Segundo combate de El Caimán (10 de diciembre de 1897)

Combate de El Caimán II
Información sobre la plantilla
Campamento mambí.jpg
Fecha:10 de diciembre de 1897
Lugar:Sur de La Habana,
capitanía general de Cuba,
Reino de España Bandera de España
Resultado:
Victoria de los cubanos
Consecuencias:
Los españoles no pudieron desalojar a los insurrectos que operaban en la zona, debiendo seguir distrayendo fuerzas para combatirlos
Líderes:
Emilio Collazo, Rosendo Collazo y Zacarías Quiñones
Ejecutores o responsables del hecho:
Regimiento Calixto García


Combate de El Caimán II. Victorioso combate de los mambises del sur habanero contra las fuerzas españolas de los batallones de Otumba, Castilla, Balbatro y Cazadores de Puerto Rico, los regimientos Pizarro, Numancia y Borbón más la guerrilla de Peral, el 10 de diciembre de 1897.

Antecedentes

Tras la aplastante derrota sufrida por el Regimiento Pizarro en febrero de 1897, tal y como dijera un valiente perteneciente a aquellas tropas “pareciera que toda España se había volcado en persecución de los mambises habaneros”, con operaciones tan intensa que se llegaba a pelear hasta cinco veces a la semana, a esto se unió la reconcentración y la política de tierra arrasada de Valeriano Weyler, que si bien en las provincias orientales no se sintió en las tropas insurrectas con demasía, en las occidentales y particularmente en La Habana dejó sin recurso alguno a las fuerzas mambisas, que poco a poco fueron perdiendo hasta sus caballos y ya no podían reponerlos ni con los cimarrones, pues los españoles emulando el comportamiento de los estadounidense en el Lejano Oeste, matando a todos los ponis indios y mustang que encontraban, se dedicaron a exterminar cuanta bestia se les cruzara por el campo, con dueño, sin él y hasta con el dueño.

Por tanto el Regimiento García pasó a ser fuerza de infantería solamente, y adapto sus métodos de lucha a las características de ese tipo de unidades. A inicios de diciembre de 1897 el coronel Emilio Collazo que ya entonces era el jefe del Regimiento, conoció de un gran operativo que avanzaba hacia el sur habanero con la misión una vez más de exterminar “la partida de Collazo” como eran conocidas las fuerzas insurrectas que operaban en ese escenario, y ordena la marcha de sus fuerzas hacia el Caimán un terreno conocido y favorable para enfrentar las grandes fuerzas que se les vienen encima, el día 3 de diciembre los mambises se concentran en dicho lugar y ya el 4 comienzan los trabajos de atrincheramiento y fortificación.

El enfrentamiento

Partida mambisa a finales de la Guerra de Independencia

Se tumban palmas y se colocan como tablados rellenando el centro con piedras, quedando el día 5 lista la posición con tres dispositivos defensivos, frente al callejón de acceso por donde se espera el golpe principal se coloca el coronel Collazo con todo su estado mayor y un total de 250 hombres, en su flanco derecho el teniente coronel Rosendo Collazo con 120 hombres y a su izquierda defiende ese flanco el comandante Zacarías Quiñones con 100 combatientes; los extremos de las trincheras de ambos flancos son resguardados por profundas tembladeras y protegiendo toda la retaguardia de la defensa mambisa el desagüe de la laguna del Caimán de donde toma nombre la zona, asegurando la maniobra pues los mambises habían previsto un segundo escalón tras el mismo, atravesando este, arrojando al agua los tablones que le servían de puente y atrincherarse nuevamente en las excavaciones preparadas del otro lado.

El día 6 de diciembre de 1897 se abastece la tropa siempre hambrienta con boniatos y malangas traídos desde una zona de cultivo española y se mata un mulito encontrado fortuitamente en el campo, lo cual contribuyó a tener las fuerzas más contentas y decididas, el 7 de diciembre por la tarde la exploración hace un prisionero el cual puntualiza a los mambises las informaciones y las tropas continúan a la espera.

El día 10 de diciembre de 1897, cuando la sombra de la tarde es muy corta aún, el ya capitán Feliz Esquivel y sus hombres hacen contacto con la guerrilla de Peral, que sirve de exploración al contingente español con las fuerzas conjuntas de los regimientos Numancia y Borbón, los mambises se retiran hacia el lugar donde espera el dispositivo defensivo insurrecto, atrayendo las fuerzas españolas por la vereda del Canabo, los exploradores pasan las camufladas trincheras cubanas y continúan atravesando el arroyo por un estrecho puente con los caballos de uno en uno a diestro, los dos o tres tablones que conforman el paso luego son retirados para engañar a la exploración de los contra guerrilleros, dejando posteriormente las bestias escondidas en la retaguardia para preservarlas al cuidado de 20 hombres, regresando los demás para combatir con el resto de sus fuerzas como infantes.

Los españoles avanzan hasta unos 20 metros del frente insurrecto sin ver las trincheras muy bien camufladas, cuando Collazo al grito de -¡Viva Cuba Libre!, abre el fuego acribillando a la vanguardia que retrocede precipitadamente, pero sus oficiales sable en mano les hacen volver y comenzar un ataque a pecho descubierto, aunque el fuego que se les hace desde el dispositivo de Collazo es tan implacable que terminan retirándose de nuevo dejando una veintena de muertos en el campo, esta vez se repliegan al callejón para reorganizarse pero sin haber descubierto todavía las trincheras de los flancos.

De nuevo los españoles inician un ataque frontal apoyado por tropas que tratan de flanquear la fuerte resistencia, pero son contenidas por Zacarías y Rosendo quienes le hacen retroceder, sin pausa se inicia un nuevo ataque ahora con fuerzas frescas que llegan de relevo, y así una y otra vez con una tenacidad formidable estimulados por su gran número y el valor demostrado por sus oficiales; hora y media incansablemente los quintos tratan de desalojar las trincheras de los mambises que resisten en sus posiciones sin un respiro, agobiados por la sed y con los rostros ennegrecidos por la pólvora pero firmes, saben que si el enemigo toma las trincheras después los cazará despiadadamente en terreno descubierto donde no tendrán ninguna posibilidad y otra vez el esfuerzo español no rinde frutos y se retiran para reorganizarse, tiempo que Collazo aprovechando la ocasión lo utiliza para restablecer la comunicación con los comandantes de sus flancos.

Una vez más los mambises ven venir sobre ellos los regimientos hispanos ahora en tres columnas, una hacia cada dispositivo defensivo; esta vez el ataque es tan violento que hasta la trinchera de Emilio Collazo llegan los españoles del Batallón de Otumba y con desprecio absoluto de su vida la asaltan a la bayoneta entablándose el cuerpo a cuerpo, solo el valor de Collazo y su tropa a machetazos limpios y disparos a boca de jarro logran impedir la toma de esta, haciendo retroceder a los quintos con grandes pérdidas.

El fuego cruzado, por la posición de las trincheras de los flancos y la gran masa de soldados atacando a pecho descubierto, hacen que las filas hispanas se vean diezmadas, pero cada vez que retroceden sus oficiales enfurecidos los hacen avanzar nuevamente, esta vez ante la vacilación de sus hombres es el mismo jefe español del Batallón Otumba quien avanza con sus soldados, temerariamente desde su caballo empuja a sus hombres, blandiendo en alto su sable y arengándolos, con sus -¡Viva España! y -¡Adelante mis valientes!. Ambas fuerzas están enardecidas hasta el punto de perder su condición humana y se enfrentan con obstinación, el coronel español Manuel López Moretín cae como un valiente con todos sus ayudantes frente a las trincheras mambisas en un oportuno momento, pues ya las municiones de los insurrectos se acaban, y la retirada ante un fuego tan nutrido de los españoles era imposible, Emilio Collazo también había caído herido con un balazo en la pierna y otro en el cuello.

Al ver los españoles de Otumba a su jefe caído, pierden impulso lo recogen y se retiran, oportunidad que aprovechan los insurrectos para retirarse con sus heridos y muertos tras el arroyo, son las cuatro y media de la tarde y 450 mambises han enfrentado por tres horas y media a 4500 españoles de regimientos selectos, el fuego de los peninsulares fue tan concentrado, que los matojos tras las trincheras quedaron segados a determinada altura como con una hoz y las palmas que servían de parapeto perdieron casi todas su corteza, viéndose solo agujeros montados unos encimas de otros, las bajas mambisas fueron 11 muertos y 16 heridos, incluyendo a Emilio Collazo, a quien se le debía sacar con los dedos los coágulos de sangre por la herida en el cuello para que no se asfixiara.

Desde la otra orilla del canal los nuevamente atrincherados mambises armaron gran algarabía, dando vivas a Cuba Libre y a Emilio Collazo, pero solo como provocación y enardecimiento por una batalla que sabían habían ganado, pues ya sus balas estaban agotadas, pero tenían la retirada libre y sin complicaciones, por su parte los españoles no se decidieron a tratar de forzar el canal, y se retiraron hacia Batabanó, habían perdido al coronel Manuel López jefe del Batallón de Otumba, y a todos sus ayudantes, uno de ellos teniente era el hijo del general español Fidel Alonso de Santo Cilde, el cual a su vez había muerto en la batalla de Peralejo, también perdieron un comandante y varios oficiales más.

La deuda con el Batallón de Otumba estaba saldada, pues en un enfrentamiento con el mismo había muerto el General Alberto Rodríguez jefe del Regimiento García antes de Emilio Collazo, -jefe por jefe-. Los españoles recogieron sus muertos y los enterraron en un pozo y una zanja común de la finca Santa Teresa y los oficiales muertos y los heridos los llevaron al pueblo de Batabanó; lo que no sabían los mambises en ese momento era que la concentración de fuerzas que enfrentaron era la más grande desplegada hasta ese momento con el fin de terminar de una vez por todas con la harapienta partida habanera y participaron en un territorio de un kilómetro de frente contra 470 hombres, los batallones de Otumba, Castilla, Balbatro y Cazadores de Puerto Rico, los regimientos Pizarro, Numancia y Borbón más la guerrilla de Peral, todos comandados por un General de División, González Parrado y dos de de Brigada.

Conclusiones

Otro hecho significativo de este combate fue que por esos días estaba en Cuba, el ex jefe del consejo de ministros español don José de Canaleja, que fue invitado de honor de González Parrado, para que viera el exterminio del foco insurrecto y este ilustre perdió hasta su fino sombrero que cayó en poder de los mambises junto con los deseos de presenciar una cacería de “negros huidizos y ñañigos manigüeros”, como los calificaban los peninsulares, convenciéndose ante la derrota que no existía tal pacificación de la Habana como informaban los jefes de estado mayor españoles.

Véase también

Fuentes

  • Fernández Falcón, Gral de Brigada Manuel. “El arte militar de los mambises a los rebeldes”. Revista El oficial. no 12 de 1984
  • Herrera, José Isabel Mangoche. “Impresiones de la Guerra de Independencia”. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2005
  • Pino-Santos, Oscar. “Historia de Cuba. Aspectos fundamentales”. Editora del Consejo Nacional de Universidades. La Habana, 1964
  • Piedra Martel, Cor. Manuel. “Mis primeros 30 años”. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001

10 de diciembre de 1897