Pedro Agustín Morell

Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y de Lora
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Obispo de la Iglesia católica
1750[1] - 1768[2]
Obispo Morell.jpg
Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y de Lora
Ordenación1718
Información personal
Nombre secularPedro Agustín Morell de Santa Cruz y de Lora
Nombre religiosoPedro Agustín Morell de Santa Cruz y de Lora
Nacimiento1694
Santiago de los Caballeros, La Española
Fallecimiento29 de diciembre de 1768
La Habana, Cuba Bandera de España
ProfesiónSacerdote
PadresPedro Morell de Santa Cruz y María Catalina de Lora
Alma máterUniversidad de Santo Domingo

Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y de Lora. Sacerdote católico; obispo de León, entre 1749 y 1753 y Cuba, entre 1754 y 1768.

Nació en Santiago de los Caballeros en La Española, hijo de un militar español. Estudió en la Universidad de Santo Domingo y luego se trasladó a Cuba, donde fue ordenado como sacerdote en 1718.

En 1749 fue nombrado obispo de León y en 1754 obispo de Cuba. Como autoridad eclesiástica se preocupó por brindar protección a los sectores marginados de acuerdo con los patrones clásicos de la caridad cristiana, paliar algunos de los más ingentes males sociales, extender la presencia de la Iglesia, en particular en los campos y en las ciudades, villas y pueblos del interior del país, extender de la instrucción pública, dignificar el culto y crear hospitales que garantizaran la atención de los enfermos.

Hombre de inquietudes intelectuales a él se deben varios de los más importantes trabajos para entender la sociedad colonial cubana de su época. Su obra “La visita eclesiástica” constituye una de las más importantes fuentes de información acerca del estado de la Isla de Cuba a mediados del siglo XVIII y es considerado por muchos especialistas como el primer censo de la historia de Cuba [3]. Falleció en La Habana el 29 de diciembre de 1768.

Síntesis biográfica

Nació en Santiago de los Caballeros, en La Española, en 1694. Era hijo del Maestre de Campo Pedro Morell de Santa Cruz y de María Catalina de Lora. De los tres hermanos de Pedro Agustín, uno sería coronel de los ejércitos españoles; otro Alcalde Mayor de Santiago de los Caballeros; y el tercero, Manuel, también seguiría la carrera eclesiástica.

Carrera eclesiástica

Efectuó sus estudios en La Española, incluyendo los superiores en la Universidad de Santo Domingo, donde se afirma que su brillante carrera le valió, aún cuando no había cumplido los veintiún años y sin estar ordenado como sacerdote, recibir las dispensas necesarias para ser nombrado Canónigo Doctoral de la Catedral de Santo Domingo.

De temprana vocación religiosa, Morell pasó a Cuba en 1718, y en La Habana el Obispo Jerónimo Valdés le confirió la tonsura y los grados eclesiásticos hasta el sacerdocio.

El obispo de Cuba y el Capitán General Gregorio Guazo Calderón tuvieron en alta estima el papel desempeñado por Morell durante el segundo movimiento de los vegueros en contra del estanco del tabaco. Según los informes, a él se debió en lo fundamental el acuerdo alcanzado y el haber evitado derramamiento de sangre. En diciembre de 1718 el obispo Valdés solicitó su nombramiento como Provisor y Vicario General de la diócesis de Cuba, aprobada poco después. El 2 de diciembre de 1719 fue nombrado Deán de la Catedral de Santiago de Cuba convirtiéndose, a los veinticinco años, en la segunda figura del obispado. Como tal, se le encomendó la organización de la catedral y de la Iglesia en toda la región oriental del país. Todas las fuentes coinciden en destacar la notable labor organizativa, pastoral y social de Morell en los años posteriores, incluyendo su vínculo con los descendientes de aborígenes que habitaban el pueblo de San Luis de los Caneyes y los esclavos del pueblo minero de El Cobre.

En 1729, al declararse vacante la sede episcopal por muerte del obispo Valdés, Morell fue nombrado Gobernador Eclesiástico del obispado. En esa condición medió en la sublevación de los cobreros de las minas de Santiago del Prado en julio de 1731, asumiendo una actitud crítica ante la posición del gobernador de Santiago de Cuba, en cuyas medidas contra los cobreros encontraba las causas de la sublevación. En 1732, al asumir el obispado Fray Juan Lazo de la Vega y Cansino, Morell fue ratificado como Provisor y Vicario General, cargo que desempeñó hasta su nombramiento como obispo de León en 1749. La consagración se efectuó en Cartagena de Indias en septiembre de 1750.

Al frente de esa mitra estuvo algo más de dos años y siete meses. En ese breve período, dedicó una parte importante de su tiempo al estudio de las características de aquella sociedad. En particular, es notable su Memoria de la extensa visita pastoral que realizó por gran parte de los territorios que hoy forman las repúblicas de Nicaragua y Costa Rica. El estudio de esta primera visita pastoral de Morell permite afirmar que responde a una planificación detallada y que busca, ante todo, un conocimiento tanto cuantitativo como de la vida social y espiritual del país.

Obispo de Cuba

En junio de 1753 Morell recibe la noticia de su nombramiento como obispo de Cuba y regresa a la Isla a comienzos de 1754. Como sus antecesores, fijó su residencia en la ciudad de La Habana, desde donde podía ejercer mayor influencia sobre la vida de su jurisdicción episcopal. Desde allí partió para la realización de una extensa visita pastoral a toda su diócesis, que terminó en 1757.

Durante la ocupación inglesa de La Habana - de agosto de 1762 a julio de 1763 - Morell se opuso reiteradamente a ejecutar las órdenes de las autoridades británicas de ocupación, lo que le valió el destierro a San Agustín de La Florida. De regreso tras la restauración española, el obispo propuso en 1764 un proyecto de creación de una provincia eclesiástica para Cuba. Como Catedral Metropolitana debía servir la entonces Parroquial Mayor de La Habana, y sus sufragáneas serían la de Santiago de Cuba y una nueva que debería tener su sede en la villa de Puerto Príncipe. Con una visión antillana, el obispo también recomendó que al futuro arzobispado de La Habana se le agregara como tercer sufragáneo el obispado de Mérida, que pertenecía a la Metropolitana de México. Aunque el proyecto se fundamentaba en un detallado conocimiento de la situación del país, no tuvo éxito.

Utilizando los medios con que pudo contar, intentó brindar cierta protección a los sectores marginados de acuerdo con los patrones clásicos de la caridad cristiana. La labor reorganizativa institucional desarrollada por el obispo debía servir para paliar algunos de los más ingentes males sociales, lo cual se aproxima a la visión ilustrada de las reformas desde el poder como alternativa a la posibilidad de convulsiones sociales. La extensión de la presencia eclesiástica, en particular en los campos y en las ciudades, villas y pueblos del interior del país era, en su concepción, la base para el esfuerzo moralizador, la extensión de la instrucción pública, la dignificación del culto y la creación y protección de hospitales que garantizaran la atención de los enfermos.

A diferencia de sus antecesores, intentó promover la educación para los pobres. Durante su visita pastoral fundó a sus expensas, en aquellas villas que carecían de centros de enseñanza, escuelas para niños y niñas. Nadie, antes de Morell, se ocupó de llevar la enseñanza a los indios de Jiguaní y El Caney. También intentó crear una universidad en el oriente del país, aunque las gestiones fueron fallidas.

Obra intelectual

El interés de Morell por la historia de Cuba, en particular la eclesiástica, data de los años en que ocupó el deanato de la catedral santiaguera. Antes de 1750, según Domingo del Monte culminó la elaboración de su primera obra -inédita hasta 1841- titulada “Relación histórica de los primitivos Obispos y Gobernadores de Cuba” y terminada antes de 1750. La obra contiene las premisas para la posterior “Historia de la Isla y Catedral de Cuba”, que escribirá Morell siendo ya obispo de la Isla, pero es apenas algo más que una relación nominal de los dignatarios mencionados en su título.

Las profusas observaciones acerca de la sociedad de la época, realizadas durante la visita pastoral de 17541757 le permitieron la elaboración de un informe publicado, ya en el siglo XX, bajo el título de “La visita eclesiástica”. Este trabajo constituye una de las más importantes fuentes de información acerca del estado de la Isla de Cuba a mediados del siglo XVIII.

Se trata de una caracterización detallada y abarcadora de la sociedad colonial. Ante todo, es de observar el método riguroso que sigue el obispo en la descripción de cada lugar y en las apreciaciones que hace, en detalle, de cada pueblo, villa o ciudad. Utiliza la cuantificación de cuanto ve y estudia. Al tomar de los libros parroquiales y otras fuentes el número de habitantes, realiza lo que en rigor puede considerarse el primer censo de población hecho en Cuba sobre el terreno. Su estudio de la organización económica, social, religiosa, política y militar, permite tener una imagen relativamente exacta del nivel de desarrollo de la Isla a mediados del siglo XVIII.

Hacia 1760 Morell debió concluir su “Historia de la Isla y Catedral de Cuba”, la obra insular de carácter netamente histórico más antigua de las que se conservan, y la más importante de las que escribió. El texto ha llegado a la actualidad incompleto, por la pérdida de la parte que trata del siglo XVIII. La riqueza documental se acompaña del interés por los problemas internos y cotidianos de la Isla, lo que dimensiona una visión diferente a la de los documentos oficiales atesorados en los archivos españoles. La obra es una visión y una recreación del criollo, de sus aspiraciones, contradicciones y realidades, lo que lo diferencia sustancialmente del cronista de los primeros siglos y de los informes oficiales. Es la primera expresión intelectual que intenta explicar los orígenes de la sociedad insular generada desde Cuba y para Cuba. Al colocar como objeto histórico la comunidad criolla en su conjunto se aleja de la visión oligárquica propia de las obras de José Martín Félix de Arrate e Ignacio de Urrutia y Montoya y de la regionalista, también característica de estos dos historiadores -que centran su interés en La Habana- y de Nicolás Joseph de Ribera que lo hace sobre Santiago de Cuba. Tanto en la “Historia…” como en “La visita…” se encuentra el rescate de tradiciones nunca antes escritas y que no interesaron al resto de los historiadores de la época en Cuba, empeñados en describir los méritos de las elites insulares y para los cuales los sectores subordinados prácticamente no existen. Morell, en cambio, presta mayor atención a la vida y mentalidad de los sectores no oligárquicos de la sociedad colonial. Sus ideas sobre las desigualdades sociales explican su actuación desde una perspectiva erasmista cristiana y preilustrada.

En este sentido resulta ilustrativa una carta pastoral que redactó el 5 de julio de 1766, con motivo de un terremoto acaecido en Santiago de Cuba. En ella critica acerbamente a los sectores dominantes y a los resultados de la explotación sin límites de los humildes. Sin que puedan definirse filiaciones incontrovertibles entre la Ilustración europea y las ideas de Morell, su percepción de la sociedad y el individuo trasciende -sobre todo en el extenso uso de la observación como método para someter a análisis la sociedad criolla- los marcos teológico escolásticos del pensamiento predominante en la colonia.

La obra intelectual de Morell lo ubica como el más importante estudioso de la sociedad criolla del siglo XVIII entre sus contemporáneos.

Muerte

Hacia 1768 la salud de Morell de Santa Cruz se hallaba ya muy deteriorada. En diciembre de ese año estaba postrado en su cama, y el 29 al anochecer se agravó. Falleció esa noche y se le dio sepultura el 31 de diciembre de 1768, sin previo embalsamamiento del cadáver, por expresa prohibición del mismo Morell.

Bibliografía activa

  • Relación de las tentativas de los ingleses en América. 1767.
  • Relación histórica de los primitivos Obispos y Gobernadores de Cuba, Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana, t. XII, 1841.
  • Historia de la isla y Catedral de Cuba. Escrita por el ilustrísimo señor don Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, Obispo de ella. Con un prefacio de Francisco de Paula Coronado, Académico de número, La Habana, Imprenta Cuba Intelectual, 1929.
  • La visita eclesiástica, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985.

Bibliografía pasiva

  • García del Pino, César: Morell de Santa Cruz. La visita eclesiástica, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985. Introducción.
  • Torres-Cuevas, Eduardo. Morell de Santa Cruz: la memoria del criollo. En Pedro Agustín Morell de Santa Cruz. Primeros historiadores. Siglo XVIII, Ediciones Imagen Contemporánea, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2005, pp. IX-LVI.
  • Torres-Cuevas, Eduardo y Leiva Lajara, Edilberto. Historia de la Iglesia Católica en Cuba. La Iglesia en las patrias de los criollos, Publicaciones de la Oficina del historiador de la ciudad de La Habana, Ediciones Boloña, La Habana, 2007.

Referencias