Gerrit Rietveld

Gerrit Rietveld
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Gerrit Rietveld 1.jpg
Arquitecto y diseñador holandés
NombreGerrit Thomas Rietveld
Nacimiento24 de junio de 1888
Utrecht, Bandera de los Países Bajos
Fallecimiento25 de junio de 1964
Utrecht, Bandera de los Países Bajos
NacionalidadHolandés
OcupaciónArquitecto y diseñador
Obras destacadasCasa Schröder; Museo van Gogh; entre otras.

Gerrit Thomas Rietveld. Arquitecto y diseñador minimalista holandés. Su obra estuvo asociada a la corriente neoplasticista De Stijl. La casa Schröder en Utrecht, Holanda, 1924 es la obra arquitectónica más importante de su carrera.

Trayectoria profesional

Empezó a trabajar como aprendiz en el taller de ebanistería de su padre, prosiguió su carrera como diseñador de una joyería. En 1911 puso en marcha su propia fábrica de muebles, mientras estudiaba arquitectura. En 1918 diseñó la Silla Roja y Azul, influenciado por el movimiento De Stijl, al que entró a formar parte en 1919, el mismo año en que se graduó de arquitecto.

En 1924 proyectó la Casa Rietveld Schröder, en Utrecht, su obra más importante. En 1928 rompió con el movimiento De Stijl y se unió al Nieuwe Zakelijkheid. Ese mismo año se adhirió al Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM). En 1934 diseñó la silla Zig-Zag y comenzó el proyecto del Museo Van Gogh en Ámsterdam, Holanda.

Su estilo de diseño estuvo signado por reducir los objetos a simples elementos geométricos, a conformaciones lineales, volumétricas y planas; siempre concebidas bajo las reglas de la simplicidad y la pureza. Otro signo distintivo de su obra es el uso de los colores primarios (rojo, azul y amarillo) en contraste al negro, blanco y gris.

Muere el 25 de junio de 1964, a los 76 años de edad, dejando una rica obra cargada de valores plásticos y que constituye un fuerte referente para el arte moderno.

Sillas

Silla Roja y Azul

Entre sus primeros diseños destaca la Roodblauwe stoel (silla roja y azul, 1918), construida totalmente en madera y pintada de rojo y azul además de negro y amarillo. La Silla Azul y Roja de Gerrit T. Rietveld es una escultura convertida en mueble que caracteriza como pocos la relación entre arte y diseño. Rietveld diseñó en los años 20 una serie de piezas que materializaban los descubrimientos de sus amigos artistas en los mismos años. Los cuadros de Mondrian, con sus recuadros de colores planos son la fuente de inspiración de esta silla que asombra por la belleza de sus formas y la simplicidad de la construcción. La pieza original la produce en la actualidad la firma italiana Cassina.

Una de las sillas de Rietveld es la Mondial, que diseñó específicamente para la Exposición Universal celebrada en Bruselas en 1958. La Mondial es un diseño minimalista e innovador.

La silla Zig Zag, diseñada entre 1932 y 1934, puede interpretarse como una respuesta a la recesión económica de la época, por la simpleza de su diseño y el uso de un solo material.

Silla Zig Zag

Utilizando solo cuatro elementos unidos con un simple sistema de articulación de juntas triangulares que mantienen la rigidez, se mantiene la simplicidad visual que aparenta tener un complejo proceso de construcción.

El diseño, de madera de cerezo natural, es un modelo de silla que se desmarca de toda imagen convencional; no tiene patas y está formada únicamente por superficies planas, con un soporte diagonal que las une. Así mismo, puede adoptar una doble función, como silla o mesa de apoyo, y es apilable, utilizando muy poco espacio.

Fue diseñada para la casa Schroeder en Utrech, del mismo arquitecto, y representa clara y fielmente los principios del diseño modernista de Rietveld y el movimiento The Stijl, al cual pertenecía.

Silla Steltman

En un principio fue manufacturada por G. A. van de Groenekan, en Holanda y a partir de 1971 los derechos fueron otorgados a la fábrica y empresa italiana Cassina.

Actualmente forma parte de la colección permanente del MOMA de Nueva York.

Otra de sus famosas sillas es la Steltman, que realizó en 1963 para la joyeria del mismo nombre en La Haya y es de una belleza asimétrica abrumadora.

Casa Schröder

Casa Rietveld Schröder

La casa Schröder en Utrecht (Holanda, 1924) es la obra arquitectónica más importante de su carrera, la misma está construida en acero, ladrillo y vidrio, es de composición asimétrica y regida por entrecruzamiento de planos horizontales y verticales, lo que consigue volumétricamente el ideal de las relaciones equilibradas y puras preconizadas por Piet Mondrian y dos de los objetivos fundamentales de la arquitectura moderna: la planta libre y la separación formal entre estructura y cerramientos. Los últimos proyectos de Rietveld para viviendas y edificios públicos continuaron la estética De Stijl, los que dilató hasta la década de 1950.

Otras obras

Otra de las obras de Rietveld es la tienda de la empresa Metz & Co en Amsterdam, un edificio de fines del siglo XIX. Para esta empresa el arquitecto diseñó en 1934 una serie de muebles baratos, listos para montar por el comprador (con lo que se anticipaba en décadas a las tendencias actuales). Para la exposición del citado mobiliario Rietveld reaprovecha la terraza del edificio, en uno de cuyos extremos se encuentra una torre, y convierte el espacio disponible en un pequeño pabellón, dándole la forma de proa de barco y creando una perfecta atalaya que, casi en pleno centro, permite atisbar toda la ciudad. Su interior, hoy transformado en cafetería, respeta los volúmenes que Rietveld creó, con esa escalera central que rinde un homenaje a la de la Villa Savoye de Le Corbusier y con esa nitidez de los ambientes, en un espacio tan reducido y que sin embargo proporciona una sensación de gran amplitud.

La sensación de amplitud debe ser una de las señas de identidad de la marca Rietveld porque, no lejos de allí, se encuentra el restaurante Walem, un edificio concebido inicialmente como tienda de la misma empresa. En este caso se trata de la típica casa de canal de Amsterdam, muy estrecha y de mucha altura: cinco plantas más el hastial superior, que se resuelve al modo barroco. Algunos detalles demuestran la originalidad de las propuestas del arquitecto holandés: de un lado, acristala toda la superficie externa de la planta baja y coloca al fondo del alargado espacio un breve jardín, casi un patio de luces que permite respirar a la construcción.

Además aquí parecen coincidir el racionalismo de Rietveld y la necesidad de orden en una fachada de tan estrechas dimensiones, como se aprecia a la perfección en la rítmica disposición de los amplios ventanales.

Una visita al Walem nos permitirá comprobar de qué forma el espacio, conforme avanzamos hacia el interior, se va industrializando, de manera que la última zona, frontera con el jardín final, levanta sus paredes en ladrillo desnudo, como si Rietveld hubiese dispuesto allí el almacén propio de la tienda originaria y, al mismo tiempo, quisiera coordinar esta zona con el aspecto de la propia fachada de la tienda.

A un corto paseo de estos dos edificios, se encuentra la obra más conocida de Rietveld en Amsterdam. El estudio de Rietveld ganó un concurso convocado en 1963 para albergar una amplia colección de Van Gogh y las obras se prolongaron hasta 1973, de manera que el arquitecto no puedo verlas terminadas, ya que falleció en 1964. Pero si hacemos abstracción de una ampliación de 1999, el resultado es por completo obra suya: un exquisito juego de volúmenes, una lección sobre la distribución de espacios, un máster sobre la luz en el interior de los edificios y una tesis sobre la dialéctica de la masa y el vacío.

El arquitecto ha creado aquí un atrio central, vacío, al que se asoma todo el volumen de la edificación, distribuida en tres plantas, de forma que el recorrido por la obra de Van Gogh tiene mayoritariamente un sentido de paseo abierto que conecta al visitante con ese vacío central. La luz natural llega a cada planta desde el techo y por las amplias cristaleras que cada una de aquellas posee hacia el exterior. Toda esta disposición del conjunto recuerda la propuesta de Frank Lloyd Wright en Museo Guggenheim de Nueva York, pero aquí resulta omnipresente la línea recta, que alcanza su máxima expresión en la escalera que desde un lateral pero de forma rotunda, organiza los desplazamientos.

La última plataforma de esta impresionante escalera constituye otro de esos puentes de barco que tanto parecían gustar a Rietveld. Asomado a su extremo, el visitante del museo se enfrenta a un volumen mucho más amplio que lo que los tres pisos de altura permitirían suponer y la sensación de vacío (y con ella, la de vértigo) se incrementan considerablemente.

Una de sus obras menos conocida es la Academia que actualmente lleva el nombre del arquitecto y que está dedicada a las artes aplicadas y el diseño, situada en un barrio del extrarradio de la ciudad. En este caso, el esquema del edificio es bien sencillo: vigas y plataformas de hormigón armado, lo que permite jugar con la tabiquería interior a voluntad para crear los multiformes espacios que deben corresponder a un centro dedicado a artes diversas.

Pero lo más interesante del conjunto es esa disposición del muro-cortina exterior, que se extiende por todas las caras de la construcción, sin limitaciones evidentes, creando una especie de alisada piel de vidrio y acero, con una uniforme tonalidad grisácea, muy alejada de los colores vivos de la época neoplasticista.

Tan sólo en un lugar el edificio levantado por Rietveld (ahora hay dos) rompe esa aparente monotonía del cristal y el acero y lo hace para levantar un breve y delgado tabique de ladrillo claro. En ese tabique, hoy día, figura el nombre del arquitecto en letras rojas, uno de sus colores favoritos. Silencioso y sencillo homenaje a un maestro de la arquitectura.

Fuentes