Filosofía medieval (Asia)

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Filosofía Medieval (Oriental)
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Filosofía dada en el Oriente durante el período medieval o Edad Media impregnada de tradiciones de sus pueblos.

Filosofía Medieval (Oriental). Filosofía dada en el Oriente durante el período medieval o Edad Media cuyos problemas centrales residen en la relación entre la fe y la razón; la naturaleza de los universales; la libertad en el hombre; los límites del conocimiento; la naturaleza y existencia de Dios y la individuación de las sustancias

Pensamiento filosófico en los países del Oriente

El materialismo y el idealismo en la China feudal

En los siglos II y IV de ne., China se halla inmersa en una profunda crisis. Irrumpen los hunos y otras tribus bárbaras y hasta finales del siglo VI está ocupada por los conquistadores toda la parte septentrional del país. Es diezmada una parte considerable de la población, cunde la decadencia económica.

La nobleza manifiesta plena incapacidad a la hora de solucionar los problemas sociales. Así, la teología confuciana, que había sido la ideología predominante en el período dinástico de los Han (del siglo II a.e hasta el II de nuestra era), deja de tener un peso esencial en la vida espiritual del país. Florece el misticismo religioso de la secta tao y el budismo, aparecen filósofos que desmedulan del contenido materialista la doctrina tao y la adaptan a las necesidades de la religión. El taoísmo alcanza coloración mística y semejanza con el budismo, que llega de la India antes los inicios de nuestra era. Los budistas propagan ideas de carácter filosófico-teológico: el ser es cosa ilusoria y el no ser, la verdad; el alma es inmortal y se reencarna; el perfeccionamiento de la autoconciencia es el camino de la paz espiritual eterna.

Fan Cheng

En esta etapa se opone al misticismo y al idealismo todo un grupo de pensadores, y se destaca Fan Cheng (siglos (V-VI), para quien no existe el mundo del más allá y el alma del hombre es una forma de existencia del cuerpo y desaparece al morir el hombre.

De los siglos VII al IX, período dinástico de los Tang, el feudalismo llega a un elevado grado de desarrollo y se registra un impetuoso progreso de la cultura. El budismo adquiere una vasta propagación y va desplazando al confucionismo y el taoísmo. Dentro del budismo se combaten diversas sectas, cosa que le debilita de modo considerable y permite a sus adversarios, los confucionistas recuperar terreno. Los confucionistas defendían los intereses de los señores feudales en la lucha contra los monasterios budistas, que en aquella época poseían vastas propiedades y gozaban de una posición privilegiada.

Entre los filósofos confucionistas de este período se destaca Han Yü (768-824), quien con sus seguidores critica a los budistas por separar a la gente a un mundo de ilusiones y no instarlas a resolver los problemas de la vida terrenal. En esta crítica del budismo, los filósofos confucianistas elaboran algunas proposiciones materialistas. Más tarde, cuando derrotan a los budistas, renuncian a estos elementos materialistas y se reinsertan en el idealismo. Más adelante Han Yü utilizará las concepciones idealistas y místicas del budismo y el taoísmo para fundamentar la doctrina ética confucianista y justificar el régimen feudal. Sobre esta base comienza a formarse en el período siguiente el llamado neoconfucianismo.

Neoconfucianismo

Chu Hsi

Las ideas de Han Yü hallaron desarrollo en las doctrinas de los neoconfucianos: los hermanos Chen Hao (1032-1085) y Chen I (1033-1107) y también de Chu Hsi (1130-1200).

Ellos plantearon por primera vez en la Filosofía china el problema de la correlación entre los términos li (forma, ley) y Ch’i (substancia, materia), que expresan dos aspectos de la esencia de las cosas. Según su doctrina, el li es el principio racional de todas las cosas, lo primario, mientras que el ch’i, como base material de ser, es secundario. Chu Hsi llevó adelanta las concepciones idealistas de los hermanos Chen: consideraba que el li era la fuerza creadora racional que confiere a la materia pasiva, el ch’i, la forma de las cosas concretas y las gobierna. El li existe objetivamente y es incognoscible. Cabe formarse una idea del li conociendo las cosas, pero esa idea no refleja las cosas. El li, como principio ideal, forma en el hombre la cualidad positiva, la aspiración al bien, mientras que el ch’i, el principio material, le confiere la cualidad negativa. A juicio de Chu Hsi hay que cultivar en el hombre sus cualidades buenas y poner freno a sus malas intenciones. Esto significaba, bajo el feudalismo, que los trabajadores debían admitir resignadamente todas las privaciones y subordinarse sumisamente a la clase dominante. No en vano se elevó la doctrina neoconfuciana de Chu Hsi a la ideología oficial y se propagó no sólo por China, sino también Por Corea, el Japón y otros países de Asia Oriental de la época medieval.

El representante principal de la orientación materialista dentro del neoconfucianismo fue Chan Tsai (1020-1077), para quien era un disparate la tesis budista acerca de que el Universo, “el cielo y la tierra”, son un conjunto de aprehensiones sensoriales. Según él, el mundo de las cosas, que existe realmente, descansa en la substancia material ch’i, que adopta formas diversas. La primigenia de ellas es el tai süi, el espacio infinito, que está lleno de partículas invisibles diseminadas de ch’i. Cuando estas partículas se condensan forman una masa nebulosa, que Chan Tsai llama tai he, o sea, “magna armonía”. En esta “armonía”, las partículas del ch’i se desintegran en activas y pasivas y de su interacción surgen todas las cosas. Al referirse a los cambios y el desarrollo de estas, Chan Tsai señala dos tipos de leyes: las generales, inherentes a todas las cosas, y las particulares, inherentes a algunas clases de cosas. Afirmaba además que todas las cosas se hallan condicionadas recíprocamente y en interconexión; el proceso de desarrollo de los fenómenos toma dos formas: el cambio gradual y el cambio repentino; todo ese proceso acontece entre la contienda de fuerzas contrapuestas: el principio activo y el principio pasivo (en yin y el yang). De estas vislumbres dialécticas hace Chan Tsai una conclusión metafísica: el resultado de la lucha final entre las fuerzas encontradas es su conciliación, la cual constituye la base de todo movimiento. Chan tsai comprendía que nuestro saber surgió como resultado de la unión de lo externo con lo interno y que lo que vemos y escuchamos y el hecho de que ponemos términos infaliblemente a nuestros quehaceres, constituyen la medida de la verdad. El saber se divide en dos tipos: sensible y suprasensible. El hombre adquiere el primero mediante la percepción del mundo exterior; el segundo es innato. Esta división del saber revela la inconsecuencia de la doctrina materialista de Chan Tsai.

Escuela de Wan Yang-min

Wan Yang-min

En la etapa de la dinastía Ming (1368-1644), cuando se profundizaron al extremo las contradicciones de la sociedad feudal, las doctrinas materialistas enfocadas contra el idealismo neoconfucianista se tornan base ideológica del movimiento antifeudal. En contraposición aparece una nueva corriente del neoconfucianismo: el idealismo subjetivo de Wan Yang-min (1472-1528), quien afirma que “fuera de mi conciencia no existen ni las cosas ni sus leyes. La cosa es mi representación de ella.” El sujeto cognoscente es la base de todo lo que hay y posee conocimientos ingénitos. La experiencia no conduce al hombre sino a extravíos. Todo depende de nuestro Yo. Estas ideas servían a Wan Yang-min de fundamentación teórica a sus convicciones políticas, entre ellas la doctrina de la “unidad de saber y proceder”, cuyo fin era levantar el ánimo de la aristocracia feudal, parte de la cual era presa del pesimismo y manifestaba indecisión.

La escuela de Wan Yang-min se convirtió más tarde en una corriente ideológica rectora de la China feudal. Pero dentro de esta escuela se formaron grupos que contendieron entre sí de modo encarnizado. En el siglo XVI, entre los seguidores de Wan Yang-min que interpretaban a su modo la instigación a “proceder” aparece toda una pléyade de filósofos progresistas, el más descollante de los cuales es Li Chi (1527-1602), quien declara la guerra al confucianismo, secular doctrina oficial del feudalismo chino. Li Chi arremete con particular fuerza contra la teoría de los conocimientos ingénitos (que se remonta a Mencio) y pone al desnudo su sentido social.

Enfrentaron al idealismo neoconfuciano eminentes pensadores materialistas, entre los cuales debemos mencionar en particular a Wan Tin-sian (1474-1544) que, apoyándose en ideas de sus precursores, sostiene que la base de las cosas son partículas materiales, el ch’i, cuya cantidad en el espacio universal no disminuye ni aumenta. Estas partículas pueden combinarse o disgregarse, paro no pueden desaparecer. Las cosas se hallan en cambio permanente y con ellas cambian sus leyes. Wan Tin-sian consideraba que lo único innato del hombre es el instinto y la capacidad de aprehender el mundo circundante y que todo lo demás lo adquiere a lo largo de la vida.

Materialismo de los siglos XVII y XVIII

A partir de los primeros años del siglo XVII se despliega la oposición de los pensadores chinos progresistas contra las doctrinas reaccionarias de Chu Hsi y Wan Yang-min, oposición encabezada por Huan Tsun-hsi (1610-1696), Hu Tun-lin (1613-1682) y Wan Chuang-shan (1619-1692). Todos ellos participaron activamente en la lucha armada contra los invasores manchúes y divulgaron las ideas antifeudales. En la doctrina de estos tres eminentes pensadores, el materialismo, el patriotismo y el humanismo constituían un todo orgánico y el arma ideológica de los patriotas chinos en su lucha contra la nobleza gobernante. Estos pensadores sostuvieron que toda la desdicha de la sociedad se producía porque el gobernante no era un servidor del pueblo, sino un verdugo del pueblo y exhortaron a los funcionarios de la corte y a todas las personas cultas a no servir al emperador, sino al pueblo. En su crítica de la escolástica neoconfuciana, los filósofos materialistas exigían que cada postulado teórico se sustentara en hechos y comprobara en la práctica.

Wan Chuang-shan

Digna de mencionar es la teórica de Wan Chuang-shan acerca de la “unidad del cuerpo y el movimiento”. La naturaleza se halla en movimiento incesante y el movimiento engendra nuevas cosas y fenómenos. Wan Chuang-shan fundamentó la teoría materialista del conocimiento. Para él sólo el hombre le es propia la aptitud de conocer y la percepción surge únicamente cuando los órganos sensoriales se ponen en contato con las cosas exteriores; Wan Chuang-shan considera que la aprehensión sensorial es el principio y la base del conocer, reserva un lugar considerable al pensar. Según su doctrina, lor órganos sensoriales perciben los fenómenos y el pensamiento averigua su esencia.

En el siglo XVIII, período de consolidación de la dinastía manchú, el enciclopedista Tai Jen (1723-1777) combate la ideología preponderante de la llamada escuela ortodoxa. Además de las obras filosóficas (interpretación demostrativa del libro de Mencio, El bien original y otras), escribió Trigonometría, Compendio de astronomía, Tratado del movimiento del Sol. En todas sus obras sustenta la idea materialista acerca de la naturaleza que, según nos dice, se halla en movimiento, como resultado del cual surgen nuevas cosas y fenómenos. La vida es la fuente de todo cambio. El cambio no acontece por sí mismo, sino que es atributo de la substancia material el ch’i. el cambio del ch’i en la naturaleza es un proceso ininterrumpido que engendra sin cesar una nueva vida. Todas estas mutaciones son la manifestación natural de la ley del tao. Tai Jen mantenía que el movimiento y el desarrollo de las cosas no dependían de la conciencia del hombre.

Para Tai Jen “el espíritu nace de una materia sutilísima” y su naturaleza se halla determinada por las propiedades “de la materia del cuerpo vivo”. Frente al apriorismo neoconfuciano admite el saber experimental y señala que las percepciones sensoriales son fuente de nuestros conocimientos.

Tai Jen combatió con fuerza la doctrina neoconfuciana de Chu Hsi acerca de la dualidad de la naturaleza humana, afirmando que la satisfacción de las necesidades vitales del hombre es dictada por ley de la propia naturaleza y no tiene nada que ver con el llamado principio del mal. A juicio de Tai Jen, la doctrina de la dualidad de la naturaleza humana está llamada a defender los intereses egoístas de las gentes influyentes.

En las cuestiones sociales, como sus precursores materialistas de siglo XVIII, Tai Jen, no va más allá de las concepciones idealistas. Considera que el pueblo sólo puede liberarse de la opresión social si se ocupa de la educación de sí mismo y vuelve la espalda a los predicadores neoconfucianos. Su concepción sociológica está dirigida contra la esclavitud feudal y el dominio de los invasores manchúes y desempeñó un papel positivo en la difusión de las ideas progresistas.

Pensamiento filosófico en la India

En este país las relaciones sociales del feudalismo aparecen ya antes de nuestra era, pero la victoria definitiva de las nuevas relaciones de producción, suele situarse en el período del siglo IV al VI de. ne. La conquista de la India por los musulmanes dio lugar a la propagación del islamismo y a una intensificación de las influencias árabe-persas.

Como en otros países la entrada en el feudalismo su dominio acentuado de las doctrinas religiosas e idealistas. Entre ellas la más significativa fue el brahmanismo, transformado en hinduismo, en tanto que el budismo ortodoxo iba siendo desplazado a un segundo plano.

En el alto Medioevo (del siglo IV al XI) adquirieron el mayor desarrollo y divulgación los siguientes nueve sistemas filosóficos: seis ortodoxos (nyaya, vaisesika, sankhaya, yoga, mimamsa y vedanta) y tres heterodoxos (charvaca-lakayatamata, jainismo y budismo, integrado este por cuatro escuela: vaibhasika, sautrantika, madhayamita y yogakara). Cada una de estas escuelas tiene sus características, su problemática. Pero tocante a la cuestión fundamental de la Filosofía se dividen en dos orientaciones: la idealista y la materialista. A la primera pertenecen el yoga, la vedanta y los escuelas budistas madhayamika y yogakara. Una tendencia coherentemente materialista adoptó la charvaka; las demás escuelas (nyaya, veisesika, mimamsa y las escuelas budistas vaibhasika y sautrantika) también se situaron en el terreno del materialismo, si bien en la interpretación de algunos problemas de la gnoseología y la ética hacían concesiones al idealismo y la religión. También en el jainismo había fuertes elementos de materialismo.

En la época feudal continuó el desarrollo de la escuela charvaka; algunos seguidores de este sistema añadieron el éter a los cuatros elementos primigenios (tierra, aire, fuego y agua). El alma se identifica con los órganos sensoriales y el intelecto y es mortal, desaparece al morir el cuerpo. Dentro del sensualismo y de la admisión de las sensaciones como única fuente de conocimiento efectivo, la charvaka comienza a elaborar la teoría del razonamiento, del que diferencia dos tipos: a) los razonamientos basados en los datos de la aprehensiones sensoriales, que son muy importante para conocer el mundo material, y b) los razonamientos no basados en los datos de dichas percepciones y, en consecuencia, desprovisto de fuerza demostrativa. Entre estos razonamientos falsos figura la demostración teológica de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma.

Sankara

El la Filosofía de este período, prima, sin embargo, la orientación idealista, que tiene su expresión más cabal en las obras del brahmán Sankara (siglo IX), eminente figura de la escuela vedanta. La idea central del “monismo puro” de Sankara es el reconocimiento de la realidad absoluta unitaria del espíritu mundial, es decir, el Brahma. Son atributos del Brahma el ser, la conciencia y la liberación (moksa). Para este filósofo, el mundo visible es una manifestación de Brahma, el cual crea el mundo, una creación efectuada por medio de su poder mágico: maya (ilusorio). Sankara entiende que hay dos tipos de conocimiento: la revelación dada en el Veda y las Upanisad, y la intuición mística. Admite las percepciones sensoriales y los razonamientos lógicos únicamente como procedimientos subordinados del conocer.

Las escuelas madhayamika y yogakara atribuyen igualmente naturaleza ilusoria e irreal al mundo.

La escuela vedanta, también influyente en la época del feudalismo, fue fundada en el siglo XII por Ramanuja. Con las mismas proposiciones básicas que la doctrina de Sankara, el sistema de Ramanuja trata de atenuar el espiritualismo de aquél. Frente a la teoría del “monismo puro” de Sankara, Ramanuja sostiene que el mundo no es una ilusión, sino que existe en la realidad y es material, aunque lo creara Brahma. No obstante ciertas diferencias, los dos sistemas, como las demás escuelas vedanta no son sino modalidades del idealismo objetivo.

La controversia entre la corriente materialista y la idealista era inconciliable. De su dureza habla el hecho de que todos los escritos de la escuela charvaka fueran destruidos, a causa de lo cual conocemos su doctrina por lo que dicen polemizando con ella los autores adversarios del materialismo.

Del siglo XI al XV prevalece en la india la escolástica y las doctrinas idealistas, cuya función consistía en fundamentar los dogmas religiosos. En los siglos XV y XVI comienza el proceso de descomposición del feudalismo, mientras el movimiento antifeudal toma forma de doctrinas heréticas y sectas conocidas en la India con el nombre de “movimiento bhakti” (finalidad a una sola divinidad suprema y no a los dioses brahmánicos). Entre las primeras figuras del este movimiento se destaca el poeta Kabir (siglo XV), tejedor de profesión, ampliamente conocido en la India y todo Oriente. Kabir hacía blanco de su mordacidad al clero, que sembraba la cizaña entre hindúes y musulmanes, y criticaba la religión oficial. Creía, empero, en la transmigración de las almas y en algunos otros postulados del hinduismo. El movimiento bhakti cobró su máxima amplitud en los siglos XVI al XVIII y, en este período, es el más alto representante de su ideología el poeta Tulsi Das (1532-1624), autor del Ramayana (1575), poema que alcanzó celebridad mundial. No obstante su tendencia religiosa, las doctrinas de los ideólogos bhakti contienen una tendencia social progresista: combaten el sistema de casta, la desigualdad social y el fanatismo religioso

Pensamiento filosófico en Japón

Nace en la época del feudalismo bajo la influencia de la Filosofía china, india y coreana. Entre los siglos XIII y XV predominan en el Japón el confucianismo y el budismo. El budismo nipón, como el chino y el coreano juzgaba aparencial el mundo exterior, material.

Nakae Toju

En el Japón, el confucianismo contó con el apoyo de la clase dominante y el poder imperial merced a la índole conservadora de sus ideas sociales, en particular la ley del cielo, que prescribe obediencia, amor y respeto a las autoridades. En el siglo XVII, Nakae Toju transforma la metafísica del confucianismo en un sistema del idealismo subjetivo.

Junto al confucianismo clásico, a partir del siglo XIV se propaga el neoconfucianismo que, bajo la dinastía de los Takugawa, pasa a ser la ideología oficial. Los representantes principales del neoconfucianismo fueron Fujiwara Seika (1561-1691) y Hayasi Razan (1583-1657) que basaron sus doctrinas en la Filosofía del neoconfucianismo chino Chu Hsi y trataron de conciliar el confucianismo y el budismo. Según su doctrina idealista objetiva, el principio ideal ri es primario y domina sobre todo lo existente, mientras el principio material ki es secundario y está subordinado a ri.

En el siglo XVII, Yamaga Soko criticó el neoconfucianismo y se pronunció por el retorno al confucianismo original que, según él, había sido deformado por los neoconfucianos. Soko sostuvo que el mundo es increado y eterno y que adquirió su aspecto presente por necesidad natural. El mundo no tuvo principio ni tiene fin, en él acontecen un movimiento y un desarrollo ininterrumpido, una creación eterna. La muerte de una cosa es el nacimiento de otra.

El materialista y ateo Ito Jinsai (1627-1705) afirmó que el principio ideal ri no era más que un atributo del principio material ki. Según este filósofo, la materia es lo primario, el mundo material existe desde toda la eternidad, se halla siempre en movimiento en la naturaleza no se produce nunca un reposo absoluto. Jinsai negaba la existencia de Dios como creador de la naturaleza.

Un notable materialista de aquel período fue Kaibara Ekken (1639-1714), autor del libro “Las Grandes dudas”, quien reconocía la eternidad de la materia y negaba la existencia del espíritu independientemente de la materia. Ekken fue adversario del régimen monárquico feudal y manifestó que, como los campesinos alimentaban a toda la nación, eran ellos y no los señores feudales quienes debían ser considerados el estamento superior, el puntal del Estado.

Un ilustre materialista fue también Muro Kiuso (1658-1734), que combatió el misticismo y el idealismo subjetivo. Al criticar e; aserto de que la sensación es una vivencia rigurosamente subjetiva, Kiuso señaló que los colores, los sonidos, los sabores, etc, existen en las propias cosas. Adversario del misticismo budista y sintoísta, se opuso a la divinización de los emperadores y decía que el monarca debía venerar al pueblo “como si fuera el mismo Cielo”.

Un eminente filósofo materialista y ateo fue Ando Sioeki (finales del siglo XVII y primera mitas del siglo XVIII). En su libro “Las leyes auténticas de la naturaleza” criticó las doctrinas neoconfucianas y budistas acerca de la naturaleza y sostuvo que la naturaleza infinita existe y actúa por sí misma, que la causa del movimiento de la materia reside en ella misma. Sioeki expresó las aspiraciones antifeudales del pueblo, adoptó una postura negativa frente al régimen social dominante del Japón, y lo criticó como sistema de violencia contra el pueblo. Su ideal era un sistema en el que no hubiera ricos, ni pobres. Para Sioeki, la propiedad privada, que engendra la desigualdad social es el origen de todos los males en la vida de la sociedad. El filósofo combatió además la opresión espiritual de la Iglesia acusándola de ser un puntal del régimen dominante, al que justifica como institución de origen divino que debe existir eternamente.

Pensamiento filosófico en Bizancio

En la época del feudalismo, en Bizancio, como en otros países, se pedía de la Filosofía, considerada “servidora de la teología”, que fundamentara los dogmas de la religión y demostrara la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

Juan Damasceno

El padre de la escolástica en Oriente fue Juan Damasceno, que vivió en el siglo VIII y utilizó la metafísica y la lógica aristotélica para erigir un sistema dentro de la fe cristiana. En Damasceno está netamente expresada la idea capital de la escolástica: la revelación divina ofrece la verdad absoluta; la función de la Filosofía consiste en entender esa revelación y explicarla.

En el siglo IX destaca por su erudición el patriarca de Constantinopla Focio, autor de Biblioteca, libro que contiene infinidad de párrafos de obras filosóficas y la valoración de sistemas filósofos. Entre los pensadores antiguos Focio prefiere a Aristóteles. Según él, Platón carece de rigor científico, se deja llevar por la fantasía y es contradictorio. Un discípulo de Focio llamado Aretis tomó el partido de Platón y así nació la controversia entre aristotélicos y platónicos en Bizancio que duraría hasta la conquista de Constantinopla por los turcos.

Entre los filósofos bizantinos del siglo XI, los más conocidos fueron Miguel Psellos (1018-1078), científico de múltiples facetas, y Juan Italos (segunda mitad del siglo XI), que se destacó por su erudición y libre pensamiento. Psellos fue el ideólogo del sector progresista de la aristocracia feudal. En sus concepciones filosóficas se aproximó al idealismo de los neoplatónicos. Juan Italos desempeñó un destacado papel en el desarrollo del pensamiento filosófico y sociopolítico de Bizancio. Criticó los dogmas religiosos y la Iglesia cosa que le valió la imputación de hereje, el proceso correspondiente y el confinamiento en un monasterio. Italos admitía la eternidad y la infinitud del mundo, pero afirmaba que el mundo había sido creado de materia conforma a ideas que existían “antes de su creación”.

De los siglos IX al XIV se amplió el movimiento antifeudal, que se expresó en insurrecciones populares y doctrinas heterodoxas que tenían por idea central la colisión entre dos principios: el bien y el mal. En particular impregnaba un espíritu revolucionario la herejía de los bogomilos, que de Bulgaria, donde nació, se propagó a Macedonia y Servia. Sus adeptos combatían la opresión espiritual de la Iglesia y el yugo social de los señores feudales, rechazaban los ritos y los misterios, la jerarquía eclesiástica y el dogmatismo, preconizaban el retorno a la doctrina de las Sagradas Escrituras, reclamaban justicia social y que se dejara de explotar a los campesinos e instaban al pueblo a la desobediencia y a la resistencia activa frente a las autoridades seglares y eclesiásticas.

Pensamiento filosófico en Persia

Zoroastro

En Persia y países fronterizos primaban desde tiempos antiguos el mazdeísmo, religión que tenía por divinidad suprema a Ahuramazda (Ormuz en griego). En los libros sagrados de esta religión, una colección de escrituras llamadas Avesta, su doctrina es anunciada por el profeta Zoroastro, por lo que también se la conoce con el nombre de zoroastrismo.

El mazdeísmo descansaba en una concepción dualista que se expresó en forma mitológica. Lo principal en ella es la idea de una contienda entre fuerzas contrapuestas: la luz y las tinieblas, la vida y la muerte, el bien y el mal. La significación histórica del mazdeísmo reside en que su doctrina de las dos substancias o dos principios del Universo expresa la idea de la lucha de los contrarios como base de todo lo existente.

De los siglos III al VII, el mazdeísmo sufre determinados cambios, obedientes a los enfrentamientos entre diversas corrientes. El objeto fundamental de la controversia concierne a la cuestión de la unidad o dualidad de la substancia primigenia. Entre los partidarios de la concepción unitaria había algunos que propagaban ideas materialistas y ateas, a quienes se llamó sarvanistas. Par ellos no existe más que la materia, no hay Dios alguno, ni inmortalidad del alma, ni infierno ni paraíso. Todo lo que en el mundo acontece es engendrado por el tiempo (sarvan) infinito.

En el siglo III surgió una nueva doctrina religiosa, el maniqueísmo, cuyo fundador Mani (216 ó 217-276), intentó crear una nueva religión sobre la base del mazdeísmo y el budismo. En el sentido filosófico, el maniqueísmo fue una modalidad del gnosticismo y del panteísmo oriental. Por su esencia clasista fue una protesta de las masas oprimidas contra el entonces incipiente feudalismo. Mani sostenía que para que el bien venciera al mal debía practicarse un modo de vida ascético; y en esto consistía su divergencia principal con el zoroastrismo.

En los siglos V y VI adquiere vasta propagación en Persia, Azerbaidzhan y Asia Central un movimiento igualitarista plebeyo, cuyo dirigente llamado Mazdak (muerto en 529), predicaba la inevitabilidad del triunfo de la luz sobre las tinieblas, del bien sobre el mal, de la justicia social sobre la injusticia y la abolición violenta de la desigualdad social y económica y recababa la utilización igualitaria de los bienes, que debían ser comunitarios. La propaganda de Mazdak promovió una insurrección, en el transcurso de la cual la gente pobre expropiaba a los ricos y expulsaba a los señores feudales de sus posesiones. Tras algunos éxitos, el movimiento fue sofocado y sus componentes exterminados con espantosa crueldad.

En el siglo VI, durante el reinado de Cosroes I, comenzaron a penetrar en Persia la ciencia y la Filosofía griegas. Clausurada la escuela filosófica ateniense en Bizancio, sus componentes encontraron asilo en el reino de Cosroes I. se acometió la traducción al persa de las obras de Aristóteles y Platón. En Persia se formaron centros científicos en los que eran objetos de estudio la medicina, las ciencias naturales, la astronomía y la Filosofía. Eminencias del pensamiento filosófico persa fueron el médico químico Ar-Razi y el matemático, astrónomo, poeta y pensador iranotadzhiko Omar Khayyam.

Ar-Razi (864-925), en su libro “Libro universal”, aconsejaba no seguir ciegamente a Hipócrates y Galeno, sino erigir la medicina en la observación y el experimento. Como filósofo materialista, en sus obras “Las leyes naturales en la filosofía y Discurso sobre el tiempo y el espacio”, expone su doctrina de los principios eternos, que son cinco: el Creador, el espíritu universal, la materia primigenia, el espacio absoluto y el tiempo absoluto. En esta doctrina claramente distinta de la cosmología musulmana, la materia y sus atributos es considerada como principio equivalente a Dios. Ar- Razi señala el estrecho vínculo existente entre el alma y el cuerpo; juzgaba el movimiento propiedad inseparable de la materia. Era partidario del sensualismo materialista.

Tras la conquista árabe, el desarrollo del pensamiento filosófico y social en Persia adquiere un signo islámico.

Fuentes

  • Historia de la Filosofía. Tomo I. Historia de la Filosofía Premarxista. Segunda Edición. Ed. Progreso Moscú. 1983. Cap. II. Pág. 105.
  • J. Nehru. El descubrimiento de la India. Moscú. 1955. Pág. 233

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