Cuartel Moncada

Cuartel Moncada
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Institución con sede en República de Cuba Bandera de Cuba
Cuartel Moncada.jpg
Fundación:febrero de 1909
Disolución:28 de enero de 1960
Tipo de unidad:cuartel militar
País:República de Cuba Bandera de Cuba
Dirección:Santiago de Cuba

Cuartel Moncada (antiguo cuartel colonial llamado Reina Mercedes). Cuartel militar cubano que pasó a la historia de Cuba tras el asalto de un grupo de jóvenes dirigidos por Fidel Castro que tenían como objetivo tomarlo y luego dirigirse a las lomas de Santiago de Cuba para iniciar la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. En la actualidad alberga la Ciudad Escolar 26 de Julio.

Historia

Entre 1854 y 1860 el mariscal de campo Carlos de Vargas Machuca y Cerveto ocupó el cargo del gobierno civil y de la Comandancia general del Departamento Oriental. Durante los seis años desplegó un vasto plan de obras públicas entre las que se encontraba la realización de construcciones militares modernas que dieran cabida a las tropas españolas alojadas en Santiago de Cuba, y que sirvieran para la defensa de la crecida población. Para su ubicación se escogió un terreno ubicado al este de la ciudad, con buenas condiciones por estar ubicada en la cota más alta y ventilada de la localidad, que se perfilaba como un área destinada a grandes conjuntos reservados a las temáticas militares y de salud, y que funcionaría como pivote de unión entre el centro tradicional y los sectores de nuevo crecimiento; el inicio de las gestas independentistas impidió esta progresión en el último tercio del siglo XIX.

En el plano de la ciudad de 1859, realizado por Manuel Soriano, aparece la construcción de un área militar en esta zona, correspondiente a la denominada finca Sueño, del “Campo Militar de la Reina”, bajo la dirección de don Manuel de Ciria Caona, marqués de Villaitre. Devino un complejo militar que permitió concentrar sus funciones en una sola área, pues, las edificaciones existentes carecían de capacidad y condiciones, ya que eran antiguos y defectuosos edificios […] tales (como): el cuartel de caballería situado en el estremo (sic) más oriental de la población frente a la calle de Cañedo; el cuartel y parque de la artillería entre las calles de las Enramadas y de la Catedral, el cuartel y maestranza en la calle de Barracones, y los cuarteles de infantería, el uno situado en la calle de la Carnicería y el otro en el convento de San Francisco.

El 1ro de octubre de 1859, por Real Orden, se autoriza la construcción para lo cual se destinó un presupuesto inicial de $ 300. 000. El 24 de enero de 1860, presidido por el gobernador Carlos de Vargas Machuca, se efectúa un acto solemne con una revista militar para dar comienzo oficial a las obras.

En 1862 fueron inauguradas las obras. Su imagen, llegada a través de dibujos, grabados y fotografías, certifica que era un edificio sobrio y elegante de filiación neoclásica, de una sola planta, cubierta de tejas francesas y, al estar adaptado a las características de la topografía, desarrollaba un basamento pétreo que servía de piso inferior. Su fachada simétrica, desplegaba una gran puerta principal flanqueada por dos grandes pilastras rematadas por un entablamento clásico moldurado rematado por un gran frontón, donde se exhibía el escudo y la bandera españoles; las fachadas al este y al sur tenía grandes ventanales en forma de arcos de medio punto enmarcados, que contribuían a la iluminación y ventilación naturales de la edificación.

El cuartel, al comienzo de la Guerra de los Diez Años en 1868, toma el nombre de Reina Mercedes, en honor a la primera esposa del rey Alfonso XII. El conjunto militar se le unió un sistema de obras menores que recorrían el perímetro urbano en forma de herradura, compuesto por los fuertes de Yarayó, Santa Inés, el Torreón del Palomar, Santa Úrsula, La Beneficencia, la Torre del Horno, ubicados en los principales puntos de acceso, con el fin de evitar la entrada y salida de los insurrectos.

En la guerra de 1895, las autoridades militares españolas reactivaron todos los fuertes, fortines que se habían construido en el transcurso de la guerra de los Diez Años, y se construyeron otros: el de Cuabitas, el del ingenio Espanta Sueño, Pedrera, Canosa, el Guayabito, de la Cañada, del Centro Benéfico y el de Gasómetro.

En julio de 1898, tras la culminación de la guerra hispano cubano norteamericana, y con una ciudad devastada después de los bombardeos y el bloqueo, las tropas del país norteño ocupan el cuartel, donde izaron su bandera, en gesto oprobioso, y colocaron tiendas de campaña para alojar a gran parte de su ejército, además de utilizarlo como hospital de campaña.

El cuartel en los inicios del siglo XX

El 20 de mayo de 1902 en Santiago de Cuba se efectuaron numerosos actos patrióticos, el alcalde municipal Emilio Bacardí llamaba a:

[…] los soldados de Baire y Peralejo, obedientes a la consigna de sus jefes, vienen hoy, bajo el imperio de la Ley, a dar ejemplos de hombres de paz y de orden […] vienen a trocar la espada de combate por los instrumentos del trabajo y del derecho, la cordura que sirva de pedestal inconmovible a la estabilidad nacional y al orden inalterable que ha sido siempre galardón de esta capital de Oriente, tan viril en la guerra como expansiva en las horas de regocijo y de paz.

El vetusto edificio cobijaría nuevas funciones. La primera fue la de alojar al Regimiento No. 3 “Maceo” de la Guardia Rural y ser la sede de la Jefatura Superior de la Guardia Rural en la provincia de Oriente dirigida por el general Saturnino Lora, desde agosto de 1902.

A propuesta del coronel Juan Vaillant y López del Castillo, jefe del Regimiento no. 3 de la Guardia Rural, confirmada por orden especial no 56 de 24 de abril de 1909, el cuartel es nombrado Guillermo Moncada, en honor al general santiaguero. En 1909 el general José de Jesús Monteagudo, hizo reparaciones dentro de la fortaleza. cercó el polígono, e inauguró el 21 de abril de 1909, la estación de telegrafía sin hilo establecida a un costado del hospital civil, que había sido construida por la empresa norteamericana Casa Hempel.

Dos décadas después aun la edificación mantenía su vieja estructura compositiva a pesar de los arreglos realizados. Durante la jefatura del Regimiento Maceo del coronel Diego Rodríguez, se efectuaron obras para embellecer y transformar las antiguas edificaciones, adaptando el cuartel en un moderno edificio con sus departamentos y barracas a la altura de los mejores cuarteles tanto en su aspecto sanitario como arquitectónico. En esa época se le concedió al Ejército la cifra de $500. 000 extras, para la construcción de club de alistados y otros edificios en todos los campamentos.

El 11 de diciembre de 1937, el cuartel Moncada era devorado por un gran incendio que amenazaba destruir todo el edificio y ponía en peligro la vida de los soldados, dada la gran cantidad de explosivos existentes. Los daños ocasionados fueron cuantificados en aproximadamente $ 100 000. Algunas personas, admitieron que el fuego podía haber sido intencional, con el objetivo de fabricar otro cuartel más moderno.

Latentes estaban las llamaradas que destruyeron el cuartel de Santiago de Cuba, cuando los Representantes a la Cámara Mario Abril Dumois, José Gutiérrez Barroso, Juan Mendieta Hechavarría, Rafael Díaz Balart y Gilberto Pardo Machado, redactan una solicitud de un crédito para su reconstrucción. Fue aprobada por el presidente de la república el 18 de diciembre de 1937.

Mientras se aprobaba el presupuesto y comenzaban las obras de reconstrucción del cuartel, se sucedieron diversas proposiciones relacionadas al destino de las edificaciones, entre ellas las de construir un moderno campamento militar en Quintero, intención que no se cumplió pero que no estaba desencaminada, tomando en cuenta que las edificaciones con fines militares están alejadas del centro de las poblaciones, y en este caso ya el emplazamiento del polígono militar se veía constreñido a propósito del desarrollo urbano experimentado justo hacia esa área de la ciudad. Asimismo un grupo de profesores del Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba, llevaron la petición de que se cedieran los terrenos y edificaciones correspondientes al Moncada al Instituto de Segunda Enseñanza, que se encontraba alojado en el viejo caserón del antiguo Hospital Civil en la Loma del Intendente, el cual resultaba inadecuado para un centro de este tipo. Pocos años antes, Pablo de la Torriente Brau en su crónica, realiza precisamente un contrapunteo entre las obras de embellecimiento a que sometían al cuartel y el estado de calamidad que tenía el viejo edificio donde estaba instalado el Instituto de Segunda Enseñanza. Y argüía:

“y mientras tanto, bien pueden morir aplastados cualquier día los 2 500 muchachos del Instituto que se alojan en un edificio capaz sólo para 400 y en donde cualquier aguacero puede obligar a suspender las clases que se dan en el patio, al solo por falta de aulas…!”.

La nueva edificación

El 25 de febrero de 1944 se realizó la inauguración con una revista militar. Las instalaciones fueron construidas bajo la dirección técnica de la Sección de Ingeniería del Estado Mayor del Ejército. Todo el perímetro fue circundado por un muro almenado con carácter decorativo, interceptado en cada una de las cuatro esquinas principales – Martí y Carretera Central, Carretera Central, Martí y Trinidad y Martí y calle Segunda de Sueño por garitas defensivas. Contaba con un fuerte de forma circular.

Desde el punto de vista estilístico las edificaciones principales responden a los códigos del art decó, y constituye en la actualidad el conjunto más importante que cuenta la ciudad de Santiago de Cuba dentro de estas codificaciones. Planimétricamente se comporta como un extenso bloque en forma de peine que corre de sur a norte, interceptado por seis cuerpos secundarios, que dan a patios abiertos.

En el extremo norte se construyó un edificio para Cine – Teatro denominado Mariana Grajales (hoy Tele Turquino); mientras el inmueble que sirvió para Club de Oficiales (hoy Dirección Provincial de Educación), se edificó a unos 30 m2 del cuartel por un patio y junto a un parque infantil, tiene su fachada hacia la calle Trinidad y cuenta con tres plantas y difiere estéticamente del conjunto principal.

En el primer piso radicaba la jefatura del Regimiento no. 1 Maceo. La posta no 2 estaba por el Paseo Martí y era la entrada principal del cuartel, tenía un pórtico monumental y dos garitas a ambos lados, mientras en las tres entradas secundarias situadas en el fondo – Carretera Central – y los flancos – Trinidad y Martí – poseía garitas o blocaos para los centinelas.

Interiormente estaba dotada de una estructura vehicular conformada por calles y carreteras pavimentadas que enlazaban a los diferentes edificios del complejo; del mismo modo contaba con los beneficios del acueducto y el alcantarillado y de una infraestructura de apoyo a la vida cotidiana de los jefes y soldados como: un departamento para la Jefatura del regimiento, pabellones dormitorios para alojar a dos mil hombres, botiquín, panadería, departamento comercial y sastrería.

En el acta de condena del 6 de octubre de 1953, se acordó además que los acusados por los hechos del 26 de julio, debían indemnizar al Estado Cubano la suma de dos mil cuatrocientos setenta y un pesos veinte centavos, por los daños causados en las dependencias del Cuartel Moncada, del Hospital Militar, del Reparto Militar, del Hospital Civil y del Palacio de Justicia.

Otros usos de la edificación

El 1 de noviembre de 1893, José Guillermo Moncada, es aprehendido en su finca en La Caoba (Alto Songo) y trasladado al cuartel Reina Mercedes, donde quedó preso, confinado en uno de sus calabozos, durante siete meses; allí las condiciones poco adecuadas de las celdas, quebrantó su deteriorado estado de salud. Este encarcelamiento del reconocido líder revolucionario, produjo entre la población santiaguera amante de la libertad una honda consternación. Con Moncada también salieron de la prisión sus compañeros Quintín Banderas, Victoriano Garzón, Juan y Agustín Araujo, a quienes no se les pudo comprobar cargos.

Durante la Guerra Hispano Cubano Norteamericana en 1898 estuvieron presos el teniente de navío Richmond Pearson Hobson y siete tripulantes del vapor Merrimac, hundido en la bahía, gracias a las gestiones realizadas por Federico Ramsden, cónsul inglés y representante de los Estados Unidos durante la guerra, quien uso para el traslado del prisionero del Morro al cuartel Reina Mercedes los derechos de la Ley Internacional. Fueron canjeados por un oficial y siete soldados españoles

Desde el comienzo de la conflagración la ciudad de Santiago de Cuba se convierte en un gran foco de insalubridad. Las autoridades del Ayuntamiento, de Sanidad y del Ejército tienen que recurrir a habilitar hospitales de emergencia o campaña en otras edificaciones como el Cuartel Reina Mercedes, el cuartel de Concha, el Asilo de San José, el convento de los Desamparados, las que junto al Hospital Militar Príncipe Alfonso y al hospital civil daban alojamiento y atención especializada a los miles de hospitalizados que además de las heridas en los combates también estaban afectados por numerosas enfermedades infecciosas entre ellas la fiebre amarilla. Para el 17 de julio existían 500 hospitalizados entre heridos y enfermos. En todos estos sitios diariamente era izada la bandera de la Cruz Roja.

El 20 de mayo de 1902 se declara oficialmente la constitución de la República de Cuba, y en las primeras horas de la mañana llega a Santiago de Cuba, con el propósito de tomar parte en los festejos cerca de 4000 hombres pertenecientes al Ejército Libertador, a las órdenes del brigadier Pedro Ivonet, los cuales fueron alojados en el cuartel Reina Mercedes. No sospechaba el destacado combatiente que una década después, y casi en los mismos días, estaría encerrado en este sitio junto a Evaristo Estenoz y Eugenio Lacoste, líderes de la insurrección de los Independientes de Color.

Al crearse el Tercio Táctico en 1909 por el general Monteagudo, este funcionó en el cuartel Moncada, y tuvo una triste participación durante la tiranía machadista en la represión a las fuerzas revolucionarias, en especial a los obreros los profesionales y los estudiantes.

Durante esta etapa en este sitio otros muchos hechos de trascendencia local o nacional acontecieron. El golpe de estado del 10 de marzo de 1952 de Fulgencio Batista Zaldívar, interrumpió el curso constitucional de la república burguesa; por ello las acciones de repulsa y oposición al cuartelazo y en defensa de la Constitución del 40 no se hicieron esperar, emprendidas en lo fundamental por organizaciones estudiantiles y del pueblo. De manera que, una nutrida representación de las fuerzas vivas locales se presentó en el cuartel Moncada a solicitar armas para combatir a los golpistas y en apoyo al coronel Francisco Álvarez Margolles, jefe del Regimiento 1 Antonio Maceo quien desacató la orden de Columbia, acción que no pasó de la oposición verbal. Sin embargo, esta reacción abonó el terreno para la toma de conciencia y el desarrollo del proceso revolucionario.

El Moncada: De Guiteras a Fidel, un solo ideal

En Oriente se habían iniciado las tres guerras independentistas en el siglo pasado que se habían librado en Cuba, allí se produjeron insurrecciones populares en varios momentos del período republicano —incluso durante la revolución de 1933—, sus montañas eran conocidas por la resistencia armada de los campesinos frente a los latifundistas, y su pueblo se caracterizó siempre por un espíritu de rebeldía, debido a lo cual ese territorio era llamado “el Oriente indómito”

Las décadas del 20 y el 30 se presentaba para Cuba cargada de acontecimientos políticos, que cada vez tomaban mayor definición antimperialista cuya síntesis se concentra en el pensamiento de un grupo de jóvenes de vanguardia como Julio Antonio Mella, Juan Marinello, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras Holmes, quienes convirtieron el pensamiento martiano en un arma transformadora, en un instrumento de transmisión de ideas, de lucha política, revolucionaria. En esta corriente (nacionalista) confluían todas las tendencias empeñadas en preservar la nación cubana y transformarla para el bien común.

Guiteras llevaba dentro el fuego de la pasión revolucionaria que había desencadenado la lucha estudiantil contra la tiranía machadista y desde los albores de los años 30 se convierte en un líder de las masas, y había desarrollado su ideario apegado a la independencia nacional y antimperialista; su teoría se basaba en acabar con la situación que padecían los cubanos mediante la acción armada popular y encontró el ámbito de acción propicio en la ciudad de Santiago de Cuba, donde “todo el elemento oposicionista estaba comprometido con el levantamiento: los nacionalistas, dirigentes menocalistas y mendietistas, la Delegación del Directorio Estudiantil Universitario, y números grupos de estudiantes y trabajadores.

Con la llamada insurrección La Gallinita, planificada para desarrollarse el 11 y 12 de agosto de 1931, Guiteras intentaba realizar un levantamiento armado en Santiago de Cuba que proporcionara dominar puntos estratégicos de la capital oriental, entre ellos el cuartel Moncada, pero aunque se peleó en algunos sitios y grupos de estudiantes y trabajadores lucharon en las calles este plan fracasó.

Un año después, luego de su estancia en la cárcel, Guiteras regresa a Santiago de Cuba con el propósito de poner en práctica todo lo fraguado, con el coronel Justo Cuza y el joven Amador Montes de Oca, José Lorié, José Luis Penabaz, Carlos Forment entre otros, desarrollaron una intensa actividad en toda la provincia de Oriente de manera que en octubre de 1932 fundaron la organización Unión Revolucionaria con Guiteras como jefe máximo, y se dio a la tarea de preparar un gran levantamiento que dejara abierta la guerra civil, para ello se elaboró un plan que contemplaba tomar los principales sitios de la ciudad: el cuartel Moncada, el aeropuerto de San Pedrito, la planta eléctrica, las estaciones de radio y el correo. El alzamiento estaba previsto para el 29 de abril, ese día se realizaron numerosas acciones, sobre todo en San Luis, pero el plan fracasó. Ambas acciones no pudieron concretarse en su totalidad, pero quedaron como un importante antecedente, para los jóvenes que 22 años después asaltaron la fortaleza.

En la vergüenza de los hombres de Cuba se asienta el triunfo de la Revolución Cubana. El centenario del natalicio de José Martí en 1953 marcaba un punto en el devenir de la historia d la patria; era necesario conmemorar ese acontecimiento no sólo con frases huecas de políticos de turno y en mármoles fríos; se necesitaba una acción que transformara el oprobioso estado en que vivían los cubanos, agudizado a partir del golpe del 10 de marzo de 1952. Por ello los jóvenes nuevamente enarbolan las banderas de la lucha, identificados como “Generación del Centenario” e imbuidos en la prédica martiana, eran eco del ayer honroso, cuna de un porvenir mejor que anhelaban una Cuba nueva, limpia de pasados errores y mezquinas ambiciones. Fidel Castro, joven abogado, quien había sido líder estudiantil en la Universidad de La Habana (19461951) y miembro del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), se convierte en el centro de esta pléyade de jóvenes. Después del 10 de marzo, se dio cuenta que el camino al grave problema político y social cubano estaba en la vía de la lucha insurreccional y que se podía combatir contra el Ejército además de que como expresó Fidel a Ignacio Ramonet:

“[…] nos convencimos de que nadie haría nada, de que no habría lucha contra Batista, y de que un montón de grupos que existentes —en los que había mucha gente que militaba en varios a la vez— no estaban preparados ni organizados para llevar a cabo la lucha armada que esperábamos”.

Este grupo de jóvenes, encabezados por Fidel y Abel Santamaría decidió comenzar la lucha en Oriente por su larga historia vinculada a las gestas independentistas, las características geográficas y su lejanía de La Habana. Sobre ese aspecto Fidel en La historia me absolverá señaló:

No se olvide nunca que esta provincia que hoy tiene millón y medio de habitantes, es sin duda la más guerrera y patriótica de Cuba; fue ella la que mantuvo encendida la lucha por la independencia durante treinta años y le dio el mayor tributo de sangre, sacrificio y heroísmo.

Además del cuartel Moncada en Santiago de Cuba estaba previsto la toma del cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, acción a desarrollarse simultáneamente por un centenar de hombres. La determinación del 26 de julio como fecha para el asalto se asentaba en las mismas consideraciones de orden práctico, en primer lugar, que era domingo y en segundo que se efectuaban los carnavales en la ciudad, por lo cual la llegada de tantos jóvenes no levantaría sospechas entre las autoridades.

En la apacible madrugada del domingo 26 de julio de 1953, día de Santa Ana, los trasnochadores que festejaban los carnavales, no imaginaban que un grupo de jóvenes, habían llegado a la indómita y rebelde urbe con el propósito de atacar al cuartel Moncada. Tampoco sospechaban que los festejos se trastocarían, luego de las acciones, en terror, pues la dictadura respondió con una brutal represión y decretó el estado de sitio para la ciudad de Santiago de Cuba, además de la suspensión de las garantías constitucionales.

Existen numerosos libros que se han extendido prolijamente en el análisis de cada uno de los aspectos vinculados al asalto. Resulta incuestionable el valor de estos hombres, inferiores al ejército en número y armas y si bien terminó en una derrota militar, sirvió para mostrar a los cubanos el reinicio de la lucha armada y consolidó una nueva dirección revolucionaria. El Moncada no fue la única amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha victoriosa del pueblo. Trincheras de ideas fueron más poderosas que trincheras de piedras, mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las ideas, y dejó la lección permanente de la perseverancia y el tesón en los propósitos justos.

Como dijera en Indio Naborí:

“la sangre vertida no fue sangre vana”

Frank País tres días después de los acontecimientos, escribe una emotiva carta a Ruth Gaínza, compañera de estudio, residente en Sagua de Tánamo, donde realiza una exhaustiva descripción de los tristes acontecimientos que se habían verificado en la ciudad de Santiago de Cuba que corroboran el crimen cometido por la dictadura:

Después de unas horas de combate se retiraron, dejando pocos muertos pero atrapados en el Hospital Civil a las dos mujeres y unos 17 jóvenes los cuales se rindieron, alguien […] vio cuando los sacaban a culatazos y mataban a algunos a culatazos habiéndose ya rendido y estando desarmados, reconquistaron el Cuartel y los llevaron allí, donde los golpearon […] después alguien vio como los sacaban y los fusilaban sin juicio ni nada, entonces los vistieron de soldados y los hicieron aparecer como muertos en campaña, un verdadero asesinato […] Ayer vieron traer a seis prisioneros y fusilarlos en el cuartel y hacerlos aparecer hoy en los periódicos como que habían muerto en el tiroteo.

De igual modo, el líder estudiantil santiaguero en carta a Elia Frómeta, lega una narración muy importante de los hechos sangrientos acontecidos en los días posteriores, pues por su inquietud juvenil y su ya intensa actividad revolucionaria, se interesa particularmente por el destino de los jóvenes, así resultó testigo presencial del acontecimiento, pues

[…] el domingo por la noche porque me llegué a colar con un grupo que traía un soldado herido, estaban todavía tirados en el suelo, todos llenos de sangre, de balas y de honor, jovencitos algunos, que no tenían ni barba siquiera, uno colgado de un árbol, las piernas al aire y los pies en el suelo, cortados, tirados en el suelo, mientras el cuerpo se bamboleaba en el aire. Era algo horrible y más horrible aún el asesinato que estás cometiendo por esas lomas sin que nadie los vea, asesinos, cobardes.

Después de estos hechos, el general Batista condecoró al Regimiento no. 1 Maceo, con la Cruz de Honor, y como parte de su declaratoria expresaba:

“es una vergüenza y un deshonor para el Ejército haber tenido en el combate tres veces más bajas que los atacantes; hay que mater diez prisioneros por cada soldado muerto […].

Estaba dada la orden; Santiago de Cuba se convirtió en una ciudad ensangrentada y enlutada.

Luego del 26 de julio

Luego del 26 de julio de 1953, el cuartel se convirtió en un “taller de tortura y de muerte”. Cientos de hombres estuvieron encerrados en sus calabozos, acusados de los más disímiles delitos. El reconocido escritor santiaguero José Soler Puig, en su novela Bertillón 166, legó la más dramática y cruda descripción del transcurrir cotidiano del pueblo santiaguero acosado día a día por las redadas policiales y los arrestos.

Los asesinatos ocurridos luego del 30 de diciembre de 1956, cuando en distintas zonas de la ciudad se sintieron las explosiones de petardos. A estas acciones le continuaron una serie de atroces asesinatos que conmocionaron a la sociedad santiaguera, realizados por miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM); fueron ultimados los jóvenes Hugo Alejandro de Dios Soto, Nínive Dross Bataille, José de la Luz Díaz Ruíz, Froilán Guerra Blanco y William Soler Ledea, éste último de sólo 15 años; sus cadáveres aparecieron en diferentes y alejados puntos de la población y mostraban heridas de balas de armas de grueso calibre, además las autopsias revelaron que habían sido golpeados y torturados antes de que recibieran los disparos. Este hecho fue repudiado por numerosas agrupaciones e instituciones civiles locales, quienes reclamaban al general Martín Díaz Tamayo, jefe del Regimiento no. 1 Maceo, el esclarecimiento de los crímenes y el castigo a los culpables.

El 4 de enero de 1957 en manifestación de silencio y dolor se reunieron centenares de madres santiagueras vestidas de negro y con grandes carteles pintados con letras rojas donde pedían el cese de los asesinatos de sus hijos, partieron desde la iglesia de Dolores por varias calles céntricas de la ciudad. Informados de los hechos, desde el cuartel Moncada, partió un grupo de soldados fuertemente armados a reprimir la pacífica manifestación femenina; la ecuanimidad mostrada ante la soldadesca permitió a las damas retirarse poco a poco y algunos grupos visitaron las redacciones de los periódicos “para pronunciarse por el cese de los asesinatos y, al mismo tiempo, expresar su gratitud por la seguridad que recibieron del pueblo santiaguero, así como al comercio de la calle Enramadas, que cerró sus puertas como adhesión a su protesta”.

Las damas pertenecientes al Frente Cívico de Mujeres Cubanas, expresaron en una declaración publicada por el periódico Diario de Cuba y que sintetiza el sentimiento del pueblo cubano:

En nombre de la humanidad y de la civilización protestamos enérgicamente de los horrendos crímenes que se viene cometiendo en nuestra patria, que sufre y se ve bañada en la sangre de sus mejores hijos. Pedimos un alto a la barbarie y el más severo castigo para los monstruos que vienen sembrando el luto y el dolor en tantos hogares cubanos.

El 1 de enero de 1959, casi seis años después del ataque al Moncada, el comandante del Ejército Rebelde, Raúl Castro entró al Moncada; allí les habló a las tropas y por orden de Fidel Castro, conmina a los oficiales a rendirse a las fuerzas rebeldes.

Ese histórico día el Comandante en Jefe habló a toda Cuba desde el histórico parque Céspedes, la actuación del pueblo santiaguero y el civismo mostrado:

Qué distinto, sin embargo, fue en Santiago de Cuba. ¡Qué orden y qué civismo! ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo! Ni un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre arrastrado por las calles, ni un incendio. Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas: a pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada; y a pesar, además, de nuestras declaraciones de esta mañana diciendo que no estábamos de acuerdo con el golpe.Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de Santiago de Cuba […]

El 9 de enero de 1960 Fidel llega al cuartel y desde un tractor comenzó la acción de derribar los muros de la fortaleza, como símbolo de la nueva etapa en la vida de aquel histórico lugar; su intención era entregarlo al pueblo con el noble propósito que sirviera como escuela, con capacidad para 2000 estudiantes:

Temita, ¡mira la obra de tu padre!

El 28 de enero de 1960, día del natalicio del autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, se ponía en práctica uno de los puntos planteados por Fidel en su alegato La historia me Absolverá: la educación para el pueblo se hacia realidad el programa del Moncada; con la inauguración de la Ciudad Escolar 26 de Julio, la cual se le entregó al Ministerio de Educación. Ese día en el polígono del antiguo cuartel se realizó un imponente acto, hermoso y trascendental, con la participación de cientos de niños donde hizo uso de la palabra el entonces presidente de la república Osvaldo Dorticós, quien buscó la génesis y la línea de continuidad “que enlazaba el apostolado martiano a la generación del Centenario”.

Luego discursó el comandante Raúl Castro, ministro de las Fuerzas Armadas, quien apeló a los recuerdos y evocó a José Luis Tassende de las Muñecas, uno de los mártires de la acción, quien antes del ataque le expresó recordando a una niña de seis meses que en una cuna había dejado en La Habana:

“Si muero ocúpate de mi hija”

. A continuación Armando Hart, ministro de Educación y para finalizar el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz quien enfatizaba:

“finalmente, un gobierno revolucionario procedería a la reforma integral de nuestra enseñanza, poniéndola a tono con las iniciativas anteriores, para preparar debidamente a las generaciones que están llamadas a vivir en una patria feliz”.

Leegado patrimonial

Dentro del recinto del otrora cuartel se encuentra emplazado un busto de José Martí, de la autoría del escultor Crispín Herrera y que ocupó sitio preferencial, en una pequeña plazuela frente al edificio del club de Oficiales. La obra, de acentuada influencia cubista, denota una aprehensión del significado de esta personalidad para la historia patria, sobre todo su pensamiento, pues el autor enfatiza de manera exprofesa en el volumen de la cabeza para connotar este hecho. Constituye una vigorosa representación del Apóstol, cercana a las proyecciones de Juan José Sicre y el busto fue montado sobre un granítico pedestal de líneas art decó, donde se puede leer una tarja que tiene inscrito el pensamiento martiano:

“Yo pago bien las deudas del alma”.

Desde el triunfo de la revolución hubo un interés por conservar los lugares vinculados a la última etapa de lucha por la independencia como marcas de un proceso recién concluido, pero que resulta trascendente. Labor encomiable en este sentido la realizada por la heroína Celia Sánchez Manduley en la recuperación y conservación de toda la papelería emitida o recibida en la Sierra Maestra por Fidel Castro; de igual modo las acciones desarrolladas por Antonio Núñez Jiménez, como presidente de la Comisión Nacional de Monumentos y de Arturo Duque de Estrada su homólogo en Santiago de Cuba. En 1967, se inaugura el Museo 26 de Julio en la parte correspondiente a la posta 3.

Como parte de las acciones para devolver la originalidad a la construcción, y por decisión del comandante Juan Almeida Bosque en 1973, se proyectó un plan de acciones constructivas en lo que se denomina hoy área monumental 26 de Julio. Uno de los aspectos de mayor trascendencia, fue la restitución de los antiguos muros de la otrora fortaleza, garitas y muros almenados, con el objetivo, según puntualizaba Arturo Duque de Estrada:

“de dejar constancia para las generaciones futuras del modo en que los soldados se amurallaban contra el pueblo”.

En ese mismo proceso, se le devolvió el color original – amarillo cuartel – y el impacto de las balas en el ala correspondiente a la posta 3. Constituye ésta, la primera gran acción de conservación y/o restauración desarrollada en este significativo ámbito, que implicó una efervescencia constructiva inusitada y que se extendió hacia toda la ciudad.

El 10 de octubre de 1978, en uso de las facultades conferidas por el inciso c) del artículo 4 de la Ley No, 2 de 4 de agosto de 1977, la Comisión Nacional de Monumentos, presidida por el Dr. Antonio Núñez Jiménez, declara Monumentos Nacionales a 57 sitios, 8 de ellos enclavados en la recién constituida provincia Santiago de Cuba, entre los cuales se encontraba el antiguo cuartel Moncada. Esta actuación tenía el propósito fundamental de “conducir al desarrollo de la conciencia del pueblo de Cuba para el cuidado de la arquitectura histórica”.

El 26 de julio de 1979, en el contexto del asalto simbólico al cuartel por cientos de pioneros vanguardias de todo el país, se efectuó el acto oficial de declaración del cuartel Moncada y la Granjita Siboney como Monumentos Nacionales. En la Resolución de declaratoria del sitio, se dejaba constancia de que el Moncada “fue escenario de la acción inicial que permitió librar la lucha definitiva del pueblo cubano por alcanzar su verdadera soberanía e independencia y donde los jóvenes obreros, campesinos y estudiantes que ofrendaron allí la vida heroicamente, escribieron una página gloriosa en la historia de la patria”. Esta categoría, condicionaba a que se profundizara en el conocimiento, preservación y conservación de ese valioso monumento, parte significativa del patrimonio de la ciudad de Santiago de Cuba.

Desde entonces ha sido objeto permanente de mantenimiento, conservación y rehabilitación, pues ha devenido un entorno de alto valor patrimonial y de identidad de los santiagueros y de la nación cubana y resulta sitio de visita obligada para todos quienes desean conocer la historia de Santiago de Cuba y de Cuba en general.

Véase también

Fuentes

  • Bacardí Moreau, Emilio: Crónicas de Santiago de Cuba, Tipografía Arroyo y Hermanos, Santiago de Cuba, 1923.
  • Blanco Castiñeira, Katiuska: Fidel Castro Ruz guerrillero del tiempo, primera parte, t. II, Ediciones Abril, La Habana, 2011.
  • Buch López, Ernesto: Santiago de Cuba: Ciudad de heroísmo y leyenda, Editorial Lex, La Habana, 1947.
  • Camacho Albert, René: “Terminan restauración parcial del antiguo cuartel Moncada”, en Sierra Maestra, 18 de julio de 1973.
  • Castro Ruz Fidel: La historia me Absolverá, edición anotada Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1993.
  • Colectivo de Autores: Síntesis histórica provincial Santiago de Cuba, Editora Historia, La Habana, 2011.
  • Colectivo de autores: Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, primera parte (1510 – 1868), tomo 1, biografías, Centro de Estudios Militares, Ediciones Verde Olivo, La Habana, 2001.
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