Manuel Ruiz Rodríguez

Manuel Ruiz Rodríguez
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Sacerdote de la Iglesia católica
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Ordenación25 de diciembre de 1897 por el Mons. Santander Obispo de la Habana
Información personal
Nacimiento11 de diciembre de 1874
Corralillo, Villa Clara, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento3 de enero de 1940
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Alma máterseminario de San Carlos Ambrosio de la Habana en al año 1887

Manuel Ruiz Rodríguez. De humilde familia, honrada e interesante cristiana. Hizo sus primeros estudios en la escuela pública de su pueblo, Fue un incansable restaurador y creador de obras, un elocuente orador sagrado hasta recibir la ordenación sacerdotal de Mons. Santander Obispo de la Habana, su vida estuvo enmarcada desde 1874 hasta su muerte el 2 de Enero de 1940, después de vivir una vida dedicada por completo a un trabajo sin descanso por su diócesis y sus fieles.

Infancia y juventud

Nació en Corralillo, Las Villas, el 11 de diciembre de 1874, de humilde familia, honrada e interesante cristiana. Hizo sus primeros estudios en la escuela pública de su pueblo, ingresando en el seminario de San Carlos Ambrosio de la Habana en al año 1887. Recibió la ordenación sacerdotal de Mons. Santander Obispo de la Habana el 25 de diciembre de 1897.

De su juventud, recuerda que apenas consagrado Obispo de Pinar del Río, visitó al Santo Papa Pío X quien, asombrado ante su aspecto juvenil, le llamó cariñosamente “Obispo Niño, Tu sei - le dijo con aquella dulzura que lo caracterizaba - il Vescovo Bambino, fue nombrado administrador de la casa de recogidas, Capellán de Coro, profesor de Latín y secretario del seminario de la Habana. Posteriormente, obtuvo el titulo de licenciado en teología en la universidad católica de Washington.

De regreso a Cuba fue nombrado secretario del obispado de la Habana y fiscal del tribunal eclesiástico, cargos a los que renunció para ejercer el Ministerio Pastoral, siendo cura Párroco de Santa Isabel de las Lajas, Cruces, Cienfuegos y Vicario Foráneo de Sagua la Grande, dejando en estos lugares imborrables estelas de bondad y celo apostólico.

Grandes obras

Pronto se comprometió en un trabajo sin descanso por su diócesis y sus fieles para reedificar lo destruido, incansable restaurador de templos, construyendo numerosas iglesias, sobre todo en los campos. Organizó la obra de las misiones parroquiales. Impulsó la labor de catequesis. Sembró los cimientos de la futura acción católica, en 1911 propició, animó y llevó a cabo la instalación de las religiosas del Inmaculado corazón de María en un magnífico centro para los Escolapios, construyó un buen colegio que empezó a funcionar en 1926, ese mismo año reconstruyó la iglesia de Mantua en la provincia pinareña destrozada por el ciclón Monseñór Ruiz fue el constructor también del actual Obispado de Pinar del Río, Construyó también la segunda torre de la catedral cuyo edificio remodeló después en 1926 cuando trajo de España los actuales altares que adornan el templo. En 1912 reedificó las iglesias de Candelaria ySan Cristóbaly animó el establecimiento de las madres escolapias en Guanajay para dar a su diócesis un centro educacional más.

En 1914 construyó la iglesia de Paso Real de San Diego y la incorporó como auxiliar a Los palacios, también reconstruyó la iglesia de Las Martinas, que había destruido el ciclón de 1910, fue fundador del Asilo de Artemisa atendido por las Hermanas de los Ancianos desamparados.
Es digno destacar que el 11 de enero de 1914, Monseñór Ruiz asistió a la inauguración de la vía férrea en Corralillo. Esto unido a su amistad con Eduardo Ferrer y Daniel nos da la idea de que su pueblo natal no le era ajeno.
Por estas cualidades y por quedar vacante en 1925 la diócesis de La Habana, por la renuncia de Monseñór González Estrada, fue designado Arzobispo de La Habana el 30 de marzo del mismo año. Resultó el primer Arzobispo pues la capital había sido erigida Arquidiócesis recientemente.

Cualidades como orador

Predicaba continuamente, no limitando sus enseñanzas al pulpito sino siendo autor de numerosas cartas pastorales y obras de intrusión religiosas. Incremento las vacaciones sacerdotales nativas. Organizo brillantes peregrinaciones al cobre, propagando por todas partes la devoción y la virgen de la Caridad. Lo mismo en el ejercicio de su cargo episcopal como siendo simple sacerdote, fue un patriota ferviente. Nunca olvido sus deberes ciudadanos. Manifestó continuamente su profundo amor por la tierra que lo vio nacer. Su espíritus de poeta quedó plasmado en un tomo de hermosos versos y obras literarias como: Impresiones de un viaje a Tierra Santa y El Corazón de Jesús de Nazaret. Como poeta firmaba con el seudónimo de Lucas del Cigarral y merece recordarse su tomo de versos titulado “Liras y estrofas” y el poema “La Conquista Espiritual, escrito bajo el seudónimo de Lucas del Cigarral, del que se deduce su clara inspiración y el profundo conocimiento de nuestro idioma.

Ideas universales

Las Pastorales son cartas que escribe el obispo al los fieles de sus diócesis para instruirlos en temas determinados. En el análisis de las cartas pastorales escritas por Monsseñór Ruiz observamos que amén de sus mensajes religiosos plasmaba en ellas ideas que pudiéramos llamar universales y que nos remitieron a lo dicho por cubanos tan ilustres como Félix Varela, José de Luz y Caballero y José Martí.
Al referirse a la educación pormenorizó en el maestro: “El maestro debe saber y debe saber enseñar. Lo primero lo obtendrá estudiando la ciencia que enseña: lo segundo estudiando los métodos o modos de enseñar. Tiene, en consecuencia que formarse: lo cual es cosa de no poco trabajo, y supone celo y constancia”.

Muerte

El 3 de enero de 1940, a los 65 años de edad, casi sin haber guardado cama, entregaba su alma a dios en pobreza y santamente en la paz del Señor. Así moría aquel que llamó la atención de propios y extraños por sus elevados vuelos poéticos, por sus magníficos escritos, sus libros, y cartas pastorales, verdadera gloria de la Iglesia y de la patria, a la que amó con el amor más dulce.
Sus restos mortales fueron sepultados en el Panteón de los Obispos del Cementerio de Colón. Su magnífica herencia espiritual era resumida en su última carta pastoral.

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