Linfangitis ulcerosa de los équidos

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Linfangitis ulcerosa de los équidos.
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Inflamación progresiva de los vasos linfáticos subcutáneos, que propende a formar nódulos y úlceras.

Linfangitis ulcerosa de los équidos: es una enfermedad crónica de los équidos, en el curso de la cual, generalmente sin participación de los ganglios linfáticos regionales, aparece una inflamación progresiva de los vasos linfáticos subcutáneos, que propende a formar nódulos y úlceras.

Historia

La enfermedad fue descrita y separada del muermo, primeramente por NOCARD (1892), quien conceptuó como agente patógeno de la misma el Bacterium pseudos.


Ubicación

Hasta el principio de la Primera Guerra Mundial, sólo era conocida en Europa, en Francia e Italia, adonde había sido importada repetidamente del norte de África. Durante la Primera Guerra Mundial se diagnosticó frecuentemente en los diferentes países. Terminada la guerra, se hizo mucho más rara, pero, esporádicamente, se presenta en todo el Continente y asimismo en Inglaterra y Norteamérica.

Etiología

El agente patógeno clásico de la enfermedad es el Bacterium pseudotuberculosis ovis. Se halla en los nódulos cutáneos y en el pus de las úlceras. Las investigaciones bacteriológicas efectuadas particularmente durante la Primera Guerra Mundial, dieron resultados que conmovieron las ideas anteriores acerca de la unidad etiológica de la linfangitis ulcerosa, pues varios investigadores, en vez de la de PREISZ y NOCARD, hallaron otras bacterias en los productos morbosos de casos clínicamente de linfangitis ulcerosa.

Infección natural

La enfermedad no suele transmitirse directamente de un animal a otro, sino que los agentes patógenos, probablemente desde el suelo, desde el estiércol o desde las camas, llegan a los espacios linfáticos de la dermis y del tejido subcutáneo, por faltas de continuidad de la piel, generalmente de los menudillos de los miembros pélvicos. Al parecer, se multiplican en los tejidos muy poco a poco y también se propagan muy lentamente a lo largo de los vasos linfáticos.

Síntomas

Con dolor moderado e hinchazón difusa de uno o de ambos miembros pélvicos, brotan, primero, en el menudillo o no lejos del menudillo, nódulos dolorosos, pequeños y bien circunscritos. Más tarde se abren y transforman en úlceras redondeadas o irregulares, de fondo blancogris o grisamarillo y bordes sinuosos, roídos, mas no dirigidos hacia fuera, que segregan un humor, al principio, cremoso, más tarde líquido claro, purulento y, a veces, también sanguinolento. Poco a poco, las úlceras curan con moderada granulación y dejan cicatrices nudosas. Al propio tiempo, enferman los vasos linfáticos eferentes. Se hinchan hasta el grosor de un dedo, formando cordones moderadamente dolorosos, de consistencia pastosa y, a lo largo de ellos, van brotando nuevos nódulos que originan abscesos y úlceras. Así se puede prolongar el padecimiento durante meses, máxime porque, a las veces, pasa de los miembros posteriores a los anteriores, al tronco, al cuello y aun a la parte facial de la cabeza. En los casos mortales contribuyen a empeorar la enfermedad las metástasis en los órganos internos, en particular los riñones y pulmones. Los ganglios linfáticos a cuya zona radicular corresponden los puntos ulcerados, pueden muy bien hincharse, a veces, pero, generalmente, no presentan induración alguna ni la menor supuración.

Curso

El de la enfermedad es crónico siempre, aunque, ya benigno, ya maligno. En las zonas templadas, con frecuencia curan incluso casos con úlceras y nódulos numerosos; en cambio, en los trópicos, la enfermedad sigue curso maligno, sobre todo en asmos. Además, en la evolución de la enfermedad influye también la estación del año, ya que pueden alternar notables mejorías en los meses de verano, con agravaciones cuando el tiempo es húmedo y frío.

Diagnóstico

La linfangitis ulcerosa puede confundirse con el muermo cutáneo y con la linfangitis epizoótica. Pero se distingue del muermo cutáneo, porque las úlceras de la linfangitis ulcerosa segregan un líquido que no es purulento ni forma hebra y, además, porque ofrecen clara propensión a curar por medio de tejido de granulación y porque no están duros los ganglios linfáticos ni enferma la mucosa nasal ni resultan positivas las pruebas inmubiológicas del muermo. La linfangitis epizoótica suele ser más maligna que la ulcerosa y, además, en aquélla el exceso de tejido de granulación formado sobresale de la úlcera en forma de fungosidades; los ganglios linfáticos de la región suelen hincharse mucho y, a veces, supurar, y en el pus de los nódulos y úlceras el microscopio descubre los criptococos productores de la enfermedad.

Tratamiento

La incisión de los nódulos y el tratamiento antiséptico de las úlceras facilitan el proceso de curación. El tratamiento cura casos leves, pero no puede impedir el progreso de los pertinaces. En éstos podrá ensayarse la pioterapia, recomendada por BRIDRÉ, mas este tratamiento es también juzgado muy diversamente. También podrán ensayarse baños calientes, fomentos y pomadas resolutivas (SIEGEL). Y en todos los casos deberá facilitarse a los enfermos reposo y alimentación suficiente, pues contribuyen a la curación natural.

Fuente

  • Libro de texto Patología y Terapéutica Especiales de los Animales Doméstico por Dr. Rudolf Manninger y Dr. Johannes Mochis