Diferencia entre revisiones de «Narración de la creación del Génesis»
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Los días cuatro al seis continúan siendo impulsados por la palabra hablada. Esta palabra hablada se puede entender fácilmente en relación con el establecimiento de funciones. En el antiguo Oriente Próximo el cosmos está organizado por los decretos de la deidad (reflejados en la importancia de la Tabla del Destino). Génesis 1 también enfatiza los decretos hablados del Creador, y estos decretos inician las funciones y dan a los funcionarios sus roles. Tales decretos hablados son también actos de creación. En la antigua Mesopotamia el establecimiento de atributos de control (el me sumerio) por decreto y los aspectos funcionales de los cuerpos celestes se combinan en textos como el Gran Tratado Astrológico:<blockquote>''<nowiki/>'Cuando An, Enlil y Enki, los grandes dioses, En su infalible consejo, Entre las grandes leyes [me] del cielo y de la tierra. Había establecido la creciente de la luna, Que dio a luz el día, estableció los meses y proporcionó los presagios del cielo y de la tierra, Esta creciente de la luna brilló en el cielo, ¡Y se veían las estrellas brillando en el cielo más alto!''</blockquote>En el cuarto día, Dios comenzó con un decreto (v. 14) que identificaba las funciones de estos funcionarios celestiales. A diferencia de la situación en el resto del antiguo Oriente Próximo, estos funcionarios son entidades no personales. El texto al menos tácitamente hace este punto al referirse a ellos como 'luces' (o 'astros') en lugar de por sus nombres que coincidían con los nombres de las deidades en el resto del antiguo Oriente Próximo. Luego hizo la obra para que gobernaran como estaba previsto (v. 16). Y finalmente los nombró a sus puestos (v. 17). La conclusión es la conocida, 'Era bueno' que, indica que todos están preparados para funcionar para los seres humanos que pronto van a ser instalados en su lugar. | Los días cuatro al seis continúan siendo impulsados por la palabra hablada. Esta palabra hablada se puede entender fácilmente en relación con el establecimiento de funciones. En el antiguo Oriente Próximo el cosmos está organizado por los decretos de la deidad (reflejados en la importancia de la Tabla del Destino). Génesis 1 también enfatiza los decretos hablados del Creador, y estos decretos inician las funciones y dan a los funcionarios sus roles. Tales decretos hablados son también actos de creación. En la antigua Mesopotamia el establecimiento de atributos de control (el me sumerio) por decreto y los aspectos funcionales de los cuerpos celestes se combinan en textos como el Gran Tratado Astrológico:<blockquote>''<nowiki/>'Cuando An, Enlil y Enki, los grandes dioses, En su infalible consejo, Entre las grandes leyes [me] del cielo y de la tierra. Había establecido la creciente de la luna, Que dio a luz el día, estableció los meses y proporcionó los presagios del cielo y de la tierra, Esta creciente de la luna brilló en el cielo, ¡Y se veían las estrellas brillando en el cielo más alto!''</blockquote>En el cuarto día, Dios comenzó con un decreto (v. 14) que identificaba las funciones de estos funcionarios celestiales. A diferencia de la situación en el resto del antiguo Oriente Próximo, estos funcionarios son entidades no personales. El texto al menos tácitamente hace este punto al referirse a ellos como 'luces' (o 'astros') en lugar de por sus nombres que coincidían con los nombres de las deidades en el resto del antiguo Oriente Próximo. Luego hizo la obra para que gobernaran como estaba previsto (v. 16). Y finalmente los nombró a sus puestos (v. 17). La conclusión es la conocida, 'Era bueno' que, indica que todos están preparados para funcionar para los seres humanos que pronto van a ser instalados en su lugar. | ||
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El quinto y sexto día siguen la misma lógica funcional, pero con un giro clave: mientras los astros del cuarto día eran como 'empleados' encargados de tareas específicas (medir el tiempo, marcar festividades), los animales y humanos de los días cinco y seis tienen una misión más orgánica. Las criaturas marinas y aves no gobiernan nada externo: su función es ''existir'' donde les corresponde, llenando mares y cielos con su mera presencia. La orden de 'sean fructíferos' no es un detalle biológico, sino una declaración de propósito: su reproducción no es un proceso químico, sino un acto sagrado que mantiene el equilibrio del mundo. Lo mismo aplica para los animales terrestres: su rol no es servir a otros, sino habitar la tierra según su naturaleza. La 'maravilla' no está en cómo nacen (si por evolución o diseño), sino en que cada generación repite el mismo patrón, como semillas que siempre dan el mismo fruto. Aquí, el texto evita debates materiales: decir que los animales 'vienen de la tierra' no explica su anatomía, igual que decir que los bebés 'vienen del hospital' no explica la embriología. Es una respuesta funcional, no técnica. | El quinto y sexto día siguen la misma lógica funcional, pero con un giro clave: mientras los astros del cuarto día eran como 'empleados' encargados de tareas específicas (medir el tiempo, marcar festividades), los animales y humanos de los días cinco y seis tienen una misión más orgánica. Las criaturas marinas y aves no gobiernan nada externo: su función es ''existir'' donde les corresponde, llenando mares y cielos con su mera presencia. La orden de 'sean fructíferos' no es un detalle biológico, sino una declaración de propósito: su reproducción no es un proceso químico, sino un acto sagrado que mantiene el equilibrio del mundo. Lo mismo aplica para los animales terrestres: su rol no es servir a otros, sino habitar la tierra según su naturaleza. La 'maravilla' no está en cómo nacen (si por evolución o diseño), sino en que cada generación repite el mismo patrón, como semillas que siempre dan el mismo fruto. Aquí, el texto evita debates materiales: decir que los animales 'vienen de la tierra' no explica su anatomía, igual que decir que los bebés 'vienen del hospital' no explica la embriología. Es una respuesta funcional, no técnica. | ||
| − | El plural en hagamos usado en Génesis 1:26 puede entenderse como una | + | El plural en hagamos usado en Génesis 1:26 puede entenderse como una referencia a la trinidad,<ref>Don Stewart. ''[https://www.blueletterbible.org/faq/don_stewart/don_stewart_688.cfm Does Genesis 1:26 Speak of the Trinity?]''.</ref> aunque esta interpretación es debatida.<ref>Hamilton, 1990, pp. 133–140</ref> |
Al llegar a los humanos, el relato da un salto. Sí, compartimos con los animales la función de multiplicarnos, pero hay algo más: somos ''imagen de Dios''. Esto no se refiere a nuestra forma física (¿acaso Dios tiene cuerpo?), sino a nuestro rol como administradores del mundo. En otras culturas (como Babilonia), los humanos eran esclavos de los dioses: criaban ganado y cultivaban solo para alimentar a las deidades. En Génesis, es al revés: la creación existe ''para nosotros'', y nosotros existimos para representar a Dios en ella. Somos como embajadores, no siervos. Esta idea revoluciona todo: en lugar de ofrecer sacrificios para calmar a dioses hambrientos, nuestro trabajo es cuidar lo que ya nos fue entregado. La 'imagen' implica autoridad delegada, pero también responsabilidad. | Al llegar a los humanos, el relato da un salto. Sí, compartimos con los animales la función de multiplicarnos, pero hay algo más: somos ''imagen de Dios''. Esto no se refiere a nuestra forma física (¿acaso Dios tiene cuerpo?), sino a nuestro rol como administradores del mundo. En otras culturas (como Babilonia), los humanos eran esclavos de los dioses: criaban ganado y cultivaban solo para alimentar a las deidades. En Génesis, es al revés: la creación existe ''para nosotros'', y nosotros existimos para representar a Dios en ella. Somos como embajadores, no siervos. Esta idea revoluciona todo: en lugar de ofrecer sacrificios para calmar a dioses hambrientos, nuestro trabajo es cuidar lo que ya nos fue entregado. La 'imagen' implica autoridad delegada, pero también responsabilidad. | ||
última versión al 02:53 14 may 2025
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La narración de la creación del Génesis es el relato de la creación que se encuentra presente en el primer capítulo del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia hebrea.
Existen varias interpretaciones sobre este relato, desde la idea de que Yahvé entró a un mundo ya creado y desordenado para ponerle orden, hasta aquellos que afirman que Él lo creó todo ex nihilo[1] (es decir, de la nada). Esta última postura es popular entre los creacionistas de la tierra joven y algunos círculos de los creacionistas de la tierra vieja.
Sumario
Cosmología antigua
Imagina vivir en un mundo donde las cosas no 'son' simplemente por estar ahí, sino porque cumplen un propósito. Para los antiguos—egipcios, babilonios, sumerios—la existencia no se medía en átomos o piedras, sino en funciones. Una silla hoy existe porque puedes tocarla; pero en su mentalidad, un restaurante solo "era real" si servía comida, si tenía permiso para abrir, si alimentaba a la gente. No se trataba de paredes y mesas, sino del acto de nutrir.
Cuando leemos sus mitos de creación, algo llama la atención: nadie describe cómo los dioses amasaron el barro del cielo o forjaron el sol en un taller cósmico. En cambio, hablan de separar aguas, nombrar estaciones, asignar tareas. En el Enûma Elish, Marduk no moldea el firmamento como un alfarero; lo ordena. Las estrellas no son puntos de luz, sino marcadores de tiempo; las aguas primordiales son "nada" hasta que un dios les da un oficio. La creación era un acto de organización, no de fabricación. Y los humanos éramos parte de ese engranaje. No éramos solo carne y hueso, sino piezas de un sistema. El sol no era una bola de fuego, sino el que hace crecer las cosechas; los dioses no vivían en el cielo, sino que eran el cielo en acción. Hoy decimos "el viento es aire en movimiento"; ellos decían "el viento es el aliento de un dios que barre el desierto".
Piensa en una computadora moderna: no basta con tener el hardware. ¿De qué sirve si no tiene sistema operativo, si nadie la enciende? Para los antiguos, el cosmos era igual: no importaba su "material" sino su funcionamiento. Un río sin lluvias que lo alimenten era tan inexistente como un templo sin sacerdotes. Al final, su pregunta fundamental no era ¿qué es esto?, sino ¿para qué sirve?. Por eso sus relatos hablan de rituales, de nombres sagrados, de dioses que gobiernan estaciones. No les preocupaba el ladrillo con el que se construyó el mundo, sino las manos que lo mantenían en pie. Tal vez ahí radica la diferencia más honda: nosotros vemos objetos; ellos veían relaciones.
Una interpretación similar la sostenía el filósofo neoplatónico Filón de Alejandría, este afirmo en el primer siglo de nuestra era que el relato de la creación del Génesis no debía entenderse tan siquiera como una creación de seis días. Filón sostenía que Dios creó primero un mundo ideal o arquetípico en el ámbito del pensamiento divino, utilizando el 'Logos' como instrumento creativo. Así, según él, los seis días de la creación representan etapas lógicas o conceptuales en el proceso creativo, no períodos de tiempo literales.[1]
Simbolismos
El uso del número siete aquí es meramente simbólico. La construcción del tabernáculo del templo en Éxodo 40 se completó en 7 etapas, la ordenación de un sacerdote es de 7 días (Levítico 8:33-35), el templo de Salomón fue construido en 7 años, y se dedicó a Dios durante un festival de 7 días en el séptimo mes, incluso el discurso de dedicación de Salomón se dio en siete peticiones (1 Reyes 8). Fuera de la Biblia esto también se encuentra. Por ejemplo, los textos ugaríticos se habla de que Baal completó su templo cósmico en siete días. El punto de los 7 días en Génesis 1 parece favorecer una comprensión más funcional de todo el pasaje. El templo y el tabernáculo fueron construidos con material preexistente. Los materiales fueron organizados para funcionar correctamente en la adoración del señor, dado que vemos que Dios está asignando correctamente las funciones a las creaciones en Génesis 1, y cómo operarán dentro de las civilizaciones humanas La explicación más probable es que el texto simplemente establece que Dios entró en un universo caótico y asignó funciones a varias creaciones como parte de establecer todo el cosmos como su templo. No se trata de la fabricación de materiales, sino de establecer el cosmos como su templo, y ordenar adecuadamente las cosas para que trabajen para la cultura o sociedad. John H. Walton explica esto en su libro El mundo perdido de Génesis Uno, y utiliza un restaurante como analogía, argumentando que un restaurante no comienza a existir cuando se completa la construcción material, sino cuando el propietario declara que el restaurante está abierto al público. Según Walton, Génesis 1 no debe entenderse como un relato de una creación de la tierra joven en 7 días, y también que el uso del 7 resulta deliberado y más simbólico que literal.
Estos simbolismos también son evidentes en el orden de los días, los comentaristas han notado durante años cómo los 6 días de creación son una estructura reflejada. El día 1 tiene a la luz siendo creada. El día 4 tiene las luminarias que están siendo creadas, el día 2 menciona al cielo y al océano, y el día 5 menciona a los animales en los mismos. Lo mismo se aplcia en los días 3 y 6. Richard S. Hess ha señalado que los antiguos hebreos sugieren que la vida espiritual ocurre en tres esferas concéntricas de intimidad con Dios. Por ejemplo, el campamento de Israel fue visto de esta manera. En el centro estaban los sacerdotes y el tabernáculo, luego en el círculo exterior estaba todo el campamento de Israel, y finalmente, en el círculo más externo, estaban las naciones paganas y el caótico desierto. Los animales también se dividieron en 3 círculos, con los animales sacrificados en el círculo más interno, luego los animales limpios para el campamento de Israel, y luego los animales inmundos en el desierto.[2] El relato de la creación de Génesis 1 parece estar usando la misma teología, dividido en 6 días de la creación, simétricamente dividido en 3 conjuntos, en el círculo más externo están las luminarias, luego el cielo y el mar y los animales en ellos, y finalmente, en el círculo interior más íntimo con Dios están los humanos y el resto de animales terrestres. En otras palabras, el autor de Génesis 1 está usando los 7 días de Génesis de dos maneras, una es un símbolo claro para la inaguración de un templo, y luego, la segunda, dividiendo el trabajo entre 6 días simétricos, para explicar que el cosmos, que ahora es el templo de Dios, se ha dividido en tres esferas de intimidad. Por eso, es poco probable que la intención haya sido ofrecer un orden cronológico literal, sino más bien una estructura funcional y simbólica para transmitir un mensaje teológico profundo.
Análisis
Primer día
Génesis 1:1 dice lo siguiente:
'En el principio, Dios creó los cielos y la tierra'
Aquí la traducción en el principio no es la más acertada, sino cuando. Lo que significa que la historia comienza en el tiempo, pero no al comienzo del mismo. Esto también significa que el versículo uno depende del segundo y no hay ninguna diferencia de miles de millones de años entre uno y del otro. [3] Está también era la forma de comenzar un relato de la creación en otros textos antiguos como el Atrahasis sumerio.
En cuanto a la creación, la palabra aquí en hebreo es bara (בָּרָא) y no necesariamente debe referirse a una creación material como tal. En este contexto, se entiende mejor en términos de asignación de funciones o de dar un propósito, y de hecho, es usada así varias veces en la Biblia hebrea. Génesis 1:1 podría interpretarte como Dios nombrando o dando funciones a los cielos y la tierra.
El consenso entre la mayoría de estudiosos es que Génesis 1 no trata de una creación ex nihilo. [4]
El siguiente versículo, Génesis 1:2, dice lo siguiente:
'Y la tierra estaba desordenada y vacía; y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.'
Las palabras hebreas aquí son Tohu (תֹּהוּ) y Bohu (בֹּהוּ), y en lugar de traducir el estado de la tierra como 'desolada' y 'vacía', podrían interpretarse mejor como 'desierta' e 'improductiva'.[5] Así, Génesis 1 parecería estar diciendo que antes de que Dios comenzara a hacer que la tierra funcionara correctamente, esta no lo era, y más bien sería algo similar a un desierto improductivo. [6] Génesis 1:3-5 dice lo siguiente:
'Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día'
¿Por qué Dios no llamó 'luz' a la luz en Génesis 1? La clave está en entender que el texto no habla de objetos materiales, sino de funciones. En el versículo 5, Dios nombra la luz como "día" y la oscuridad como 'noche'. Pero si la luz no es un objeto (como pensaban las culturas antiguas), sino una condición, entonces "día" no se refiere a la luz misma, sino al período de luz. Es un recurso literario (metonimia): usar una palabra ('luz') para representar algo relacionado ('tiempo de luz').
Esto cambia todo:
- Versículo 4: Cuando Dios "separa la luz de las tinieblas", no está dividiendo objetos, sino períodos (día/noche).
- Versículo 3: "Hágase la luz" no implica crear materia, sino establecer ciclos de tiempo.
Segundo día
Génesis 1:6-8 dice lo siguiente:
'Entonces Dios dijo: “Que haya una expansión en medio de las aguas, que haya una separación entre las aguas y las aguas”.' Y Dios pasó a hacer la expansión y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban encima.i Eso fue lo que ocurrió. Dios llamó a la expansión Cielo. Y hubo tarde y hubo mañana. Ese fue el segundo día'.
El significado de esta expansión' es controvertido. El término hebreo usado aquí lo es rāqîaʿ (רָקִיעַ), que proviene de un verbo que se usa para describir el acto de golpear el metal hasta dejarlo en láminas delgadas. La Septuaginta traduce esta palabra como stereōma (στερέωμα), que significa 'estructura firme y sólida', mientras que la Vulgata latina emplea el término firmamentum, es decir, firmamento. Básicamente, incluye la idea de que Dios está creando algo sólido en el cielo para poner aguas arribas (esta interpretación se respalda por Génesis Génesis 7:11; 8:2. El texto podría reflejar una antigua cosmología en donde había agua por encima de los cielos (notese el cielo azul). Alternativamente, estos versículos podrían interpretarse como una atmósfera que separa las aguas de la Tierra de las que estaban por encima, posiblemente en forma de vapor, [7]aunque según Walton:
'Puesto que Dios no consideró necesario comunicar a Israel una manera diferente de imaginar el mundo, sino que se contentaba con que conservaran la antigua geografía cósmica nativa, podemos concluir que el propósito de Dios no era revelar los detalles de la geografía cósmica (definida como la manera en que uno piensa acerca de la forma del cosmos). La forma de la tierra, la naturaleza del cielo, las ubicaciones del sol, la lima y las estrellas, simplemente no tienen importancia, y Dios podía comunicar lo que deseaba sin importar la geografía cósmica de cada uno. El concordismo trata de averiguar cómo pudo haber habido aguas sobre el cielo (Gen. 1:7), mientras que el punto de vista propuesto aquí sostiene que esta terminología es simplemente describir la geografía cósmica en términos israelitas para hacer un punto totalmente diferente. (Ver la siguiente propuesta para más detalles) Si la geografía cósmica es culturalmente descriptiva en lugar de verdad revelada, ocupa su lugar entre muchos otros ejemplos bíblicos de nociones culturalmente relativas. Por ejemplo, en el mundo antiguo la gente creía que el asiento de la inteligencia, la emoción y la personalidad estaba en los órganos internos, particularmente el corazón, pero también el hígado, los riñones y los intestinos. Muchas traducciones de la Biblia usan la palabra 'mente' cuando el texto hebreo se refiere a las entrañas, mostrando las formas en que el idioma y la cultura están interrelacionados. En el lenguaje moderno todavía nos referimos al corazón metafóricamente como el asiento de la emoción. En el mundo antiguo esto no era una metáfora, sino fisiología'. (El mundo perdido de Génesis uno, preposición 1).
Tercer día
En el tercer día (Génesis 1:8-13) es una diferenciación funcional del espacio terrestre, estableciendo la base para la producción de alimentos. Desde una perspectiva funcional y no material, este día es clave: se separan tierra y agua, surge la vegetación, y se introduce el principio de fertilidad. Esto refleja ideas comunes en cosmologías del antiguo Oriente Próximo, como la egipcia, y muestra que la verdadera obra creadora está en organizar los elementos para que funcionen, no simplemente en reunir materia. Así, los tres primeros días establecen las funciones esenciales para la vida: tiempo, clima y alimento.
Los primeros tres días: funciones, no materiales
- Día 1: tiempo (luz y oscuridad).
- Día 2: clima (cielos y aguas).
- Día 3: alimento (tierra y plantas).
Estas tres funciones —ordenar el tiempo, regular el clima, sostener la vida— son la esencia de lo que necesitamos para existir. La grandeza de la creación no está en qué se hizo (rocas, agua, luz), sino en cómo se organizó para funcionar. Es como el ojo humano: sabemos que son tejidos y nervios, pero ¿cómo explicamos que, más allá de la biología, veamos? Ese misterio funcional es la verdadera maravilla.
No es casualidad que textos antiguos del Oriente Próximo, como el Papiro Insinger, también destaquen tiempo, clima y alimento como pilares cósmicos. Al fin y al cabo, ¿qué importa más: que exista el sol… o que marque las estaciones? Que llueva agua… o que esa agua nutra los cultivos? La función siempre supera a la materia.
'Él creó el día, el mes y el año a través de las órdenes del señor del mando. Él creó el verano y el invierno a través del surgimiento y el establecimiento de Sotis. Él creó el alimento ante los vivos, la maravilla de los campos'.[8]
Cuarto día
Día 4: Los astros como "relojeros" del cosmos (Génesis 1:14-19)
Dios no creó el sol y la luna como objetos, sino como herramientas prácticas: ¿Su función? Marcar el tiempo (festividades, cosechas, años) y gobernar ciclos día/noche.
El detalle clave:
Cuando el texto dice que Dios "hizo" (hebreo: ‘asa, עשׂה) los astros, no se refiere a fabricar materia. Es como 'hacer' un horario: organizar funciones, no crear cosas. Ejemplo: en Éxodo 20:11, con la misma palabra, Dios "hizo" su obra como un albañil "hace" una casa: ordenando partes para que funcionen.
Los días cuatro al seis continúan siendo impulsados por la palabra hablada. Esta palabra hablada se puede entender fácilmente en relación con el establecimiento de funciones. En el antiguo Oriente Próximo el cosmos está organizado por los decretos de la deidad (reflejados en la importancia de la Tabla del Destino). Génesis 1 también enfatiza los decretos hablados del Creador, y estos decretos inician las funciones y dan a los funcionarios sus roles. Tales decretos hablados son también actos de creación. En la antigua Mesopotamia el establecimiento de atributos de control (el me sumerio) por decreto y los aspectos funcionales de los cuerpos celestes se combinan en textos como el Gran Tratado Astrológico:
'Cuando An, Enlil y Enki, los grandes dioses, En su infalible consejo, Entre las grandes leyes [me] del cielo y de la tierra. Había establecido la creciente de la luna, Que dio a luz el día, estableció los meses y proporcionó los presagios del cielo y de la tierra, Esta creciente de la luna brilló en el cielo, ¡Y se veían las estrellas brillando en el cielo más alto!
En el cuarto día, Dios comenzó con un decreto (v. 14) que identificaba las funciones de estos funcionarios celestiales. A diferencia de la situación en el resto del antiguo Oriente Próximo, estos funcionarios son entidades no personales. El texto al menos tácitamente hace este punto al referirse a ellos como 'luces' (o 'astros') en lugar de por sus nombres que coincidían con los nombres de las deidades en el resto del antiguo Oriente Próximo. Luego hizo la obra para que gobernaran como estaba previsto (v. 16). Y finalmente los nombró a sus puestos (v. 17). La conclusión es la conocida, 'Era bueno' que, indica que todos están preparados para funcionar para los seres humanos que pronto van a ser instalados en su lugar.
Quinto día
El quinto día se centra en los seres que ocupan las aguas y los cielos, pero con un enfoque distinto al del día cuatro: mientras los astros del día anterior tenían roles específicos (como marcar el tiempo), aquí Dios crea criaturas cuyo propósito principal es existir y multiplicarse en sus espacios asignados. La bendición de 'sean fructíferos y multiplíquense' no es solo un permiso, sino su función principal: llenar los mares y cielos con su presencia. Sin embargo, hay un detalle crucial en el versículo 21: al mencionar a las 'grandes criaturas del mar', el texto usa el verbo hebreo bara’ (crear de la nada), que solo aparece en Génesis 1 en el versículo inicial (creación del cosmos) y en el 27 (creación humana). ¿Por qué este énfasis? En las culturas vecinas (como Babilonia o Ugarit), estos monstruos marinos simbolizaban el caos y eran enemigos de los dioses (como Tiamat o Leviatán), que debían ser derrotados para mantener el orden. Pero en Génesis, estas criaturas no son amenazas: son parte del diseño original de Dios, creadas por Él y bajo su control absoluto. El autor las menciona para dejar claro que, a diferencia de otros relatos antiguos, no hubo batallas cósmicas ni fuerzas rebeldes: todo, incluso lo que parece caótico, está integrado en el sistema ordenado. Así, el mar —que en otras tradiciones era un símbolo de desorden— aquí es un espacio gobernado por la misma paz que el resto de la creación.
Sexto y séptimo día
El quinto y sexto día siguen la misma lógica funcional, pero con un giro clave: mientras los astros del cuarto día eran como 'empleados' encargados de tareas específicas (medir el tiempo, marcar festividades), los animales y humanos de los días cinco y seis tienen una misión más orgánica. Las criaturas marinas y aves no gobiernan nada externo: su función es existir donde les corresponde, llenando mares y cielos con su mera presencia. La orden de 'sean fructíferos' no es un detalle biológico, sino una declaración de propósito: su reproducción no es un proceso químico, sino un acto sagrado que mantiene el equilibrio del mundo. Lo mismo aplica para los animales terrestres: su rol no es servir a otros, sino habitar la tierra según su naturaleza. La 'maravilla' no está en cómo nacen (si por evolución o diseño), sino en que cada generación repite el mismo patrón, como semillas que siempre dan el mismo fruto. Aquí, el texto evita debates materiales: decir que los animales 'vienen de la tierra' no explica su anatomía, igual que decir que los bebés 'vienen del hospital' no explica la embriología. Es una respuesta funcional, no técnica.
El plural en hagamos usado en Génesis 1:26 puede entenderse como una referencia a la trinidad,[9] aunque esta interpretación es debatida.[10]
Al llegar a los humanos, el relato da un salto. Sí, compartimos con los animales la función de multiplicarnos, pero hay algo más: somos imagen de Dios. Esto no se refiere a nuestra forma física (¿acaso Dios tiene cuerpo?), sino a nuestro rol como administradores del mundo. En otras culturas (como Babilonia), los humanos eran esclavos de los dioses: criaban ganado y cultivaban solo para alimentar a las deidades. En Génesis, es al revés: la creación existe para nosotros, y nosotros existimos para representar a Dios en ella. Somos como embajadores, no siervos. Esta idea revoluciona todo: en lugar de ofrecer sacrificios para calmar a dioses hambrientos, nuestro trabajo es cuidar lo que ya nos fue entregado. La 'imagen' implica autoridad delegada, pero también responsabilidad.
El detalle de crear al hombre del polvo y a la mujer de su costilla refuerza esto. No son descripciones químicas (¿acaso somos literalmente barro?), sino símbolos. El polvo representa nuestra conexión con la tierra y nuestra mortalidad; la costilla, la unidad esencial entre hombre y mujer. Estos materiales (arcilla, hueso) eran comunes en los mitos antiguos: en Egipto, los humanos surgían de las lágrimas de un dios; en Mesopotamia, de la sangre de otro. Pero Génesis los usa de forma distinta: no para explicar de qué estamos hechos, sino para qué. El polvo nos recuerda que, aunque gobernamos la tierra, pertenecemos a ella. La costilla subraya que la humanidad es una red de relaciones, no individuos aislados. Adán y Eva no son los 'primeros humanos' en sentido biológico, sino arquetipos: representan a toda la humanidad. Su historia no es un reporte histórico, sino una explicación de por qué el mundo es como es: un lugar donde nuestra vocación es cooperar con Dios, no competir con él.
En resumen, los días cuatro al seis no hablan de inventar cosas, sino de asignar roles. Los astros son relojes cósmicos; los animales, habitantes de sus ecosistemas; los humanos, administradores conscientes. Todo está interconectado: el tiempo (día 1) necesita marcadores (día 4); la tierra fértil (día 3) necesita seres que la cultiven (día 6). La creación no es una lista de ingredientes, sino una coreografía: cada elemento tiene su momento y su movimiento. El final no es un '¡listo!', sino un '¡empiecen!'. La tierra ya tiene sus leyes, sus ciclos, sus guardianes. Ahora solo falta que el dueño —Dios— se instale en su 'oficina' (el jardín del Edén) para que todo comience a funcionar. Pero eso, como dicen, es otra historia.
Tradicionalmente se ha considerado que la humanidad originalmente fue vegetariana. Esta interpretación tiene su principal base en el versículo 29 que dice lo siguiente:
'Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre la faz de toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer'
No obstante, el erudito Joshua Van Ee, observa el versículo anterior:
'Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla; y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra'.
Este verso llama a la humanidad a someter la tierra y a dominar a los animales.Las palabras en hebreo 'someter' y 'dominar' son kavash y radah. Kavash se usa varias veces en contextos de conquista de guerra, otras veces como sometimiento a esclavitud y otras veces tiene que ver con pisotear. Radah, por su parte, cada vez que se usa tiene que ver con gobernar sobre un un grupo de personas o animales y las partes dominadas generalmente son siempre son el objeto de humillación y todo tipos de injusticias.
Según Van Ee, en este versículo, Dios podría estar ordenando a la humanidad someter la tierra para que sirva para sembrar agricultura y ganadería de animales y cuando llama a dominar animales, se refiere a cazarlos. El versículo 29 podría servir como un segundo llamado a comer plantas en adición del primero. [11]
Fuentes
- K. A. Mathews. (1996). Genesis 1-11:26. ISBN: 978-0805401011
- John. H. Walton. (2019). El Mundo Perdido de Genesis Uno: Cosmología antigua y el debate de los orígenes. ISBN: 978-1948578252
- John. H. Walton. (2015). Material or Function in Genesis 1? John Walton Responds.
Referencias
- ↑ 1,0 1,1 JewishEncyclopedia - CREATION.
- ↑ Richard S. Hess. (2007). Israelite Religions: An Archaeological and Biblical Survey. Pág. 184.
- ↑ Robert D. Holmstedt. (2008). Genesis: A study of the relative clauses in the Hebrew Bible. Vetus Testamentum, 58(2), pág. 193-215.
- ↑ Joseph Blenkinsopp. (2011). Creation, Un-creation, Re-creation: A Discursive Commentary on Genesis 1-11. Pág. 30.
- ↑ Victor P. Hamilton. (1990). Book of Genesis: Chapters 1-17 (New International Commentary on the Old Testament). Pág. 109.
- ↑ David Toshio Tsumura. (2005). Creation and Destruction: A Reappraisal of the Chaoskampf Theory in the Old Testament. Pág. 9-35.
- ↑ Perspicacia para comprender las escrituras - 'EXPANSIÓN'.
- ↑ Papiro Insinger, Ancient Egyptian Literature, trad. Miriam Lichtheim (Berkeley: University of California Press, 1980), 3:210.
- ↑ Don Stewart. Does Genesis 1:26 Speak of the Trinity?.
- ↑ Hamilton, 1990, pp. 133–140
- ↑ Joshua John Van Ee. (2013). Death and the Garden: An Examination of Original Immortality, Vegetarianism, and Animal Peace in the Hebrew Bible and Mesopotamia. Pág. 193-232.