Erinias

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Erinias
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Personaje de Ficción
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Imagen de Clitemnestra y las Erinias, de origen griego, en poder del Museo del Louvre (París).
Creadormitología griega


En la mitología griega, las Erinias son personificaciones femeninas de la venganza, que perseguían a los culpables de ciertos crímenes.

También se las llamaba Εύμενίδες (Euménides, ‘benévolas’ en griego antiguo) antífrasis utilizada para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre.

Se desconoce la etimología de la palabra griega Έρινύες (Erinýes).

Según la tradición, el nombre Euménides se habría empleado por primera vez tras la absolución de Orestes por el Areópago, y más tarde se usó para aludir al lado benigno de las Erinias.

En la mitología romana pasaron a llamarse Furias.

Origen

Las Erinias nacieron de la sangre del falo del dios Urano cuando este fue castrado por su hijo Cronos. Esta fue primera gran injusticia cometida desde la creación. La sangre de Urano cayó sobre Gaya, la Tierra madre, y allí germinaron las Erinias.

Tienen un aspecto terrorífico por sus rostros maliciosos y con serpientes sobre sus cabezas. En sus manos sostenían cayados ardiendo y látigos. No queda claro cuántas eran al principio, pero la tradición más conocida señala que había tres Erinias o Furias: Alecto (Άληκτώ, ‘la implacable’), que castiga los delitos morales. Megera (Μέγαιρα, ‘la celosa’), que castiga los delitos de infidelidad. Tisífone (Τισιφόνη, ‘la vengadora del asesinato’), que castiga los delitos de sangre.

Las Erinias nacieron de la Noche, aunque también se cuenta que surgieron cuando Cronos cortó los testículos a su padre Urano y la sangre del dios cayó sobre Gea, la madre Tierra.

En sus orígenes contaban con un número incierto, finalmente terminaron siendo tres:

  • Alecto (la implacable), perseguía sin descanso a los mortales hasta conseguir que murieran de locura o que fueran incapaces de volver a cometer un crimen semejante, castigaba los delitos morales.
  • Megera (la celosa), se encargaba de hacer nacer el odio y la discordia entre los mortales, castigaba los delitos de infidelidad.
  • Tisífone (la vengadora del asesinato), era la encargada de castigar a los que osaban traspasar los límites de la buena conducta, era conocida como la Furia Vengadora, castigaba los delitos de sangre.

Carácter

Vigilaban la puerta hacia el mundo inferior, castigando a aquellos cuyos crímenes no habían sido expiados en el mundo de los mortales. Trataban así de restablecer el orden perdido. En ocasiones también subían a la superficie (vivían en el Erebo, río del infierno) y allí perseguían a aquellos que pretendían salir impunes de algún delito. Para cumplir su misión llevaban consigo látigos de cuero y temibles anillos de bronce.

Representaciones

Eran deidades horribles, se les representaba como genios femeninos con serpientes enroscadas en sus cabellos, portando látigos y antorchas, y con sangre manando de sus ojos en lugar de lágrimas.

También se decía que tenían grandes alas de murciélago o de pájaro, o incluso el cuerpo de un perro.

A pesar de su ascendencia divina, los dioses del Olimpo mostraban una profunda repulsión y temor hacia estos seres y no las toleraban. Por su parte, los mortales les temían y huían de ellas.

Culto

Les fueron dedicados varios templos. En Arcadia (Grecia) hay un lugar que posee dos santuarios consagrados a las Erinias. Las ovejas negras, la tórtola y el narciso les están consagrados, así como las libaciones de nefalia (mezcla de miel y agua).

El dramaturgo griego Esquilo (525-456 a. n. e.) dio el nombre de Las Euménides al último de los dramas que ―junto a Agamenón y Las coéforas― componen su célebre trilogía La Orestíada (458 a. n. e.)

Características

Las Erinias son fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos, por lo que no se someten a la autoridad de Zeus.

Estas tres hechiceras tenían una misión temible: vengar el mal cometido por los seres humanos.

Son representadas en muchas ocasiones en compañía de serpientes (incluso en iconografía posterior, como la aparecida en grabados dantescos). Actúan con justicia, pero resultan crueles e implacables. Se arman con látigos y antorchas; hay que destacar que, además de perseguir a los malhechores, atormentan a los condenados en el Tártaro.

Las Erinias persiguen a los convictos de muy diversos crímenes (vinculados con la religión y la hospitalidad, por ejemplo) mas, en general, se dedican a atormentar a culpable de delitos de sangre, en especial los relacionados con la propia familia o el clan. Los acosan sin descanso, hasta hacerlos enloquecer.

Las Erinias solían ser comparadas con las Gorgonas, las Grayas y las Arpías debido a su espantosa y oscura apariencia y al poco contacto que mantenían con los dioses olímpicos.

Atormentan a los que hacen el mal, persiguiéndolos incansablemente hasta volverlos locos.

En un sentido más amplio, las Erinias representan la rectitud de las cosas dentro del orden establecido, protectoras del cosmos frente al caos.

En La Ilíada (siglo VI a. n. e.) privan de la palabra a Janto, el caballo de Aquiles, por culpar a los dioses de la muerte de Patroclo y privan de descendencia a Fénix.

El filósofo Heráclito (540-480 a. n. e.) decía que si el dios del sol Helios decidiera cambiar el curso del Sol a través del cielo, ellas se lo impedirían.

Un mito cuenta que la erinia Tisífone se enamoró del rey Citerón. Furiosa de sus desprecios, le lanzó una serpiente de su cabeza que, tras oprimirle el pecho, lo mató.

Tragedia de Esquilo

En Las Euménides (458 a. n. e.), tragedia del poeta griego Esquilo (525-456 a. n. e.), la tercera parte de La orestíada, las Erinias persiguen al héroe Orestes.

Este había matado a su madre, Clitemnestra, en venganza por el asesinato de su padre, Agamenón. En su primera representación esta tragedia provocó verdadero terror entre los espectadores, siendo las Erinias las integrantes del coro.

Lo único que interesa a las Erinias es el acto de asesinato cometido por Orestes, sin sopesar las circunstancias que podrían explicarlo. El propio dios Apolo debe oponerse a su venganza implacable concediéndole protección a Orestes, a quien había incitado a vengarse del asesino de su padre, que resultó ser Clitemnestra. Las Erinias, nos cuenta Esquilo, persiguen a Orestes hasta Delfos, el más importante santuario de Apolo. No le liberan hasta que los dioses les convencen para que acepten el veredicto del tribunal de Atenas, el Areópago.

Allí, la diosa Atenea interviene como patrona de la ciudad y equilibra el fallo. Orestes es absuelto, pero debe traer de la Táuride una estatua consagrada a la diosa Artemisa.

Las Erinias son referidas desde entonces en Atenas bajo las formas más clementes antes citadas: Euménides (‘benévolas’) o Semnaí Theaí (‘venerables diosas’).

A pesar del precedente anterior, las Erinias persiguieron igualmente a Alcmeón, que había matado a su madre. Como Orestes, Apolo le había incitado a vengar a su padre. Alcmeón es perseguido por las Erinias a través de Grecia, hasta que halla refugio en una tierra que no existía aún en el momento del asesinato de su padre, escapando así al poder de sus perseguidoras.

Culto

A las Erinias se les sacrificaban ovejas negras y libaciones de νηφάλια [nêphália], mezcla de miel y agua.

Hay en la Arcadia un lugar que posee dos santuarios consagrados a las Erinias. En uno de ellos, llevan el nombre de Μανίαι (Maníai, ‘las que vuelven loco’). Fue en este lugar donde, vestidas de negro, sitiaron a Orestes por primera vez. No lejos de allí ―cuenta Pausanias― se encuentra otro santuario donde su culto se asocia al de las Cárites (‘diosas del perdón’). En este lugar, vestidas de blanco, purificaron a Orestes y este tras su curación ofreció un sacrificio expiatorio a las Maniai.

Véase también

Fuentes