Etiqueta de sandalia del rey Den (Egipto, 2985 a. n. e.)

Etiqueta de sandalia del rey Den
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Etiqueta de marfil de hipopótamo, encontrada en Abidos (cerca de Luxor), Egipto, hacia 2.985 a. n. e.

Etiqueta de sandalia del rey Den. Esta pequeña placa de marfil es una etiqueta de identificación de un faraón egipcio, hecha para acompañarle en su viaje al más allá, le identificaría ante aquellos con quienes se reuniría. Fue encontrada en Abidos (cerca de Luxor), Egipto, hacia 2.985 a. n. e.

Descripción

El objeto está relacionado con el río más famoso de todos, el Nilo. Proviene del Egipto de los faraones, donde la respuesta a la cuestión de cómo ejercer el mando y el control estatal sobre una gran población fue bastante sencilla: la fuerza.

Etiqueta de sandalia del rey Den

Es un objeto que procede, literalmente, del fango del Nilo. Está hecho de colmillo de hipopótamo, y perteneció a uno de los primeros faraones de Egipto, el rey Den. Contra toda lógica para un objeto que va a permitir explorar el poder a una escala enorme, resulta diminuto. Es un cuadrado de unos 5 centímetros, muy fino, y recuerda un poco a una moderna tarjeta de visita. De hecho, es una etiqueta que estuvo atada a un par de zapatos. Lo sabemos porque en una de sus caras aparece un dibujo de dichos zapatos. Esta pequeña placa de marfil es una etiqueta de identificación de un faraón egipcio, hecha para acompañarle en su viaje al más allá, una etiqueta que le identificaría ante aquellos con quienes se encontrara. Esto ha permitido acercarnos de manera inmediata a los primeros reyes de Egipto, gobernantes, en torno a 3000 a. n e., de una nueva clase de civilización que produciría algunas de las mayores muestras de arte y de arquitectura monumental jamás creadas.

El equivalente moderno más cercano para comparar esta etiqueta es la tarjeta de identificación que la gente que trabaja en algunas empresas tiene que llevar colgada del cuello para pasar los controles de seguridad, aunque no resulte del todo claro quién iba a leer aquellas etiquetas egipcias, si estaban destinadas a los dioses de ultratumba o quizá a posibles criados fantasmales que pudieran sentirse desorientados. En cuanto a los dibujos, están hechos rayando el marfil y luego frotando las incisiones con una resina negra, con lo que se crea un maravilloso contraste entre el negro del dibujo y el color crema del marfil.

En el otro lado de la etiqueta aparece una imagen del dueño de las sandalias, ataviado con un tocado real, con una maza en una mano y un látigo en la otra. El rey Den está combatiendo, golpeando con autoridad a un enemigo encogido de miedo a sus pies. Obviamente, lo primero que uno busca en la imagen son sus sandalias, pero, de manera decepcionante, resulta que está descalzo.

El Rey Den

Antes de los primeros faraones, Egipto era un país dividido, escindido entre la franja costera este-oeste del delta del Nilo, a orillas del Mediterráneo y el conjunto de asentamientos norte-sur que seguían el curso del propio río. Dado que el Nilo se desbordaba todos los años, las cosechas eran abundantes, de modo que había bastante alimento para una población en rápido crecimiento y con frecuencia, también excedentes con los que comerciar.

Con todo, no había absolutamente ninguna otra tierra fértil más allá de la zona aluvial, y, como resultado, la población, cada vez más numerosa, se disputaba encarnizadamente aquella cantidad limitada de tierra. Los conflictos se sucedían uno tras otro, y a la larga el delta acabó siendo conquistado por las gentes del sur, poco antes de 3.000 a. n e.

Este Egipto, ahora unificado, fue una de las sociedades más antiguas que podemos concebir como un Estado en el sentido moderno, y, como uno de sus primeros líderes, el rey Den hubo de abordar todos los problemas de control y coordinación que todo Estado moderno tiene que afrontar hoy en día. Uno no esperaría descubrir cómo lo hizo por la etiqueta de sus zapatos, pero las sandalias de Den no eran unos zapatos normales y corrientes. Eran objetos de un estatus elevado, y el Encargado de las Sandalias era uno de los altos funcionarios de la corte. No resulta sorprendente, que al dorso de la etiqueta aparezca una manifiesta declaración de cómo este faraón ejerció el poder, ni tampoco, que el eco del modelo que se desarrolló en el Egipto de Den hace 5000 años resuene todavía hoy con asombrosa fuerza.

Esa pequeña etiqueta es la primera representación de un gobernante en esta nuestra historia de la humanidad. Resulta llamativo y quizá también un poco desalentador, que ya desde el primer momento el gobernante quisiera ser representado como un comandante en jefe, victorioso ante su enemigo. Es así como, desde los tiempos más antiguos, el poder se ha proyectado a través de imágenes. Y esta tiene algo inquietantemente familiar: en sus formas simplificadas y su calculada manipulación de la escala, evoca misteriosamente una viñeta política contemporánea.

La etiqueta de la sandalia de Den es una clase magistral en miniatura sobre la perdurable política del poder.

Fuente