Grupo Minorista

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Grupo Minorista
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Institución con sede en Bandera de Cuba Cuba
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En esta heterogénea agrupación de la juventud intelectual se fue operando un proceso de desarrollo y decantación ideológica, por el cual se deslindó el lugar y el papel de cada minorista en el proceso revolucionario de la década del veinte ante la situación neocolonial de la sociedad cubana
Fundación:1923
Disolución:1927
País:Bandera de Cuba Cuba

Grupo Minorista. Agrupaba a creadores de las ciencias sociales, artistas, literatos, músicos y a creadores en general, siempre a favor de las causas más nobles, aunque algún integrante postulara tendencias políticas que luego no fueran compartidas por la mayoría. Así profesaban desde la definición antiimperialista, la defensa de los valores nacionales de la cultura, el rechazo a las dictaduras a la preocupación por los obreros y lo campesinos. El manifiesto de Grupo Minorista, dado a conocer el 6 de mayo de 1927, es quizás uno de los documentos más a tiempo que produjo la intelectualidad cubana del siglo XX.

Los miembros del Grupo Minorista fueron los que propulsaron el desarrollo de la vanguardia en Cuba a través de diversos géneros y por diferentes vías de realización, lo que propició que se abriean al universo intelectual y establecieran fuertes vínculos con grupos afines del continente y de España. En el Grupo Minorista coinciden escritores, pintores, escultores, músicos, médicos, de pensamiento diferente, pero todos poseidos de una creciente inquietud en favor de las corrientes más actuales de la política y de la creación artística. A partir de la diversidad de sus integrantes se consolida, aunque por breve tiempo, un movimiento que encauza pronunciamientos renovadores y hasta revolucionarios en política y en arte, de los cuales su máxima expresión es la Declaración del Grupo Minorista, documento de una importancia relevante en la historia de Cuba.

Antecedentes

Archivo:Minoristas visitan agustin acosta.jpg
Foto de los minoristas en la Estación de Ferrocarriles de La Habana, cuando se disponían a tomar el tren para ir a visitar al poeta Agustín Acosta en la ciudad de Matanzas. Aparecida en Social. La Habana, septiembre de 1924, p.8.

En el desarrollo histórico, político, social y cultural de Cuba hay momentos cronológicos definitorios. En ese sentido, el año 1923 resulta trascendente en varios órdenes de la vida nacional, pues en él —y a partir de él— sin subestimar algunos procesos nacionales e internacionales que se gestaron con anterioridad, se producen acontecimientos que, cualitativamente, enrrumbaron para siempre el devenir insular. La creciente toma de conciencia del proletariado, la reforma universitaria en varios países latinoamericanos, el movimiento estudiantil, sirvieron para ir abriendo el camino, y ya en 1923 había en Cuba condiciones, tanto objetivas como subjetivas, para que se produjeran hechos como la Protesta de los Trece, la formación de la Falange de Acción Cubana y el Movimiento de Veteranos y Patriotas, en los que estuvieron involucrados jóvenes deseosos de darle un vuelco no sólo a la cultura, sino a la chata vida nacional.

Esos jóvenes, que no pertenecieron a ningún partido u organización política y que provenían, clasistamente, de la pequeña burguesía, alcanzaron un prestigio nacional e internacional porque, entre otras razones, impulsaron el rompimiento contra el atraso cultural que existía en Cuba, aunque supieron valorar nuestro pasado y, a la vez, asimilar las más novedosas corrientes artísticas. Por eso los miembros del Grupo Minorista fueron los que propulsaron el desarrollo de la vanguardia en Cuba a través de diversos géneros y por diferentes vías de realización, lo que propició que se abriean al universo intelectual y establecieran fuertes vínculos con grupos afines del continente y de España.

Historia

Firmas del manifiesto del Grupo Minorista

En el Grupo Minorista coinciden escritores, pintores, escultores, músicos, médicos... de pensamiento diferente, pero todos poseidos de una creciente inquietud en favor de las corrientes más actuales de la política y de la creación artística. A partir de la diversidad de sus integrantes se consolida, aunque por breve tiempo, un movimiento que encauza pronunciamientos renovadores y hasta revolucionarios en política y en arte, de los cuales su máxima expresión es la Declaración del Grupo Minorista, documento de una importancia relevante en la historia de Cuba.

Era la primera vez —como ha expresado una de las figuras cimeras del grupo, Juan Marinello— que los intelectuales cubanos expresaban de manera colectiva su solidaridad con los pueblos de nuestro continente, su denuncia a las tiranías que se entronizaban en varios países, defendieron a los agricultores, rechazaron al imperialismo yanqui y proclamaron la necesidad de un gobierno del pueblo. Vistas con las perspectivas de ese instante histórico, fueron demandas revolucionarias, aunque hoy pudieran estimarse como débiles o de escasa significación. Pero en su momento significaron un llamado enérgico a la conciencia individual y colectiva.

Asimismo el antimperialismo del grupo se gestó a partir de las ideas de hombres incorruptibles como Enrique José Varona y Manuel Sanguily y también con las lecturas de las obras del argentino José Ingenieros y de la actuación demagógica del mexicano José Vasconcelos. Formado ya el sentimiento antimperialista, los minoristas descubren que José Martí —silenciado en toda la etapa transcurrida de la seudorrepública— había desnudado en su real significado el papel de los Estados Unidos en el área y la necesidad de que los pueblos se unieran.

Desde la rebeldía espontánea de la Protesta de los Trece, el grupo Minorista va atravesando un proceso de concientización política que tiene en la Falange de Acción Cubana un punto de interés a partir de que sus integrantes se pronunciaron a favor de un conjunto de acciones que tenían como centro solucionar el problema educacional, en el que veían, una vez resuelto, la terminación de los males de Cuba. Pero este programa de la Falange, en el cual se retrataban de manera pesimista los peligros que amenazaban a Cuba a partir de la bancarrota moral y el fraude prevalecientes, al fundirse con la acción del Movimiento de Veteranos y Patriotas, encontró un cauce político que intentó resolver el problema nacional por la vía de la acción rápida, aunque el fracaso sufrido sirvió para desmembrar de este movimiento a revolucionarios consecuentes, miembros a su vez del minorismo, como Rubén Martínez Villena.

Es entonces cuando muchos de los integrantes del minorismo disminuyen sus actividades políticas y prefieren reunirse en los almuerzos sabáticos y otras acciones culturales. Así, Martínez Villena pone todo su entusiasmo en la Universidad Popular “José Martí”, al lado de Mella, a quien invitó a algunos de esos almuerzos, aunque sus convicciones y temperamento lo llevarían poco tiempo después a situarse al lado de los obreros para acompañarlos como líder hasta su muerte en 1934.

Proceso de gestación

En 1920 comenzaron a reunirse en el café “Martí” jóvenes con inquietudes intelectuales –Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Juan Marinello, Regino Pedroso y Andrés Núñez Olano, entre otros– que formaron una tertulia literaria. Ellos eran los nuevos, que discutían acaloradamente lo recién escrito por cada uno o la emprendían con reputaciones establecidas, envueltos siempre en una atmósfera de entusiasmos y decepciones.

Eran esencialmente poetas y críticos literarios. Publicaban en revistas como Castalia. Antología de poetas (1920-1921), cuya jefatura de redacción era desempeñada por Primitivo Cordero Leyva (1898-194?), miembro de ese cenáculo bullicioso en el cual se entremezclaban cóleras, vituperios y alabanzas, poemas de definido corte futurista. La rebeldía en ese momento era sólo poética, pero ya se vislumbraba una actitud de ruptura total contra todo lo establecido.

Posteriormente los jóvenes trasladaron su reunión para la redacción de la revista El Fígaro (1885-1933), publicación que tras una etapa de inusitado esplendor, ya languidecía. Allí trabajaba José Antonio Fernández de Castro, que se unió con entusiasmo a los aún incipientes intelectuales gracias a su amistad con Martínez Villena. Hacia finales de 1922 la tertulia desapareció, pero ya existía una fraternal relación entre los ya citados y otros, como Emilio Roig de Leuchsenring, José Zacarías Tallet, Jorge Mañach, Félix Lizaso, Luis Gómez Wangüemert y varios más.

Poco después comenzaron a reunirse en distintos restaurantes capitalinos situados en la zona más antigua de la capital habanera, que por entonces era el área de mayor actividad en la ciudad. Esos encuentros informales los realizaban bien para homenajear a alguno de ellos, para discutir una obra literaria o para comentar la actualidad nacional, minada por la corrupción política y administrativa. En ese momento el grupo, aún en gestación, se caracterizaba por la inestabilidad de sus miembros y por la asistencia irregular a los banquetes, la mayoría de los cuales se realizaron el restaurante Lafayette.

Extinción

  • Enero-Diciembre de 1928: Con bastante irregularidad se reunían los minoristas que permanecieron en Cuba tras la represión machadista. En sus acostumbrados almuerzos agasajaron a varios intelectuales de paso por La Habana, pero ya el fermento inicial que los convocó se había debilitado, sobre todo, por los acontecimientos de orden político que los desarticuló como grupo.
  • Junio de 1929: Emilio Roig de Leuchsenring, en un artículo publicado en Social en ese mes, titulado “Artistas y hombres o titiriteros y malabaristas” declaró extinguido al Grupo Minorista. Entre otras consideraciones, valoraba así la labor del Grupo:
Admirable labor revolucionaria de depuración y renovación literaria y artística como político-social, fue la que realizó en Cuba —y usamos en su justo sentido estos tiempos de verbos— el Grupo Minorista, labor que alcanzó justamente repercusiones continentales y hasta dejó sentir su influencia y su acción en España, labor no superada ni igualada antes ni después en nuestra patria por grupo literario o artístico alguno, labor que durante varios años fue ejemplo y lección para el futuro, no imitados ni seguidos hasta hoy, de la actitud y misión que a los intelectuales nuevos corresponde adoptar y desempeñar en lo que se refiere a los problemas político-sociales de su patria y de la humanidad.

Significación

El Grupo Minorista de Cuba significa rompimiento de moldes y cese de la pasividad en favor de tomar posiciones más radicales, tanto política como culturalmente, ante los problemas que sumían a la sociedad cubana en el caos y la ignorancia. La dispersión del grupo en 1928 fue un hecho obligado debido a circunstancias inherentes a conflictos individuales y generales, y también a la radicalización política de algunas de sus figuras, cuyos ideales rebasaron la “medida” que sin acuerdo previo había asumido el grupo. Al respecto ha expresado Roig de Leuchsenring:

“Precisamente, la decadenia del Grupo Minorista vino cuando faltó en la mayor parte de sus componentes esa correspondencia entre la actitud de artistas y la actitud de ciudadanos y hombres de su época“.

A la altura del siglo XXI resulta reconfortante tender la mirada a los comienzos del XX para constatar el quehacer cultural y político de un grupo que, en su formal informalidad, tuvo una significación trascendente en la vida de una nación que pugnaba por consolidarse. Muchos de los hombres del minorismo –algunos, en cambio, torcieron su rumbo y se colocaron al lado de las fuerzas retrógradas– continuaron defendiendo y radicalizando sus ideales y convicciones y se unieron a la Revolución, a la cual entregaron su esfuerzo y su experiencia.

El Grupo Minorista sembró ideales culturales y políticos. Sus miembros fueron renovadores. Se consideraron revolucionarios. Y así se precisa evaluarlos en el contexto en que desencadenaron su acción pública de rescate y renovación. Si en varios hubo, posteriormente, pobreza de espíritu y falta de valentía para continuar la lucha, su accionar en ese momento histórico merece respeto y juicio ponderado a las circunstancias. Minoristas en número, fueron, a la vez, mayoría, porque se constituyeron en portavoces de ideales, porque trataron de ser intelectuales nuevos, vale decir, distintos.

Integrantes

Otros intelectuales vinculados

Grupo Minorista de Matanzas

En junio de 1927 se constituye el Grupo Minorista de Matanzas, en el que participaron, entre otros, Medardo Vitier y Fernando Llés. El primero tuvo a su cargo la redacción de un Manifiesto que daba fe de su existencia y de sus propósitos. Sostuvo relaciones con el ya bastante desarticulado Grupo Minorista de La Habana.

Editaron la Revista del Grupo Minorista de Matanzas, de la cual se publicó, al parecer, un solo número, correspondiente a junio de 1927. Se reunían con mayor asiduidad en la redacción del periódico El Imparcial. La mayor parte de sus componentes, excepto Vitier y Llés y algún otro, eran autodidactas, y se desempeñaban como oficinistas, en organismos públicos o eran profesores. Su existencia fue de alrededor de tres años. Su desintegración se debió, entre otras causas, a la arremetida de la tiranía de Machado, contra la cual lucharon varios de sus miembros, en tanto que otros se marcharon de la ciudad o prefirieron cesar en cualquier tipo de actividad de carácter público. Por su parte, Alejandro García Caturla, en su natal Remedios, en la provincia Las Villas, hoy Villa Clara, también secundó las ideas minoristas. Fundó en 1927 el periódico titulado Los minoristas, pero tuvo una vida muy efímera.

Los minoristas sabáticos

Los antiguos miembros de la Falange de Acción Cubana y otros intelectuales incorporados a los Veteranos y Patriotas efectuaron los “almuerzos sabáticos”. En ellos participaban no sólo los jóvenes intelectuales, sino figuras establecidas como Fernando Ortiz y el narrador Alfonso Hernández Catá. También se sumaron al grupo los pintores Antonio Gattorno, Jaime Valls y Eduardo Abela, el escultor Juan José Sicre, el entonces periodista y crítico —y futuro novelista— Alejo Carpentier y el médico Juan Antiga. Gran cantidad de intelectuales y artistas extranjeros y algunos cubanos fueron homenajeados en esos almuerzos: el cantante italiano de ópera Titta Rufo, el mexicano Alfonso Reyes. Entre las personalidades cubanas homenajeadas estuvieron el poeta matancero Agustín Acosta, Juan José Sicre y Leopoldo Romañach.

Los minoristas, que fueron llamados así a partir del trabajo de Jorge Mañach titulado “Los minorista sabáticos escuchan al gran Titta”, publicado en la revista Social correspondiente a febrero de 1924, desarrollaron una amplia labor de apoyo a intelectuales extranjeros que sufrían represión por parte de sus respectivos gobiernos. En diciembre de 1926 redactaron el manifiesto “Por la independencia de los pueblos contra el imperialismo norteamericano”, dirigido “A los intelectuales y hombres libres de los estados Unidos. A nuestros hermanos de la América Latina”, en el cual denunciaban la intervención norteamericana en Nicaragua:

Por segunda vez, en el curso de los últimos años, tropas de desembarco de la marina de guerra norteamericana, han hollado el suelo de la hermana república de Nicaragua, desalojando de los lugares que ocupan a funcionarios de un gobierno legalmente constituido, estableciendo censura telegráfica y postal, y declarando “zonas nuestras”, regiones de territorios no sujetas a su soberanía; es decir, violando en todos estos casos los más elementales preceptos del Derecho Internacional y atropellando con ello la dignidad de la América Latino-Indo-Ibera.
(...)Los que en Cuba pensamos sin compromiso con los errores del pasado ni las iniquidades del presente, los que sentimos muy hondo el libre amor que debe unir a todos los hombres, sin distinciones de razas ni nacionalidades; los que creemos que el Continente que descubriera Colón, debe ser refugio de la Humanidad libre, no podemos hacernos cómplices con nuestro silencio de esta afrentosa tragedia que sentimos en nuestra propia carne, ocurrida en suelo latinoamericano, y hacemos un llamamiento a los que piensan como nosotros en esa tierra donde el oro triunfa, escarneciendo los ideales de los fundadores de esa poderosa nación, para que, uniendo su esfuerzo al de todos los hombres libres de nuestra América Latina, obliguen a su gobierno a dejar de ser instrumento de quienes pretenden implantar en el Continente un nuevo sistema de esclavitud, más ominoso que el que hace un siglo destruyeron nuestros pueblos con su heroico esfuerzo.

Firmaron este documento, entre otros, Rubén Martínez Villena, Emilio Roig de Leuchsenring, José Antonio Fernández de Castro, Juan Marinello, Andrés Núñez Olano y Enrique Serpa. Otras actividades en las que estuvieron presentes fue en el homenaje a Enrique José Varona y a Manuel Sanguily, en la fundación de la Liga Antimperialista organizada por Julio A. Mella, a la cual se vincularon Martínez Villena, José Z. Tallet y Juan Marinello y participan en la fundación de la Junta Nacional Cubana Pro Independencia de Puerto Rico, entre otras muchas. También mantuvieron una actitud crítica ante el gobierno despótico de Gerardo Machado, que oprimía al pueblo cubano desde su ascenso al poder en 1925. En carta dirigida a éste en diciembre de 1925 denunciaron el encarcelamiento del líder estudiantil Julio Antonio Mella, y expresaron en la misma:

Nosotros, como intelectuales, conocedores de la ideología de Julio Antonio Mella, protestamos de la acusación de que él sea capaz de colocar bombas o ejecutar hechos que pongan en peligro la vida de inocentes, mujeres y niños; sabemos que el deseo de elevarse como celosos cumplidores del deber ante los ojos del Gobierno, conduce a los subalternos a exageraciones y errores desgraciados; y por este medio hacemos llegar a usted, señor presidente, este juicio nuestro, esta protesta nuestra, fundados, además, en motivos de humanidad que no pueden ni deben serle ajenos /.../ levantemos a usted nuestra voz para decirle la verdad y el significado de estos hechos, para demandar de usted una acción que enmiende el yerro y restablezca la justicia, y para en el caso terrible de que muera el estudiante desamparado, quede, para salvar la dignidad de Cuba, siquiera el pobre y extraoficial testimonio de nuestra protesta.

La carta, que fue publicada en el periódico Heraldo de Cuba el 13 de diciembre de 1925, estuvo firmada, entre otros, por Fernando Ortiz, Emilio Roig de Leuchsenring, Alberto Lamar Schweyer, Juan Marinello, José Z. Tallet, José Antonio Fernández de Castro, Rubén Martínez Villena y Hortensia Lamar. Denunciaron también, en unión de varios profesores universitarios y otros intelectuales, y en apoyo a los estudiantes del alto centro de estudios, la prórroga de poderes impuesta por Gerardo Machado para reelegirse como presidente de la República. Mientras, el Grupo Minorista continuaba con sus actividades sabáticas, a las que a veces asistían sus novias o esposas.

Fuentes