Leopoldo Romañach Guillén

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Leopoldo Romañach
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Datos personales
Nombre completoLeopoldo Romañach Guillén
Nacimiento7 de octubre de 1862
Sierra Morena, Villa Clara, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento10 de septiembre de 1951
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
ResidenciaCubana
NacionalidadCubana
OcupaciónPintor y profesor
Datos artísticos
ÁreaPintura
Períodosiglo XIX-siglo XX
EducaciónEscuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro
Obras notablesEn un rincón del estudio
Mis Modelos
Campesina
Primavera
PremiosMedalla de bronce en la “Exposición Universal de París”, 1900
Medalla de oro la Exposición de San Luis, Missouri en 1904
Medalla de plata en la Exposición de Buffalo, 1904
Medalla de oro en Charleston
Medalla de Oro en la Exposición Internacional de San Luis, E.U. (1904)
Plata en Exposición de Búfalo (1904)Medalla de Bronce en la Exposición Universal de París (1900) con su cuadro “La Convalesciente”
Primer premio en Cuba, 1912; en Panamá, 1915 y Sevilla en 1929.

Leopoldo Romañach Guillén. Reconocido pintor y profesor perteneciente al territorio de la central provincia de Villa Clara. A lo largo de sus 89 años se desarrolló de forma brillante dentro de su especialidad, y tuvo como principal objetivo vivir para crear y enseñar todo cuanto conocía sobre la llamada técnica de la línea y el color. Fue nombrado Profesor Eméritus de su Cátedra y Director Honoris Causa de la Escuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro y su Anexa.

Sus obras son muy codiciadas; en Cuba los museos las conservan, así como algunas instituciones culturales, coleccionistas, y el Patrimonio Cubano que cuenta con el arsenal de su creación artística para exponerlas. Es considerado, junto al también pintor cubano Armando García Menocal, como uno de los pintores que con más relieve culminan el siglo XIX e inician el siglo XX, siendo ellos la transición que da paso a la pintura moderna de Cuba.[1]

Síntesis biográfica

Nació el 7 de octubre de 1862, en el poblado de Sierra Morena (Corralillo), provincia de Villa Clara, Cuba. Fueron sus padres Baudilio Romañach, catalán, e Isabel Guillén, de nacionalidad cubana.

Cuando a los cinco años quedó huérfano de madre, Leopoldo y sus hermanos fueron enviados a la casa de su tía paterna en la Costa Brava, muy cerca de la frontera entre España y Francia, y luego vivió en varios sitios de la península ibérica. Cursó la primera enseñanza en Gerona y estudios de alto comercio en Barcelona.

Por ser hijo de la cubana Isabel Guillén, quizá su ascendencia criolla le hizo amar los exuberantes paisajes de la isla y desde pequeño tratar de dejarlos plasmados, mientras que su padre, el comerciante de origen catalán Braudilio Romañach, insistía en que se dedicara a las relaciones económicas. Cuando el futuro artista volvió a Cuba, con sólo 14 años, trabajó en una tienda mixta propiedad de su padre, establecida en Vega de Palma, término de Camajuaní. Poco después su padre lo envió a Nueva York para estudiar Inglés y adentrarse en la actividad comercial, sin obtener grandes logros en ese campo, pues la pintura era su verdadera afición.

En Nueva York permaneció por espacio de seis meses, y mientras estudiaba, laboraba en trabajos de comisiones en la importante firma comercial italiana Casa Caruana.

Trayectoria artística

Su primer contacto con el mundo de las bellas artes tiene lugar primeramente en Barcelona, durante su época de estudiante, cuando el Director del plantel donde estudia lo lleva a visitar una exposición del artista catalán Fortuny. Posteriormente, en Nueva York, tiene oportunidad de contemplar los cuadros de célebres maestros de la antigüedad en el Museo Metropolitan, el que visita repetidas veces y donde observa la técnica de diversas obras de arte y aprende a establecer distinciones entre una y otra.

Luego de varios meses en Estados Unidos regresó al poblado de Caibarién, donde radicaba su progenitor, quien mantenía la ilusión de que se dedicara al comercio.

Con ese propósito lo envió a La Habana, con 400 tercios de tabaco en rama para venderlos, pero el joven Leopoldo aprovechó su estancia en la capital para visitar al maestro Miguel Melero, director de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, y suplicarle que lo dejara asistir a las clases de colorido, por lo que se despreocupó de la encomienda del padre y eso trajo como consecuencia que sus relaciones se enfriaran. Con esos conocimientos, Leopoldo sentía crecer el gusto por la pintura. Matricula en la escuela en el curso académico 1885-1886. Obtiene notas de sobresaliente y matrícula gratis en las clases de Dibujo Elemental, y aprovechado en las de Antiguo Griego.

Cuando volvió a su pueblo, don Francisco Ducassi, un amigo aficionado al arte pictórico, nieto de los marqueses de Casalaiglesia, Caballero del Santo Sepulcro, lo alentó en sus pretensiones de continuar y, desde su plaza de administrador de la Aduana de la localidad, influyó, junto al periodista Bácaro, para que la Diputación de Santa Clara le otorgase a Romañach una beca que le permitiera estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Roma, en Italia. Allí fue alumno de los pintores españoles Francisco Pradilla y Enrique Serra, y del eminente maestro Filippo Prosperi, director del plantel.

Monumento a Romañach en Sierra Morena inaugurado en el centenario de natalicio del pintor

En Italia Romañach concurre a la Associazione Artistico Internazionale, donde sus obras son elogiadas por la crítica y llaman la atención de los célebres maestros italianos Manzini e Innocenti. Se relaciona además con artistas de renombre como tales como Morelli, Michetti, Durand y otros.

A este periodo de su labor artística pertenecen los cuadros “Nido de Miseria,” que actualmente se exhibe en el Ateneo de Santa Clara, en Cuba, y “La Convaleciente”, perdida al hundirse el barco que la devolvía a la Isla tras ser premiada con medalla de oro en 1904, durante la Exposición Internacional de San Luis, en Estados Unidos.

La niña de las cañas

Durante más de cinco años cursa, libremente, estudios en Roma, hasta que, al comenzar la guerra de 1895, se le suspende la beca y, sin otros recursos con los cuales sostenerse en Europa, recibe la ayuda de su compatriota Marta Abreu para trasladarse a New York, donde abre un estudio en la calle 13. En esta ciudad se relaciona con altas figuras del patriotismo y las letras cubanas en el exilio como Raimundo Cabrera, José Martí, Gonzalo de Quesada, Méndez Capote y la propia Marta Abreu.

Una vez terminada la contienda independentista y de regreso en Cuba, le es ofrecida la dirección de San Alejandro, pero Romañach declina este honor modestamente ocupando el 20 de febrero de 1900 la cátedra de Colorido.

El artista recibió otros galardones, como la Medalla de Plata en la Exposición de Buffalo, en 1904; Medalla de Oro en Charleston; primer premio en La Habana, en 1912; en Panamá en 1915 y en Sevilla en 1929. Condecorado por el Gobierno cubano con la Gran Cruz de la Orden de Céspedes en 1950, fue un activo miembro de las principales instituciones mediadoras del arte. Por la calidad de sus obras, Leopoldo Romañach es considerado uno de los pintores que inicia la transición a la pintura moderna en Cuba.

Muerte

Fallece en La Habana el 10 de septiembre de 1951.

Etapas de su obra

Al regresar a Cuba, Romañach se dedica a pintar retratos al carbón y al creyón. A esta etapa de su labor inicial pertenece el cuadro Niña pidiendo limosna.

Paisajes con nubes

Viaja a París para estudiar las nuevas teorías pictóricas del impresionismo, con la cuales cambia los esquemas tradicionales de la enseñanza en la academia.

La primera etapa de su obra evidencia una marcada tendencia hacia una concepción patética influenciada por el momento histórico-social en que se desenvuelve y comprende obras como: Nido de miseria, la convaleciente, La abandonada y otras.

El segundo período se ven más marcados los nuevos avances de la técnica pictórica, la tricromía y el impresionismo, corresponden a este sus obras: La promesa, La última prenda, La muchacha del abanico, La vuelta al trabajo y El ex voto, entre otras.

La tercera época de su trabajo evidencia el abandono de los temas patéticos, y desarrollándose su más importante labor estética en esta, lo cual podemos observar en: Hizo modelos, Primavera, Campesina, En un rincón del estudio, Cabezas, Desnudo y su último cuadro Impresionismo.

Medallas

Obtuvo innumerables premios como la Medalla de Bronce en la Exposición de París de 1901 con La convaleciente, que fue Medalla de Oro en la Exposición de San Luis, junto a seis obras más, Medalla de Plata en la Exposición de Buffalo en 1904; Medalla de Oro en Charleston; Primer Premio en La Habana en 1912, en Panamá en 1915 y en Sevilla en 1929.[1]

Debido a todos estos resultados se le confirió el título de Miembro del Círculo Artístico Internacional de Roma, miembro de Número de la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba.

Fue condecorado por el Gobierno cubano con la Gran Cruz de la Orden de Céspedes en 1950. Fue miembro de las principales instituciones mediadoras del arte.[1]

Por sus logros fue nombrado Profesor Eméritus de su Cátedra y Director Honoris Causa de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro y su Anexa.

Homenajes

En 1952, al año de su muerte, se realizó una importante exposición en el Capitolio Nacional de Cuba, en La Habana, con 400 de sus obras. En 1962, año del centenario de su natalicio, también se le realizó un homenaje en la Academia San Alejandro que cobró connotación internacional y donde quedó el testimonio no solo de su obra, sino de todos aquellos que apreciamos su obra pictórica y su amor por la docencia de esta especialidad.[1] Su norma invariable de gran maestro fue:

«Cuando se pinta con sinceridad, puede hacer cada cual lo que quiera, sin límite a nadie.»[1]

Referencias bibliográficas

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 Cruz Díaz, Ursulina. Diccionario Biográfico de las Artes Plásticas. Tomo I. Editorial Adagio, Centro Nacional de Escuelas de Arte, Ciudad de La Habana, 2007. ISBN 959-280-014-6.

Fuentes