Eliptocitosis congénita

Eliptocitosis congénita
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Concepto:Forma anormal de los glóbulos rojos provocando anemia.

Eliptocitosis congénita. La eliptocitosis congénita (EC) es, aparentemente, menos frecuente que la esferocitosis hereditaria ya que, probablemente, posee un mayor número de formas asintomáticas. No obstante, hoy en día se sabe que es prevalente en áreas de paludismo endémico, presente o pasado, donde puede llegar a afectar al 1% de la población.

Etiología y patogenia

La EC se transmite con carácter autosómico dominante y en su forma más habitual se caracteriza por la presencia de ovalocitos y eliptocitos circulantes en proporción generalmente superior al 25%, con escasa expresividad clínica. Al igual que en la EH, su penetrancia génetica variable explica que en muchos casos el diagnóstico sea difícil, especialmente cuando el único criterio que se dispone es el examen de la morfología eritrocitaria. Se conocen tres defectos proteicos del esqueleto de membrana que pueden originar la enfermedad por desestabilización del mismo: déficit de espectrina, de proteína 4.1 o de glucoproteína C.

Cuadro clínico

La eliptocitosis congénita puede clasificarse en tres grupos (común, esferocítica y estomatocítica) que incluyen diferentes formas clínicas de la enfermedad. La más frecuente es eliptocitosis común asintomática (87% de los casos), seguida de la asociada a anemia hemolítica crónica de poca intensidad (12% de los casos). El 1% restante comprende formas clínicas más graves, entre las que destaca la piropoiquilocitosis congénita (PPC).

La PPC cursa prácticamente siempre con hemólisis neonatal generalmente intensa y acompañada de una marcada alteración de la morfología eritrocitaria (anisocitosis, pilocromasia, punteado basófilo, poliquilocitosis con abundantes dacriocitos, microesferocitos y eritrocitos fragmentados o esquistocitos). La abundancia de esferocitos y microesferocitos hace que muchas veces la PPC sea confundida con la EH, pero se diferencia de ella en la frecuencia del inicio neonatal y en su presentación clínica mucho más grave. Un estudio familiar puede, en estos casos, facilitar el diagnóstico. Pasados los 6 meses de edad, la mejoría del cuadro clínico y la negatividad de la ROE y PLGA permiten descartar definitivamente la EH.

Diagnóstico

El diagnóstico de la forma común de EC se basa, prácticamente de forma exclusiva, en el examen morfológico de los eritrocitos circulantes en el paciente y sus familiares. Por ello resulta aquí tan importante el que la extensión de sangre y su correspondiente tinción sean de la máxima calidad, ya que, a diferencia de la EH, la demostración de ovalocitos y eliptocitos constituye el único criterio diagnóstico.

Debe señalarse que al igual que los esferocitos, los eliptocitos presentan una marcada disminución de la deformidad y los pocos laboratorios de hematología dotados de un ektacitómetro poseen una herramienta de indudable valor diagnóstico. A diferencia de la EH, los valores de CCMH y la presencia de eritrocitos hipercromos carecen de valor porque aquí predominan los eritrocitos fragmentados y con escaso contenido en hemoglobina. Debe señalarse también que estas alteraciones sólo se observan en las formas graves y que los portadores asintomáticos presentan una morfología eritrocitaria completamente normal.

En la interpretación del examen morfológico de la extensión de sangre debe tenerse siempre presente el porcentaje de ovalocitos observados ya que su mera presencia no es exclusiva de esta enfermedad. Así pueden observarse también en otras anemias diversas como, por ejemplo, la ferropénica, megaloblástica, talasemias y las diseritropoyéticas (congénitas y adquiridas). La única forma de eliptocitosis para la cual existe una prueba diagnóstica de gran valor es la PPC. En la PPC la membrana eritrocitaria es muy sensible al calor, por lo que este defecto puede ponerse fácilmente de manifiesto mediante la llamada prueba de la fragmentación térmica eritrocitaria. Esta prueba consiste en cuantificar el grado de fragmentación de los eritrocitos cuando se incuban a 46 y 49 ºC durante 30 y 60 min para cada temperatura.

Finalmente, al igual que en la EH, otro criterio diagnóstico de gran valor es la electroforesis de las proteínas del esqueleto de la membrana eritrocitaria y su cuantificación por densitometría o análisis de imagen computarizada. Finalmente, la biología molecular y la utilización de técnicas de PCR, SSCP y secuenciación del gen de la espectrina o de la proteína 4.1 permiten, en última instancia, identificar la mutación implicada en el defecto proteico.

Tratamiento

Al igual que en la EH, la esplenectomía puede ser parcialmente eficaz, especialmente en los pacientes con anemia crónica muy intensa o con esplenomegalia gigante.

Fuente

• Ciril Ferreras Rozman, Medicina Interna, Ediciones Harcourt, 14 Edición, 2000.

• Delamore IW, ed. Multiple Myeloma and other Paraproteinaemias. Edimburgo, Churchill Livingstone, 1986.

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• Freireich EJ, Kantarjian HM. Medical management of hematological malignant diseases. Marcel Dekker Inc., 1998.

• Harris N, Jaffe ES, Stein K, Banks PM, Chan JKC, Cleary M et al. A revised European-American classification of lymphoid neoplasms: A proposal from the International Lymphoma Study Group. Blood 1994; 84:1361-1392.