Gordon Willis

Gordon Willis
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Uno de los grandes directores de fotografía de todos los tiempos, El príncipe de las tinieblas.
Nacimiento28 de mayo de 1931
Queens, Nueva York, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Fallecimiento18 de mayo de 2014
North Falmouth, Massachusetts, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
NacionalidadEstadounidense
OcupaciónDirector de fotografía
Premios3 Oscar como director de fotografía

Gordon Willis. Ha creado imágenes para la pantalla que son auténticas obras de arte y no tienen nada que envidiar a las de los maestros de la pintura. Gordon Willis es uno de los grandes directores de fotografía de todos los tiempos, y sin duda el más influyente de los años 70, y las siguientes décadas. Sus contraluces dejan boquiabiertos a los espectadores, mientras que Woody Allen le ha calificado como un ‘mago de la luz’.

Nació el 28 de Mayo de 1931 en Queens, Nueva York, EE.UU.

Biografía

Natural del barrio más extenso de Nueva York, Queens, Gordon Willis (28 de mayo de 1931) era hijo de un maquillador que trabajó para Warner Bros. Al terminar sus estudios en el instituto Manhasset de su ciudad natal, probó fortuna como actor y constructor de decorados en el teatro, aunque era un apasionado de la fotografía desde joven. A principio de los 50, se alistó en las Fuerzas Aéreas, donde ejerció de fotógrafo durante la Guerra de Corea. Cuando se licenció, la industria de la televisión echaba a andar y a Gordon Willis no le faltó trabajo como ayudante de cámara para trabajos variopintos. “Esos días encontrabas trabajo fácilmente como operador de documentales y anuncios publicitarios. Y en mi opinión no he podido tener una escuela mejor”, declaró Willis.

Carrera artística

En 1970, Willis debutó como director de fotografía en el cine con End of the Road, un drama con Stacy Keach. Enseguida se encontró con uno de los directores que mejor ha sabido explotar su talento, Alan J. Pakula, que le reclutó para Klute, un durísimo thriller por el que Jane Fonda ganó el Oscar, al interpretar a una prostituta. El estilo de Willis, tan artístico como realista, marcó la década de los 70. Y su talento llamó tanto la atención que justo a continuación recibió una llamada del mismísimo Francis Ford Coppola, que quería reclutarle para una película que preparaba por aquel entonces y que se iba a titular El padrino.

El resto es historia con mayúsculas del Séptimo Arte. Los fabulosos contrastes visuales de Willis convirtieron el film en una experiencia inolvidable para los cinéfilos. Repitió como operador de cámara en un estilo muy similar en las dos secuelas, aunque curiosamente Coppola –siempre preocupado por dar un aire diferente a todas sus películas– sólo le ha llamado para rodar el periplo de la familia Corleone.

Por contra, Pakula le convirtió en su operador fetiche, pues volvió a reclamarle para otras cinco películas: El último testigo, Todos los hombres del presidente, Llega un jinete libre y salvaje, Presunto inocente y La sombra del diablo. Otro que le sacó tajada a Willis fue Woody Allen tras el providencial encuentro de ambos en Annie Hall. Aunque han colaborado en Interiores, Recuerdos, La comedia sexual de una noche de verano, Zelig y La rosa púrpura del Cairo, ambos estaban especialmente inspirados en Manhattan, una auténtica declaración de amor a la ciudad donde habían nacido, Nueva York, que pocas veces ha salido retratada de forma tan espectacular. Apoyada por la música de "Rhapsody in Blue' de Gershwin, la fotografía en blanco y negro daba un tono bastante irreal a rincones tan característicos como el puente de Brooklyn, el MoMa o Central Park. Especialmente imperecedera es la imagen de Allen y Diane Keaton rodeados por las estrellas en el planetario.

Personalidad

Según recuerdan quienes han trabajado con él, Willis es un tipo irritable, que en su afán perfeccionista sufría continuos ataques de ira, pero no paraba hasta que encontraba el encuadre y la iluminación ideal. No la mejor para su propio lucimiento, sino la que mejor expresaba lo que tenía que narrar el plano en cuestión. En la industria le apodaron ‘El Príncipe de las Tinieblas’, por su tendencia a usar sombras hasta el punto de que no se suelen ver los ojos de los actores. Curiosamente, entre 1971 y 1977, siete de los incomparables filmes que él rodó acumularon 39 nominaciones al Oscar, y tres de ellos (El padrino, El padrino II y Annie Hall) triunfaron en la categoría de mejor película, hazaña que posiblemente no habrían alcanzado sin su esmerada labor. Y sin embargo, a él ni siquiera llegaron a nominarle. Sólo obtuvo posteriormente dos infructuosas candidaturas, por Zelig y El padrino III.

Ha trabajado a veces Willis de forma excepcional con otros directores, como Harold Becker (Malicia), Stuart Rosenberg (Con el agua al cuello), Herbert Ross (Dinero caído del cielo) y Richard Benjamin (Esta casa es una ruina). Y decidió debutar él mismo como realizador con el thriller Ventanas, que fue muy criticado, y en el que es cierto que prima la fotografía por encima del resto de elementos fílmicos.

Vida privada

Casado y con tres hijos, su última colaboración con Pakula, la citada La sombra del diablo, supuso su último trabajo en el cine. Es posible que precipitara su decisión de jubilarse la inesperada muerte de Pakula en accidente de coche, pero el caso es que desde entonces no ha vuelto a ponerse detrás de las cámaras.

Muerte

Falleció el 18 de mayo de 2014 en North Falmouth, Massachusetts, EE.UU.

Fuentes

Gordon Willis, El príncipe de las tinieblas