Filosofía helenística

Filosofía helenística
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El mundo helenístico, resultado de las conquistas de Alejandro Magno

Filosofía helenística. El período helenístico abarca desde la muerte de Alejandro Magno (323 a.de. ne) hasta la invasión de Macedonia por los romanos (148 a.de. ne). Las ciudades griegas pierden su independencia y Atenas su hegemonía comercial, política y en menor medida la cultural. A las ciudades-Estado suceden las monarquías helenísticas. Hay una situación continua de inestabilidad política. Se acentúan las diferencias entre clases sociales.

Grecia a finales del siglo IV a. de. ne

El mundo helenístico, consecuencia de las conquistas de Alejandro Magno, se caracterizó por el cosmopolitismo, el refinamiento del arte y la especialización del conocimiento en las distintas ciencias. Con la desaparición de la polis como modelo de convivencia, muchos filósofos se refugiaron en el territorio de la intimidad y la felicidad individual. Las tres corrientes principales de pensamiento, epicureísmo, estoicismo y escepticismo, pusieron un especial énfasis en la filosofía moral.

Alejandro Magno

En las postrimerías del siglo IV a. de. ne, se acentuaron los indicios de crisis de la democracia esclavista griega. Atenas como otras ciudades griegas pierde la independencia política y se integra en el imperio de Alejandro Magno. La rápida desintegración de este dilatado imperio a la muerte de su fundador no puede detener la crisis, que tiene profundas raíces en las relaciones sociales del esclavismo y que en su desarrollo da lugar a cambios esenciales en la vida espiritual de la sociedad griega e intensifica el carácter contemplativo de la filosofía. En este período aparecen tres corrientes principales de la filosofía helenística: el escepticismo, el epicureísmo y el estoicismo.

El escepticismo

La primera corriente abarca del siglo IV al III a. de. ne y, más tarde del I al II de. ne. Su postulado central reside en la suspensión del juicio, en la abstención de una preferencia resuelta por uno de los juicios contradictorios que, de otra parte, son equivalentes para los escépticos.

El escepticismo se asienta en ideas anteriormente elaboradas por la filosofía. Ya los hombres de la dialéctica ingenua de las primeras escuelas griegas hablaban de la influencia de todas las cosas y fenómenos, de la relatividad de las cualidades perceptibles a los sentidos, de la ausencia de fundamentos que justificaran la opción entre dos afirmaciones contrapuestas.

Ideas de esta índole están presentes en las doctrinas de los eleatas y los sofistas, en la doctrina platónica atinente al mundo sensible. Sin embargo, no dan lugar al surgimiento del escepticismo como corriente filosófica propia hasta la época del helenismo, es decir, en el período en que se descompone el modo de producción esclavista.

Pirrón el escéptico

El fundador del escepticismo es Pirrón (cerca de 365-275 a. de. ne), para quien el filósofo es el hombre que aspira a la felicidad, que es únicamente la ataraxia. El que desee lograr la felicidad habrá de responder a tres preguntas: 1) de qué están compuestas las cosas; 2) cómo hemos de comportarnos con ellas; 3) qué provecho obtendremos de nuestra actitud hacia ellas. Nada podemos responder a la primera pregunta; de nada cabe afirmar con certeza que existe. Por ello no puede decirse de ningún medio de conocimiento que sea cierto o falso, ya que toda afirmación referente a un objeto se le puede oponer con el mismo derecho la afirmación contradictoria.

De esta imposibilidad de hacer afirmaciones univalentes sobre un objeto deduce Pirrón la respuesta a la segunda pregunta: la actitud auténticamente filosófica antes las cosas es la suspensión de juicio acerca de ellas. Nuestras percepciones sensoriales o nuestras impresiones lo son. El error surge tan sólo en los juicios, cuando de lo aparente y lo fenoménico se intenta concluir lo que existe en realidad. Esta respuesta, según Pirrón determina la tercera; el provecho dimanante de la suspensión del juicio será la ataraxia, en la cual ve el escepticismo el grado supremo de felicidad posible para el filósofo.

Los postulados capitales de Pirrón fueron desarrollados por sus seguidores Timóm, Enesidemo y Sexto el Empírico, el último representante del escepticismo, que vivió en el siglo II de. ne.

El epicureísmo

Epicuro de Samos

La filosofía de Epicuro (341-270 a. de. ne) constituye la etapa superior del materialismo atomista de la antigüedad griega. Epicuro nació en la isla de Samos, fue alumno de Nausifanes, discípulo de Demócrito. Tras cinco años de enseñar filosofía en Mitilene y Lámpsaco se instaló en Atenas. Donde fue hasta el final de sus días el jefe de la escuela fundada por él y llamada el Jardín. Para Epicuro es función cardinal de la filosofía crear una ética, es decir, una doctrina acerca del comportamiento que conduce a la felicidad. Más la ética no puede ser creada sino a condición de definir el lugar que el hombre ocupa en la propia naturaleza. De ahí que la ética deba sustentarse en la física, que incluye la doctrina concerniente al hombre. la elaboración de la física debe, ir precedida de la investigación del conocimiento y su criterio (la “canónica”).

Epicuro desarrolla el sensualismo materialista. Cuanto percibimos sensorialmente es verdadero, estas percepciones nunca engañan. Los errores proceden de una apreciación equivocada de lo que nos testimonian los sentidos; estos no juzgan y, por tanto, no pueden equivocarse. Ni siquiera las alucinaciones demuestran falsedad de las sensaciones. A diferencia de Demócrito, Epicuro no considera las aprehensiones sensoriales algo secundario que no vale sino para formar una “opinión” y carecen de interés para la ciencia. La actividad principal del pensamiento lógico es la inducción, la generalización. Toda vez que la percepción es el único criterio de la verdad, lo es también pata dictaminar acerca de cosas que no percibimos directamente, siempre y cuando ese juicio no se halle en contradicción lógica con los datos de la percepción. De ahí, que la secuencia lógica sea una importante condición de la verdad.

En consonancia con las posiciones de partida del atomismo democritiano, Epicuro aspira demostrar que la doctrina de Demócrito, adoptada por él, respecto a la necesidad causal de todos los fenómenos de la naturaleza no debe hacer pensar que la libertad es imposible para el hombre. en el marco de la necesidad se debe señalar el camino de la libertad. Y guiado por esta tesis, Epicuro reelabora la teoría atomista de Demócrito. Si para éste la necesidad mecánica exterior pone en movimiento el átomo en el vacío, para Epicuro este movimiento obedece a una propiedad interna del átomo, el peso, que, en consecuencia pasa a ser, con la forma, la posición y el orden, un importante definidor objetivo interno del átomo.. asociado a esta idea viene el aserto de que sólo es infinito el número de átomos, el número de sus formas es limitado, ya que los átomos no pueden tener gran peso. En movimiento, los átomos son capaces por sí mismos de desviarse de su camino inicialmente recto y pasar por caminos curvilíneos. Esta idea del automovimiento del átomo es un aporte original de Epicuro al desarrollo del materialismo.

La ética de Epicuro combate conscientemente los perjuicios religiosos que según el filósofo, hiere la dignidad del hombre. el criterio de la felicidad es la satisfacción. El bien es todo lo que engendra satisfacción; el mal, lo que engendra padecimiento. Antes de fundamentar la doctrina acerca del camino que conduce a la felicidad hay que eliminar cuanto se interpone en ese camino: el temor a la injerencia de los dioses en la vida del hombre y el temor a la muerte y al mundo de ultratumba. Epicuro prueba la debilidad de estos temores. Los dioses no son de temer porque no pueden intervenir en la vida humana, no viven en nuestro mundo, sino en las regiones entre los mundos. Como el alma es mortal y es una combinación transitoria de los átomos, el filósofo que comprenda esta verdad se libera de todos los temores que estorban la felicidad.

Esta liberación desembaraza el camino de la felicidad. El sabio discrimina tres tipos de satisfacción: 1) los naturales y necesarios para vivir; 2) los naturales pero no necesarios para vivir; 3) los no necesarios para vivir y no naturales. El sabio busca únicamente los primeros y se abstiene de los restantes. El resultado es la serenidad absoluta o ataraxia, vale decir, la felicidad del filósofo.

La doctrina de Epicuro fue la gran última escuela materialista de la antigüedad griega. Los siguientes pensadores admiraron el pensar, el carácter y la austeridad de Epicuro, rayana en el ascetismo, que no pudieron ser empañados ni por las calumnias que vertieron contra él sus adversarios de su doctrina. Los autores cristianos de la Edad media denigraron la figura moral de Epicuro, que atacó con fuerza los perjuicios religiosos.

El estoicismo griego

Zenón de Citio

Combatió la doctrina de Epicuro la escuela de los estoicos (final del siglo IV a. de. ne y III a. de. ne) fundada por Zenón de Citio en Chipre (cerca de 366-264 a. de. ne). Como los epicúreos, los estoicos tenía por función cardinal de la filosofía el crear una ética sustentada en la física y el la teoría del conocimiento, que ellos llamaban lógica.

La física de los estoicos es una síntesis de la física aristotélica, en particular respecto a las formas y la materia, y algunos elementos de la doctrina heraclitiana. En Aristóteles, la correlación materia-forma queda en suspenso en la frontera entre el mundo y el “primer motor inmóvil”, es decir, Dios, que no es ya unidad de materia y forma, sino únicamente forma sin materia. En los estoicos, por el contrario, el mundo es un cuerpo único, un cuerpo vivo compuesto de diversas partes y penetrado por un aliento corporal que lo anima. Esta doctrina adolece de eclecticismo.

El mundo corporal único es dotado de propiedades divinas, se identifica con Dios. La doctrina de la perfección y finalismo del mundo, un mundo en el que todas las partes, cuerpos y seres dependen del todo, son determinados por el todo y su perfección.

A la afirmación epicúrea de la multiplicidad infinita de los átomos y el vacío, oponen los estoicos la unidad del mundo y la repleción total de la esfera mundial por los cuerpos y el preuma a la doctrina epicúrea de la multiplicidad de los mundos, la tesis sobre la existencia de un solo mundo; al postulado que niega el finalismo de todo en el mundo, el convencimiento de que todo atestigua la existencia de un plan y un finalismo universales; a; ateísmo de los epicúreos, la doctrina referente a la divinidad del mundo y del preuma que todo lo penetra, y de la razón que se manifiesta en el mundo. Los estoicos tomaron de Heráclito la doctrina que juzga al fuego origen del mundo, el retorno cíclico del mundo al fuego y lo concerniente al “logos” o ley.

En la ética, la oposición entre el estoicismo y el epicureísmo se revela en el modo de entender la libertad y el destino supremo de la vida humana. Toda la física y la ética de los epicúreos tienden a arrancar al hombre de los grilletes de la necesidad. Para los estoicos. La necesidad es irrevocable. Para ellos es imposible una libertad tal y como la entiende Epicuro. Las acciones del hombre difieren no porque se efectúen libremente o no sino porque se cumpla de agrado o por fuerza una necesidad, que es en todo los casos ineluctable. El destino conduce al resignado y arrastra al opugnador. Dado que el hombre es un ser social, y, al propio tiempo, parte del mundo, el instinto natural de subsistir en sí que mueve su comportamiento se eleva, según los estoicos hasta la preocupación por el bien del Estado e incluso hasta la comprensión de los deberes para con el todo mundial. De ahí, que el sabio sitúe por encima del bien personal el bien del Estado, al que no duda en sacrificar la vida si de ello hubiese necesidad.

Enlaces externos

Fuentes

  • Historia de la Filosofía. Tomo I. Historia de la Filosofía Premarxista. Segunda Edición. Ed. Progreso Moscú. 1983. Cap. II. Pág. 94.