Josephine Baker

Josephine Baker
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NombreFreda Josephine Carson
Nacimiento3 de junio de 1906
St. Louis, Missouri, Estados Unidos de América
Fallecimiento12 de abril de 1975
París, Francia
Causa de la muertehemorragia cerebral
Nacionalidadamericana
Ciudadaníafrancesa
Ocupaciónbailarina, cantante, actriz


Una voz privilegiada para el jazz, un sensual cuerpo que mostraba con orgullo y una verdadera aptitud para la danza, fueron la explosiva fórmula con la que Josephine, también conocida como la Perla Negra o la Diosa Criolla haría historia. Su talla como artista sólo es comparable con su humanidad y servicio al prójimo.

Datos Biográficos

Freda Josephine Carson nació en St. Louis, Missouri el 3 de junio de 1906, en el seno de la familia de Eddie Carson, quien era percusionista de vaudeville, y Carrie McDonald, lavandera.

Josephine abandonó la escuela y pasó su infancia trabajando como doméstica y niñera para ayudar a la subsitencia de su grupo familiar, que se vio ampliado con dos hermanas y un hermano. Además, como toda persona negra en aquella época, fue víctima de duras situaciones de racismo.

A los trece años, esta joven trabajaba como mesera en The Old Chauffeur's Club, donde conoció a quién sería su primer marido por un corto tiempo, Willie Wells. Acostumbrada a trabajar desde niña, Josephine nunca dependió de sus compañeros sentimentales económicamente, por lo que nada la detuvo en su búsqueda de la felicidad. En 1921, contrajo matrimonio por segunda vez con Willie Baker, de quién se divorció también, aunque conservó su apellido.

Joséphine Baker creció en el periodo de las peores revueltas racistas vividas en Saint Louis. Al alcanzar la edad de diecisés, se convirtió en bailarina y se unió a un grupo de danza de Philadelphia y viajó con The Jones Family Band y The Dixie Steppers, pero al principio fue rechazada como artista pues la consideraban torpe y demasiado oscura. En 1923, logró unirse al coro de The Dixie Steppers que representaban la comedia musical Shuffle Along de Sissle and Blake, y se trasladó a Nueva York. Prontó logró presentarse en Broadway, en el espectáculo Chocolate Dandies. De igual forma, actuó en el Plantation Club y en el Cotton Club de Harlem.

En 1925 fue a París, como integrante del coro de La Revue Nègre. El público europeo se quedó prendado de Josephine y se convirtió en una estrella del Folies Bergière. Introdujo el Charleston en el viejo continente, y protagonizó varias películas de éxito como Le Siréne des tropiques, Zou o Princesse Tam-Tam, hasta el año 1935. Dos años después se nacionalizó francesa.

Luego en 1925, y antes de los diecinueve años, se tralada a París como corista de "La Reveu Négre", donde brillaría con su rutina Danse Sauvage. Su primera presentación en la ciudad de las luces fue el 2 de octubre de 1925, sobre la escena del teatro Music-Hall de los Champs Elisés, donde bailó vestida sólo con un cinturón hecho de bananos. Con su talento y belleza, Josephine se ganó en instantes al público parisino, ávido de exotismo, y así en sólo tres meses consiguió un primer papel en La Folie du Jour en el teatro Folies Bergère y alcanzó el estrellato.

Para 1927, era la artista del espectáculo mejor pagada de todo Europa y rivalizaba con Gloria Swanson y Mary Pickford por ser la mujer más fotografiada de todo el mundo.

En 1930 se dedicó profesionalmente al canto donde también cosecharía grandes éxitos. Por la misma época, participó en varios largometrajes como La Sirène des tropiques, Zou-Zou y la Princesa Tam-Tam. Como disfrutara de una posición económica más que holgada, trasladó a su familia desde St. Louis hasta Les Milandes, en Francia.

A pesar del sorpendente éxito en Europa, Josephine no era aceptada del todo por el público de Estados Unidos, para los que era inaceptable que una mujer negra disfrutara de ese poder y esa sofisticación.

En 1937, agradecida con el público francés por su aceptación, adquiere la nacionalidad francesa y se casa por tercera vez con Jean Lion, de quien se divorciará de igual forma.

Durante la segunda guerra mundial, se unió a la resistencia francesa y, posteriormente, fue subteniente auxiliar en las Fuerzas Aéreas Francesas, y levantó la moral de las tropas aliadas, actuando para ellos. También colaboró con la Cruz Roja. Después de la guerra recibió la Medalla de la Resistencia y la Legión de Honor.

Volvió a casarse con el director de orquesta Jo Bouillon. Regresó a la actividad artística y trabajó en el circuito de cabarets de París durante varios años, luego viajó a Cuba, antes de regresar de nuevo a los Estados Unidos, donde apoyó los movimientos de promoción social afro-americanos. Josephine Baker regresó a Estados Unidos con la intención de luchar por la integración y contra la discriminación racial durante la década de los cincuenta. Exigía que en sus presentaciones, el público estuviera integrado. Mas tarde, hizo una gira mundial de despedida, y se retiró del mundo del espectáculo.

Adoptó a varios huérfanos de diversos orígenes a quien denominó la tribu del arco iris. Retirada de la escena, la artista, con lágrimas en los ojos, emprende una de sus últimas batallas en Les Milandes, el viejo Castillo, donde educa a sus 13 hijos adoptivos y del que el propietario intenta echarla por retraso en el pago del alquiler.

Regresó varias veces al escenario por dificultades económicas y también para apoyar el movimiento norteamericano por los derechos civiles, dio cuatro conciertos en el Carnegie Hall, para conseguir fondos para la causa, y participó en la marcha sobre Washington, en 1963.

El 8 de abril de 1975, esta valiosa y valiente mujer de sesenta y ocho años realizó una presentación especial en el Bobino Theater en París para celebrar los cincuenta años de su carrera. Entre la numerosa audiencia, se encontraban personalidades como la Princesa Grace de Mónaco y Sophia Loren.

Pocos días después, la leyenda llegó a su fin, pues Josephine entró en coma y murió el doce de abril por una hemorragia cerebral. La procesión funeral que desfiló por las calles de París fue enorme. Josephine Baker fue la primera mujer americana a la que le otorgaron honores militares en Francia. Fue enterrada en Mónaco.

Visitas a Cuba

De 1950 a 1966 Josephine Baker estuvo cinco veces en Cuba.

En su primera visita en diciembre de 1950 actúa en el teatro América con muchísimo éxito. La acompañan en el programa la orquesta Havana Cuban Boys, el chanssonier Roland Gerbau, y los bailarines Ana Gloria y Rolando. Los espectadores la reciben de pie.

Tanto es su triunfo que la gran Rita Montaner imita a la incomparable vedette norteamericano-francesa desde el escenario del teatro Martí, lo cual constituye todo un suceso artístico que mucho da que hablar en su época.

Dos años más tarde Josephine regresará a La Habana, donde vuelve a sufrir la humillación de ser rechazada en un hotel por el color de su piel. Sucede que la administración del lujoso hotel Nacional se niega a acogerla con el burdo pretexto de que no disponían de una sola habitación.

El escándalo no se hace esperar. En pocas horas la artista congrega a un grupo de cubanos, “gente de color como yo”, y encuentra a un abogado y a un testigo para dar fe de lo ocurrido.

No obstante, en 1953 la Baker padecerá otra agresión similar en la Isla cuando Goar Mestre le cancela el contrato de la CMQ, alegando que había llegado tarde para cumplir con sus obligaciones.

Lo cierto es que se trataba de un problema político, la Embajada de los EE.UU. había declarado persona non grata a la vedette.

Paradójicamente, a este sentimiento discriminatorio oficial, el público cubano siempre la acoge con admiración y cariño.

En enero de 1968 llega a La Habana para participar en la Conferencia Tricontinental. “Vengo a Cuba porque quiero a este país y ya no hay nada que me humille como ser humano. Estoy fascinada y no puedo sino mirar ese azul que tengo delante, esta Habana tan distinta que me recibe. Vengo a actuar para todos ustedes, a entregarles todo lo que tengo.”

En medio de la animación y el contento general, se presenta a teatro lleno con Bola de Nieve en el García Lorca, y declara tener tres veces 20 años para justificar los generosos escotes de algunos de sus vestidos. Viaja a Camagüey, donde tres mil personas la aplauden a rabiar, visita la Sierra Maestra, escala montañas y disfruta del olor de los viejos cafetales franceses de la Gran Piedra, pero sobre todo, entra en contacto con los cubanos que no solo admiran su arte, sino también su permanente rechazo a la injusticia.

Visiblemente conmovida retornará ese verano a la Isla por última vez. La acompañan sus hijos adoptivos para disfrutar de una estancia de pocos días en una casa situada en una playa cercana a la capital. En Cuba se le recuerda como uno de sus visitantes más queridos.

Fuente

  • Jean-Claude Baker, Chris Chase: Josephine. 2001 ISBN 0-8154-1172-3
  • La Historia del Music-Hall, Sebastián Gasch. Ediciones G. P. Barcelona, 1962.