Traductores en la conquista de América

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Concepto:Gracias a la ingente labor de intérpretes primero y traductores después, fue posible la comunicación entre europeos e indoamericanos durante la Conquista.

La Traducción en la Conquista de América. El descubrimiento, conquista y colonización de América fueron, sin duda alguna, un paso de avance en la Historia Universal. La faz del planeta se completó con otras tierras, otras gentes, otras formas y maneras diferentes de expresarse y de pensar. Gracias a la ingente labor de intérpretes primero y traductores después, que hicieron posible la comunicación entre europeos e indoamericanos, comenzó un proceso que impactaría directamente en la cultura, idiosincracia y futuro del continente americano.

Conquistar a través de la lengua

Para la Historia de la Traducción el fortuito hallazgo colombino pudiera parecer, prima facie, un retroceso ya que las nuevas lenguas, además de numerosísimas (123 familias), carecían de sistemas de una escritura semejante al cuneiforme, la cual fue una conditio sine que non para la aparición de la traducción. Empero, este aparente retroceso se convirtió en progreso gracias a la ingente labor de intérpretes primero y traductores después, que hicieron posible la comunicación entre europeos e indoamericanos, hazaña lingüística sobre la cual bien poco se ha hablado hasta hoy. La conquista de las dos grandes e imperiales civilizaciones de Indoamérica, la azteca y la incaica, no se hubieran llevado a cabo de la manera relativamente simple en que acaecieron, si no hubiera sido por la acción de intérpretes cuya efectividad varió en cada caso como hemos de ver, pero sin cuya presencia Cortés y Pizarro posiblemente hubieran fracasado, como fracasaron otros conquistadores que no contaron con esta clase de ayuda. Por otra parte, como veremos, Colón muere sin saberse descubridor por falta de verdaderos intérpretes.

Conociendo el intérprete por su nombre

Resulta curioso constatar que estos intérpretes surgidos indirectamente de la hazaña colombina son, además, los primeros conocidos por sus nombre (aunque sin apellidos).  Corrientemente se cita al griego Livio Andrónico, en época de la antigua Roma, como el primer traductor conocido, pero en los trabajos de historia de la interpretación no se halla antes el nombre propio de ningún intérprete, aunque es lógico que existieran desde los tiempos más remotos, y mucho antes que los traductores.

Un antecedente curioso es el de Luis de Torres, el judío converso que, según algunos, llevó Colón como intérprete en el primer viaje. Desgraciadamente no pudo usar sus “lenguas de trabajo” en tierras americanas.

En el Diario del Primer Viaje del Almirante hallamos constancia de que éste se dio cuenta no sólo de la necesidad de tener buenos intérpretes en aquel momento, cosa que se imponía apodícticamente, sino también de la necesidad de formarlos para futuras empresas. Así en el asiento correspondiente al mismo día del Descubrimiento pone Colón: “Yo plaziendo Nuestro Señor levaré de aquí al tiempo de mi partida seis [indígenas] a Vuestras Altezas para que deprendan fablar.” Un mes más tarde expone: “...que fuera bien tomar algunas personas de las de aquel río para llevar a los Reyes porque [para que] bolviendo sean lenguas [intérpretes] de los cristianos...

De la lectura del Diario resulta claro que el Descubridor hubo de tomar a su cargo a unos indígenas que le servían como “embajadores” pues al llegar a nuevas comarcas salían al encuentro de sus hermanos de raza para anunciarles las rectas y pacíficas intenciones de los europeos. Sin embargo, no podían servir de puente lingüístico entre ambos grupos. El 27 de noviembre, como a las dos semanas del último asiento citado, Colón se lamenta de su ignorancia y del mal servicio de aquellos “cuasi intérpretes,” y escribe: “...no sé la lengua y la gente d’estas tierras no me entienden, ni yo ni otro que yo tenga a ellos; y estos indios que yo traigo, muchas vezes le entiendo una cosa por otra al contrario; ni fío mucho d’ellos, porque muchas vezes an provado a fugir... ”

Traducción intersemiótica

En muchas ocasiones el ilustre navegante consigna que la comunicación con los naturales se hacía a través de lo que hoy se conoce como la traducción intersemiótica o sea, por señas... En su Diario del Primer Viaje, en el asiento correspondiente al 2 de noviembre de 1492, Colón solamente dice, refiriéndose a éste: "[se envió a]...Luis de Torres, que avía bibido con el Adelantado de Murcia y avía sido judío, y sabía diz que ebraico y caldeo y aun algo arábigo..." Colón llevó seis indígenas a la Corte, de los cuales uno fue bautizado por el Rey y el otro por el Príncipe Juan. En una nota marginal al asiento del 29 de diciembre, pone el dimisionario Obispo de Chiapas: "En esto aparece como el Almirante no entendía nada de los indios, porque los lugares que le nombraban no eran islas por sí, sino provincias d'esta isla...". Así, la hispanización de las Antillas fue rapidísima pero también rapidísima fue la extinción de la población autóctona. Ello hizo pensar a los misioneros - y a la Corona- que era necesario que los frailes aprendieran las lenguas de los amerindios y predicaran en ellas, apartándolos así de los conquistadores.

"Formando" intérpretes

Con Carlos V, a partir de las Reales Cédulas de 1536 primero y de las Nuevas Leyes Indias de 1542 después, los sacerdotes se vieron convertidos de facto en intérpretes y traductores, cosa que por suerte no les era del todo extraño. Los intérpretes se “formaban” básicamente mediante una versión anticipada del Total immersion method. Es decir, haciendo que los amerindios convivieran con los españoles, preferentemente en España, o que por diversas circunstancias convivieran los españoles, aislados, con los aborígenes.

Antes que Cortés comenzara en “serio” la Conquista de la Tierra Firme, otros españoles habían intentado hacerse con Tenochtitlán. Aunque fracasaron hubieron de procurarse “lenguas” (intérpretes) para futuras expediciones. Así, en 1517 Hernández de Córdoba capturó a dos jóvenes indígenas de Yucatán a los que bautizó con los nombres de Julián y Melchor quienes se quedaron con los conquistadores y aprendieron su lengua. Igual le ocurrió a un mozo de lengua náhuatl capturado en 1518 por Juan de Grijalba y bautizado como Francisco. Sin embargo, estos intérpretes no serían fieles ni lingüística ni políticamente. Su aprendizaje del castellano había sido muy festinado e incompleto, y como no se habían asimilado, acabaron por escaparse para luchar contra los invasores de país.

Cortés, providencialmente, encontró in situ a dos nuevos intérpretes cuya colaboración sería esencial para el éxito de su empresa. Uno lo fue un soldado español -algo letrado pues estaba ordenado de menores- llamado Jerónimo de Aguilar, natural de Ecija, el cual dominaba el maya por haber convivido durante ocho años con los indios de Yucatán. La otra, una mujer de excepcional belleza y noble linaje indígena, conocida indistintamente como la Malinche o Doña Marina. Esta cacica veracruzana poseía el maya y el náhuatl debido a las vicisitudes de su vida. En un principio el Conquistador se comunicaba con los mayas a través de la interpretación de Aguilar y con los aztecas a través del esfuerzo conjunto de éste y Doña Marina, en una situación que hoy se conoce como de Relay consecutive interpretation.

Con el tiempo, la Malinche, ya madre de un hijo de Cortés, aprendió el castellano y le sirvió no sólo de intérprete sino también de consejera y hasta de espía. Con razón dijo Bernal Díaz del Castillo que: “...doña Marina en todas las guerras de la Nueva España y Tlaxcala y Méjico, fue tan excelente mujer y buena lengua [intérprete]” - y agrega – “...fue gran principio para nuestra conquista... porque sin ir Doña Marina no podíamos entender la lengua de la Nueva España y México.”

En la conquista del Perú el papel de los intérpretes fue diferente. Resultó, si se quiere, más dramático, más espectacular, pero menos profesional, usando un cómodo anacronismo y, además, estuvo mancillado por la incompetencia y la posibilidad de la prevaricación. En resumen, dejaron una huella menos profunda que en México.

El punto decisivo de la conquista del Perú fue el apresamiento del Inca Atahualpa al rechazar éste el requerimiento que se le hacía para que aceptara la verdad del cristianismo y la soberanía de los Reyes de España. Sin la colaboración de los intérpretes no se hubiera podido cursar la invitación al Inca para la encerrona de Cajamarca, ni haberse llevado a cabo el requerimiento, pues por ley era necesaria la presencia de un escribano y de un intérprete.

En honor a la verdad, hay que recordar que el intérprete principal en este caso fue un indio de la Isla Puná, bautizado como Felipillo, que había aprendido el quéchua en Túmbez de boca de indios que los tenían como segunda lengua, y el castellano de oír a los soldados españoles. Todos los historiadores están de acuerdo en que la interpretación del requerimiento estuvo muy lejos de ser fiel y que los conceptos vertidos en la lengua fuente no tenían una muy exacta contrapartida en la receptora. Hay autores que, además, afirman que Felipillo pertenecía a una tribu enemiga del Inca, y mantenía amores ilícitos con una concubina de Atahualpa, por lo cual efectuó la traducción oral de forma que fuera ofensiva para el monarca indígena.

Los traductores ayudan a completar la conquista

Aparte de esto, para completar la conquista e iniciar la colonización hubo que contar con traductores. El imperativo de instruir a los amerindios en la fe católica utilizando sus propias lenguas, determinó que los misioneros tuvieran que estudiarlas, escribir gramáticas y diccionarios, y sobre todo traducir en cantidades astronómicas. Fue una obra ciciópea realizada eficaz y científicamente, dentro del marco de la época, especialmente en las llamadas lenguas generales, es decir, el náhuatl, el quéchua, el aymará, el guaraní, etc.

En cuanto a traducción en sí, tradujeron misales, devocionarios, vidas de santos, el Kempis, sermones, los Proverbios, el Ecclesiastés, hasta canciones españolas. Tradujeron y adaptaron autos sacramentales, y llegaron a crear un teatro misionero en lenguas amerindias. No obstante, la traducción de las lenguas indígenas al castellano fue escasa. Se oponían a ello el tipo de escritura de éstas y el temor a que se perpetuaran los mitos paganos.

Lo poco que se conoce de la “literatura” precolombina se le debe a los misioneros y sobre todo a sus discípulos que contaron las leyendas ancestrales adaptando la fonología de sus lenguas maternas al alfabeto conquistador. Entre ellos están los indios como Felipe Guamán Poma de Ayala, ya mestizos como el celebérrimo Garcilaso de la Vega, el Inca. Ellos practicaron la traducción implícita y hasta la explícita de la literatura oral en quéchua. El Inca Garcilaso utilizó, además, varios idiomas europeos en sus traducciones, entre otras obras tradujo los Diálogos de Amor de León Hebreo del italiano al castellano.

A finales de la conquista y en los albores de la colonización la formación de traductores e intérpretes se academizó. En el siglo XVI los misioneros crearon institutos de enseñanza bilingüe como los de Santa Cruz de Tlatelolco, San Juan de Letrán y Sta. Ma. de Todos los Santos, en México, de donde salieron, como dice el crítico venezolano Mariano Picón-Salas, “alcaldes y gobernadores... traductores e intérpretes.”  Hubo cátedras de quéchua y náhuatl en las universidades de Lima y Ciudad México,y son conocidos los trabajos lingüísticos de los jesuitas en sus reducciones de Argentina, Bolivia y Paraguay; también efectuaron una buena labor, menos conocida, en Ecuador, Perú y Venezuela.

Considerando la vastedad de los dominios españoles en la época, la enorme diversidad de lenguas con que se trabajó, la constancia mantenida a través de un par de siglos al menos, su rigor, y eficacia, no es hiperbólico mantener que la labor de los intérpretes y traductores al echar los cimientos de las naciones de Hispanoamérica, se encuentra entre los hitos más importantes de la historia de la traducción oral y escrita en la civilización occidental.

Fuentes

  • Cuesta, Leonel-Antonio (2004). Intérpretes y traductores en el descubrimiento y conquista del nuevo mundo. HISTAL.
  • Henríquez Ureña, Pedro (1964). Historia de la cultura en la América Hispánica. México: Editorial Fondo de Cultura Económica.
  • García Yebra, Valentin (1985). Traducción y Enriquecimiento de la Lengua del Traductor. Discurso de recepción en la Real Academia Española. Madrid.