Batalla de Santander

Batalla de Santander
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El autodenominado «generalísimo» Francisco Franco fue el causante de la sangrienta Guerra Civil contra el pueblo español.
Fecha 14 de agosto a 17 de septiembre de 1937
Lugar provincia de Santander
actual Cantabria,
Segunda República EspañolaBandera de España

La batalla de Santander fue el conjunto de operaciones militares llevadas a cabo durante la Guerra Civil Española (1936-1939) entre el 14 de agosto y el 17 de septiembre de 1937 en Cantabria (por aquel entonces provincia de Santander) y que culminarían con la victoria del bando franquista contra el bando republicano, fiel a la Segunda República Española.

Antecedentes

En julio de 1937 el Gobierno de la República ordenó una ofensiva sobre Brunete, como maniobra de distracción que descongestionase Madrid y contuviera el avance del ejército franquista en el Norte, en esos momentos, a las puertas de la provincia de Santander. La batalla de Brunete acabó a finales de julio y el general Franco, deseoso de finalizar el episodio del Norte, recuperó para este frente las unidades que había desplazado a las operaciones del centro. La ofensiva era inminente.

El 6 de agosto de 1937, un decreto creaba en Santander la Junta Delegada del Gobierno en el Norte, persidida por el general Mariano Gamir Ulibarri, máximo responsable militar, y compuesta por un representante de los Gobiernos del País Vasco, Asturias y Santander. Se trataba así de coordinar las acciones de defensa. En este tiempo, unido a la falta de alimentos, los habitantes de la capital sufrían ataques aéreos regulares, mucho más frecuentes que el año anterior, y se les animaba desde la prensa local a una febril tarea de fortificación. A la vez, se procedía a la evacuación por mar de refugiados vascos con destino a Francia.

La defensa del territorio cántabro se confió a 80 000 hombres englobados en cuatro cuerpos de ejércitos: el XIV formado por lo que quedaba del Ejército Vasco, el XV compuesto en su mayoría por tropa cántabra y, en menor medida, los XVI y XVII asturianos. Apoyando a estas fuerzas el bando republicano contaban con 50 baterías artilleras, 33 cazas y bombarderos y 11 aviones de reconocimiento.

Por su parte, el bando franquista constaban de seis brigadas de Navarra y dos de Castilla apoyadas ambas por tres divisiones y una brigada italiana (Corpo Truppe Volontarie), todas ellas al mando del general Fidel Dávila Arrondo, responsable del Ejército del Norte tras la muerte del general Emilio Mola. A ello hay que sumar un importante apoyo artillero y de aviación. Formaban 90 000 hombres.

El campo de batalla se situaría en terreno montañoso al localizarse el frente en la Cordillera Cantábrica, cuyas cumbres más elevadas estaban en manos de la República, que tenía ventajas posicionales. La línea de batalla discurría por la zona sur de Reinosa hasta el Puerto del Escudo, dibujando una bolsa entre Barruelo de Santullán, Aguilar de Campoo y Soncillo, que constituía la avanzada republicana sobre la Meseta castellana y donde se concentraba el mayor número de tropas del Ejército de la República. A la larga, esta citada bolsa, con problemas de abastecimiento y de difícil defensa, se convertiría en una trampa.

Por otro lado las condiciones físicas de los atacantes era superior al de las fuerzas republicanas. Muchas unidades vascas no deseaban luchar fuera de Euskadi y el propio lehendakari, José Antonio Aguirre, había querido trasladar por barco todas las fuerzas vascas al frente de Aragón, cruzando Francia, para avanzar sobre Navarra desde la retaguardia republicana, idea rechazada desde el gobierno de la República, en Valencia al considerarla impracticable y quimérica. A ello se debe añadir las difíciles relaciones entre los diferentes batallones asturianos, cántabros y vascos. Así lo señalaría Dolores Ibárruri más tarde:

Hablar del Ejército del Norte era un eufemismo. Había las milicias de Asturias, las milicias de Santander y las del País Vasco, que en general actuaban cada una con sus propios mandos (...) No se toleraba que ningún intruso se inmiscuyese en asuntos de familia, aunque la estrechez egoísta y localista llevase a unos y a otros a la catástrofe, y a todos, a ir preparando el terreno para la derrota de la República.
Dolores Ibárruri (la Pasionaria),
El único camino (1963)

La conducta decaería aún más al extenderse los primeros rumores, a la larga fidedignos, de que altos cargos del gobierno vasco habían estado negociando desde junio la rendición de sus fuerzas a los italianos, la cual se materializaría el 24 de agosto con la firma del Pacto de Santoña y la concentración de las tropas del Eusko Gudarostea en este localidad cántabra.

La ofensiva

El 14 de agosto de 1937 comenzaron las operaciones por parte del bando franquista con el bombardeo de las posiciones republicanas mediante artillería y aviación; el primer objetivo fue la fábrica de armamento Constructora Naval de Reinosa y el nudo ferroviario de Mataporquera, atacando la 1ª Brigada Navarra entre el Pico Valdecebollas y Cuesta Labra, ocupando las alturas de la Sierra de Híjar y avanzando hacia Reinosa. Con ello se pretendía amenazar la principal arteria de comunicación del enemigo, dejando así en situación crítica a las fuerzas republicanas que se hallaban al sur de la Cordillera Cantábrica. Este primer día de ataque las brigadas navarras rompieron la línea del frente sur republicana, muy castigada por los bombarderos aéreos. El Corpo Truppe Volontarie italiano rompe el frente en Soncillo (entre el puerto de Carrales y la zona de Quintanaentello, Burgos) avanzando hacia El Escudo (Cantabria) y Arija (Burgos); se dan combates aéreos en El Escudo, derribando la aviación republicana un biplano de asalto Romeo Ro 37.

El 15 de agosto de 1937 las fuerzas franquistas avanzan, no sin dificultad, por el sector de Barruelo de Santullán hasta Peña Rubia, Salcedillo, Matalejos y Reinosilla, encontrando fuerte resistencia en el Portillo de Suano. El general Gamir Ulibarri planifica una desesperada defensa en la línea norte de Peña Astía-Peña Rubia-Peña Labra. Seis mil soldados republicanos quedan copados en la bolsa de Reinosa. La aviación del bando franquista bombardea Soto-Iruz (causando cuatro muertos y varios heridos) y derriba dos Polikarpov I-16 sobre El Escudo.

Al día siguiente, 16 de agosto de 1937, la IV Brigada Navarra logra romper la resistencia en el Portillo de Suano avanzando y apoderándose del complejo fabril intacto, ante la negativa de los obreros de destruirlo, y entran en Reinosa al anochecer. La brigada de García Valiño proseguiría su avance a lo largo del río Saja, buscando el valle de Cabuérniga.

Las fuerzas italianas avanzaron paralelamente por la carretera Corconte-Reinosa ante la retirada de las fuerzas republicanas por Lanchares hacia San Miguel de Aguayo. A su vez proseguían los ataques al Puerto del Escudo donde la División 55 Montañesa de Choque del Teniente Coronel Sanjuán oponía una fuerte resistencia. Las fuerzas republicanas se retiran por el valle del río Luena volando varios puentes e incendiando varias casas y el Ayuntamiento con su archivo.

El 17 de agosto de 1937, y pese a las labores de fortificación republicanas, los fascistas italianos de la División 23 de Marzo logran conquistar del Puerto del Escudo, copando de este modo a 22 batallones republicanos y consiguiendo reunirse con el resto del ejército en la localidad de San Miguel de Aguayo. Con este rápido ataque en tenaza, las fuerzas franquistas logran estrangular la bolsa republicana del Alto Ebro. La destrucción de esta bolsa, con su importante número de fuerzas republicanas, supuso un duro golpe moral para el resto del ejército.

A partir de aquí la ofensiva sigue en dos direcciones: por un lado, un sur-norte, profundizando por los cuatro valles que abren camino desde la montaña hacia el Mar Cantábrico (Cabuérniga, Besaya, Pas y Carriedo) con un objetivo claro: la población de Torrelavega que permitiría cortar la retirada hacia Asturias de las fuerzas republicanas.

Por otro lado, las fuerzas italianas Flechas Negras abren el frente por el oeste avanzando por la costa y alcanzando los ríos Asón y Agüera.

La aviación franquista, especialmente activa este día, bombardea Borleña (un muerto y al menos un herido), el aeródromo de Pontejos, las instalaciones de la CAMPSA en El Astillero, Sarón y Alceda, mientras aviones alemanes derriban dos Polikarpov I-15 sobre Villacarriedo. Del conjunto de aviones que los republicanos disponían, únicamente 18 cazas ―facilitados por los soviéticos― podían presentar batalla a los sublevados, ya que el resto de los aparatos eran lentos y antiguos. En cambio los fascistas podían hacer uso de 80 aviones italianos enviados por el fascista Benito Mussolini y 70 aparatos de la aviación traidora española, junto con una flotilla de hidroaviones, y los 70 modernos aviones alemanes de la Legión Cóndor nazi (la que bombardeó a la población civil de Guernika el 26 de abril de 1937).

El primer bombardeo contra población civil se había producido en noviembre de 1936 en la ciudad de Madrid cuando el general Franco ―con las tropas traidoras a España― ordenó a la aviación nazi alemana y fascista italiana que bombardeara contra hombres, mujeres y niños con el objetivo de desmoralizarlos y conseguir la rendición de la ciudad.

El general Alfredo Kindelán escribió: «Franco ordenó un ensayo de actuación desmoralizadora de la población [de Madrid] mediante bombardeos aéreos».
Josep Solé Sabaté y Joan Villaroya: España en llamas. La Guerra Civil desde el aire[1]

En febrero de 1937, en la carretera entre Málaga y Almería, la misma Legión Cóndor de los nazis alemanes había ametrallado una columna de refugiados civiles que huían de la batalla de Málaga causando cientos o miles de víctimas.

A lo largo de marzo de 1938, los nazis alemanes bombardearon y ametrallaron a la población civil de la ciudad de Barcelona (Cataluña). El 25 de mayo de 1938 la aviación franquista (que traicionó al pueblo de España) bombardeó y ametralló a la población civil de la ciudad de Alicante.[2]

Francisco Franco, Adolf Hitler y Benito Mussolini, fascistas aliados en la Guerra Civil contra el pueblo español.

Para el 18 de agosto de 1937, todo el sistema defensivo planteado por el general Gamir Ulibarri estaba roto, no pudiendo establecer una línea continua de defensa, ya que el rápido avance enemigo era imparable, desbordando todas las posiciones que le hacían frente. Gamir Ulibarri manda todas las tropas de reserva a vanguardia y solicita al XIV Cuerpo de Ejército el envío urgente de dos brigadas vascas desde Carranza a Ramales de la Victoria.

Ese mismo día, tropas navarras ocupan Santiurde en tanto que los italianos alcanzan San Pedro del Romeral y San Miguel de Luena.

El 19 de agosto de 1937, los avances de las tropas franquistas por Cabuérniga, Bárcena de Pie de Concha en el valle del Besaya, Entrambasmestas y el valle del Pas obliga a Gamir Ulibarri a dictar rigurosas órdenes para que se resistiese. No obstante, el rápido avance [franquista] logra rebasar la tercera línea de defensa republicana establecida, por lo que no tuvo más remedio que organizar el plan estudiado de repliegue a la ciudad de Santander. La aviación franquista bombardea la Vega de Pas y por la noche las fuerzas republicanas se retiran de la Vega hacia Selaya.

El 20 de agosto de 1937, el XVII Cuerpo de Ejército situó una brigada en Torrelavega y la 48 División vasca solicitada por el Jefe del Ejército del Norte se dispone en Puente Viesgo, para defender las comunicaciones con Asturias. Las tropas italianas alcanzan las cumbres de Cildá, Guzparras y Berana, rodeando Alceda y Ontaneda y entrando en Vega de Pas; la aviación republicana ataca la columna italiana que asciende por el puerto de La Braguía, causando numerosas bajas.

El 21 de agosto de 1937 las tropas franquistas entran en San Martín de Toranzo, Selaya, Castillo Pedroso, Quintana de Toranzo, Alceda, Ontaneda, San Vicente de Toranzo, Villacarriedo, Tezanos y Bárcena, alcanzando Santibáñez; la aviación italiana derriba seis Polikarpov I-16 y un Polikarpov I-15 sobre El Escudo.

En la noche del 21 al 22 de agosto de 1937, los tres batallones de franquistas vascos de la 50 División de choque vasca, al mando de Ibarrola, abandona sus posiciones en el valle del Saja ― así como los de la División de Gómez, Cristobal Errandone y Lazcano― desplazándose hacia Santoña. Mientras tanto las fuerzas italianas y las brigadas navarras prosiguen su avance hacia Torrelavega y Cabezón de la Sal.

El 22 de agosto de 1937, las fuerzas franquistas ya estaban a pocos kilómetros de Torrelavega y de Puente Viesgo. Cae Las Fraguas. Todo el XIV Cuerpo de Ejército republicano se prepara para cubrir la línea defensiva del río Asón, con el fin de defender Santander, en tanto que las demás fuerzas intentan salvaguardar las comunicaciones con Asturias.

La aviación italiana derriba otros tres Polikarpov I-15 sobre El Escudo; se dan combates entre fuerzas italianas y republicanas en Santibáñez de Carriedo, Puente Viesgo y entre Prases y Borleña; la aviación republicana bombardea Selaya causando tres muertos.

Dada la situación tan crítica, por la tarde se reúne la Junta Delegada del Gobierno republicano con el fin de estudiar las dos alternativas posibles: retirar el ejército hacia Asturias o replegarse hacia la ciudad de Santander y resistir durante 72 horas más, con el fin de esperar la maniobra de distracción prometida por el Ministro de la Guerra, Indalecio Prieto, que se desencadenaría a partir del día 24 de agosto en el Frente de Aragón (Batalla de Belchite). Se opta por esta última alternativa.

El 23 de agosto de 1937, las brigadas navarras alcanzan el valle de Mazcuerras, llegan a la carretera de la costa y al ferrocarril de Asturias y ocupan el vértice de Ibio. Mientras las fuerzas italianas vencen la resistencia republicana en los pasos que defiende Puente Viesgo. Ante la retirada general y caótica republicana, se ordena su persecución sin perder el contacto con el enemigo, alcanzando las posiciones defensivas republicanas del Dobra así como Santa María de Cayón; las fuerzas italianas que avanzan por el Este se acercan a Castro-Urdiales; la aviación republicana ametralla una columna italiana en la carretera de Ontaneda antes de ser atacada a su vez por la aviación franquista, que derriba dos Polikarpov I-15 y un Polikarpov I-16, perdiendo un Fiat CR.32; la aviación franquista bombardea Oruña (al menos cinco civiles muertos) y Renedo (al menos dos civiles muertos).

Las fuerzas armadas vascas comienzan a retirarse en dirección a Santoña, a 30 kilómetros al Este de la capital cántabra. El gobierno vasco desistía de seguir combatiendo tan lejos del País Vasco, y tenía las esperanzas puestas en las negociaciones de su rendición que se estaban llevando a cabo con el gobierno italiano en Roma.

El 24 de agosto de 1937 se renuncia a la defensa de la capital cántabra y Gamir Ulibarri ordena la evacuación general hacia Asturias, aún en manos republicanas. Fuerzas franquistas toman Torrelavega, ocupan a las 18:00 el cruce de Barreda y quedan cortadas la comunicaciones terrestres con Asturias. Las fuerzas republicanas estaban ya copadas y la deserción y huida de los mandos políticos y militares es en ese momento generalizada. Unidades enteras se quedan sin superiores. Ese mismo día el comandante de la División 54, Eloy Fernández Navamuel, sale en avión en dirección a Francia.

La aviación italiana bombardea Vargas (al menos dos muertos), mientras las tropas italianas entran en Puente Viesgo, Vargas, Carandía, Zurita, Vioño, los valles de Cayón y Castañeda y Obregón.

Así las cosas, en el frente oriental los batallones vascos traidores a la República se habían ido concentrado en Santoña, enviando emisarios que tomaron contacto en Guriezo con las fuerzas italianas de la brigada Flechas Negras que marchaban por la costa, e iniciando unas confusas negociaciones. Ambos firmaron en el pueblo de Guriezo un documento por el cual se rendían con condiciones. Este acuerdo se conocería posteriormente como el Pacto de Santoña, el cual no se llevaría a efecto al enterarse el general Dávila.

El 25 de agosto de 1937 el general Gamir Ulibarri, con parte de su estado mayor, el asesor ruso el general Vladimir Gorev y algunos políticos entre los que se encontraba el presidente del País Vasco, José Antonio Aguirre, abandonan Santander a bordo de un submarino, se dirigen a Gijón y establecen posteriormente su Cuartel General en Ribadesella, ordenando que se organizase una línea defensiva en el río Deva con los restos de las tropas de Galán y de la División Ibarrola. Las fuerzas republicanas que aún permanecían en la capital cántabra se rinden.

A las 8:00 del día 26 de agosto de 1937, soldados de la IV Brigada de Navarra y de la División Littorio avanzan hacia la capital, entrando en ella hacia el mediodía entre el recibimiento enfervorizado de la población. En Santander, las tropas franquistas hicieron 17 000 prisioneros.

Las personas más comprometidas con el régimen republicano habían vivido 48 horas dramáticas esperando encontrar plaza en alguno de los barcos que zarpasen para Asturias o Francia con la esperanza de no ser interceptados en altamar por la armada franquista, que controlaba el mar Cantábrico. Otras tropas traidoras a la República alcanzan Cabezón de la Sal.

Consecuencias

Con la caída de Bilbao y de su Cinturón de Hierro primero y posteriormente Santander, el Frente Norte quedó solamente constituido por la Asturias leal a la República, la cual el mismo 25 de agosto de 1937, la víspera de la caída de Santander, se había constituido en el Consejo Soberano de Asturias y León, presididio por Belarmino Tomás.

Los batallones de milicianos asturianos llevarían a cabo una defensa desesperada en una serie de sangrientas batallas durante casi dos meses, hasta que los frentes se vieron colapsados, dando por finalizada la campaña del Norte el 21 de octubre de 1937 con la toma por las tropas franquistas de Gijón y Avilés.

La desaparición del Frente Norte supuso para el bando franquista haber desnivelado la balanza de la guerra claramente a su favor. Los principales factores de la derrota republicana fueron los siguientes:

  • la superioridad táctica del bando franquista.
  • la falta de mandos profesionales entre las unidades republicanas.
  • la desmoralización de los defensores, sobre todo tras la caída de Bilbao, en contraposición el entusiasmo de los franquistas.
  • y finalmente las masivas sediciones dentro del bando republicano.

El desastre para este último fue total tras la caída de Santander. De las 12 brigadas vascas quedaban dos con ocho batallones. El ejército de Santander tenía 12 brigadas y quedaban 2 con 6 batallones. El ejército asturiano envió 27 batallones y mantendría 14 al final de la lucha. En ningún otro escenario de la guerra civil las tropas fascistas del general Franco consiguieron un éxito militar tan rotundo como en la campaña de Cantabria. Unos 60 000 soldados republicanos fueron hechos prisioneros, y las pérdidas humanas y materiales fueron considerables.

Fuentes