Mercado de carbono
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Mercado de carbono Son sistemas en los que se comercian créditos de carbono. Estos créditos se generan mediante actividades que reducen o eliminan las emisiones de gases de efecto invernadero y en diferentes tareas para mejorar el medio ambiente. Una vez verificados, estos créditos se pueden intercambiar, comprar o vender, lo que permite a los gobiernos, las empresas o los particulares cumplir sus objetivos de reducción de emisiones de forma eficaz en función de los costos. Están basados en el Acuerdo de París y en más del 80% de los países se ha reportado interés en participar. En Cuba, desde septiembre de 2025 existe una Resolución del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, que marcó el inicio de la inserción progresiva del país en estos mercados de carbono.
Sumario
Antecedentes
Los antecedentes para el sistema de los mercados de carbono han estado basados en las afectaciones ocurridas al medio ambiente y que, en las últimas décadas, se han estado agudizando.
Estas afectaciones han llevado a los ecologistas a solicitar y exigir a los gobiernos y a las instituciones nacionales e internacionales, realizar acciones concretas que ayuden a paliar esas afectaciones. Se han asociado con grupos de científicos, con argumentaciones sólidas basadas en hechos y datos verificables, para demostrar lo peligroso de continuar contaminando el ambiente y las consecuencias negativas que puede tener, incluso en aspectos donde la gravedad del problema pudiera traer consecuencias irreversibles. Todos estos aspectos afectan directamente la vida en el planeta.
Entre los principales antecedentes de acuerdos para este mercado, se pueden citar:
- La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a partir de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992, cuando 160 países acordaron dicha convención y se considera el comienzo del comercio de emisiones de carbono.
- El Protocolo de Kioto en 1997, que fue el primer gran acuerdo para reducir los gases de efecto invernadero y 38 países desarrollados se comprometieron a establecer objetivos y calendarios.
- El Acuerdo de París, adoptado en 2015 y firmado en 2016, el cual, entre otros aspectos, exige a todos los países que adopten medidas, a la vez que reconoce la diversidad de sus situaciones y circunstancias. En particular, las disposiciones del artículo 6 de dicho acuerdo, que se finalizaron en la 29.ª Conferencia de las Partes (COP29), permiten un comercio transparente y responsable de las reducciones de emisiones entre países.
- Y la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26), en 2021, cuando se adoptaron las decisiones relativas a los detalles más técnicos para el funcionamiento de los enfoques de cooperación voluntaria establecidos en el mencionado artículo 6 del Acuerdo de París. Las nuevas normas incluyeron importantes requisitos y salvaguardas para participar en los mercados internacionales de carbono.[1]
Estos basamentos internacionales han contribuido a buscar una vía práctica para ir disminuyendo las consecuencias negativas de las afectaciones al medio ambiente.
Definición
Los mercados de carbono son sistemas en los que se comercian créditos de carbono. Estos créditos representan una reducción o eliminación de gases de efecto invernadero de la atmósfera. Los gobiernos, las empresas e incluso los particulares pueden comprar estos créditos para compensar sus emisiones.
Los créditos de carbono se generan mediante actividades que reducen las emisiones o eliminan carbono de la atmósfera, como la protección de bosques, la restauración de humedales, el cambio de combustibles fósiles a energías renovables, la captura de metano de los vertederos o la mejora de la eficiencia energética en edificios e industrias.
Una vez verificados, estos créditos se pueden intercambiar, comprar o vender, lo que permite a los gobiernos, las empresas o los particulares cumplir sus objetivos de reducción de emisiones de forma eficaz en función de los costos. Tras su adquisición, los créditos se retiran para que no se puedan reutilizar.
Son los países desarrollados quienes generalmente adquieren el producto, pues tienen los recursos para comprar. Un crédito de carbono equivale a una tonelada de CO2 (certificada y acreditada por las autoridades correspondientes).
La ejecución de los proyectos transita por varias fases, desde la concepción y diseño, hasta la presentación y la evaluación ante las autoridades nacionales pertinentes, la validación, la auditoría externa, el registro, la implementación, el monitoreo, el reporte y la verificación.
Constituye un proceso sumamente riguroso, sujeto a verificaciones acordes con los estándares internacionales establecidos. Necesariamente, toma un tiempo entre el inicio de las negociaciones y que se generen los créditos de reducción que pueden ser convertidos en recursos financieros. Pero, en el caso de los países en vías de desarrollo, constituye una oportunidad de ir resolviendo estos problemas ambientales.
Importancia
Los mercados de carbono pueden ayudar a salvar las brechas que existen entre los indicadores de aumentos de temperatura en el mundo y los recursos disponibles para enfrentar esos desafíos. Pueden contribuir a movilizar nuevos recursos para la reducción de emisiones y el desarrollo sostenible. Esos fondos se pueden utilizar, cada vez más, para promover actividades que beneficien la acción climática y propicien el desarrollo sostenible, incluidas las iniciativas que fomenten la equidad social y apoyen a los pueblos indígenas.
En el caso concreto de los pueblos indígenas, gestionan más de un tercio de los bosques intactos ricos en biodiversidad y carbono, pero se enfrentan a menudo con obstáculos para acceder a la financiación del carbono. Los mercados de carbono bien diseñados pueden abordar esta cuestión mediante el reconocimiento y el apoyo a la acción climática dirigida por los pueblos indígenas y la garantía de que los beneficios se repartan equitativamente.
Una acción climática eficaz requiere una inversión significativa. Sin embargo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), de las Naciones Unidas, ha publicado que los flujos financieros actuales son entre tres y seis veces inferiores a los necesarios para 2030, y algunas de las regiones más pobres del mundo se enfrentan a las mayores carencias.
El interés por los mercados de carbono puede aumentar a medida que las normas internacionales, en particular las disposiciones del artículo 6 del Acuerdo de París, permitan un comercio transparente y responsable de las reducciones de emisiones entre países. Se considera que dicho acuerdo ha aumentado la confianza en los mercados de carbono, y que haya aumentado hasta más del 80 % de las contribuciones de los países, para tratar de utilizar mecanismos de ese mercado.
Se ha valorado que los mercados de carbono bien diseñados y administrados, con normas de integridad y transparencia, pueden ser herramientas muy útiles para impulsar la acción climática. Al poner un precio al carbono y recompensar las iniciativas para reducir o eliminar las emisiones, estos mercados pueden ayudar a recaudar los miles de millones necesarios para construir economías con bajas emisiones de carbono y resilientes al clima. En este sentido, se ha ido impulsando el desarrollo de los mercados de carbono de alta integridad en todo el mundo por factores como:
- Las normas más claras en el marco del Acuerdo de París.
- La creciente tendencia hacia la calidad en los mercados voluntarios.
- Y el aumento de la cantidad de países que toman medidas.[2]
Tipos de mercados de carbono
Existen dos tipos de mercados de carbono: los de cumplimiento y los voluntarios.
En ambos tipos de mercados, los créditos de carbono se generan a partir de actividades que reducen o eliminan los gases de efecto invernadero de la atmósfera de acuerdo con normas y requisitos específicos establecidos por los estándares del carbono. Estas normas y estándares abarcan todo, desde metodologías y contabilidad del carbono hasta salvaguardias ambientales y sociales.
Los mercados de cumplimiento se crean mediante leyes o reglamentos establecidos por los gobiernos a nivel nacional, regional o internacional. Ejemplos bien conocidos son los sistemas de comercio de emisiones (ETS, por su sigla en inglés) que utilizan un enfoque de límites máximos y comercio, en el que los gobiernos fijan un tope máximo (conocidos como “cap”) de emisiones y las empresas comercian con instrumentos de cumplimiento, llamados derechos de emisión (“trade”).
Los mercados voluntarios de carbono son mercados nacionales e internacionales en los que las empresas, los particulares o los gobiernos pueden comprar y vender créditos de carbono para cumplir objetivos voluntarios. Los créditos provienen de programas que reducen o eliminan las emisiones, como la reforestación, la gestión forestal o la eficiencia energética, que a menudo involucran y benefician a las comunidades locales, los pueblos indígenas y los propietarios de tierras. La demanda procede de empresas con objetivos climáticos, particulares que compensan sus emisiones e inversores que revenden créditos.
La principal diferencia entre los mercados de carbono de cumplimiento y los voluntarios radica en los objetivos para los que se utilizan los créditos de carbono. En los mercados de cumplimiento, estos objetivos de cumplimiento obligatorio son dispuestos por los gobiernos o los tratados internacionales. Como sucede, por ejemplo, con el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea o los enfoques cooperativos del artículo 6 del Acuerdo de París. Por su parte, en los mercados voluntarios, los particulares, las empresas y los gobiernos establecen sus propios objetivos para cumplir compromisos voluntarios.[3]
Mercados de carbono en el mundo
Varios países y regiones han implementado mecanismos de mercados de carbono adaptados a sus contextos nacionales, con distintos niveles de desarrollo y alcance.
- El de la Unión Europea sigue siendo el mercado de carbono más consolidado y completo del mundo. Se encuentra en funcionamiento desde 2005 y abarca sectores clave como la generación de energía, la industria manufacturera y la aviación dentro de la Unión Europea. Utiliza un sistema de llamado "cap-and-trade” (topa y comercia): se establece un tope de emisiones, se venden y compran los derechos de emisión, y el límite se reduce con el tiempo para disminuir las emisiones. Las reformas han aumentado de manera constante su ambición y la estabilidad del mercado.
- El de China, puesto en marcha en 2021 y ampliado de manera considerable en 2024, se ha convertido en el de mayor volumen de emisiones del mundo. En la actualidad cubre alrededor de una séptima parte de las emisiones mundiales procedentes de la quema de combustibles fósiles, principalmente del sector energético. A diferencia del aplicado en la Unión Europea, el sistema de China utiliza parámetros basados en la intensidad en lugar de un límite máximo absoluto, lo que vincula el cumplimiento a los niveles de producción. Si bien su cobertura sectorial inicial era limitada, el gobierno ha estado trabajando para ampliar su esquema con el fin de incluir el acero, el cemento y el aluminio, y convertirlo en un instrumento clave para alcanzar los objetivos de emisión máxima y neutralidad de carbono de China.
- Brasil finalizó el marco jurídico de su sistema en 2024, tras años de colaboración con las partes interesadas y de trabajo técnico preliminar. A partir de esa fecha, comenzó el proceso organizativo, con la presentación de informes y el seguimiento obligatorios en los sectores de altas emisiones. Estas medidas han situado a Brasil en una posición de liderazgo potencial en los mercados de carbono de América Latina.
- Otros países también han adoptado sistemas de comercio de emisiones, tales como:
- Nueva Zelanda puso en marcha su sistema en 2008, que abarca casi todos los sectores, incluida la silvicultura.
- Corea del Sur, en 2015, cuando puso en marcha el primer sistema de este tipo de ámbito nacional en Asia Oriental.
- Suiza cuenta con su propio esquema, que está vinculado al de la Unión Europea desde 2020.
- También existen sistemas vinculados en otras regiones, como los de Quebec en Canadá y California en Estados Unidos, que forman parte de la Western Climate Initiative (Iniciativa Climática del Oeste).
- En México, Tailandia, Indonesia y Viet Nam se han realizado acciones para organizar sus sistemas respectivos, en diferentes etapas de prueba o diseño de los mismos.
- Por su parte, en el sector de la aviación, el llamado programa CORSIA de las Naciones Unidas limita las emisiones de los vuelos internacionales a los niveles que existían en 2020. Este programa establece que las aerolíneas deben comprar créditos de carbono para compensar cualquier aumento por encima de esa cifra, lo que impulsa la demanda mundial de compensaciones de alta calidad, en especial de proyectos basados en la naturaleza y en energías limpias.
Estas iniciativas han demostrado el creciente interés por las herramientas basadas en el mercado para alcanzar los objetivos climáticos nacionales, al tiempo que se fomenta la innovación y la inversión en bajas emisiones de carbono.
Principales problemas
- La calidad de los créditos de carbono. No todos los créditos representan una reducción o eliminación de emisiones real, adicional o duradera. Casi mil millones de créditos antiguos (llamados créditos “vintages”) permanecen sin utilización en el mercado, a menudo vinculados a proyectos con un valor ambiental cuestionable. Si los créditos de baja calidad inundan el sistema, pueden disminuir la confianza y la eficacia de la fijación del precio del carbono. Para abordar esta problemática, organismos de gobernanza como el Consejo de Integridad para el Mercado Voluntario del Carbono han estado estableciendo normas rigurosas (Principios Fundamentales del Carbono), que ayudan a los compradores y a los países a identificar y utilizar solo créditos de alta integridad.
- La doble contabilidad, que se produce cuando más de una parte se atribuye la misma reducción o eliminación de emisiones, como, por ejemplo, el país anfitrión y el comprador de créditos. Esto puede distorsionar los informes de progreso y dar lugar a afirmaciones exageradas sobre la acción climática. Evitar la doble contabilidad es una de las principales razones por las que las negociaciones del artículo 6 del Acuerdo de París han sido tan complejas. Se han estado introduciendo nuevas normas y ajustes contables para evitarla, sobre todo en las transferencias de créditos transfronterizas.
- La llamada "ecoimpostura", (o “greenwashing”, como se conoce en inglés), sigue siendo otra preocupación grave. Algunas empresas utilizan los créditos de carbono para presentar una falsa imagen de responsabilidad ambiental, pero continúan con sus prácticas de altas emisiones. Por ejemplo, pueden hacer afirmaciones engañosas de que sus productos o servicios son neutros en carbono sobre la base de créditos débiles. Esta representación errónea no solo socava la confianza pública, sino que también debilita la credibilidad de los mercados de carbono. Es por ello, que ha existido una presión cada vez mayor sobre las empresas para que respalden sus afirmaciones sobre el clima con pruebas y utilicen solo créditos de alta calidad.
- El riesgo de impactos sociales y ambientales adversos. Los proyectos de mercados de carbono mal diseñados pueden perjudicar a las comunidades locales o a los ecosistemas, por ejemplo, al restringir el acceso a la tierra o al no repartir los beneficios. Para evitar esto, los proyectos deben incluir salvaguardas sólidas, respetar los derechos de los pueblos indígenas y ajustarse a objetivos más amplios de desarrollo y derechos humanos.
Organismos internacionales, como el PNUD, han estado colaborando con los países en el diseño y la implementación de mercados de carbono de alta integridad que apoyen sus objetivos climáticos nacionales y generen beneficios para el desarrollo sostenible. Y para tratar de evitar los problemas señalados, el PNUD ha establecido la "Iniciativa de Mercados de Carbono de Alta Integridad" con acciones que han incluido el apoyo en lo relativo a los marcos políticos y jurídicos, la preparación técnica, las salvaguardias ambientales y sociales, y la armonización con las normas del Acuerdo de París, especialmente en virtud del artículo 6. No obstante, el actuar adecuado de los gobiernos y factores de cada país es fundamental para disminuir estos problemas.[4]
Mercado de Carbono en Cuba
Marco regulatorio
Para establecer una norma legal relacionada con el tema, en febrero de 2025, el Consejo de Ministros aprobó el inicio del proceso de introducción de Cuba en los mercados de carbono y designó al CITMA en representación del país ante la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y el Acuerdo de París. Y le encomendó a dicho organismo coordinar la elaboración de las normas correspondientes.
El proceso, considerado como riguroso y participativo, contó con el apoyo de diferentes instituciones y de la colaboración internacional, a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Fue estudiada la legislación ambiental vigente en Cuba, en esos momentos, como la Ley 150 de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente, el Decreto 86 de Enfrentamiento al Cambio climático, el Plan de Estado Tarea vida y la Contribución Nacionalmente Determinada (CND), principal compromiso climático del país para la reducción de emisiones, ante las mencionadas Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) y el Acuerdo de París.
También, la existencia de un grupo de instrumentos ambientales que permitieron llegar al 2025 con cerca del 20 por ciento del territorio nacional protegido por alguna de las designaciones del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).
El 19 de septiembre de 2025, fue emitida la Resolución 106/2025 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), “Reglamento para las actividades del mercado de carbono”.
No obstante, en el Consejo Nacional de Innovación de diciembre de 2025, se analizó este tema y se señalaron otros aspectos que debían complementar la base legal y reglamentaria de esta actividad. Tales como Políticas Públicas y Marcos Normativos claros que promuevan mecanismos y flujos financieros adecuados, las líneas fundamentales para la negociación, la distribución de los beneficios, entre otras normativas.[5]
Objetivos
Se evaluó que era un tema de alta prioridad, que permitía trabajar por varios objetivos:
- Facilitar la participación y contribución de actores económicos diversos en las acciones sobre las demandas.
- Desarrollar la investigación, innovación y transferencia de tecnología baja en carbono.
- Fortalecer el sistema de monitoreo nacional de emisiones.
- Necesidad de honrar los compromisos climáticos de Cuba ante la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, y contribuir a reducir las emisiones globales de los gases de efecto invernadero.
- Acceder a tecnologías y recursos financieros en función de la restauración y conservación de los recursos naturales y el medio ambiente, y mejorar la calidad de vida de la sociedad cubana.
- Una oportunidad de continuar el camino para independizarse paulatinamente del uso de los combustibles fósiles y aumentar el financiamiento para la instalación de las energías renovables.
- Lograr beneficios ambientales, como la preservación de la naturaleza, protección de los recursos naturales y la diversidad biológica.
- También beneficios sociales, a partir del acceso y transferencia de tecnologías eficientes, la creación de “empleos verdes”, mejoras de las comunidades donde se asientan los principales ecosistemas y recursos naturales, y la generación de bienes y servicios.
Se consideró una mirada integral al asunto de los mercados y junto con ellos, invertir en la naturaleza y trabajar en el desarrollo sostenible del país.[6]
En el caso de un país subdesarrollado como Cuba, se valoró la conveniencia de insertarse en estos proyectos con países y entidades extranjeras. En muchas ocasiones, para una empresa extranjera es mejor hacer este tipo de inversiones en un país en vías de desarrollo. El efecto de una tonelada de carbono emitida a la atmósfera es el mismo en cualquier lugar del mundo. Pero, el precio de hacerlo en uno de menor desarrollo es inferior al que le costaría en un país industrializado; por eso no pocas naciones con esa condición prefieren financiar proyectos climáticos y ambientales fuera de sus fronteras, y al lograr bajar las emisiones en esos lugares, cumplen sus compromisos particulares de reducción.
Sectores con mayores posibilidades
- La energía, sobre todo en la transición hacia fuentes renovables;
- La industria, en particular lo relacionado con la descontaminación;
- El tratamiento de residuales sólidos a partir del reciclaje;
- La rama agroforestal, que incluye los bosques y los ecosistemas sumideros de carbono.[7]
Los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), han valorado que es alto el potencial cubano en carbono azul, vinculado a sus ecosistemas marinos.
Unidad Técnica
El 18 de diciembre de 2025, fue inaugurada la Unidad Técnica para las Actividades del Mercado de Carbono, que radica en la sede del Centro de Información y Desarrollo de la Energía. Está situada en el municipio Playa, en La Habana.
Contó con el apoyo de varios organismos de las Naciones Unidas, como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).
Entre las funciones de la Unidad Técnica, están:
- Facilitar y dinamizar la participación efectiva y soberana de Cuba en los mercados internacionales de carbono.
- Brindar soporte técnico especializado.
- Promover proyectos de mitigación y tecnologías "limpias".
- Asegurar la transparencia y solvencia en todos los procesos para movilizar financiamiento climático que contribuya al desarrollo económico sostenible del país.
Resultados
A pesar de que ha sido una actividad en la que Cuba lleva poco tiempo de trabajo, se han informado resultados. Entre ellos:
En el momento de la inauguración de la Unidad Técnica, en diciembre de 2025, ya existían propuestas de diferentes entidades. La primera de ellas provino de la empresa mixta BioCubaCafé, con ideas concretas para el Mercado de Carbono en el sector agroforestal.
En esa fecha, también se firmó una Hoja de Ruta de cooperación entre el CITMA y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Esta organización de las Naciones Unidas ha expresado su voluntad de acompañar al CITMA en la adaptación al cambio climático, por la importancia que tiene con la seguridad alimentaria.
Igualmente, se previeron acciones conjuntas entre el PMA, el PNUD y el CITMA.[9]
Referencias
- ↑ El proceso internacional de lucha contra el cambio climático: Mercados de Carbono Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ Informe del IPCC: Impactos, adaptación y vulnerabilidad IPCC de las Naciones Unidas, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ Los mercados de carbono: ¿Qué son y cómo funcionan? Petróleo y Energía México, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ ¿Qué son los mercados de carbono y cómo funcionan? Sitio WEB PNUD, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ Cuba en el Mercado de Carbono: una oportunidad para el desarrollo económico y sostenible del país Radio Rebelde, consultado el 26 de diciembre de 2026
- ↑ Cuba aprueba reglamento para el acceso a los mercados de carbono Tarea Vida, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ Mercados de carbono, una opción para el desarrollo sostenible Granma, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ Cuba, en fase de inclusión en el mercado de carbono TV Santiago, consultado el 26 de diciembre de 2025
- ↑ Nuevo paso de Cuba hacia el mercado de carbono Tribuna de La Habana, consultado el 26 de diciembre de 2025