Sistema de Flotas

Sistema de Flotas
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Fecha:1526-1650
Descripción:
Reunión de barcos para facilitar su protección durante su travesía por el Océano Atlántico.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba

Sistema de Flotas. Medida defensiva contra los ataques de corsarios y piratas usada por la corona española en los siglos XVI y XVII, que consistía en la organización de convoyes de buques de transporte escoltados por naves de guerra para la navegación desde los puertos del Caribe y el Golfo de México hacia La Habana, desde este puerto hasta Cádiz y desde allí, de nuevo a América.

Antecedentes

A principios del siglo XVI, las naves que partían de España hacia América, se dirigían a Santo Domingo siguiendo aproximadamente la ruta establecida por Colón, después de lo cual, se dispersaban hacia sus puertos de destino. Al regreso, casi todas volvían a recalar en Santo Domingo, antes de atravesar el Atlántico en el viaje de vuelta a España.

Sin embargo, hacia 1526, los continuos asaltos de corsarios y piratas contra los mercantes españoles cargados con los tesoros americanos hicieron que el monarca Carlos V ordenara la concentración de las embarcaciones en Santo Domingo, para que realizaran la travesía hacia la península en conserva (en convoyes) y otro tanto, en Cádiz, para las que desde allí venían a las Indias, bajo pena de decomiso de naves y cargamentos a los violadores de su disposición.

Reacción inicial y fortalecimiento

La resistencia de comerciantes, banqueros y armadores a un sistema que les hacía perder tiempo y dinero, además de que facilitaba la más acuciosa fiscalización de sus transportaciones por los representantes de la corona, hizo que en 1547 el emperador flexibilizara su orden, con lo que, dos años después, las flotas estaban casi en desuso.

El ascenso al trono español de Felipe II y el incremento de la actividad de los corsarios hicieron que, dentro del plan general de defensa de sus posesiones americanas, el laborioso rey restableciera en 1561 el sistema de flotas y que, tres años después reglamentara, con su característica minuciosidad, su organización, derrota, escoltas y plazos de navegación.

De España hacia América

Las flotas salían, inicialmente de Sevilla y después de Cádiz. La de los galeones, con destino a las Antillas Mayores, Centroamérica y México, en abril o mayo y la otra en agosto, para Santa Marta y Cartagena, con las cargas para [[América del Sur. Ambas seguían la ruta de los alisios, desde el oeste de las Islas Canarias a Cabo Verde, y desde allí, una accedía al Caribe por Puerto Rico-Islas Vírgenes hasta el puerto de Santo Domingo u Ocoa, desde el cual, bordeando cabo Tiburón, tocaban en Santiago de Cuba y Jamaica, enviaban exploración hacia Isla de Pinos y, si no había peligro, proseguían hasta Honduras, Yucatán y San Juan de Ulúa. La segunda derivaba más al sur, hacia Barbados-Trinidad, penetraba en el Caribe por el caño de la Ymbernada y salía a sus puertos de destino.

El regreso a España

El regreso a España se hacía desde Perú a Panamá, a bordo de la Flota de la Armada del Sur (del Pacífico). Desde ese punto, las cargas eran llevadas a lomos de mulos hasta Nombre de Dios o Portobelo y, desde esos puertos por mar, a Cartagena de Indias. Desde allí partía la flota de los galeones por el Caribe, donde se les unían las naves de Puerto Cortés y Trujillo, con cargas de Centroamérica, y las de San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo y Santiago de Cuba para atravesar juntas el peligroso estrecho de Yucatán y arribar al puerto de La Habana.

La otra flota, la de la Plata, partía de la Villa Rica de la Vera Cruz con la mercancía de Nueva España y la que, procedente de China y Filipinas, se había descargado en Acapulco y atravesado México, para también concurrir en La Habana. Aproximadamente en marzo, después de reparar fondos, lonas y cordajes, así como de abastecerse de leña, agua y víveres, y de dar recreo a tripulantes y pasajeros, regresaba la flota a España, aprovechando las bondades del Canal Nuevo de Bahamas (estrecho de la Florida). Esta sería la ruta que más se utilizaría debido a que ya desde 1516, Antón de Alaminos había señalado como la más favorable debido a que la corriente del Golfo contribuía a acortar el viaje.

Composición de las Flotas

Habitualmente la flota estaba integrada por varias decenas de mercantes (de 15 a 45) que eran escoltados por galeones y otros buques de guerra más ligeros. Su orden de navegación incluía una vanguardia, a cargo de un zabre, patache o fragata, con misiones de seguridad; le seguían las fuerzas principales, encabezadas por la nao capitana e integradas por los mercantes y su escolta de galeones. Cerraba el convoy la nave almiranta.

En cada galeón había un capitán de mar y uno de tierra. El primero, marino, dirigía las maniobras y la navegación del buque; a él se subordinaba la marinería. El segundo, de tropas terrestres, mandaba a los soldados que realizaban el combate en caso de abordaje. Además, se incluía el aparato de fiscalización de la corona, en composición de veedores, contadores y maestres de plata.

Consecuencias de las flotas

La Habana, y otros puertos de América deben su florecimiento inicial al sistema de flotas. Vinculada con el abastecimiento de los barcos y sus tripulantes, así como el comercio de exportación se desarrollaron varias manufacturas como la fabricación de quesos, salado de carnes, elaboración de tasajo, tocino, jamones, curtido de cueros, rones, etc., todas de alta demanda por las flotas y para el comercio de contrabando con los bucaneros.

La reparación de barcos significó la necesidad de talleres de calafateo, diques, herrerías y obreros especializados en la fabricación de diversos tipos de herramientas manuales, clavos y piezas de metal, así como el torcido de sogas y cordeles, la fabricación de velas para los barcos, etc.

Las cargas de los barcos que partían para Europa se completaban con otros productos derivados de la agricultura como el azúcar, café y tabaco, por lo que parejamente florecieron las estancias y plantaciones dedicadas a estos cultivos.

Decadencia y fin

El sistema de flotas puesto en práctica por los españoles resultó eficaz mientras sus enemigos se reducían a pequeñas flotillas o corsarios aislados, pero cuando las burguesías inglesa y holandesa respaldaron a sus aventureros con el capital suficiente para formar agrupaciones navales más poderosas que las escoltas de las flotas, el esquema del sistema de convoyes español se convirtió en una desventaja, como lo demostró Pyet Hein al apoderarse de la flota de La Plata en Matanzas, en 1628. Aquel fue un golpe de muerte para el sistema; en 1647 se autorizó la travesía de embarcaciones aisladas pero armadas y hacia fines de la década el sistema de flotas fue abandonado.

Fuentes