Bahaísmo

Artículo de referencia

La Fe Bahá'í
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Casa Universal de Justicia. Laderas del Monte Carmelo, Haifa, Israel.
Descripción:
La Casa Universal de Justicia es la institución administrativa encargada de organizar y regir la vida de todos los bahá'ís. Nótese que antes de la llegada de Bahá'u'lláh como prisionero y del posterior establecimiento de la Fe Bahá'í en este lugar, el Monte Carmelo era casi un desierto sin vida.
Líderes:
El Báb, Bahá’u’lláh, 'Abdu'l-Bahá, Shoghi Effendi

La Fe Bahá'í: Es la más reciente de todas las grandes religiones reveladas cuyo origen tuvo lugar en Persia, actual Irán, en el siglo XIX. La Fe Bahá'í es la más reciente de las grandes religiones independientes del mundo. Esta fe es una religión original, sus seguidores se guían únicamente por las enseñanzas de su fundador, Bahá'u'lláh. No debe ser considerada como una secta, ni como un movimiento reformador dentro de otra religión, mucho menos como un mero sistema filosófico. No es un intento de crear una nueva religión sincrética utilizando enseñanzas de otras religiones. La Fe Bahá'í nos brinda una visión sui generis del devenir social y religioso de la Humanidad a la vez que nos da la solución viable para todos los problemas aparentemente insolubles de la época presente.

A modo de introducción

Hace alrededor de 175 años el mundo sufrió de una efervescencia religiosa tal que se manifestó en el surgimiento de diversas sectas y movimientos mesiánicos en Europa, América y el Medio Oriente. Fue como un clímax de éxtasis religioso que llevo a pensadores, teólogos y hombres espirituales a sentir en lo más profundo de sus almas el próximo advenimiento de un Gran Profeta de Dios. Para aquellos que tenían una formación cristiana este Gran Enviado encarnaría la promesa de la segunda venida de Jesucristo. Para los musulmanes Shiís (Chiítas) el esperado era la encarnación del retorno del 12mo Imám (Imán) quien había desaparecido siglos atrás aun siendo un niño y cuya misión seria renovar la Fe y la sociedad humanas mientras que para los Sunnís (sunitas) el esperado era el Qá'im o Mihdí, quien cumpliría con la anterior misión. En Norteamérica, amen de los movimientos cristianos surgidos en aquellos tiempos, de los cuales el mas conocido sea quizás el de los Adventistas del Séptimo Día, fundado por William Miller, también se suscitaron manifestaciones mesiánicas entre la población nativa como "La Danza del Sol" de los Lakota (Sioux). Pero las esperanzas de todos estos pensadores religiosos y de sus seguidores quedaron frustradas al cumplirse la fecha predicha para el advenimiento (Miller la predijo para el año 1844) y no aparecer el tan esperado Mesías. ¿Qué había sucedido, se habían ilusionado en base a falsos sentimientos, o habían hecho cálculos erróneos? Ni lo uno ni lo otro. Lo que sucedió fue que las mentes de estos pensadores estaban tan condicionadas a una interpretación literal de las Sagradas Escrituras que una vez ocurrido el hecho que tanto habían aguardado no supieron reconocerlo. Se había repetido una vez más la misma historia que acontecía desde tiempos inmemoriales durante el surgimiento de cada una de las grandes religiones, como es el caso del Cristianismo; todos los judíos esperaban un Gran Mesías y oraban día y noche para su rápido advenimiento, mas, cuando finalmente este apareció solo fue cabalmente reconocido por un puñado de pescadores analfabetos. Este articulo pretende arrojar luz sobre este dramático, importantísimo y aun mayoritariamente desconocido suceso de la historia humana, suceso que marca de forma indeleble el comienzo de la era moderna: La Fe Bahá’í ( se pronuncia Bajáí). La Fe Bahá'í despierta un interés especial en los estudiosos de la historia de las religiones y esto se debe a que su misma cercanía en el tiempo nos brinda datos tan fidedignos y comprobables que inmediatamente contrastan con los que nos han llegado acerca del nacimiento y desarrollo de cualquiera de las anteriores grandes religiones. Edward Granville Browne, un destacado orientalista de Cambridge, fue uno de los primeros occidentales en interesarse por la historia de la Fe Bahá'í. El creía que representaba una oportunidad única de examinar con todo detalle el surgimiento de una religión nueva e independiente y lo expresó de esta manera; “...ya que aquí (el estudioso de la religión) puede contemplar unas personalidades que, no oscurecidas aún por el mito y la fábula, el paso del tiempo convertirá en héroes y semidioses; (y) puede examinar, a la luz de testimonios concurrentes e independientes entre sí, uno de esos extraños estallidos de entusiasmo, fe, devoción ferviente e indomable heroísmo -o fanatismo, si así se prefiere- que solemos asociar a la historia antigua de la raza humana; en una palabra, podemos presenciar el nacimiento de una fe que quizá se ganará un sitio entre las grandes religiones del mundo”. Muchos observadores modernos, no vinculados a la comunidad bahá'í, han opinado sistemáticamente de la misma manera y aportan, como mínimo, dos razones para ello. La Fe Bahá'í es la religión más reciente que existe (se originó en el siglo XIX, en 1844 d.C., y sólo desde 1963 ha alcanzado la última fase de su desarrollo formativo) mientras que otras surgieron hace centenares o miles de años (sólo el Islam (siglo VII d.C.) y el Sikhismo (siglo XVI d.C.) tienen unos siglos de existencia). La Fe Bahá'í es una religión moderna y es más accesible al estudio y comprensión que las religiones más antiguas.

Pasajes históricos

El siglo XIX era una época de grandes cambios en Occidente mientras que el Oriente quedaba sumido en la decadencia con Irán como centro de la misma. La secta dominante allí era la Shi'í, quienes se destacaban por su intolerancia y fanatismo, ya que consideraban a los judíos, cristianos, zoroástrianos, y aun a musulmanes de otras sectas, como infieles. Por otro lado los judíos maldecían y execraban a los musulmanes y a los cristianos mientras que estos últimos consideraban a Muhammad como un falso profeta y a todos los seguidores de otras religiones apartados de la verdadera fe. Los zoroástrianos vivían apartados y consideraban a los persas de otras creencias contaminados e indignos de relacionarse con ellos. Las mujeres musulmanas vivían en harenes y si visitaban lugares públicos debían cubrirse el rostro con un velo. Los adelantos de la ciencia y el arte occidentales estaban prohibidos por impuros y la administración de la justicia era corrupta e incapaz, siendo el soborno y la deshonestidad quienes regían en todos los ámbitos. El robo era algo común y los caminos pésimos e inseguros para viajar. La educación y la salud pública estaban enormemente abandonadas. No obstante la vida espiritual no estaba extinta en Irán. Por entre la mundanalidad y la superstición reinantes aún podían encontrarse almas santas que anhelaban el establecimiento del Reino de Dios y que aguardaban la llegada de Mensajero de Dios (Profeta). Dos de ellos eran los grandes maestros, Shaykh Ahmad y su sucesor, Siyyid Kázim. Ellos enseñaban que Él habría de ser un joven ricamente dotado con los dones del espíritu, pero humilde y sencillo, que Su Reino no sería de este mundo y que al igual que a los sagrados Profetas de antaño, Él sería oprimido y perseguido por los poderosos mientras sus seguidores serian atormentados y asesinados. Otra parte de los musulmanes (los sunnís) también esperaban al Qá'im o Mihdí, cuya llegada Muhammad había profetizado. Al igual que los judíos anteriormente a la llegada de Jesús, ellos esperaban a un arrogante conquistador, con un ejército irresistible, quien los llevaría al triunfo y la dominación universales, levantando a los muertos de sus tumbas para fundar un imperio sin precedentes por su poder y esplendor.

Principales figuras

El Báb: El Heraldo

Es dentro de este contexto histórico social que durante la tarde del 23 de mayo de 1844 Siyyid 'Alí Muhammad (El Báb, La Puerta, quien era descendiente directo del Profeta Muhammad), con tan solo veinticuatro años de edad, anunció su misión al proclamar el nacimiento de una nueva era en la historia humana. El fue la Puerta que conduciría a un nuevo Reino (el Reino de Dios sobre la tierra). Este anuncio se refería al ya cercano advenimiento de un Gran Profeta cuyo poder y enseñanzas harían surgir esta nueva era. Con aquella declaración modesta, pero temeraria, El Báb estaba diciendo que El era el Mihdí y la mayor parte de los discípulos de Shaykh Ahmad y Siyyid Kázim, aceptó ansiosamente Su llamado, reconociendo en Él los signos que debían buscar: juventud y belleza, inmaculada pureza en la vida, piedad, sinceridad y nobleza de propósitos, inspiración de palabra y de escrito, profundo conocimiento y comprensión de las Escrituras, audacia para denunciar la falsedad y elocuencia en mantener la verdad, constancia para afrontar la oposición y serenidad en medio de los sufrimientos, total desprendimiento y completa devoción a Dios y al servicio de "Él a Quien Dios hará manifiesto". Todas estas virtudes las poseía aquel joven y lo señalaban como Aquel a Quien buscaban. Después se dispersaron por todo el Irán y algunos de los países cercanos proclamando la buena noticia del advenimiento. Una bella ciudad en el sur de Irán, llamada Shiráz, fue la ciudad natal del Báb. Este,cuando era niño, fue enviado a un maestro quien enseñaba el Kurán (Corán) y otras asignaturas elementales. Desde una temprana edad, El Báb fue distinto a los otros niños. Siempre hacía preguntas muy difíciles y luego El mismo daba las contestaciones de tal manera que asombraba a los mayores. A menudo cuando los otros niños estaban jugando El estaba absorto en Sus oraciones bajo la sombra de un árbol o en algún otro sitio sereno. Más tarde cuando reveló Su identidad como una "Manifestación de Dios" tanto Su tío como Su maestro creyeron en El porque le habían conocido desde su niñez y vieron la diferencia entre El y los demás niños. Su tío murió como mártir por la Causa de Dios revelada por medio de su Sobrino. Mulla Husayn fue el primer discípulo del Báb. El Báb le dio el titulo de Bábu'l-Báb que quiere decir la puerta de la Puerta. El Báb realizo la peregrinación que todo musulmán debe hacer a la Meca y a Medina y allí entrego constancia de su misión a las autoridades locales quienes le ignoraron por completo. Cuando regreso a su tierra nativa, se encontró con un grupo de soldados que habían venido para arrestarle porque los fanáticos mullas Shi'íes no querían que se esparciera una nueva Fe. Estos líderes Shi'íes enconadamente se le opusieron y fue encarcelado, castigado, arrastrado hasta los tribunales y llevado de un lugar de encierro a otro. Su corta, pero brillante vida, la pasó, en su mayor parte, en prisión. En dos ocasiones fue enviado a cárceles construidas en montañas muy frías e inhóspitas. Pero ni las cadenas ni los barrotes podían obstaculizar la difusión del Llamado de Dios. Mientras El Báb estuvo en prisión, Sus fieles seguidores esparcieron Su Mensaje a través del país, y durante ese breve lapso de tiempo, miles de personas dieron sus vidas por Su Causa hasta que finalmente El, Quien era aun joven, (tenía unos treinta y un años), les acompaño en el camino del martirio el día 9 de Julio de 1850 cuando fue fusilado públicamente en una plaza de Tabriz. Sus enseñanzas y la labor de Sus seguidores causaron una gran conmoción por todo Irán y el resto del mundo islámico. Los creyentes en El aumentaron pese a la deshumana persecución de sus enemigos y ni aun el martirio de su amado Maestro consiguió apagar la llama de su entusiasmo. Sus casas fueron saqueadas y destruidas y sus esposas e hijos les fueron quitados. Miles fueron decapitados, ahorcados, disparados desde las bocas de los cañones, quemados vivos o cortados en pedazos y sin embargo, por cada uno que sufría el martirio, muchos más se sumaban a la Causa. En todos Sus Escritos El decía que el propósito principal de Su venida era el de dar las buenas nuevas de que pronto aparecería el Prometido de todas las edades. El advirtió a sus seguidores que estuvieran alertas para que no dejaran de reconocer a “Aquel Quien Dios hará manifiesto”. Dijo que debían poner todo a un lado para seguirle tan pronto hubieran escuchado hablar de Su Mensaje. El Báb escribió muchas oraciones suplicando a Dios que aceptara Su propia vida como un sacrificio para el Bienamado de Su corazón, “Aquel Quien Dios hará manifiesto”. El aún se refirió en Sus Escritos al Orden de Bahá'u'lláh y dijo: “Bienaventurado aquel que sigue a Bahá'u'lláh”.

Bahá’u’lláh: El Profeta

Uno de los primeros y más destacados seguidores del Báb fue Mirzá Husayn 'Alí, más conocido como Bahá'u'lláh (La Gloria de Dios). El era dos años mayor que el primero (había nacido el 12 de noviembre de 1817) y su familia estaba entre las más nobles y ricas del país. Su árbol genealógico se remontaba hasta los reyes Persas de antaño y a la estirpe de Isaac. La infalible bondad y generosidad de que hacia gala le habían hecho merecedor del título de "Padre de los pobres" aunque esto no impidió que fuera enviado a prisión y castigado al abrazar la Causa del Báb. Dos años después del martirio de este un nuevo y terrible estallido de persecuciones se produjo contra los Bábís (seguidores del Báb), y Bahá'u'lláh fue nuevamente enviado a prisión pero en esta ocasión Su casa fue saqueada, Sus posesiones confiscadas y Su esposa e hijos lanzados a la calle. Él Mismo fue encadenado y encerrado en una inmunda mazmorra en compañía de asesinos, asaltantes y otros criminales. Muchos de los Bábís fueron torturados y murieron. Después de cuatro horribles meses en aquella mazmorra fue liberado con la condición de ser desterrado para el resto de su vida, junto a Su familia y un grupo de casi setenta fieles seguidores, incluidos hombres, mujeres y niños. Dos Gobiernos, el persa y el turco, apoyados por el clero, le empujaron a una sucesiva cadena de destierros que se prolongaría durante los siguientes cuarenta años: primero a Bagdad, Iraq (1853-1863); después a Constantinopla y Adrianópolis, en Turquía (1863-1868) y, finalmente, hasta una fortaleza-prisión en la pequeña ciudad de 'Akká (la San Juan de Acre de los cruzados de la Edad Media) en Palestina, Tierra Santa, donde fue privado de toda comunicación con el resto del mundo. Esto sucedía en 1868. El lugar de su confinamiento era una lúgubre barraca del ejército, con paredes de piedra, pisos de piedra, y carente de camas o algún otro tipo de comodidades. Dos años más tarde se necesitaron las barracas para usos del ejercito y Bahá'u'lláh y Su familia fueron alojados en una casa en la ciudad, mientras que el resto de la comitiva fue acomodada en un caravanseraí (especie de local donde se alojaban los viajeros de paso). Siete duros años transcurrieron antes de que se le permitiera trasponer la puerta de esa casa, transcurridos los cuales, fue mitigado el rigor del encierro y Le fue permitido vivir por el resto de Su vida con relativa comodidad en una mansión a unos seis kilómetros de 'Akká. Podía entonces circular por el campo en un radio de algunos kilómetros y recibir a Sus seguidores, los cuales venían desde tierras lejanas para visitarlo y escuchar Sus enseñanzas. Bahá'u'lláh falleció en aquella tierra, que desde la antigüedad ha sido conocida como “el nido de los Profetas” el 29 de mayo de 1892, a los setenta y cinco años de edad. Al momento de Su muerte Sus seguidores alcanzaban el medio millón solamente en Irán y varios miles habían sacrificado sus vidas y todas sus posesiones por Su Causa. El 21 de abril de 1863, Bahá'u'lláh proclamó al mundo que la Revelación que habia sido predicha en todas las religiones del pasado había sido manifestada a los hombres a través de Su persona. Por eso es que Bahá'u'lláh, según afirman los bahá’ís, es el Enviado de Dios para esta nueva era de la evolución humana, y también el Prometido de todas las religiones del pasado. Es Cristo vuelto "en la Gloria del Padre", tal como esperan los cristianos; "el Señor de las Huestes" que anhelan los judíos; el retorno del Imán Husayn esperado por el Islam shi'í, y el "espíritu de Dios" para el Islam sunní; el Sháh Bahram prometido a los zoroástrianos, y "el quinto Buda" esperado por los budistas...Bahá'u'lláh, al igual que otros Profetas del pasado, nació en Oriente Medio, concretamente en Persia. Y también, a semejanza de los Mensajeros anteriores, sus sufrimientos comenzaron en el mismo momento en que proclamó Su mensaje. Sufrió por amor a la humanidad puesto que fue el elegido de Dios entre los hombres, El que anunció que nos encaminamos hacia un mundo mejor. A través de la Gloria de Dios, Bahá'u'lláh, fluyó la revelación del Creador a los hombres. Los miles de escritos que nos dejó, representan las enseñanzas y principios que Dios ha establecido para la humanidad. El más voluminoso y potente patrimonio espiritual que jamás haya existido. Es la Palabra de Dios, la levadura para la transformación del mundo.

'Abdu'l-Bahá: El Maestro e Intérprete

A la muerte de Bahá'u'lláh le sucedió como líder de la naciente Fe Bahá’í Su hijo mayor, 'Abbás Effendi, quien era más conocido como 'Abdu'l-Bahá (El Siervo de la Gloria). Este tenía tan solo ocho años cuando su familia fue desterrada al extranjero y desde ese momento compartió todos los encarcelamientos y sufrimientos de Su Padre. Siendo apenas un niño se convirtió en el sostén económico de la familia, relevando a Su Padre en lo posible de las preocupaciones y responsabilidades domésticas para así dejarle tiempo libre para la importantísima tarea de escribir y enseñar. Más tarde se ocupó de entrevistar a los incontables peregrinos y si se percataba de que ellos eran buscadores auténticos de la verdad, les llevaba a la presencia de Su Padre; si no era así, no les permitía que lo molestaran. En Adrianópolis se dedico a la enseñanza y fue desde allí donde todos comenzaron a nombrarlo "el Maestro". Posteriormente en 'Akká cuando casi todos enfermaron de tifus, paludismo y disentería a causa de las condiciones infrahumanas de vida, hizo de amoroso y paciente enfermero hasta que, totalmente exhausto, el mismo contrajo la enfermedad y durante casi un mes estuvo en peligro de muerte. Su vida noble y bondadosa le llevo a encariñarse con la gente del pueblo sin distinciones de ningún tipo y, desde el gobernador hasta el más miserable mendigo, supieron amarlo y respetarlo. Bahá'u'lláh, en Su Voluntad y Testamento, dejó instrucciones explícitas de que tras Su muerte todos los bahá'ís debían volverse hacia 'Abdu'l-Bahá y obedecerle. El seria el Interprete de Sus enseñanzas y sus palabras tendrían la misma autoridad que que las palabras o escritos del propio Bahá'u'lláh Quien en una ocasión Lo describió como "la Más Poderosa Rama de Dios, Su antiguo e inmutable Misterio". 'Abdu'l-Bahá asumió el cargo que Su Padre había señalado claramente para Él, jefe de la Causa y autorizado intérprete de las enseñanzas, pero algunos de Sus parientes se le opusieron severamente y trataron de despertar discordias entre los creyentes. Al fracasar en esto, procedieron a presentar al gobierno turco varias acusaciones falsas contra 'Abdu'l-Bahá y a causa de estas acusaciones, a quien durante más de veinte años se le había otorgado la toda libertad en un territorio de varios kilómetros alrededor de 'Akká, en 1901, y durante más de siete años, fue estrictamente confinado a los muros de la ciudad-prisión y solo en 1908 obtuvo definitiva libertad cuando el Partido de los Jóvenes Turcos estableció su supremacía y fueron liberados todos los presos políticos y religiosos a lo largo del Imperio Turco. Posteriormente a Su liberación, 'Abdu'l-Bahá retornó a Su anterior vida de incesante actividad en la enseñanza, la correspondencia, la atención a pobres y enfermos hasta 1911, año en que inició Su primera visita al mundo occidental. Durante sus giras por Occidente, conoció a hombres y mujeres de todos los credos y afiliaciones filosóficas, cumpliendo ampliamente la orden de Bahá'u'lláh: "Asociaos con todos los hombres, oh pueblo de Bahá, en espíritu de amistad y fraternidad". A principios de septiembre de 1911 llegó a Londres y pasó allí un mes. El primer auditorio al cual se dirigió fue la congregación del Reverendo R. J. Campbell en el City Temple de Londres. También habló en St. John, Westminster y realizó charlas periódicas con interesados en saber acerca de la Fe Bahá’í. Su viaje continuo hacia París y en diciembre Egipto. En la primavera de 1912 fue a los Estados Unidos y estuvo allí ocho meses, viajando de costa a costa y disertando ante hombres de todas las clases y condiciones sociales (estudiantes universitarios, socialistas, judíos, cristianos, agnósticos, esperantistas, sociedades pacifistas, clubes del Nuevo Pensamiento, sociedades sufragistas femeninas, etc) dando en cada caso discursos apropiados al público y a la ocasión. El 5 de diciembre de 1912, partió hacia Gran Bretaña, allí pasó seis semanas, y luego, tras dos meses más en París, viajó a Stuttgart, Budapest y Viena, regresando a Egipto en mayo de 1913 y a Haifa el 5 de diciembre de 1913. (((((((((((((((((((((((Durante la Primera Guerra Mundial llego otro período de severas penurias y la comunicación con amigos y creyentes fuera de Siria estaba casi completamente interrumpida. Él y Su pequeño grupo de seguidores fueron nuevamente objeto de la escasez de comida y de grandes peligros e inconvenientes. Durante esos años funestos, la destreza y la sagaz filantropía de 'Abdu'1-Bahá quedaron nuevamente en notable evidencia. Personalmente organizó extensos operativos agrícolas cerca de Tiberias, llevando el cultivo a una tierra que durante siglos había sido inservible donde obtuvo grandes reservas de trigo que evitaron el hambre, no sólo para los Bahá'ís, sino para muchos pobres de todas las religiones, cuyas necesidades 'Abdu'1-Bahá satisfacía con prodigalidad. Luego de cesar las hostilidades los funcionarios británicos quedaron tan impresionados por su carácter e influencias y de Sus constantes esfuerzos hacia la ilustración y el bienestar de la gente, que le fue conferida la Orden de Caballero del Imperio Británico en abril de 1920.

'Abdu'l-Bahá se deleitaba en reunir a gente de varias razas, colores, naciones y religiones en unidad y en cordial amistad, todos alrededor de Su hospitalaria mesa, y solía agasajarlos con alegre ingenio y graciosos cuentos, sabios consejos y esclarecedoras charlas sobre los más variados temas. Sus múltiples actividades continuaron casi sin mengua hasta un día o dos antes de Su apacible tránsito al más allá, lo cual aconteció el 28 de noviembre de 1921, a los setenta y siete años de edad. A Su funeral asistieron miles de personas de todo rango, desde el Comisionado Superior de Palestina y el Gobernador de Jerusalén al mendigo más pobre de Haifa. Nueve oradores, representantes destacados de las comunidades musulmanas, cristianas y judías, dieron testimonios elocuentes y conmovedores de su amor y su admiración por la vida pura y noble que había llegado a su fin. Así se rindió el mas apropiado tributo a Quien había batallado durante todos los días de Su vida por la unidad de las religiones y de las razas, y también una prueba de que Su vida no había sido en vano, de que los ideales de Bahá'u'lláh que había sido Su inspiración ya comenzaban a penetrar en el mundo y a derribar las barreras que durante siglos habían separado a musulmanes, cristianos y judíos.

Con Su fallecimiento desaparecía la tercera y última de las grandes figuras de la Fe Bahá'í: el Báb, Precursor, cuya Declaración en 1844 señaló el comienzo de la Nueva Era; Bahá’u’lláh, Fundador de la Fe y Fuente suprema del mensaje Divino y 'Abdul'-Bahá, Centro del Convenio de Bahá’u’lláh.

Shoghi Effendi: El Guardián

[[Image: |El Tercer Reich]]


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[[Image: |Ataque a Pearl Harbor]]



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[[Image: |Columna de humo en forma de hongo, generada por la explosión la bomba atómica]]


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Fuentes bibliográficas

Enlaces externos

Fuentes.