Río Almendares
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Río Almendares. Nace en las lomas de Tapaste, corre de este a oeste hasta los manantiales de Vento y desemboca en La Chorrera, al oeste de la ciudad de La Habana. Los aborígenes le decían Casiguagua y los primeros españoles lo bautizaron La Chorrera. En honor al Obispo de La Habana, Enrique Almendaris, se le dio nombre definitivo de Almendares.
Sumario
Historia
Es una recopilación de datos históricos y de interés general que muestran la importancia del río Almendares en la fundación de la La Habana, capital de Cuba.
El origen del nombre del río Almendares proviene de un Obispo nombrado Almendaris que había llegado a Cuba gravemente enfermo y lo llevaron a residir al lugar conocido hoy Puentes Grandes, bañado por el río La Chorrera, así llamado por unas pequeñas cascadas o caídas de agua allí existente.
Este antiguo río La Chorrera tomo el nombre de río Almendares por la permanencia del obispo de mareas en las márgenes de dicha corriente fluvial
Fue la costa este de su desembocadura, llamada La Chorrera, el segundo asiento de la Villa de San Cristóbal de La Habana. Después se trasladó la futura capital a la orilla interior al oeste de la bahía, a unos cuatro kilómetros. Tiempo después se estableció un pequeño caserío en esta misma localidad el cual se encontraba bajo la jurisdicción del Puentes Grandes.
En el Siglo XVII se edificó un fortín, llamado el Torreón de La Chorrera, sirviendo junto con el de Cojímar como extensión de las fortalezas de La Habana. Este torreón desempeño una función más activa que el de Cojímar ya que a la desembocadura del Almendares acudían los Piratas y Corsarios para hacerse de agua dulce. Cuando la Toma de La Habana por los ingleses, en 1762, el torreón original fue destruido, después se reconstruyó en el que aun se mantiene.
Origen y curso
El Almendares comenzó a formarse hace alrededor de doce millones de años, según cálculos y estudios de geólogos y profesores cubanos y extranjeros; el río se origina principalmente en las Lomas de Tapaste , sobre todo en la Peregrina y la del Gallo de las que bajan numerosos arroyos y cañadas que dan inicio a un caudal. El curso del río es de Este a Oeste y corre a lo largo del gran sinclinal que se encuentra casi al centro y un poco al norte de la provincia de La Habana. Al llegar a la zona de Vento se dirige al Norte para desaguar al Oeste de la Bahía de la Habana. Las Rocas de la cuenca son calizas correspondientes al período geológico del Pos-Mioceno.
El río se encuentra en la etapa de la madurez, como lo demuestra los meandros de su cauce, que se puede observar perfectamente en la zona de Managua a Calabazar. Lo mismo puede comprobarse en el tramo de la antigua cervecería Polar en la desembocadura. Hay algunas partes del río que se han rejuvenecido recomenzando una etapa de mayor actividad en sus aguas y en que la erosión vertical se hace más notable. Este "rejuvenecimiento" es producto del levantamiento de los estragos rocosos de la región por movimientos tectónicos que tuvieron lugar en etapas geológicas anteriores.
En los planos aluviales formados por inundaciones en que el material terreo se ha ido acumulando por milenios, hay algún doblamiento. Son agentes que han vivido del río, realizando diferentes labores de pesca, siembra y transporte. La zona en que está enclavado el Parque Metropolitano es precisamente un gran plano fluvial formado por deposición.
Debajo de la Cuenca del Almendares hay un gran caudal de agua subterránea que corre también de este a oeste, se mueve formando numerosos raudales. Está agua es de gran calidad y su Temperatura media es de 25.5 C es constante lo que demuestra que no recibe filtraciones de aguas superficiales garantizando su pureza. Algunos manantiales que existen en la zona de Calabazar proceden de estas aguas subterráneas.
Ubicación geográfica
Río de la vertiente norte que nace en las lomas de Tapaste, corre de este a oeste hasta los manantiales de Vento y desemboca en La Chorrera, al oeste de la ciudad de La Habana.
Características
Los aborígenes le decían Casiguagua y los primeros españoles lo bautizaron La Chorrera.. Fertiliza tierras de los municipios de Santiago de las Vegas, Guanabacoa, Marianao y La Habana. Mide aproximadamente 45 kilómetros y forma el hermoso valle de su mismo nombre.
Influencia en la expansión de La Habana
El habanero se olvida a menudo del Almendares. El Vedado nunca lo reconoció como parte suya. Sin embargo, ese río es uno de los símbolos de la ciudad de la Habana y parte entrañable de su identidad.
El Almendares ha sido vital para la Habana cuando la villa primitiva salió de la costa sur y vino a la del norte, encontró asiento en sus inmediaciones juntamente en La Chorrera.
El río fue uno de los caminos hacia el interior de la campiña habanera y en sus inmediaciones proliferaron vegas de Tabaco, haciendas y cortes en Madera, Ingenios azucareros y otras Industrias que contribuyeron a fomentar las riquezas de la Habana de ayer y de anteayer. Dio su agua a la ciudad.
Desde el Almendares llegó El agua gracias a la Zanja Real que empezó a construirse en 1566 y se terminó en 1592, en sus comienzos la obra estuvo a cargo de Francisco de Calona maestro mayor de la Fortaleza de la Real Fuerza pero a partir de 1589 la Construcción se confió al ingeniero romano Juan Bautista Antonelli, el mismo del Castillo del Morro y del Castillo la Punta y a su sobrino, el también ingeniero Cristóbal de Rodas Antonelli.
El agua corría desde el sitio donde se represaba hasta lo que después fue la Plaza de la Catedral. Pasaba cerca del camino de San Antonio Chiquito y al pie de la Loma de Aróstegui - Castillo del Príncipe, seguía por la Calle Zanja hasta Villanueva y por la Calle Dragones hasta Monserrate buscaba la esquina de Teniente Rey y Compostela y luego las esquinas de Obispo y Habana y O`Reilly y Aguiar y llegaba al Callejón del Ahorro donde los vecinos la tomaban del boquerón abierto en un muro.
La Zanja descargaba 70 000 m cúbicos de agua diarios y de ellos 20 000 eran los que recibía la ciudad pues el resto quedaba en el camino para el regadío de los campos adyacentes.
Durante 243 años (1592-1835) fue la Zanja Real el único acueducto que abasteció a la Ciudad de La Habana y todavía está en uso, trayendo agua para regadío y fines industriales, por lo que lleva más de 370 años de servicio a la ciudad. Escribía el Historiador Emilio Roig en 1964.
Cambio de nombre
Vento y Río Cristal
Inmediatamente después de Calabazar lo más interesante es la zona de Vento donde el río comienza su recorrido hacía el norte, en busca del mar. Ahí se encuentran manantiales de finísimas aguas dichas aguas se almacenan en la famosa Taza de Vento y es conducida después por gravedad a través de canales y de gruesa tubería hasta la ciudad. Este es el famoso Acueducto de Albear, construido por el ingeniero Francisco de Albear y cuyas obras fueron terminadas definitivamente en 1893.
El acueducto es una notable obra de Ingeniería Hidráulica. Impresiona sobre manera la solides y fortaleza de la construcción. El canal y los gruesos tubos conductores cruzan por debajo del río a través de un amplio túnel. Parte de la Habana aún se surte de está agua. Un poco más allá de Vento está Río Cristal un antiguo restaurante campestre construido en un viejo barracón de Esclavos y que fue totalmente remozado y embellecido.
En la zona de Loma de Tierra los vecinos al río le llaman Jicotea y en la región de Managua los vecinos de la localidad afirman que el río que se contempla era la Chorrera pues el Almendares "queda para allá", es decir en la Habana. Esto hace recordar que el nombre de Casiguaguas que eran como lo llamaban nuestros aborígenes, Alejandro de Humboldt en su obra "Ensayo Político sobre la Isla de Cuba" lo denomina "Río Almendares" o "Chorrera"
Hacia el mar
Ya al final de la desembocadura y como una antigua reliquia se encuentra el fuerte del Torreón de la Chorrera, fue construido en los tiempos del gobernador Álvaro de Luna por temor a un ataque de la escuadra Holandesa. El pequeño fuerte tiene 80 pies cuadrados de base y cuarenta de altura y en esa época estaba artillado con 11 cañones; seis podían disparar desde una altura de 20 pies y cinco lo hacían desde la parte de arriba. Está rodeado de un foso y se penetra en el a través de un puente levadizo su verdadero nombre es el de Santa Dorotea de Luna.
Al final de su viaje hacia el mar, el río es una gran belleza y se desliza suavemente. Es también la zona más urbanizada la ciudad lo ha ido abrazando armoniosamente en su crecimiento.
De aquel fuerte y caudaloso Chorrera como decían nuestros primeros cronistas queda el apacible y pintoresco Almendares cargado de la larga historia habanera. Ha sido a través del Tiempo, como un mudo testigo de grandes cambios sociales, desde los duros días de la Colonia y la Esclavitud hasta el feliz presente.
En 1544 el gobernador de la Isla, Juan Dávila, pedía autorización al Rey de España para llevar las aguas de La Chorrera hasta la naciente ciudad. Luego de 33 años se terminaba la Zanja Real, considerada el más antiguo acueducto de América Latina, aunque no es hasta 1592 que el ingeniero Juan Bautista de Antonelli, famoso constructor del Morro, completa la represa del Husillo para encauzar las aguas por esa zanja que abastecería a La Habana durante 243 años. Otros cuatro acueductos se sumarían para satisfacer las necesidades de expansión y desarrollo urbanos: el Fernando VII y el de Vento, construidos en 1835 y 1859 respectivamente; el del puente de Calabazar y la nombrada Nueva Taza de Vento, que empezó a prestar Servicios en 1926.
Durante todo ese tiempo las márgenes del río fueron deforestadas para construir Fábricas y Embalses. Así, la Industria que creció a su sombra, se convirtió en su sombra. La Sociedad pagó al Almendares haciéndolo casi irrespirable. De sus márgenes se tomaron muestras de Bambú para el bombillo incandescente de Edison, uno de los más trascendentales sucesos de La ciencia moderna.
Revertimiento de la contaminación
«Las aguas del Almendares antes de que el hombre moderno ocupara su cuenca eran puras y cristalinas. Hoy grandes trechos de su curso son verdaderas cloacas, sucias, pestilentes y altamente contaminadas», así fotografiaba el fallecido doctor Antonio Núñez Jiménez, diez años atrás, el cauce del río más importante de La Habana.
De entonces acá, el Almendares sigue bastante contaminado; sin embargo, el continuo deterioro a que parecía condenado se ha detenido. El daño ha empezado a revertirse, lentamente, pero de manera firme, según políticas gubernamentales de larga data que han permitido ordenar estrategias de manejo que devuelvan al río su calidad.
Hace una década, el sabio y naturalista cubano dirigió un grupo de científicos que se enrolaron en una expedición a lo largo del principal río de la Habana, desde su nacimiento hasta su desembocadura, como parte de una decena de iniciativas similares en Cuba y el Caribe.
Luego convocó a la Mesa Redonda Río Almendares S.O.S., en la que lo acompañó el comandante Jesús Montané Oropesa, como una forma de alerta ecológica y de establecer un espacio de intercambio para la búsqueda de soluciones ambientales, entre otros objetivos.
Río Almendares S.O.S. Diez años después, es el taller que durante esta semana se celebra a instancias de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre y el Parque Metropolitano de La Habana, en áreas de este último.
Expertos y directivos de entidades estatales, centros de investigación y universidades han informado en sus presentaciones de los resultados de los últimos años, entre los que se incluye un mayor conocimiento científico y multidisciplinario de la cuenca Almendares-Vento.
También se ha producido una reducción en la contaminación del río y, por consiguiente, la mejora de la calidad de sus aguas, la reforestación de su faja hidrorreguladora y áreas aledañas, y el crecimiento de la Educación ambiental entre las comunidades asentadas en sus márgenes, entre otros éxitos.
El ingeniero Juan Mario Junco, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, expuso los trabajos que se acometen hoy en varias zonas de la capital, como El Cotorro, para el manejo de las aguas negras de unos 400 000 habitantes de la ciudad, y que implicará, en un futuro cercano, construir o mejorar varias plantas de tratamiento de residuales.