Florencio del Castillo

Florencio
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Sacerdote de la Iglesia católica
1806 - 1834
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Se distinguió por su lucha en favor de los indígenas y logró la abolición de la mitra, la encomienda, el tributo indígena y el repartimiento. Presidió las Cortes durante un breve período
ProvinciaAlajuela
SedeCosta Rica
IglesiaCatólica
Ordenación1802
Información personal
Nombre secularFlorencio del Castillo de Soto Villagra
TítulosBeneméritos de la Patria
Nacimiento17 de octubre de 1778
Ujarrás, Cartago, Bandera de Costa Rica Costa Rica
Fallecimiento26 de noviembre de 1834
Oaxaca, Bandera de los Estados Unidos Mexicanos México
EstudiosBachiller
ProfesiónSacerdote
Padresfray Luis de San Martín de Soto y doña Cecilia del Castillo Villagra
Alma máterSeminario Conciliar de León Bandera de Nicaragua Nicaragua
Santidad
Venerado enCosta Rica


Florencio del Castillo. Político y religioso costarricense que se distinguió por impulsar la educación en Costa Rica durante la época colonial. Fue elegido diputado por la provincia de Costa Rica ante las Cortes de Cádiz en 1810 con el apoyo del partido de Nicoya. Lúcido orador que asumió un fuerte liderazgo en la lucha por la defensa de los derechos de los aborígenes americanos y por obtener mejores beneficios para la provincia de Costa Rica. Le correspondió al padre Florencio vivir la etapa de la ilustración española. La Asamblea Legislativa de Costa Rica lo declaró Benemérito de la Patria.

Síntesis biográfica

Nació el 17 de octubre de 1778 en Ujarrás, Cartago, Costa Rica. Sus padres fueron el fray Luis de San Martín de Soto, cura de esa población, y doña Cecilia del Castillo Villagra perteneciente a una familia distinguida y dueña de algunas riquezas.

Estudios religiosos

Pudo enviar doña Cecilia su hijo al Seminario Conciliar de León, en Nicaragua para seguir la carrera eclesiástica. Logró satisfacer todas las disciplinas de su plan de estudio entre los años 1798 y 1802, obteniendo el grado de bachiller y ordenado de sacerdote en 1802, al año siguiente era ya catedrático de geometría elemental en el mismo Seminario Conciliar.

Trayectoria religiosa

Sus inicios como sacerdote fueron en 1806 en Alajuela, de donde partió en abril de 1808 llamado por la autoridad eclesiástica de León para que volviera a ocupar la cátedra de Filosofía, esta vez en propiedad. Su capacidad de profesor fue tal que algunos de los exámenes a sus alumnos fueron publicados con muy buen comentario en el periódico la Gazeta de Guatemala.

Carrera profesional

Brillante orador, en las Cortes de Cádiz asumió un fuerte liderazgo en la lucha por la defensa de los derechos de los aborígenes americanos y por obtener mejores beneficios para la provincia de Costa Rica, que durante ese período era un territorio perteneciente a la Capitanía General de Guatemala.

Su labor en defensa de los grupos indígenas puede calificarse de trascendental; la figura de Florencio del Castillo emergió en aquel parlamento español con gran relevancia, luchando por la igualdad entre criollos y españoles y por los derechos de la población autóctona, que era víctima del impacto de la conquista y la colonización.

Se destacó en el campo de la educación siendo el segundo director del Instituto de Ciencias y Artes, actual Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Desempeñó la cátedra de Derecho Constitucional en el seminario de la Santa Cruz de aquella ciudad y también sobresalió en las tareas eclesiales propias de su vocación sacerdotal, llegando a terminar su vida como Gobernador de la Mitra, sede vacante.

Trayectoria política

El presbítero se destacó, además, como presidente, secretario y activo parlamentario de las Cortes españolas, donde se redactó la Constitución de Cádiz de 1812. Por los derechos individuales que consignaba (como la libertad de imprenta y la libertad de expresión), esta constitución sería el documento jurídico destinado a regular el desarrollo político de las colonias españolas en América y una importante inspiración para los movimientos de independencia de las colonias que culminarían en 1821 con la emancipación de Centroamérica.

Muerte

Falleció en Oaxaca, México el 26 de noviembre de 1834, cuando era canónigo y gobernador del Obispado. Sus restos descansaban en la población costarricense de Paraíso, hasta que fueron robados en septiembre del 2011. La Asamblea Legislativa de Costa Rica lo declaró Benemérito de la Patria.

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