Trampantojo

Trampantojo
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Concepto:Pintura en la que se recrea la ilusión, haciendo ver lo que no es.

Trampantojo. Técnica pictórica con que se intenta engañar la vista mediante los recursos del claroscuro y la perspectiva. Las escenas pintadas dan sensación de realidad y hacen que los objetos, los seres o las situaciones parezcan reales para el observador.

Griegos y romanos pintaron trampantojos, y también se utilizaron en el Renacimiento para aumentar la profundidad de techos y paredes en iglesias y palacios, aunque fue durante el Barroco cuando alcanzaron su máximo esplendor.

Significado

El origen de la palabra es francés y literalmente quiere decir “engaño al ojo”. En castellano aparece la palabra trampantojo. El concepto de trampantojo según L. Monreal y R.G. Haggar, en el “Diccionario de términos de arte” lo definen como un subgénero del ilusionismo:

“Uso de la técnica pictórica que se propone inducir al ojo a aceptar como real lo que tan sólo está pintado.

La pintura que simula arquitecturas, se llama quadratura. La concentración de ésta habilidad técnica en pequeños objetos, pliegos de papel, insectos, gotas de rocío, etc. se denomina trampantojo o trompe l´oeil.

Si el concepto habitual de pintura (para el pasado, ciertamente) es de figuración en una superficie de dos dimensiones del efecto espacial en su totalidad, acudiendo a las normas de la óptica y de la perspectiva, el trampantojo excede a esta intención, por cuanto busca la confusión del contemplador, que en un momento dado toma por real lo que meramente está pintado. El propósito del pintor ha sido deliberadamente el de engañar, sorprender al espectador.

Pintura ilusionista

La pintura ilusionista se cree apareció en el antiguo Imperio Romano aunque posiblemente tenga sus orígenes en el mundo griego. Se tiene constancia histórica que dos pintores griegos, Paraísos y Zeuxis, compitieron con el objetivo de hacer imágenes tan realistas que difícilmente se pudieran distinguir de la realidad.

Posteriormente, ya Plinio el Viejo reflexionaba con la idea de realidad o ficción, original o copia, objetividad y artificio.

Hoy día se pueden admirar las magníficas pinturas decorativas ilusionistas que adornaban las casas de los nobles romanos en la antigua ciudad de Pompeya.

Después del Imperio Romano no se conocen muestras destacadas de pintura ilusionista hasta la llegada del Renacimiento, a excepción de Giotto. Este pintor, escultor y arquitecto italiano del Trecento, cuya obra se considera una gran aportación al surgimiento del Renacimiento, cuenta con bellos ejemplos de pintura ilusionista: sus frescos en la Capilla de la Arena en Papua (1306).

Durante la época renacentista se encuentran ejemplos de pintura ilusionista en múltiples palacios y casas nobles europeas: La Cámara de los esposos, pintada por Mantegna en la ciudad italiana de Mantua, es uno de los primeros ejemplos durante el Renacimiento.

En la época barroca la burguesía acomodada también valoró ese tipo de pintura y hay una proliferación de ésta en cuadros de pequeño formato. Maestros como Zurbarán o Velázquez cuentan con ejemplares de pintura ilusionista en su producción.

Este estilo ornamental también llegó a la corte de Versalles durante el siglo XVIII. Pero es en esta época cuando cambió su carácter meramente ornamental a pasar a ser un juego intelectual, ya que el artista crea obras ilusionistas de más pequeño formato y son un estudio de la naturaleza (pequeños insectos, frutas, etc).

Trampantojo e ilusionismo

Si el concepto habitual de pintura es de figuración en una superficie de dos dimensiones del efecto espacial en su totalidad, acudiendo a las normas de la óptica y de la perspectiva, el trampantojo excede a esta intención, por cuanto busca la confusión del contemplador, que en un momento dado toma por real lo que meramente está pintado. El propósito del pintor ha sido deliberadamente el de engañar, sorprender al espectador.

Ilusión y trampantojo van unidos, pero no son equivalentes. Mientras que el ilusionismo reclama la ayuda de la imaginación, hasta el punto de constituir una "poética ilusión de la forma visible", el objetivo del trampantojo es engañar al propio ojo, mediante un duplicado de la realidad, que es la obra de arte.

El ilusionismo, pictórico y el trampantojo aparecen ya en los tiempos clásicos. Los pintores griegos se aplican al trampantojo; los romanos prefieren el ilusionismo espacial. El trampantojo es un elemento primordial en la historia del bodegón desde el siglo XVII; pero a la vez el ilusionismo se apodera de la decoración de muros; techos y bóvedas de los edificios barroco.

El ilusionismo arquitectónico es algo que se añade a una realidad, que se hace más grandiosa, imaginativa y monumental. Puede decirse que agranda la arquitectura a la que se aplica. El trampantojo no escapa al propio objeto; se limita a sí mismo. El ilusionismo requiere la colaboración del espectador; es un premio a su imaginación. De ahí que para contemplar un fresco ilusionista, el espectador se mueve a placer, buscando conscientemente las huídas hacia lo imaginario que más le puedan satisfacer, sin que en ningún momento tenga la creencia de que está siendo engañado.

El trampantojo es un fenómeno visual, de imitación, una realidad intensificada. Viene ser una substitución de la realidad. Lo habitual es que el trampantojo se ofrezca separadamente, con un marco o caja que haga creer al espectador que hay algo real encerrado.

Siendo tan diferentes ilusionismo y trampantojo, a veces se funden, es decir, se produce un trampantojo en un espacio ilusionista pintado.

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Fuentes