía dudará de la veracidad de la delación, sin embargo, todos fueron incomunicados por el paso de una semana, días y noches de constante acosamiento y amenazas, de confusas entrevistas conducentes a hacerles qué aceptaran la culpabilidad, propósitos que al no prosperar, son trasladados a la cárcel de Camagüey y en una madrugada de constante lluvia, todo causaba la sensación de que el final había llegado. Para sorpresa de todos los que conocían el comandante Oregario y sus cotidianos crímenes, no podían concebir que llegaran con vida a Camagüey y pronto sin embargo, al llegar a la ciudad de Ciego de Ávila, el mencionado asesino que formaba parte de la caravana compuesta por tres perseguidoras, regresa a Morón y el viaje continúa hasta la propia cárcel con las dos restantes. Encarcelados en la celda respectiva en espera de la celebración del juicio, este es pospuesto al no presentarse los acusadores y puestos en libertad provisional. El doctor Manssur sólo decide asilarse en la embajada de Ecuador y salir del país, René López determina quedarse y ante el temor de caer en manos del SIM, permanece oculto durante varios días en la casa de la señora Ester Pérez, a quien conocía hacía varios años. Transcurrido esos días logra salir de Camagüey, rumbo a Cabaiguan en la provincia de Las villas, desde donde regresa de nuevo a Morón para continuar la lucha. Elio Sotolongo determina seguir hacia el Escambray para unirse a la fuerza del ejército rebelde que operaba en aquella zona, propósitos que logra hasta concluida la insurrección. Del delator no se tuvo conocimiento del rumbo que había tomado. Cuando René López llega a Morón y logra entrevistarse con el coordinador que el nuevo lo era el doctor Alonso Expósito, este debido a la persecución y la crítica situación que confrontaba, solicito permiso para unirse a las fuerza de la columna Cándido González, permiso que no se le concedió por ser conjuntamente con otro compañero designado para dirigir la huelga del sector azucarero cuando la revolución lo determinara. Posteriormente a estos acontecimientos se continúan e intensifican las acciones y se comienza a poner algunos explosivos en la ciudad de Morón, autor de la arriesgada tarea lo fue el obrero José Sánchez, quien también decide partir para el Escambray y producto de su decisión y valentía, al triunfar la revolución, este valioso compañero baja de las montañas con los grados de teniente.

Al producirse la huelga del 9 de abril y no alcanzarse los objetivos que habían sido concebidos en el antiguo municipio de Morón, influyeron los siguientes factores:

Primero: no se ejecuta el paro simultáneamente en todos los sectores, sino que se comete el error de ejecutar la escalonadamente, lo que da lugar a qué, cuando los obreros telefónicos (fueron los primeros y únicos en paralizar las actividades) van al paro, el ejército de la dictadura mueve con tiempo suficiente sus fuerzas hacia los restantes sectores tales como electricidad, ferroviario, e ingenios cercanos a Morón.

Segundo: si importante resultaba paralizar todas las actividades aún lo era consolidarla y esas condiciones no fueron previstas al carecerse de los medios mínimos elementales para ello.

Aunque fracasado el intento de la zona, se hubo de observar un hecho positivo en el colectivo, el cual permitió valorar los sentimientos de las masas por la revolución y a su vez, detectar, hasta qué punto se vio afectada al no poder materializar el empeño. De los centrales azucareros sólo correspondió "Punta Alegre" hoy "Máximo Gómez".

Este transitorio revés en ningún momento diezmó la combatividad del movimiento y las masas lo que queda demostrado por ulteriores acontecimientos que al final concluyen victoriosamente.

En el comienzo una de las tareas enmarcadas a la célula le era obtener recursos económicos, imprescindibles para la revolución, sin embargo, consideramos necesario se conozca de que medios hubo de valerse la célula, pues para hacer llegar los bonos, carta semanal hubo otros medios de orientación de la Sierra al colectivo industrial y agrícola. El responsable de la misma era poseedor de un jacket de cuero al cual adaptó todo un doble forro que permitía en su interior trasladar grandes cantidades de los bonos y propagandas como resultaba sospechoso a las autoridades de la dictadura, fue víctima de varios registros o bien a la entrada o salida de la fábrica. Motivado por esta situación, el jaque comienza a rendir una labor que en más de una ocasión evito desfavorables acontecimientos. Ya que el compañero previo diariamente o cuando las circunstancias lo requería, mandaba para el central el jaque con cualquier obrero y personalmente llevaba el que acostumbraba a usar, este articulo ayudó a tal extremo que pudiera catalogarlo como un militante más del clandestinaje. En esta actividad se destacó el compañero Nelio Sierra Tornes quien en toda ocasión demostró un valor a toda prueba.

Siguiendo los acontecimiento de la revolución y ver cómo cotidianamente se fortalecía el ejército rebelde y avanzaba incontenible en toda los frentes, se comienza a organizar la milicia en pleno clandestinaje. Al principio se va mas realizando los objetivos con algunos compañeros de entera confianza, pero este movimiento se va acrecentando en la medida que nuestro ejército rebelde barría con toda oposición de la desmoralizada tropa batistiana y fue nuestra milicia la primera colaboradora de la columna "Cándido Gonzáles" cuando sus fuerzas penetraron en Morón y tomaron el cuartel de la guardia rural, sin el mayor intento de resistencia. A partir de ese momento nuestros obreros milicianos se hicieron cargo del cuidado y vigilancia de los organismos estatales y otras dependencias del estado y sector privado de importancia.

Otra atención dentro del clandestinaje, que demuestra hasta qué punto se materializaron riesgosos acontecimientos, lo fue el asalto a las habitaciones que en el pabellón de los obreros ocupaban los soldados en la dictadura, dirigida esta acción por el compañero Arley Pérez Castellanos, el 22 de septiembre a las 9:00 del año 1958, llevándose toda las armas y para que con el propósito de hacer las llegar a la columna de Pepe el toro, ante la necesidad de armas largas, que manifestaba. Este acontecimiento que sin lugar a duda estaba envestido del más hermoso heroísmo y valentía, ofrecía ciertos riesgos que podrían convertirse en graves consecuencias para los ejecutante y que no compensaba el gesto, ya que se corría el peligro de la delación y pérdida del valioso compañero que como el trigo ejecutante estuviera preso hasta el trono de la revolución, ante esta acción no estuvo vinculada a nuestra dirección, tuvimos conocimiento de que iba a producirse a través de Pedroso Carrasco, empleado del departamento comercial, en definitiva resultó ser el delator de estas y otras acciones, que iremos enunciando en la medida en que vayamos mencionando las punto cuando este joven de aparente identificación revolucionaria, me impone de lo que pretendía ejecutar, además de darle mi opinión personal, le dije que pospusiera la acción hasta que se consultara a la dirección del movimiento, lo que hicimos el mismo día, regresando al ingenio para que supieran cual había sido la opinión de la dirección. No obstante esa misma noche se produce el acontecimiento y en principio tuvo éxito, pero, a su vez se produce también lo que habíamos previsto. Movilizando el ejército tras las armas y detenido Socarras, como presunto autor o colaborador de la acción para cuidar su vida delata al compañero par le impere y punto con ese caen presos otros que si hubiesen imitado a socarras, las consecuencias hubieran sido sencillamente funesta. El compañero Arley Pérez durante el recorrido en el yeep que lo llevaba preso, fue brutalmente torturado durante tres acciones consecutivas, fracturándole la mandíbula inferior, pérdida de 2 molares en la mandíbula inferior, pérdida de 2 molares en la mandíbula superior, a estación de ambas cálculos y testículos.

Conjuntamente resultaban presos otros militantes de la clandestinidad, que al principio se reducían al grupo más decidido y confiado de los vaticinos del líder que el pueblo esperaba surgiera. Posteriormente se gana en organización, cuando el año 1956, somos visitados por el doctor Armando Hart Dávalos, quien acompañado por el también doctor Antonio Alonso Expósito, en esa ocasión ostentaba el cargo del coordinador del movimiento "26 de julio" en la capital de Morón.

De aquella entrevista se derivaron serios compromiso que nos responsabilizaron en materializar hasta sus últimas consecuencias. Ya con este carácter comienza a prepararse los cimientos de futuros acontecimientos, demandados de la entrevista. Como paso inicial les dimos a la tarea de construir la célula que sería la responsable directa de dirigir, orientar y sumar adeptos para las acciones clandestinas, la célula queda integrada por los siguientes obreros:

  • Responsable René López Montero.
  • Acción y sabotaje Eliseo pardo.
  • Finanzas Armando Bordes.
  • Correspondencia Benigno IVA Z. Herrera.
  • Propaganda Armando Díaz Pérez.

Juramentados todos ante cualquier contingencia o adversidad, convenimos que las acciones tenían que ir más allá de la cooperación económica y unida a éstas, desatar un trabajo de sabotaje conducente en crear propicias condiciones que entretuvieran fuerzas, que de cierta forma, hicieron factible el avance de nuestro Ejército Rebelde y a su vez, también crear un ambiente de desmoralización de la soldadesca, compañía y colonos.

Las primeras reuniones preparatorias para los empeños, se celebraron en la casa del obrero agrícola y pequeño agricultor, procedente del partido ortodoxo, Rafael Ferrer, cuya vivienda, por su ubicación, resultaba entonces la más propicia. Las reuniones regularmente solían celebrarse en altas horas de la noche como medida de protección y producto de las mismas, surgían los acuerdos de las actividades a realizar. Al compañero Ferrer lo responsabilizamos con la quema de caña, recomendando le que la ejecución de esta actividad la desarrollara preferentemente en las cañas de la compañía agrícola de la trocha S.A cuyos propietarios lo eran los falla Gutiérrez y aquellas perteneciente a los grandes colonos.

En las primeras acciones comienzan de inmediato a materializarse en ambos sectores en la agricultura, puesta en acción la tea las cañas ardían cotidianamente y en la fábrica simultáneamente se interrumpía la movida en mayor o menor cuantía a través de visibles sabotajes, según las circunstancias, ya que en ese sector la vigilancia se expresaba por parte de las autoridades.

No obstante a su comienzo positivo y sin mayores contratiempos en la medida que las acciones se intensificaban, en esa misma proporción se acentuaba la vigilancia y precauciones.

Transcurrido algún tiempo se comienza a sospechar del compañero Ferrer por sus antecedentes y es delatado como el presunto autor de la quema de caña. Impuesto el compañero René López de lo que estaba sucediendo y antes el temor de consecuencias imprevisibles, ordenar como recurso persuasivo al compañero Ferrer, quemara sus propias cañas, a rendir, que desvía el criterio de la delación sino ¿pues quién podía concebir autor de la quema de caña al que incendiaba la propia? En un esta sección afortunadamente, permite que el compañero continúe haciendo uso de la tarea. Otro compañero que se sumó posteriormente a ese actividad, lo fue el compañero hoy fallecido, Pompilio Castillo, el que a pesar de sus año, por tratarse en aquella ocasión de un compañero de avanzada edad golpeado duramente por los trabajos en la agricultura, sector al cual pertenecía, no fueron factores que determinan su característico dinamismo juvenil y su aporte fue decisivo en esta arriesgada tarea. Como se observará a reservas de que algún otro obrero, por su cuenta, aportara su cooperación, seguimos la responsabilidad a éstos dos obrero por las siguientes razones:

El área dedicada al cultivo de caña por la "compañía agrícola la trocha S.A" se encontraba relativamente concentrada y el trabajo que ambos obreros desempeñaban les permitía movilidad de acción y por otra parte se evitaba que un marco más amplio de colaboración pudiera poner en peligro y comprometer el éxito que se esperaba. Nuestro criterio lo fundamentamos en que a mayor número de colaboradores, mayores riesgos se corrían, lo importante por lo tanto no estaba en la cantidad, sino en la calidad de los ejecutados, a través de este método quedó demostrado con los resultados y propósitos alcanzados, sin interferencias insalvables que interrumpieran materializar cada acción.

En el sector industrial hemos hecho referencia que las características eran totalmente distintas, por el hecho de que la vigilancia se encontraba en extremo por la guardia rural, guarda jurados y algún personal administrativo que constantemente en razón de las funciones que ejecutaban, podrían moverse a través de toda la fábrica. Sin embargo, como jugamos con las mismas cartas en cuanto a vigilancia, ya que para el colectivo no les era desconocido y muchos los ojos seguían sus movimiento, en ninguna ocasión dejamos de materializar las orientaciones que se nos daban por la dirección del movimiento.

Hubo factores dignos de mencionar, porque analizados someramente, pudieran ser considerados contradictorios y sin embargo fueron decisivos en los propósitos. Al hecho que vamos a referendos, en no tenía conocimiento de los compañeros integrantes de la célula, exceptuando al responsable y podemos aventurarnos a decir, que hoy aún nadie podía ocurrírseles pensar que el compañero que vamos a referendos fuera un colaborador tan eficiente en la consumación de los sabotajes en la fábrica, ya que será clava de un técnico que ostentaba la 2ª jefatura y cubría como tal el turno de 11:00 a 7:00. Este compañero se llamaba Oscar García venían, fallecido hace algunos años. Al responsable de célula lo unían lazos de amistad con García venían, con quien trabajo primero, como aprendiz del taller de maquinaria y en período vez habrá, como ayudante del departamento de bombas de guapo y máquina conductora de bagazo. A pesar de tratarse de un jefe, se notaba su simpatía por la revolución, lo que hizo pensar al responsable de la célula que sus conocimientos serían muy útiles al ahora de justificar antes las autoridades, cualquier acontecimiento anormal que se produjera.

Corriendo esta aventura de haber sido a versa su decisión, René López en conversación privada, lo impuso de las acciones que de inmediato habría que emprender y lo imprescindible de su cooperación al ahora de ejecutarlas, así como demostrar técnicamente el par que podía producirse como una cuestión normal en una fábrica en proceso de producción.

Para referendos a alguien, comencemos por el primero de los hechos:

La dirección del movimiento hace llegar la necesidad de un pago por cinco minutos en recordación a los primeros soldados del ejército rebelde, caídos en acción de guerra, cuyo paro debía efectuarse en hielo agrario de 11:00 a 12:00 en mi nos he responsable de la célula planifica con García venían y ese le orienta provocarlo a través de lo que los azucareros llamamos "artero" y se determina se ejecuta en la desmesura Dora, en la cual trabajaba en ese turno un desafecto a la revolución. Llegada la hora de almorzar, que propina mente se acostumbraba hacer dentro del horario mencionaba, se orienta al obrero Ladislao García, lo releve y a su vez ejecute lo planificado, nos compañero que entonces podía confiar ser plenamente y este con el artero convirtió la parada de cinco minutos en cuarenta y cinco, pues el mismo tuvo tal magnitud, que las cañas llegaron alcanzar la altura del techo, requiriendo para normalizar la movida, la intervención de varios obreros. Al intervenir de inmediato la guardia rural, que consideraba el hecho como un sabotaje, la explicación técnica del jefe en cuestión desvía el criterio y el hecho no provoca consecuencias desfavorables.

Otros acontecimientos de idénticas consecuencias se encontraban y siempre prevalecido los argumentos técnicos, por lo tanto en ninguna ocasión tuvimos que enfrenta problemas serios, aunque la guardia rural y la dirección de la unidad, sustentaba criterios opuestos.

Al correr de los días y hacerse incontenible el avance del ejército rebelde, la dictadura ordena transformar un camión para convertirlo en tanque, que concluido, sería utilizado contra las fuerzas rebeldes y pueblo.

Aunque debemos confesar que la dirección administrativa de la unidad venía con desagrado la ejecución de este trabajo, la presión ante actitud del ejército de la dictadura obliga a emprender transformaciones y adaptación del tanque en cuestión, para los trabajos requeridos el departamento. Este compañero también procedía de la ortodoxa y por lo tanto, su identificación con la revolución era definitiva. Impone de inmediato al responsable de la célula la misión conferida a las advertencias amenazantes del ejército de la dictadura, porque dicha vehículo fuera adaptado en tiempo récord y en base a los requerimientos concebidos por la soldadesca va a cristiana. Ante esta nueva situación se le orienta al compañero que el como técnico sabía cómo podía dilatarse los trabajos, debiendo comenzar como que por lo no haberse hecho en ninguna otra ocasión con vista a justificar en experiencias, equivocaciones en los cálculos y trazos de los implementos de montaje, este primer error. Consume varios días de trabajo y se requiere comenzar de nuevo el capitán Roberto Cantón, autor de la idea y propósitos situar permanentemente soldados al sospechar que el error no había sido casual, sino es profesor. No tanque, al comenzarse de nuevo el montaje el soldador sacando de producto a sus recursos técnico, emplea varias de soldar de superior calibre al espesor de las planchas, cuyas contracciones en la medida que avanzaba el colon 12, facilitaba desprendimientos por partículas y por ende, la deformación geométrica requerida. Este segundo y provocado atraso, trae por consecuencias serias amenazas para el compañero, quien al consultar de nuevo se le ordena concluido bajo el compromiso de continuar demorando los trabajos y avisar con antelación suficiente para bien llevárselo para entregarse lo hará columna Cándido Gonzáles que se encargaba operando en las cercanías de Morón, y en su defecto volarlo. Sin embargo, no fue necesario aplicar ninguna de las dos medidas, pues la conclusión del tanque coincide con el triunfo de la revolución y la entrada del ejército rebelde en la ciudad de Morón, exhibiéndose a toda aprobación Moronera.

A los efectos de nuestra propia identificación, los brazaletes del "26 de julio" habían sido los elaborado con la cooperación de compañeras simpatizantes de la revolución que convivían en el propio bate y descentrar, destacándose entre otras la señora María López, que por su destreza en el arte de las confecciones, los brazaletes que a diario hacía hubiesen cubierto las necesidades de los milicianos. Las telas para la confección, con vistas a no despertar sospechas, se fueron adquiriendo indistintamente en varios comercios, lo que permitió que muy contadas ocasiones se conocieran de esa actividad.

Una de las acciones más destacadas durante el periodo de la insurrección, lo fue la huelga general decretada por el héroe del Moncada y comandante en jefe de compañero Fidel, cuando se intento por la dictadura al irse el dictador, dejar un gobierno que continuaría siendo tan desvergonzado y entreguista como el chacal de cuyas.

Toda las acciones anteriormente explicadas, como otros acontecimientos enmarcados en la lucha contra la tiranía, fue el modesto, pero decidido a porteros obreros de nuestro centro de trabajo a la revolución durante la etapa insurreccional desde el frente clandestino.

Fuentes

  • Leiva Casay, Segundo H y Garcia P "expediente de Delimitación del centro Histórico Urbano de Morón". Morón, 10 de mayo de 2014.
  • Archivos del Historiador del Municipio.

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