Fernando Fornaris y Céspedes

Fernando Fornaris
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Prócer bayamés, abogado y escritor.
NombreFernando Fornaris y Céspedes
Nacimiento6 de junio de 1834
Bayamo, Granma, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimientoabril de 1875
Cuba, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
OcupaciónAbogado y escritor

Fernando Fornaris y Céspedes. Uno de los grandes hombres de Bayamo, que lo dio todo por la independencia y la libertad de su patria, fue abogado y escritor. Apenas se habla de él aunque sacrificó todo sus bienes en el áspero camino de la guerra sucumbiendo mártir de sus ideas.

Síntesis biográfica

Inicios

Nació en Bayamo, el 6 de junio de 1834. Fueron sus padres, el también de mismo nombre Fernando Fornaris y Francisca de Borja de Céspedes Barrero.

Su juventud debió ser feliz, su familia era una de las más distinguidas de la ciudad. Dado el carácter serio y sobrio que le caracterizó conforme fue creciendo demostró ser buen estudiante, así lo indican las buenas notas que obtenía en la Ciudad de la Habana donde cursó los estudios de abogado.

Acabados sus estudios de derecho volvió a la ciudad que le vio nacer, en donde se casó en el año 1857 con la que sería junto con Cuba su otro gran amor, una jovencita de 16 años, Juana Elvira de Céspedes, hija de Ramón de Céspedes Barrero y Juana Evangelista Fornaris Fontaine.

Fundó un bufete, que tenía en aquella ciudad una gran clientela, manifestando sus conocimientos en la abogacía. Era dueño, además de tres haciendas, tenía una sólida fortuna en “dinero líquido” calculada, por lo bajo, en 2 500 pesos. Por si fuera poco, poseía unas 2000 cabezas de ganado vacuno y caballar.

A la par Fornaris y Céspedes integró la pléyade de jóvenes que animaron la vida socio- cultural de Bayamo en la medianía del siglo XIX, con la fundación de la Sociedad Filarmónica, el teatro y los periódicos La Filarmónica y La Regeneración.

En un ambiente de franca oposición al régimen colonial, fue siempre rebelde a las injusticias y abusos, y escogió las vías para evaporarlos: primero, mediante artículos en el periódico reformista habanero El Siglo, y después abrazando la senda gloriosa de las armas.

Por eso, no es casual verlo marchar al campo de batalla con el estampido volcánico de octubre de 1868, digno y enhiesto, para demostrar que no solo era el hombre de la arenga chispeante, sino un combatiente capaz de dar la vida por los principios revolucionarios.

Desde la oposición colonial y en la guerra, Fernando Fornaris legó una valiosa obra literaria en periódicos, poesías, cartas y memorias de la contienda de 1868.

Cargos ocupados

Periódico El Cubano Libre

En la lid bélica asumió importantes puestos:

  • Concejal del Gobierno Municipal de Bayamo
  • Director del periódico El Cubano Libre
  • Entre noviembre de 1868 y febrero de 1869, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores con el grado de brigadier general
  • Diputado a la Cámara de Representantes, inmediatamente después de la Asamblea de Guáimaro.

El poeta

Antes de la guerra Fernando Fornaris escribió infinidad de poesías, las que daba a conocer en la prensa de la época, siendo más asiduas sus colaboraciones con el periódico bayamés La Regeneración y el manzanillero La Antorcha.

En medio de la contienda dejó aflorar muchas veces el numen poético dedicando conmovedoras estampas a las figuras destacadas del independentismo, hombres enteros que fueron regando la campiña con su sangre de valientes. Por ejemplo, en abril de 1869, la noticia de la caída en combate del brigadier Justo del Mármol:

Héroe de libertad, joven ardiente,
decidido adalid americano
que en el fulgor del bélico litigio
determinado, intrépido y valiente
de acrisolado honor en el prestigio,
te vio el sangriento pérfido tirano
combatir de tu patria por la gloria
ceñida ya tu generosa frente
del fúlgido laurel de la victoria.

De intenso amor el alma poseída
de esperanza de fe y heroico celo
los sagrados principios proclamado
del suelo hermoso que nos dio la vida
bajo este azul y deslumbrante cielo;
en pos de suspirada independencia
y el término feliz tal vez tocado
de subido ¡oh dolor! alzando el vuelo
rendirte por tu patria la existencia

El poeta siente placer en que la pluma corra describiendo el sacrificio infinito de los combatientes por la Revolución. Hay dolor por cada una de las pérdidas, pero también el orgullo de que se desplomaron jalonando una página de gloria: la lucha incansable por la libertad. Por eso la broncínea estrofa dedica a Justo del Mármol y a los que como él daban su último aliento al suelo patrio:

Héroe de libertad, alma sublime
el premio de tu virtud es la memoria
que dulce y bendecida Cuba imprime
entre los genios de tu bella historia.
Descansa en paz, que cada ciudadano
en tu pecho de amor, siente una herida.
Y en él tu nombre y tu imagen guarda.
No será el triunfo del perverso hispano,
que por hacer su libertad querida
Cuba lucha hasta el fin, sufre y guarda.

En abril de 1870 ante el suplicio del patriota A. R. Morales y la gallardía con que este enfrentó la muerte, de nuevo Fernando Fornaris dejó vagar su alma sensible en unas silbas o estancias:

Son las seis de la mañana
y en un pueblo de la Isla,
un hombre con faz serena
deja la oscura capilla
y entre hilera de soldados
hacia el cadalso camina;
es el patriota cubano
que marcha con la frente altiva
a sufrir la horrible prueba
con que el déspota castiga
el que noble y generoso,
rompe las ferradas ligas,
que lo ataban tras el carro
de la odiosa tiranía.

Sigue su marcha el patriota
en medio de la cuadrilla,
y ante el tumulto del pueblo
que se agrupa en las esquinas
en las calles y plazas
por do marcha el que asesina
divisa lágrimas tristes,
que corren por las mejillas,
y ojos llenos de coraje,
que la venganza ilumina
con la llama devorante
del rencor y de la envidia.

El patriota Morales camina erguido y respetable, tal vez con una sonrisa, y lleno de vergüenza grita a la multitud: “¡Viva Cuba independiente!/¡Muera el tirano homicida!”

En agosto de 1870 compuso un racimo de versos titulados “A Miguel G. Gutiérrez”, dedicado al Vice- presidente de la Cámara insurrecta, fusilado por las hordas españolas. Como en todas sus composiciones la parte inicial se la dedica a la Patria, a su querida Cuba:

Ha tiempo ya que luchas, patria mía,
Con el tirano cruel: el verte sola
El rayo vengador de la justicia,
Su fuego prestó: con el fundiste
Tus hórridas cadenas angustiadas
Levantando hasta el cielo tu mirada,
Entre el fulgor de la feroz pelea,
Mil veces ¡ay! la sangre de tus hijos,
Tu túnica manchó el fiero hispano,
Enardece tu soberbia impía
Ante el hermoso pabellón cubano.

Oh ¡patria! en tus dolores
En tu duro pisar, en tus congojas;
Suelta al viento tu negra cabellera;
La frente levantada, el pecho herido
Por la bala del déspota iracundo.
Hermosa te presentas
sobre tu carro de verdor fecuindo,
Y la diadema ostentas
De mártir sin segundo,
Que ante la turba osada
De fieros opresores
Desprecias los fulgores
Llamando la atención del mundo.

No importaba para Fornaris que los Estados Unidos, como país republicano, no reconociera ni siquiera el carácter beligerante de la lucha. El pueblo cubano, por la justicia de su causa y el coraje de sus hijos, finalmente alcanzaría la independencia y soberanía sobre la bárbara metrópoli. Esa fe ilumina los versos del patriota bayamés:

Francisco Maceo Osorio

Tú triunfarás al fin: en vano España
Apresta sus legiones
De Atilas y Nerones,
Y con conducta extraña
Te niegan las naciones
El puesto que reclaman tus derechos;
En los robustos pechos

En noviembre de 1873, después de asistir al entierro del general bayamés Francisco Maceo Osorio, fulminado por unas terribles fiebres, Fernando Fornaris confesó que escribió “varias décimas” en el álbum de una mambisa, entre ellas la siguiente:

Y después, si independiente
Cuba se alza hermosa y pura
y entre cantos de ventura
levanta altiva frente.
Tal vez sobre la pendiente
de arroyo murmurador
donde solo el ruiseñor
alce dulce melodía
se hallará la tumba mía
sin que le ponga una flor.

Muerte

En abril de 1875 dejó de existir el paladín Fernando Fornaris. Dos versiones existen sobre este suceso: uno, que fue cogido prisionero y fusilado en Manzanillo por las armas españolas; la otra es del coronel mambí Benjamín Ramírez que atribuye su defunción a consecuencia de intensas fiebres. Es decir, a los 41 años, abonó el suelo de su querida patria.

Fuentes