Luis XV

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Luis XV de Francia
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Rey de Francia y Navarra
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Reinado 1715 - 1774
Otros títulos Copríncipe de Andorra y Duque de Anjou
Nacimiento 15 de febrero de 1710
París, Bandera de Francia Francia
Fallecimiento 10 de mayo de 1774
París, Bandera de Francia Francia
Cónyuge/s María Leszczynska, Princesa de Polonia
Padre Luis XIV de Francia
Madre María Adelaida de Saboya

Luis XV de Francia. Llamado El Bien-Amado, fue rey de Francia y de Navarra entre los años 1715 y 1774. Además, fue Copríncipe de Andorra y Duque de Anjou.


Síntesis biográfica

Nació en Versalles, París el 15 de febrero de 1710. Bisnieto de Luis XIV, a quien sucedió en 1715. Durante su minoría de edad gobernó como regente el duque de Orléans, que hubo de hacer frente a la delicada situación financiera en que el Rey Sol había dejado a Francia. De hecho, no hizo sino agravar los problemas con el frustrado intento de sanear las arcas reales con el experimento bancario de Law (1717-1720). Aunque Luis fue declarado mayor de edad en 1723, no asumió el poder hasta veinte años después, dejando los asuntos en manos del duque de Borbón (1723-1726) y del cardenal Fleury (1726-1743). El gobierno de este último estabilizó la moneda y las finanzas reales, impulsando un cierto auge económico; pero no pudo impedir comprometer a Francia en la desgraciada Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735).

Hereda el trono

En agosto de 1715, Luis XIV muere de gangrena. Seis después Luis XV fue coronado como el nueno rey deFrancia

La voluntad del rey estipulaba que hasta que el nuevo rey alcanzase la adultez, la nación sería conducida por un consejo real formado por 14 miembros. Felipe de Orleans fue nombrado presidente del consejo, pero todas las decisiones se tomaban por mayoría de votos. La composición del consejo, que incluía a Maine, Toulouse y varios miembros de la administración de Luis XIV, fue tal que Orleans era normalmente rechazado.

Heredado el trono de su bisabuelo Luis XIV a la edad de cinco años, pasó sus primeros años de reinado en relativa tranquilidad, rodeado de preceptores que le proveyeron una gran cultura, mientras que el poder efectivo fue entregado a varios regentes. Al alcanzar la mayoría de edad le confió el gobierno al cardenal Fleury, su antiguo preceptor.

A diferencia de Luis XIV no tuvo contacto directo con la vida política de su país: se reunía con poca frecuencia con sus ministros y actuó en contra de sus expectativas, tramando una red de diplomáticos y espías. Su desinterés por la política y la constante sucesión de ministros que debilitaban el poder de Francia en Europa contribuyeron en sentar las bases para la Revolución Francesa.

Al inicio de su reinado fue amado por el pueblo, que rápidamente le apodó como El Bien Amado. Con los años, su debilidad en la toma de decisiones y la constante e intrigante presencia de sus amantes dinamitó su popularidad, produciéndose algunas celebraciones a su muerte en París. Por ello, hubo de celebrarse en secreto su funeral, para evitar que se produjeran burlas públicas ante su ataúd, tal y como ocurrió con su predecesor.

Bajo su reinado, Francia logró grandes éxitos militares, como la anexión del Ducado de Lorena y Córcega; sin embargo, perdió gran parte de su imperio colonial a manos de Gran Bretaña.

Su reinado

Desde que en 1743 asumió personalmente la dirección del reino, no dejó de cometer errores que contribuyeron a desprestigiar a la Monarquía y prepararon el terreno para la Revolución que destronaría a su sucesor, Luis XVI.

Dejó crecer la influencia política de sus sucesivas amantes, sobre todo la marquesa de Pompadour y la duquesa Du Barry, en medio de un lujo cortesano desaforado que escandalizaba a los franceses por su derroche. Mantuvo el equilibrio entre dos facciones enfrentadas en la corte, llamando a gobernar alternativamente a una y otra. Alentó y luego prohibió la obra de los enciclopedistas, que contenía la crítica de los ilustrados al orden establecido. Fue incapaz de superar la oposición nobiliaria a las imprescindibles reformas hacendísticas que emprendió.

También fue inconstante en política exterior, sin obtener resultados ni de su inicial alianza con Prusia contra Austria (Guerra de Sucesión Austriaca, 1740-1748) ni de la posterior con Austria contra Prusia y Gran Bretaña (Guerra de los Siete Años, 1756-1763), por la cual perdió Francia su imperio colonial en la India y Canadá. Por último, acabó por ser visto como un déspota cuando zanjó la confrontación que mantenía con los parlamentos por motivos religiosos y financieros, desterrando a los parlamentarios y convirtiendo los parlamentos en meros tribunales de justicia (1771).

Madame de Pompadour

En 1743 murió el cardenal Fleury, y fue entonces cuando pareció que Luis XV asumiría personalmente el gobierno de su reino. Pero, ciertamente, esto estuvo lejos de ser verdad.

En 1740 se celebró un baile de máscaras por el matrimonio del hijo de Luis XV; en este, el rey conoció a una burguesa, supuesta hija de un decorador del palacio, de nombre Jeanne-Antoinette Poisson, la cual luego fue instalada en Versalles. Luis la nombró Marquise de Pompadour y la separó legalmente de su marido; fue incluso presentada en la corte el 14 de septiembre. Recibió asimismo el título de duquesa, con derecho a sentarse junto a la reina; pero, por razones desconocidas, jamás hizo uso de él.

A pesar de que para 1745 Pompadour ya había dejado de frecuentar la cámara del rey, nunca dejó de ser tratada como la favorita. Inspiró a Luis para que sólo frecuentara a muchachitas jóvenes, a las cuales nunca hacía perdurar demasiado. Durante este periodo, el gusto por el arte se agudizó y el estilo rococó llegó a ponerse de moda en toda Europa. Se construyó un nuevo palacete, que luego fue llamado el Petit Trianon; se reconoció al país como el centro estético y aristocrático de Europa.

Sin embargo, en política exterior los fracasos fueron inevitables. La guerra de Sucesión Austriaca no arrojó ningún resultado positivo, más aún, acabó como había comenzado, más allá de la tremenda irregularidad fiscal que había gestado. La crisis interna se agudizó gracias a la oposición del Parlamento a la política religiosa de Luis, quien beneficiaba a los jesuitas, y a las bulas papales, como la de Unigenitus. El tremendo legado de hambrunas, pestes y muertes que había dejado la guerra contribuyó a la impopularidad del monarca.

Pero nada de eso se compararía con el resultado que obtendría Francia, luego de siete años de una guerra mucho peor, a la que también había llevado aquella cortesana favorita. París no dejaba de reunirse para humillarla y escribir chascarrillos obscenos sobre su persona. Las medidas diplomáticas tomadas entonces no sirvieron para nada, frente a las grandes derrotas. La flota francesa fue aniquilada en los mares, el desinterés llevó a que ni Luis ni sus ministros se preocupasen por sus colonias. La pérdida de éstas fue inevitable, pero ni siquiera en el continente hubo triunfo alguno. La invasión de Hannover no significó en lo más mínimo un triunfo. Al fin de la guerra, Francia se había quedado con un saldo de 200.000 soldados muertos, y con una flota totalmente destruida. Su lugar como potencia se vio amenazado, y comenzó entonces un déficit fiscal que no se regularía en casi un siglo.

Matrimonio e hijos de Luis XV

El 4 de septiembre de 1725 contrajo matrimonio con María Leszczynska, Princesa de Polonia (1703–1768). Tuvieron diez hijos: Luisa Isabel de Francia, Madame Premiere (1727–1759); Duquesa de Parma con Felipe de España.

Ana Enriqueta de Francia, Madame Seconde (1727–1752); gemela de Luisa Isabel, nunca se casó.

María Luisa de Francia (1728–1733).

Luis de Francia (1729–1765); Delfín de Francia y padre de los tres últimos monarcas de la Casa de Borbón en Francia, Luis XVI, Luis XVIII y Carlos X.

Felipe de Francia (1730–1733).

María Adelaida de Francia (17321800).

Victoria de Francia (17331799).

Sofía Filipina de Francia (1734–1782).

Teresa Felícita de Francia (1736–1744).

Luisa María de Francia (1737–1787).

Rey y amante

De la vida amorosa y del poder de bibliografía y un conocimiento público, más o menos novelesco, muy difundido. Con solo darle una ojeada a la historia, nos encontramos que son muchos los gobernantes que llevan una vida disipada y licenciosa, entregados al placer, despreocupados del gobierno e indiferentes ante las necesidades del pueblo. Como ejemplos, sin ir más lejos, tenemos a Enrique VIII de Inglaterra, los soberanos de las ciudades-estado de la Italia del Renacimiento, los Luises franceses, destacando los Luises gobernantes del siglo XVIII, cuyas favoritas influyeron de una manera determinante, en el destino de Francia.

Los amores extramatrimoniales reales no suponían un escándalo para nadie, eran públicos y el ser aceptados o rechazados por los cortesanos era cuestión de partidismo: si la favorita les era propicia, todo marchaba bien, pero si afectaba a los intereses de alguien, se convertía automáticamente en una prostituta a la que había que reemplazar. El gobierno de la Nación pasa a manos de privados y favoritas, que van dejando las arcas del Estado vacías. Las guerras, la mala administración, el lujo de la corte, la agitación parlamentaria y la mala política exterior, influyen de tal manera en el pueblo, que ahora la insatisfacción y el hambre hace que se levante contra el tirano, desembocando en la Revolución Francesa y sus trágicas consecuencias. Esta es la Francia que deja de herencia Luis XV, protagonista de este artículo de opinión, a su nieto Luis XVI.

Amores reales : Favoritos

El hecho de conseguir una favorita para el rey, suponía un suculento negocio a los miembros de la Corte y os aseguro que en la búsqueda de dicho status, entraban a formar parte los familiares directos, amigos cercanos y que decir tiene la propia aspirante a favorita, que sobrellevaba con altruismo tan honorable quehacer, en espera de la elección y retribución correspondiente. Ser pariente o benefactor de una de estas amantes significaba obtener tierras, dinero, títulos…y había que darse prisa en conseguir todo esto antes que apareciera una nueva sucesora que la desplazara.

Alguna de estas mujeres llegaron a ser más importantes e influyentes que la propia reina, cuya única misión era aportar herederos a la corona y satisfacer las necesidades reales. Mientras que las favoritas, si eran lo suficientemente inteligentes y sabían como manipular la voluntad del rey, arrebataban a la reina el puesto que le correspondía en el mundo que rodeaba al monarca, pasando lareina a un segundo término. En Francia se les llegó a crear un título para las favoritas:” maitresse en trite” (favorita real) con la finalidad de elevarla a un rango oficial.

A las soberanas, no les quedaba más remedio que tolerar la situación. Si tenían alguna influencia sobre el heredero, una vez muerto el rey, su venganza hacía la privada era tremenda. A pesar de todo, si querían seguir siendo respetadas en su categoría de esposa real, tenían que soportar la cercanía de las favoritas, e incluso admitirlas en el su séquito personal. Hubo alguna de ellas que contrajeron matrimonio morganático con el rey, sabiendo que no tenían derecho a ser reinas y sus hijos no serían sucesores al trono. Luis XV, apodado el Bien Amado, heredero de la antigua Monarquía Absoluta, afirmaba “el poder soberano reside únicamente en la persona del rey” y “no debe dar cuentas a nadie de sus actos, solo a Dios”. En él residía los tres poderes: el judicial, ejecutivo y el legislativo. Al no estar interesado en la política, adoptó la costumbre de ausentarse de las reuniones, haciéndose cargo los principales ministros. Debido a su desconocimiento político y aquejado de apatía, misantropía y aburrimiento por los asuntos de estado, conduce a Francia a una situación política difícil de encauzar.

Poseía una sexualidad de superhombre, además de atender a su esposa hasta la extenuación, amén de satisfacer a sus favoritas, operaba en serie con las muchachas que los cortesanos le preparaban en su palacio de Versalles. Este nutrido gineceo fue conocido en la corte como “Le parc aux cerfs” o “Parque de los ciervos”. Estuvo siempre bien servido de jovencitas que al cumplir los 18 años, eran recompensadas casandolas con un caballero de la corte. Siendo casi sexagenario, abandona por completo sus obligaciones como Monarca de los franceses, dejando la nación en manos extrañas y permitiendo que las concubinas participaran en asuntos de gobierno, consagrando los últimos años de su vida a su pasatiempo preferido: los placeres carnales. Podemos decir que es el paradigma de los donosos amadores.

Entre las favoritas oficiales destacan, la condesa de Mailly, la marquesa de Vintimille, la Pompadour y madame Du Barry. Estas dos últimas, fueron las que más presión ejercieron en su vida pública y privada, ayudándole a dejar vacío el Erario Público para sus lujos y fiestas y una Francia predispuesta para la Revolución Francesa.


Muerte

Tras enfermar de viruela negra, y sufrir una lenta agonía, Luis XV murió el 10 de mayo de 1774.


Fuentes