Libro de Daniel

Libro de Daniel
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Autor(es):Daniel
Categoría:Escritura sagrada
Idioma:Hebreo, Arameo, Griego
Origen:c. 530 a.n.e.
Lugar:Israel

El Libro de Daniel, es un libro bíblico del Antiguo Testamento que forma parte de los libros proféticos. Fue escrito probablemente entre el 540 a.n.e y el 530 a.n.e Narra la historia de un profeta llamado Daniel que fue deportado a Babilonia durante su juventud, e dentifica al mismo como su autor en Daniel 7:1, 9:2, 10:2. Jesús de Nazaret también menciona a Daniel como su autor en Mateo 24:15.

Los capítulos 7-12 del libro de Daniel presentan un visiones con estilo apocalíptico que no es común en el Antiguo Testamento. Este tipo de literatura, caracterizada por visiones simbólicas y profecías sobre el futuro, destaca en Daniel por su complejidad y detalles sobre reinos y figuras del futuro. Lo más semejante serían algunos capítulos del libro de Zacarías.

Ubicación

Es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, que en las biblias cristianas se ubica entre los libros de Ezequiel y Oseas.

Es el sexto de los libros proféticos y se lo incluye por los cristianos entre los Profetas Mayores de los cuales es el cuarto, luego de Isaías, Jeremías y Ezequiel.

En el judaísmo, el libro de Daniel no se encuentra en la catogoría de Los Profetas (Nevi'im) sino en Los Escritos (Ketuvim). La razón es que, en el judaísmo, los «profetas» son aquellos cuya misión principal fue guiar al pueblo de Israel y advertirles de sus pecados, como Isaías o Jeremías. Daniel, aunque recibió visiones y revelaciones, no tuvo ese papel de liderazgo profético ni fue enviado para corregir al pueblo de Israel de forma directa como un mensajero o un portavoz de Dios del mismo modo que los profetas ya mencionados.

Contexto histórico del libro

Propósito de la escritura

Cerca del 605 a.n.e, Nabucodonosor, rey de Babilonia había conquistado a Judá y deportado a muchos de sus habitantes a Babilonia incluido a Daniel quien sirvió en la corte real de Nabucodonosor y varios gobernantes que siguieron a Nabucodonosor. El Libro de Daniel registra las acciones, profecías, y visiones de ese profeta. Por otro lado, existe un fuerte consenso de que el libro fue escrito durante el período en el que Jerusalén estaba bajo el control del Imperio Seléucida, hacia el año 164 a.n.e. durante las persecuciones judías, aunque sostienen que algunas partes de los capítulos 1-6 provienen de tradiciones mucho más antiguas. La principal razón por la que se sostiene una datación tardía es que las profecías del libro son bastante detalladas describiendo hechos ocurridos durante la dominación seléucida. Por ello, infieren que el libro hace uso del vaticinium ex eventu, es decir, que estaría describiendo acontecimientos históricos pasados como si fueran eventos futuros proféticos.

Idioma original

Es el único libro de La Biblia que fue escrito en 3 idiomas: hebreo, arameo y griego. Daniel 1:1 – 2:4a y Daniel 8:1 – 12:13 fue escrito en hebreo. Daniel 2:4b – 7:28 fue escrito originalmente en arameo. Adicionalmente, en la Septuaginta existen capítulos 13-14 en griego, y versículos adicionales en Daniel 3:24-90 (Septuaginta) / 3:24-30 (Biblias católicas). La razón por la que el original fue escrito en 2 idiomas, es porque el hebreo fue el idioma de los judaitas y era más apropiado para las partes que tratan sobre visiones y profecías dirigidas al pueblo de Israel (capítulos 1 y 8-12). El arameo fue una lengua franca y diplomática del Imperio Persa y Babilonio, por lo que las secciones que tratan sobre los reyes y los asuntos internacionales (capítulos 2-7) están escritas en arameo, con el fin de llegar a una audiencia más amplia.

Contenido

Capítulos 1-6

Pintura de Rembrandt, El festín de Baltasar hecha en el año 1635.

El Libro de Daniel puede ser dividido en dos secciones, los capítulos 1-6 y las visiones de Daniel en los capítulos 7-12. El capítulo 1 describe la conquista de Jerusalén por los babilonios. Junto con muchos otros, Daniel y sus tres amigos fueron deportados a Babilonia en su adolescencia. El rey asignó para ellos una ración diaria cada día de los manjares del rey y del vino que él bebía, y para criarlos (educarlos) por tres años, y al final de ellos se presentarían ante el rey. Daniel rechazó los manjares del rey, y optó por legumbres (Daniel 1:1-16). El término usado aquí es patbag, y se refiere simlemente a porciones de comida enviadas por el rey a amigos de la corona y es un prestamo del persa, no hay razones para pensar que necesariamente deba ser entendido como un plato de carne. No se sabe por qué Daniel y sus amigos rechazaron la comida del rey, pero lo más probable es que haya sido por seguir las leyes dietéticas judías. Luego de esto, Dios le dio a Daniel y sus amigos sabiduría y conocimiento. Daniel también recibió entendimiento en visiones y sueños. Al final del entrenamiento, el rey los encontró diez veces más sabios que todos los sabios de Babilonia (Daniel 1:17-21).

El segundo capítulo registran a Nabucodonosor teniendo un sueño que solo Daniel podría entender correctamente. El sueño de Nabucodonosor sobre una gran estatua, representaba el reino que se levantaría en el futuro. En el capítulo 3,Nabucodonosor hizo una gran estatua de sí mismo y forzó a todos a adorarla. Sadrac, Mesac y Abed-nego se rehusaron, por lo que fueron arrojados a un horno de fuego y luego fueron librados milagrosamente por Dios.

En el cuarto capítulo, Nabucodonosor fue juzgado por Dios por su soberbia, pero después fue restaurado, una vez que reconoció y admitió la soberanía de Dios.

Daniel capítulo 5 ocurre durante la noche, cerca de la caída de Babilonia que ocurrió en el año 539 a.n.e. el 12 o el 13 de octubre, de modo que el banquete se celebró la noche del 15 de Tashritu el 11 o el 12 de octubre. Históricamente por registra el mal uso que hizo Baltasar de los objetos tomados del templo de Jerusalén; y como respuesta, recibió un mensaje de Dios, escrito en la pared. Solo Daniel pudo interpretar la escritura, un mensaje del juicio venidero de Dios. Cuando Daniel decifra la escritura en la pared, se le otorga un puesto alto en el reino, pero sin embargo, esa misma noche, Baltasar es asesinado y los medopersas conquistan Babilonia. (Daniel 5:30). Los historiadores Jenofonte y Heródoto coinciden con el libro de Daniel en que Babilonia fue tomada por sorpresa, durante un banquete, y además Jenofonte menciona que, cuando Babilonia cayó, el rey Nabonido y su hijo, gobernaban la ciudad. Jenofonte registra que Baltasar fue asesinado,[1] aunque ni Jenofonte ni ningún otro historiador lo mencionan por nombre.

En el capítulo 6 de Daniel, Darío, ya rey de Babilonia, pone a Daniel en una posición de alto rango. Los otros funcionarios, celosos, buscan una forma de acusarlo y logran hacer que el rey firme un decreto prohibiendo orar a cualquier dios que no sea él mismo. Daniel, fiel a su fe, sigue orando a Dios y es arrestado. Lo lanzan al foso de los leones, pero Dios lo protege y no le hace daño. Al final, el rey Darío ordena que los enemigos de Daniel sean lanzados al foso (Daniel 6:24), y la ley de Dios es proclamada en todo el reino (Daniel 6:26-8).

Capítulos 7-12

En el capítulo 7, Daniel tuvo un sueño con visiones acerca de cuatro bestias, que según el ángel, representaban cuatro grandes imperios. Las tres primeras bestias representaban al imperio de Babilonia, al imperio Aqueménida, y al griego. La identificación de la última bestia es más controvertida. Las interpretaciones principales son las siguientes:

  • Que representa al Imperio Romano y el cuerno pequeño es el general Tito Flavio o su padre Vespasiano Flavio, o incluso algunos futuristas aceptan a la cuarta bestia como Roma pero creen que el cuerno pequeño es un futuro anticristo.
  • Que representa a alguna nación futura y el cuerno pequeño es el anticristo.

Según el texto, Daniel tuvo esta visión en el primer año de Baltasar. Probablemente este primer año se refiera al primer año de su corregencia, cuando Nabonido estableció su residencia real en Teima en el 552 antes de nuestra era. Como una nota tangencial de interés, se conserva un texto de sueño de Nabonido de su primer año, en el que se predice que Ciro conquistaría a los medos.

En Daniel capítulo 8, dos años después de recibir la revelación sobre los cuatro imperios, Daniel tiene otra visión. En esta ocasión, ve un carnero y un macho cabrío, que como explica el ángel Gabriel, representan a los reyes de Media y Persia, y al rey del Imperio Macedónico, respectivamente, quien eventualmente conquistaría estos reinos (nota: en hebreo la región de Macedonia y Grecia era conocidas como Javán). Esto claramente se refiere a Alejandro Magno. En Daniel 8:23, se menciona a un nuevo rey que surgirá después de ellos, a quien muchos estudiosos identifican con Antíoco IV Epífanes o con Tito Vespasiano.

En el capítulo 9 Daniel recibe la famosa profecía de las setenta semanas de años, que los cristianos interpretan con Jesús. Habla de un lider que destruirá o profanará el templo (Daniel 9:26-27). Los cristianos preteristas interpretan a este lider con Tito, (mientras que los cristianos futuristas con un futuro anticristo. Los cristianos futuristas creen que las 69 semanas ya se cumplieron con la llegada del mesías y que la semana 70 está en pausa. Muchos judíos interpretan la abominación desoladora de Daniel 9 como Antíoco profranando el templo.

Daniel capítulo 10 habla de un príncipe de Persia contra el que batalló un ángel (posiblemente Gabriel). No hay casi información sobre este príncipe de Persia, en líneas generales, se suele interpretar como un demonio; esta interpretación se respalda con el hecho de que en la literatura de Qumrán también se use el título de «príncipe» para referirse a ángeles importantes. Podría ser también alguna alegoría para describir la caída del imperio medopersa.

En el capítulo 11, Daniel tuvo su visión final. Daniel 11:2 parece hacer referencia a Jerjes I; el «rey valiente» de Daniel 11:3 es Alejandro Magno; y Daniel 11:4 se refiere a la división de su imperio en cuatro regiones. Los versículos 5-20 describen con precisión los eventos ocurridos durante los conflictos entre los reinos de los seléucidas y los ptolemeos. A partir del versículo 21, el capítulo comienza a relatar las crónicas de Antíoco IV Epífanes. Sin embargo, la batalla final profetizada en Daniel 11:40-45 nunca ocurrió con él, por lo que muchos intérpretes de Daniel consideran que esta sección (quizás desde el verso 36) hace referencia a un futuro mucho más distante. Los cristianos suelen relacionarlo con el anticristo, o incluso, estos versículos podrían resumir las dos primeras campañas egipcias (en lugar de sugerir una tercera), y el «final» mencionado en Daniel 11:45 no sería la muerte de Antíoco IV Epífanes, sino el fin de su opresión y del dominio del Imperio seléucida. Según esta interpretación, la profecía se «revirtió», dado que en la antigüedad las profecías bíblicas no siempre se consideraban inalterables, sino condicionales (Robert P. Carroll, When prophecy failed: Cognitive dissonance in the prophetic traditions of the Old Testament, 1979, pág. 187-188; John H. Walton, El Mundo Perdido de los profetas, 2024). Esta última postura es defendida por apologétas como Michael Jones, fundador de la organización «InspiringPhilosophy».

Daniel 12 profetiza sobre el fin de los tiempos, destacando la resurrección de los muertos, en la que el arcángel Miguel se levantará. Los justos serán resucitados para la vida eterna, mientras que los malvados serán resucitados para enfrentar «humillación y vergüenza eterna».

Pasajes griegos

El libro de Daniel se encuentra en dos versiones principales. La más corta es la que se conserva en la Biblia hebrea y en las traducciones utilizadas por las iglesias protestantes. En cambio, las Biblias católicas y la Septuaginta incluyen tres pasajes adicionales, conocidos como deuterocanónicos, que enriquecen el relato con detalles sobre la vida de Daniel y pasajes de carácter poético.

Los pasajes en cuestión son estos:

  • La oración de Azarías y el Cántico de los Tres Jóvenes, en Daniel 3:24-30.
  • La Historia de Susana, en Daniel 13. Una historia que la tradición judía conocía y que aparece en el Josipón.
  • La Historia de Bel y el Dragón, en Daniel 14.

Algo destacado de estos pasajes griegos es que identifican al enigmático personaje de Darío el Medo con el rey Astiages de Media.

Paralelismos y similitudes con otros escritos religiosos

Biblia

Las visiones de Zacarías y Daniel presentan unas cuantas similitudes clave en sus símbolos. Ambas incluyen cuernos como símbolos de poder: Zacarías ve cuatro cuernos que representan los reinos que han dispersado a Israel (Zacarías 1:18-21), mientras que Daniel ve un carnero con dos cuernos y un chivo con un cuerno grande, representando a los imperios de Media, Persia y Grecia (Daniel 8:1-27). A ambos profetas Dios les dió visiones con animales para describir poderes terrenales, en el caso de Zacarías, él ve cuatro caballos que simbolizan espíritus que recorren la tierra (Zacarías 6:1-8), y Daniel ve cuatro animales que representan imperios sucesivos (Daniel 7). Además, ambas visiones anticipan el reino eterno de Dios: Zacarías habla del reinado de Dios sobre toda la tierra (Zacarías 14), y Daniel ve un «Hijo del Hombre» que recibe un reino eterno (Daniel 7:13-14). Finalmente, tanto Zacarías como Daniel reciben la interpretación de un ángel que les explica los símbolos y el futuro, mostrando la intervención divina en la historia y el juicio final sobre los reinos del mundo. Las visiones del Juan de Patmos que escribió en el libro de Apocalipsis tienen presentes muchos elementos del libro de Daniel.

El personaje de Daniel en este libro tiene algunos paralelismos con José de Egipto. Ambos sirvieron a un rey pagano por obligación, ambos eran sabios y sabían interpretar sueños, y ambos hicieron que un rey reconozca el poder del Dios de Israel.

No faltan tampoco las semejanzas encontradas con la literatura intertestamentaria, por ejemplo, Daniel 4 usa el término «vigilante», un término común en esa literatura para referirse a los ángeles caídos, sobre todo en el libro de Henoc, aunque en este caso en Daniel tienen un significado diferente. Además, el Apocalipsis de las semanas de Henoc (escrito probablemente entre el 110 y el 60 a.n.e.) guarda paralelismos con las 70 semanas de Daniel.

Otras religiones

Daniel 2:19 usa la expresión «Dios de los cielos». En documentos persas, esta era una designación común para Ahura Mazda.

El concepto de un árbol cósmico como lo es el capítulo cuatro se encuentra en el centro del mundo, es una imagen frecuente en las antiguas culturas del Cercano Oriente. Este símbolo también aparece en el capítulo 31 de Ezequiel, donde las raíces del árbol se nutren de un océano subterráneo y su copa se fusiona con las nubes, creando una conexión entre los cielos, la tierra y el inframundo (o el reino de los muertos). En el Mito de Erra e Ishum, Marduk menciona un árbol llamado meshu, cuyas raíces se extienden hacia las profundidades a través de los océanos para llegar al mundo de los muertos, mientras que su copa supera los cielos. En la epopeya sumeria de Lugalbanda y Enmerkar, un árbol conocido como el "árbol águila" cumple una función similar. El simbolismo del árbol sagrado también se encuentra en diversos contextos asirios. En ocasiones, se le conoce como el árbol de la vida, y algunos incluso lo asocian con el árbol cósmico. A menudo, este árbol está acompañado por animales, figuras humanas o divinas. Un disco alado suele situarse sobre él, ocupando un lugar central. El rey, en muchas representaciones, es visto como la manifestación humana de este árbol, que se cree refleja el orden divino del universo. Sin embargo, no existen textos explicativos específicos que detallen su significado exacto.

En el capítulo 7, Yahveh es llamado «El Anciano de Días». En la mitología cananea, el padre del panteón durante la edad de bronce era un Dios anciano llamado EL, a quien se le conocía con el título de «el señor de los años». En el Mito de Anzu, el anciano es una diosa, Mami, cuyo hijo derrota al monstruo (Anzu) y se le otorga dominio. Hay muchas otras similitudes entre el mito de Anzu y la visión de Daniel. (John J. Collins, Peter W. Flint, John H. Walton. The Book of Daniel_ Composition and Reception vol 1, 2002, pág. 69-90). Es muy probable que estos paralelismos tengan una intención deliberada.

Por último, un oráculo profético conservado en tablillas cuneiformes llamado Profecía dinástica supuestamente predice el auge y la caída de dinastías e imperios desde la conquista de Babilonia a Asiria hasta la conquista por parte de los griegos de manera detallada, con un estilo que a cualquiera le recuerda a Daniel 11.

El libro de Daniel en las religiones

Cristianismo evangélico

En las historias del horno de fuego y de Daniel en el foso de los leones, se puede precisar una referencia profética de la salvación provista por Cristo. Los tres hombres declaran que Dios es un Dios que salva, y quien puede librarlos del horno de fuego (Daniel 3:17). De la misma forma, al enviar a Jesús a morir por nuestros pecados, Dios ha provisto un escape de la condenación (1 Pedro 3:18). En el caso de Daniel, Dios envió un ángel para cerrar las bocas de los leones y salvó a DanieI de la muerte. Jesucristo es la provisión de los peligros del pecado que amenazan con consumirnos.

La visión de Daniel del final de los tiempos representa al Mesías de Israel, por quien muchos serán limpios y purificados (Daniel 12:10). Él es nuestra justificación (1 Pedro 5:21) por quien nuestros pecados, a través de Su sangre, serán lavados y seremos tan blancos como la nieve (Isaías 1:18).

Los cristianos evangélicos interpretan la profecía de las 70 semanas de Daniel 9 como una referencia al Mesías, Jesús de Nazaret. Según su interpretación, las 69 primeras semanas de años (equivalentes a 483 años) corresponden al período que va desde el decreto del rey Artajerjes a Esdras, en el año 457 a.n.e., hasta la llegada del Mesías. Al restar los 483 años de este punto de partida, se llega aproximadamente al año 27 n.e., momento en que Jesús comenzó su ministerio.

Testigos de Jehová

Testigos de Jehová tienen un profundo respeto por el libro. Creen que muchos de los eventos descritos en Daniel, como la visión de las bestias en el capítulo cuatro y la profecía de los setenta semanas en el capítulo 9, se refieren a sucesos que se han cumplido a lo largo de la historia o se están cumpliendo, incluyendo el establecimiento del Reino de Dios y el juicio final. Ellos ven en la figura de «la abominación desoladora» mencionada en Daniel 9, 11 y 12 como una referencia a la destrucción del templo en el 70 así como lo dice Jesús en Mateo 24:15 y en el paralelo Lucas 21:20, pero también la ven con un doble cumplimiento, siendo además una referencia a la opresión religiosa y política que ocurre antes de la instauración del Reino de Dios. Interpretan la figura del «cuerno pequeño» (como se menciona en Daniel 7:8) como un símbolo del poder mundial que se opone a la soberanía de Dios.

Catolicismo

En términos generales, el libro de Daniel en la religión católica suele ser considerado como una obra pseudoepigráfica., tal como se especifica en los comentarios anexos de las biblias de dicha religión. Por ejemplo, la Biblia de Nuestro Pueblo incluye el siguiente comentario sobre el libro:

«El libro está compuesto durante la persecución de Antíoco IV (175-164 a.C.), después del 167 a.C. y algo antes de su muerte. Por la persecución religiosa y las rivalidades internas, los judíos atraviesan una grave crisis. El autor quiere infundirles ánimo y esperanza: lo hace con un personaje ficticio y aureolado, en un género literario nuevo, el apocalíptico. Algunos piensan que los capítulos 1–6 fueron escritos al final del período persa o al comienzo del helenista, o sea en la segunda mitad del s. IV a.C. Las adiciones griegas, por su carácter ficticio o fantástico, no permiten una datación probable». (La BIBLIA de NUESTRO PUEBLO. II edición. (2015). Pág. 1340.).

La edición de la web bibliacatolica.com.ar comenta lo siguiente:

«El libro que lleva el nombre de DANIEL fue escrito hacia el 165 a. C., cuando el rey Antíoco IVEpífanes pretendió helenizar por la fuerza al Pueblo judío, obligándolo a abandonar la Ley deMoisés y a practicar el culto pagano difundido en todo el Imperio seléucida. Su autor vivió entiempos de la insurrección de los Macabeos. Pero, a diferencia de estos, él no apela a laresistencia armada contra el opresor extranjero, sino que espera y anuncia una intervenciónextraordinaria del Señor, que es capaz de salvar a su Pueblo incluso de la muerte.Con toda propiedad, este Libro puede ser llamado el "Apocalipsis" del Antiguo Testamento.Como el que figura al final del Nuevo Testamento, también el Apocalipsis de Daniel contieneuna interpretación religiosa de la historia universal y un mensaje de esperanza para el Pueblode Dios perseguido a causa de su fe. Además, ambos Libros tienen la misma forma deexpresión literaria -el estilo "apocalíptico", muy difundido en el Judaísmo a partir del siglo ll a.C.- cuyo rasgo más notorio es la profusión de imágenes sorprendentes, de alegorías casisiempre enigmáticas y de visiones simbólicas.». (Pág. 1793).

Judaísmo

Nombre de Daniel en la Caligrafía islámica.

Los puntos de vista acerca del profeta Daniel en el judaísmo varían. La mayoría de los judíos no lo clasifican como un profeta del mismo modo que con Jeremías o Isaías, en lugar de ello, es más bien considerado un visionario,y algunos judíos, hasta datan el libro en el segundo siglo antes de nuestra era.

Islam

Los musulmanes generalmente consideran a Daniel como un profeta, a pesar de no ser aludido en el Corándirectamente. Hay varias tradiciones islámicas relacionadas con él; algunos relatos islámicos sugieren que Daniel profetizó la llegada del profeta Muhammad. Por ejemplo, se le atribuye haber dicho: «Las flechas partirán de arcos y las flechas se teñirán de sangre por tu orden, oh Muhammad».[2]

Algunos musulmanes interpretan el quinto reino de Daniel 2 como el Islam (Patrick Hughes. A Dictionary of Islam, 1995. Pág. 69.).

Historicidad

La historicidad y autoría del libro es objeto de debate,se suele considerar que al menos las partes apocalipticas de Daniel parecen describir sucesos ocurridos durante la época macabea con el cuerno pequeño siendo Antíoco IV Epifanes.

Algunos sucesos del libro de Daniel han podido ser corroborado por la historia y la arqueología, como la existencia y fecha exacta de la muerte de Baltasar de Babilonia en el año 539 a.n.e. durante la caída de Babilonia. El libro llama a Baltasar hijo de Nabucodonosor y no hijo de su verdadero padre, Nabonido.El libro Nabonidus and Belshazzar (de R. P. Dougherty, 1929) razona que es probable que la madre de Belsasar fuera Nitocris, una hija de Nabucodonosor (II). En tal caso, este hubiera sido el abuelo de Belsasar.. En idiomas antiguos, tanto como el hebreo o el arameo, no existen las palabras abuelo o nieto, por lo tanto, hijo de puede significar «nieto de» y «descendiente de». Pero lo más importante es que el relato alude a Nabonido; en Daniel capítulo 5 Baltasar, en su desesperación, ofreció el tercer lugar del reino al que lograra descifrar aquellas palabras (Daniel 5:7). De la oferta, «del tercer lugar» se deduce que el primer y el segundo lugar ya se hallaban ocupados por Nabonido y por su hijo Baltasar.

En el capítulo número tres, se relata la historia de los tres jóvenes que fueron arrojados a un horno de fuego. Arqueólogos han desenterrado una carta babilónica de la época que hace referencia a este cruel método de ejecución.[3]

Testimonios de su autenticidad

  • Daniel es mencionado en el Libro de Ezequiel (Ezequiel 14:14, 20; 28:3).
  • Según el historiador judío Flavio Josefo, en su obra Antiguedades de los judíos (Libro 11, Capítulo 8, Sección 5), Alejandro Magno al visitar Jerusalén los sacerdotes judíos les habrían mostrado un fragmento del Libro de Daniel, y Alejandro habría comprendido que dicho libro lo estaría profetizando, sin embargo, la mayoría de los historiadores consideran que esta supuesta visita es legendaria.
  • En los evangelios, Jesús de Nazaret le atribuye al mismo Daniel la autoría del libro que lleva su nombre (Mateo 24:15).

También, se cita a Daniel en una sección de la Oráculos sibilinos comúnmente datados en mediados del siglo II a.n.e. (Raymond Hammer. «The Book of Daniel», 1976. Pág. 1-2.), el autor de 1 Macabeos (libro datado hacia el año 134-104 a.n.e.) menciona a Daniel (1 Macabeos 2:60), se han encontrado ocho fragmentos en Qumrán, dos datados en el siglo II a.n.e. de los cuales probablemente el fragmento más antiguo sea el 4Q114 que data hacia el año 125 a.n.e., y las adiciones y traducciones griegas del libro se hicieron a finales del siglo II a.n.e., lo que significa que para ese tiempo el libro ya era muy popular y considerado sagrado entre muchas comunidades judías. Estos datos, aunque no concluyentes, sí respaldan una fecha temprana del libro. Por último, se ha objetado al uso de su mención en Ezequiel como evidencia de su autenticidad, argumentando que el personaje mencionado en el libro no sería el profeta hebreo Daniel, sino Danel, una figura de la mitología ugarítica.

Problemas históricos

Existen diversos relatos o detalles de los cuales, en la actualidad, no se dispone de evidencia concreta y que, por lo tanto, son cuestionados. Un ejemplo de esto se encuentra en el capítulo 6, donde el gobernante Darío prohíbe la oración a otros dioses durante un período de treinta días. Posteriormente, Darío se arrepiente, pero no puede revocar el decreto. Fuera de la Biblia, no hay evidencia de que la ley de los medos y persas no pudiera ser abrogada, ni de la existencia de dicho decreto de 30 días, al menos hasta ahora.

Daniel menciona a un tal «Darío el medo», el cual parece aludir a Darío el grande, lo cuál de ser el caso sería un gran problema cronológico, pues este Darío comenzó su reinado décadas luego del año 539 a.n.e.. Tampoco hay evidencia arqueológica de un tal Darío el medo en el tiempo y lugar asignado por el libro de Daniel. Hoy en día, la mayoría de los historiadores considera que Darío el medo es un personaje ficticio. No obstante, en el ámbito teológico, varios exégetas sugieren que «Darío» podría haber sido un título dinástico en lugar de un nombre personal, lo que ha llevado a especulaciones sobre su posible identificación con Ciáxares, hijo de Astiages, o incluso con el propio Ciro II el Grande. Sin embargo, la teoría que equipara a Darío el medo con Ciáxares II es ampliamente rechazada por los académicos de la Biblia, principalmente porque no existen fuentes externas, más allá del testimonio del historiador griego Jenofonte, que confirmen su existencia. Además, otros historiadores antiguos, como Heródoto, presentan datos contradictorios respecto a la narración de Jenofonte, lo que genera dudas sobre la veracidad de Ciáxares II como figura histórica. Cabe señalar, además, que Jenofonte nunca afirmó que Ciáxares II hubiese gobernado sobre el territorio de Babilonia.

En Daniel 4 se dice que Nabucodonosor experimentó zoantropía por «siete tiempos», aunque el texto no lo especifíca, estos siete tiempos generalmente son entendidos como años. Si es la interpretación hermenéuticamente correcta, entonces habría problemas, ya que la historia parece apuntar a que el reinado de Nabucodonosor nunca se vio interrumpido por tanto tiempo y no hay evidencia de dicha condición suya. Hay eruditos que sugieren otras interpretaciones, por ejemplo, la obra Comentario del contexto cultural de la Biblia en la página 836 dice lo siguiente:

«No debe suponerse que la condición dura siete años. Resulta interesante aquí la palabra aramea «iempos». La palabra equivalente en acadio significa períodos específicos. y puede referirse a etapas de una enfermedad o a secuencias periódicas. Cuando se presentaban augurios, a menudo tenían un tiempo determinado en el que sus efectos podían cumplirse. Algunos «tiempos». (como las fases de la Luna, o días favorables) podían ocurrir mensualmente. Otros ocurrían en forma anual. Aun otros, como los equinoccios o solsticios, ocurrían un par de veces por año».

En todo caso, en cualquier interpretación, lo que es claro es que esos siete tiempos duraron lo suficiente para que su cabello creciera como plumas de águila y sus uñas como garras de aves (Daniel 4:33). Otros intérpretes opinan que sí deben ser tomados como 7 años debido a que en un texto apócrifo llamado la «La oración de Nabonido» los roles de Nabucodonosor y Nabonido son cambiados en este capítulo, y parecería hacer referencia a la estancia de Nabonido en Taima, en teoría, supuestamente el texto apócrifo provendría de un texto anterior al texto protocanónico de Daniel 4 en donde originalmente Nabonido habría padecido de una enfermedad por unos años.

Los investigadores han utilizado el método de la datación lingüística con el libro de Daniel, los resultados, son, que más de un 90% del vocabulario arameo de Daniel se puede contrastar con inscripciones antiguas, y el idioma hebreo del modo similar, no obstante, un 10% del arameo no ha sido identificado con fuentes externas antiguas (D.J. Wiseman, T.C. Mitchell & R. Joyce, W.J. Martin & K.A. Kitchen. Notes on Some Problems in the Book of Daniel, 1964. Pag. 28-79). y se han encontrado varias palabras de origen persa en el libro y tres griegas. Por ejemplo, en Daniel 3:5 se usa el griego κίθαρις en lugar del arameo kitharos. Esto podría sugerir una fecha más tardía que el sexto siglo antes de nuestra era (John J. Collins. Daniel: with an Introduction to Apocalyptic Literature, 1984. Pág. 58.), también el uso de caldeos como astrólogos podría ser anacrónico, ya que este término se comenzó a usar más en períodos helenísticos, o la forma de escribir el propio nombre de Nabucodonosor

En la actualidad, una considerable parte de los exégetas confesionales sostiene la hipótesis de que los capítulos 1 al 6 del libro de Daniel no fueron redactados por el propio Daniel, sino que es probable que hayan sido escritos por un autor anónimo en una época posterior, posiblemente siglos después de los eventos descritos. Los fundamentos de esta postura son los siguientes:

  • Daniel 1-6 no habla en primera persona ni tampoco nunca le atribuye el texto al profeta.
  • En Daniel 9:1 Darío el Medo es presentado como un personaje nuevo cuando se supone que ya había aparecido en relatos anteriores.
  • Daniel 1-6 fue escrito después de la conquista por los persas (Daniel 1:21)
  • Están escritos en gran parte en idioma arameo.

Otras insconsistencias se han señalado, como que Daniel 1:1 afirma que Nabucodonosor asedió Jerusalén en el tercer año del reinado de Joacim, lo que parece contradecir el testimonio del profeta Jeremías quién escribió que Nabucodonosor asedió la ciudad el cuarto año de su reinado.

Por su parte, los comentaristas adheridos al fundamentalismo bíblico sostienen que la obra fue escrita por el propio Daniel en el siglo VI a.n.e. y aseveran que no hay contradicciones ni anacronismos en el texto.[4]

Manuscritos

Se han encontrado manuscritos y variantes apócrifas del libro de Daniel entre los Rollos del Mar Muerto. Los más antiguos, 4Q116 y 4Q114, han sido datados hacia el año 125 a. n. e. En teoría, si el libro fue terminado en el 164 a. n. e., estos fragmentos habrían sido copiados aproximadamente 39 años después de su redacción. Lamentablemente, los únicos manuscritos de un libro profético hallados en Qumrán y que podrían ser datados en el siglo III a. n. e. corresponden a dos fragmentos del libro de Jeremías.

Los masoretas preservaron el texto hebreo de Daniel por siglos, y el libro se encuentra copiado en su totalidad en códices como el Códice de Leningrado.

En cuanto a los manuscritos griegos, un papiro llamado Papiro 967 ha sido fechado en el siglo III n.e. y contiene la historia de Susanna en el baño (Dan 13) y sigue la historia de Bel y el dragón (Dan 14). El libro de Daniel también se encuentra en el Códice Vaticano, el Códice Marchaliano, entre muchos otros.

Principales versículos

Daniel 1:19-20, «Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.».

Daniel 2:31, «Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.»

Daniel 3:17-18, «He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado».

Daniel 4:34-35, «Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?».

Daniel 9:25-27, «Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador».

Daniel 12:4 «Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará».

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Bibliografía

  • Tremper Longman III, John H. Walton, Robert Hubbard, Andrew Dearman. «Daniel: NIV Application Commentary».

Referencias