Lámpara a gas de queroseno

Lámpara a gas de keroseno
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Lámpara a gas de keroseno: Es un dispositivo de iluminación a base de combustible líquido, a alta presión, principalmente el keroseno, usado en tiempos en que aún no se disponía de energía eléctrica, especialmente en zonas rurales. Su forma es variada y han existido, con el correr de la historia, diferentes modelos cuyos diseños se relacionaban con la aplicación y el lugar en donde iban a ser empleados.


Origen de las lámparas

Las primeras formas de lámpara eran palos ardientes o recipientes llenos de brasas. Luego se utilizaron para alumbrar antorchas de larga duración, formadas por haces de ramas o astillas de madera resinosa, atados y empapados en sebo o aceite para mejorar sus cualidades de combustión. Se desconoce el origen exacto de la lámpara de aceite, la primera lámpara auténtica, pero ya se empleaba de forma generalizada en Grecia en el siglo IV a.C. Las primeras lámparas de este tipo eran recipientes abiertos fabricados con piedra, arcilla, hueso o concha, en los que se quemaba sebo o aceite. Más tarde pasaron a ser depósitos de sebo o aceite parcialmente cerrados, con un pequeño agujero en el que se colocaba una mecha de lino o algodón. El combustible ascendía por la mecha por acción capilar y ardía en el extremo de la misma. Este tipo de lamparilla también se denomina candil. Algunas lámparas grandes griegas y romanas tenían numerosas mechas para dar una luz más brillante. En la Europa septentrional la forma de lámpara más común era una vasija abierta de piedra llena de sebo, en la que se introducía una mecha. Los inuit (esquimales) aún emplean lámparas de ese tipo.

La aparición de las primeras lámparas de este tipo se remonta a la época en que empezó a usarse comercialmente el petróleo (año 1859). Se presume que el primer fabricante fue Ignacy Łukasiewicz, un inventor polaco que adaptó lámparas que antiguamente funcionaban a base de aceite de ballena que, hasta esa época, mediados del siglo XIX, era el principal combustible para lámparas, material que fue completamente sustituido por el queroseno, más limpio, barato y seguro que el anterior.

A finales del siglo XIX, casi todas las formas de iluminación existentes dieron paso a las lámparas eléctricas incandescentes de manera generalizada. Sin embargo, en algunas zonas rurales se continúan empleando, de forma limitada, lámparas de keroseno o de gas incandescente.

Funcionamiento

En ella el depósito de combustible se cierra herméticamente, la cual posee un émbolo con el que se bombea aire en su interior produciendo elevada presión. Al abrir la válvula de paso, el keroseno a alta presión es forzado a atravesar un pequeño orificio donde se descomprime y gasifica. Este gas llena una bolsita de tela de amianto, denominada camisa o bujía, que lo retiene temporalmente para producir su ignición. Con este tipo de lámparas se logra una luz intensa y blanca, que abarca mayores espacios y brinda una iluminación más potente.

Precauciones

Para un uso seguro de estos artefactos, es importante saber regular la presión que se le aplica al tanque de combustible, y (teniendo en cuenta que dicho tanque posee una pequeña válvula a rosca para descarga de elevadas presiones que pudieran generarse); estar atento por si hay que desalojar presión ante el peligro de que pudiese explotar y provocar un serio accidente.

Actualidad

Hoy en día estas lámparas no se les considera demasiado prácticas, pues existen otros métodos de iluminación más modernos y eficaces para obtener luz; sin embargo se las utiliza en casos de emergencia por falta de corriente eléctrica, o en lugares donde ésta no llega, como en zonas rurales, deshabitadas o de difícil acceso.

Fuentes