Ruperto Jay Matamoros

Plantilla:Personaje artísticoRuperto Jay Matamoros. Considerado desde los años cuarenta uno de los máximos representantes de la pintura popular en Cuba. Fue el único sobreviviente de la primera exposición del Estudio Libre de Pintura y Escultura 1973, con la que comienza su fecunda trayectoria artística.

Después del triunfo de la Revolución

A partir del triunfo de la Revolución, su obra gana un merecido reconocimiento tanto en exposiciones nacionales como en el extranjero. Jay Matamoros deviene figura emblemática de la pintura popular cubana con una indiscutible proyección internacional respaldada por elogios de la crítica especializada, tiene más de sesenta años dedicados con pasión y amor a la pintura sobre todo al desarrollo del paisaje donde se muestra su arraigo indiscutible al campo cubano. También ha trabajado otros temas como paisajes urbanos y costeros, temas históricos y retratos.

Obras suyas se encuentran en Rusia, Canadá, Inglaterra, Bulgaria, Italia, Francia, Estados Unidos, Suiza, Polonia, Venezuela y otros países, así como el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, el Museo Ignacio Agramante de Camagüey, el Palacio de la Revolución, UNEAC, el Ministerio de Cultura, el Banco Nacional de Cuba, el ICRT, así como embajadas y otras instituciones.

Esta nominación pretende respaldar la importancia que ha alcanzado la pintura popular en nuestro país y la legitimación internacional que ha obtenido esta expresión, cuyos practicantes desde hace tiempo han dejado de ser "creadores al margen".

Universo pictórico

Fue considerado desde los años cuarenta uno de los máximos representantes de la pintura naif en Cuba. Puede decirse que su fecunda trayectoria artística comienza en 1938 a partir de la primera exposición del Estudio Libre de Pintura y Escultura, esa insólita aventura fundada por Eduardo Abela, Rita Longa, René Portocarrero y Domingo Ravenet en un intento por democratizar la enseñanza artística.

Ciertamente, allí adquirió Jay Matamoros algunas nociones académicas, pero los hoy grandes maestros de la plástica cubana advirtieron en él vocación y altura, además de que alentaron su talento intuitivo. Mi escuela es la naturaleza, afirmó en 2000, cuando recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas, el más alto honor que se le confiere a un artista de la plástica cubano. Es así que en su larga vida como pintor desarrolla, con pasión y amor, el paisaje del campo cubano, aunque sin dejar de trabajar paisajes urbanos y costeros, retratos y temas históricos. Sería a partir de 1959, con el triunfo de la Revolución, que su obra es verdaderamente respetada y considerada, y deviene, sin duda, figura emblemática de la pintura naif cubana. Lo respaldan la crítica especializada, su proyección nacional e internacional.

Una extensa relación de exposiciones, en la Isla y el extranjero, avalan esa posición. Jay Matamoros, por ejemplo, fue invitado a la I Bienal de La Habana en 1984, y sus obras fueron vistas en Roma y Bratislava; en la Bienal de Grenoble, en Francia; en la Exposición Pintores Primitivos, en la Galería de La Habana; en Budapest, Hungría; y Estocolmo, Suecia. Siempre dentro del grupo de pintores primitivos se suma a exposiciones colectivas en el Palacio de Bellas Artes de México, o en la Galería Amelia Peláez del Parque Lenin. Para 1987, el Museo Nacional de Bellas Artes prepara una exposición antológica, con motivo del aniversario 75 del artista, y luego se reiteraría en 2000 al recibir el Premio Nacional. Precisamente a partir de la curaduría de esa exhibición, tradicional reconocimiento al creador galardonado, puede hablarse, conocerse, apreciarse en pleno, la personal obra de Ruperto Jay Matamoros. Su pintura naif, es decir ingenua, instintiva, no agota ni se limita a esos términos, pues en su creación el artista transmite no sólo un lirismo muy personal y la transferencia de sus vivencias rurales, sino un sentido raigal de la identidad, imposible de reducir a estereotipos iconográficos.

Es así que tras su original fantasía se imbrican complejas vivencias sociológicas y personales, y tras la aparente sencillez de la composición, y la placidez de sus paisajes se transpira un discurso plástico no tan naif. Distintivo en su arte es una delicada gracia, el empleo del color asociado a sus referentes reales, rojos vivísimos, verdes puros, y la intensidad de la luz del trópico. Sus óleos transmiten una perenne y creíble quietud proveniente de una pretendida candidez, desmentida, digámoslo así, por su imaginación.
En Cuba, a contracorriente de cómo la crítica especializada internacional juzga a los pintores naif, término a veces peyorativamente utilizado, Ruperto Jay Matamoros recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas.

Muerte

Murió en La Habana a los 95 años de edad. La pintura cubana perdió a uno de los más representativos exponentes del llamado arte ingenuo o naif.

Fuente