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== '''Apuntes sobre un Maestro'''. ==
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Figura enjuta, encorvada, delgadez extrema, andar quijotesco, aunque  muy joven todavía para ese andar….
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Curso escolar 1972- 1973, octavo grado. Una  mañana cálida  y bulliciosa en medio de la formación, los estudiantes de la ESBU “Raúl Cepero Bonilla” recibimos la noticia de que tendríamos un nuevo profesor de Español y Literatura y fue presentado. Algunos estudiantes, movidos por las ligerezas de la adolescencia, la curiosidad  o cualquier otro motivo, jocosamente  comenzaron a reírse, risa que con el tiempo se convirtió en admiración y gratitud hacia aquella gran figura “El Profesor Guillermo Vidal”.
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La elegancia no basta a los espíritus viriles. Cada hombre trae en sí el deber de añadir, de domar, de revelar…¹
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Han pasado  treinta y tantos años desde su llegada a nuestro pueblo y hoy, como parte de las personas que de alguna manera estuvieron relacionadas con este admirable maestro, me tomo la libertad de escribir las vivencias que como alumna y miembro del Círculo Literario creado por él tuve la suerte de vivir; porque como bien sabemos, hay cosas de la vida de un estudiante que nunca deben ser olvidadas, máxime si se tratan de momentos que nos han servido para forjar un futuro mejor, un futuro lleno de creatividad, fe y muchas esperanzas, un futuro que se ha hecho presente y que dentro de poco se convertirá en pasado.
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De Guillermo, recuerdo además de su figura, su forma y estilo de impartir las clases, clases en las que todos sus alumnos, hasta los más entretenidos, seguíamos y aprendíamos sin perder detalle alguno, pues con su hablar claro, preciso y científico, hacía que desde nuestros pupitres escolares nos sintiéramos viviendo cada una de las obras que eran objetos de estudio. Recuerdo claramente cómo me convertía a través de sus palabras y lectura minuciosa, en parte de sus personajes, y luego como si fuera poco, me inspiraba y en mi casa seguía cada una de las lecturas, por muy largas que fueran hasta altas horas de la noche, en las que mi madre, sigilosamente entraba a mi cuarto y apagaba las luces sin decirme ni reprocharme nada, porque ella sabía que desde muy pequeña estaba acostumbrada a leer y que la lectura siempre ha sido buena en la vida de cualquier persona.
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No podría en tan pocas líneas aunque quisiera, detallar cada encuentro, cada acción, cada obra estudiada, tanto en el aula, como en el Círculo Literario, del que con mucho amor en mi corazón guardo tan gratos recuerdos; pero si algo quedó de sus enseñanzas en mí, fueron las tantas obras estudiadas en ese Círculo Literario, y de ellas, la que más se impregnó en mi corazón, en mi mente, en mis recuerdos fue “El Tábano” de Lilian Ethel Voynich, la que viví como si fuera uno de sus personajes principales, y de la que nunca voy a olvidar las últimas palabras expresadas por el personaje principal: “Preparen, Apunten, Fuego”.
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Guillermo Vidal además del maestro al que todos admirábamos, y queríamos, nos enseñó además a disfrutar del cine, hasta éste llegamos, y adelantándose a esta época, al Círculo Literario creado por él añadíamos los Cines  Debates, de los que recuerdo algunas películas como: Solaris (de Ciencia Ficción) y muchas otras (soviéticas) las que a la salida del cine y en un horario asequible debatíamos, a veces, recuerdo que en algunas de las películas solamente estábamos en el cine no más de cinco a seis personas, pero entre ellas  nunca estaba ausente el maestro.
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El tiempo a veces lo borra todo, o lo oculta hasta que ocurre algo que hace que regresen a la mente cada detalle pasado. Pasaron los años y nos fuimos a estudiar a otros centros en otros niveles y cuando menos lo esperaba, regresaron a mí esos recuerdos, al ver en la pantalla del televisor, ese rostro, esa figura que siguiendo los pasos del tiempo, siguiendo los caminos de su corazón, se había convertido en un verdadero escritor… cuántas nostalgias de tiempos pasados, cuánta alegría al volverlo a ver aunque no personalmente, cuánto orgullo al decirle a mi hijo y a las demás personas presentes __ ese que ven ahí, fue mi profesor de Literatura, y qué profesor, qué clases tan lindas impartía__ .
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Ahora, recordar pocas cosas de este gran hombre es mi pequeño homenaje a quien me enseñó a leer, a pensar, a vivir cada historia, en fin a entregar mi corazón a cada tarea que realizaba, tal y como lo hacía él.
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'''Autora: Sila Adelfa Molina Sierra'''
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'''Fuente: Testimonio de la autora'''

Revisión del 17:21 24 sep 2010


Apuntes sobre un Maestro.

Figura enjuta, encorvada, delgadez extrema, andar quijotesco, aunque muy joven todavía para ese andar…. Curso escolar 1972- 1973, octavo grado. Una mañana cálida y bulliciosa en medio de la formación, los estudiantes de la ESBU “Raúl Cepero Bonilla” recibimos la noticia de que tendríamos un nuevo profesor de Español y Literatura y fue presentado. Algunos estudiantes, movidos por las ligerezas de la adolescencia, la curiosidad o cualquier otro motivo, jocosamente comenzaron a reírse, risa que con el tiempo se convirtió en admiración y gratitud hacia aquella gran figura “El Profesor Guillermo Vidal”. La elegancia no basta a los espíritus viriles. Cada hombre trae en sí el deber de añadir, de domar, de revelar…¹ Han pasado treinta y tantos años desde su llegada a nuestro pueblo y hoy, como parte de las personas que de alguna manera estuvieron relacionadas con este admirable maestro, me tomo la libertad de escribir las vivencias que como alumna y miembro del Círculo Literario creado por él tuve la suerte de vivir; porque como bien sabemos, hay cosas de la vida de un estudiante que nunca deben ser olvidadas, máxime si se tratan de momentos que nos han servido para forjar un futuro mejor, un futuro lleno de creatividad, fe y muchas esperanzas, un futuro que se ha hecho presente y que dentro de poco se convertirá en pasado. De Guillermo, recuerdo además de su figura, su forma y estilo de impartir las clases, clases en las que todos sus alumnos, hasta los más entretenidos, seguíamos y aprendíamos sin perder detalle alguno, pues con su hablar claro, preciso y científico, hacía que desde nuestros pupitres escolares nos sintiéramos viviendo cada una de las obras que eran objetos de estudio. Recuerdo claramente cómo me convertía a través de sus palabras y lectura minuciosa, en parte de sus personajes, y luego como si fuera poco, me inspiraba y en mi casa seguía cada una de las lecturas, por muy largas que fueran hasta altas horas de la noche, en las que mi madre, sigilosamente entraba a mi cuarto y apagaba las luces sin decirme ni reprocharme nada, porque ella sabía que desde muy pequeña estaba acostumbrada a leer y que la lectura siempre ha sido buena en la vida de cualquier persona. No podría en tan pocas líneas aunque quisiera, detallar cada encuentro, cada acción, cada obra estudiada, tanto en el aula, como en el Círculo Literario, del que con mucho amor en mi corazón guardo tan gratos recuerdos; pero si algo quedó de sus enseñanzas en mí, fueron las tantas obras estudiadas en ese Círculo Literario, y de ellas, la que más se impregnó en mi corazón, en mi mente, en mis recuerdos fue “El Tábano” de Lilian Ethel Voynich, la que viví como si fuera uno de sus personajes principales, y de la que nunca voy a olvidar las últimas palabras expresadas por el personaje principal: “Preparen, Apunten, Fuego”. Guillermo Vidal además del maestro al que todos admirábamos, y queríamos, nos enseñó además a disfrutar del cine, hasta éste llegamos, y adelantándose a esta época, al Círculo Literario creado por él añadíamos los Cines Debates, de los que recuerdo algunas películas como: Solaris (de Ciencia Ficción) y muchas otras (soviéticas) las que a la salida del cine y en un horario asequible debatíamos, a veces, recuerdo que en algunas de las películas solamente estábamos en el cine no más de cinco a seis personas, pero entre ellas nunca estaba ausente el maestro. El tiempo a veces lo borra todo, o lo oculta hasta que ocurre algo que hace que regresen a la mente cada detalle pasado. Pasaron los años y nos fuimos a estudiar a otros centros en otros niveles y cuando menos lo esperaba, regresaron a mí esos recuerdos, al ver en la pantalla del televisor, ese rostro, esa figura que siguiendo los pasos del tiempo, siguiendo los caminos de su corazón, se había convertido en un verdadero escritor… cuántas nostalgias de tiempos pasados, cuánta alegría al volverlo a ver aunque no personalmente, cuánto orgullo al decirle a mi hijo y a las demás personas presentes __ ese que ven ahí, fue mi profesor de Literatura, y qué profesor, qué clases tan lindas impartía__ . Ahora, recordar pocas cosas de este gran hombre es mi pequeño homenaje a quien me enseñó a leer, a pensar, a vivir cada historia, en fin a entregar mi corazón a cada tarea que realizaba, tal y como lo hacía él.


Autora: Sila Adelfa Molina Sierra Fuente: Testimonio de la autora

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