Órgano (instrumento musical)

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Órgano
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Órgano

Clasificación

Instrumento de viento
Instrumento de teclado

Fabricantes

José Ajo Góngora

Órgano tubular. Instrumento musical de teclado. Se clasifica como instrumento de viento o aerófono en la categoría instrumentos de teclado y también dentro de la subcategoría aire insuflado, junto al acordeón y al armonio.

Consta de diferentes registros o sonidos, cuyo timbre dependerá de la forma, tamaño, material o mecanismo de producción del sonido. Se maneja mediante uno o más teclados para tocar con las manos, y otro consistente en unos pedales en la parte inferior. Los distintos registros se accionan mediante unas palancas o botones al alcance de la mano de quien toca el instrumento.

El órgano se toca con manos y pies, lo cual hace recomendable el estudio de otros instrumentos de teclado para poder pasar a su estudio como instrumento. En el pasado, el aire se suministraba por medio de unos fuelles movidos a mano. Actualmente, también se suministra mediante ventiladores.

Historia del órgano

Desde que al hombre se le ocurrió la idea de hacer sonar dos o más tubos a la vez, el origen del órgano quedó establecido. Su compleja evolución se remonta a la antigua civilización Egipcia con el Hidraulus, rústico instrumento formado por tubos en el que una prensa hidráulica suministraba el aire a presión; y quizás procedía de Grecia.

Como antepasados del órgano podemos mencionar algunos instrumentos que no eran más que dos o más tubos unidos y que fueron los primeros de los que se tuvo noticia, ellos son:

  • Órgano-flauta (dos o más flautas unidas).
  • Órgano-flauta de par o Siringa (siete tubos).
  • Chen (un instrumento usado en China y Corea).

Al Hidraulus se le llama también órgano hidráulico, aunque comúnmente se le ha conocido con el título de Órgano de Heron, que en su "neumática" lo describe amenamente y los antiguos le atribuyen su invención a Arquímedes, pero según la Enciclopedia Universal fue inventado por Ktesibios, un barbero de Alejandría que vivió en el siglo II a.n.e.

Este órgano hidráulico fue objeto de muchas controversias, inclusive en algunas oportunidades se discutió si era un instrumento de viento, de cuerdas, o percusión; pero lo que más ha intrigado a los curiosos ha sido el papel que desempeñó el agua en aquel artefacto musical. Había quien decía que un monje medieval tuvo la peregrina ocurrencia de construir un órgano, que para que fuera verdaderamente hidráulico, se hacía sonar volcando cacerolas de agua hirviendo sobre los tubos, y esta idea del órgano de agua caliente subsistió hasta pleno siglo XIX.

Algunos se preguntaban como era posible que se le llamara hidráulico a un aparato en que el agua de nada sirve. En 1878 Clemente Loret fue quien logró esclarecer el oscuro problema de la función del agua en aquel raro instrumento, quedando todo formulado en que el peso del agua sobre el depósito neumático aumentaba la presión del aire.

El desarrollo del órgano evolucionó durante centenares de años. A esto contribuyó el genio innovador del hombre que en distintos países fueron agregándole nuevos elementos mecánicos y sonoros que lo hicieron trascender a través de siglos, cada vez más perfeccionados.

1. Hydor, agua, aulus, flauta.

2. No era una prensa hidráulica; era un recipiente lleno de agua situado sobre la cámara de compresión para que el peso del líquido aumentara la presión del aire.

El órgano debió ser para los romanos un instrumento de salón. Durante los primeros siglos del imperio Bizantino el órgano se engrandece y multiplica; los había de tal potencia, que en las grandes solemnidades civiles reemplazaban a los que entonces hacían el oficio de orquesta.

Constantino Porfirogeneto (913-959) en un aparatoso banquete que dio a los embajadores sarracenos, además de los coros de cantores de Santa Sofía y de los Santos Apóstoles que desde los ábsides contiguos del Crisotriclinión entonaban himnos, dispuso que sus órganos de plata y oro dejaran oír sus conciertos.

El órgano de tubos ocupa en el mundo desde el siglo XVI hasta el XIX el trono de los instrumentos musicales, encontrándose en iglesias, monasterios, teatros y lugares donde se celebraban cultos y otras actividades.

Hasta esta época la mayoría de los órganos eran estacionarios. Se tocaban como el piano por teclado, diferenciándose de éste en que tiene una consola con varios teclados. Se conoce que algunos fabricantes habían diseñado órganos portátiles que también se tocaban por teclas con la intervención de un músico y un operario para el fuelle.

Desde el siglo XVI existen aparatos que producen la música por medios mecánicos usando un cilindro con púas, pero no es hasta finales del siglo XVIII que un fabricante italiano de apellido Barberi introdujo al órgano este sistema y le agregara un manubrio para tocarlo.

A él sé le debe una nueva era en la historia del órgano, que es la de reproducir la música sin que tengan que intervenir las manos y los pies del músico. Organillo de manubrio y cilindro, por supuesto basándose en tubos invento del italiano Barberi, tenía un cilindro con una cremallera que correspondía a las pequeñas palancas de las teclas y otro cilindro en el cual se enrollara el papel. El órgano de Barberi viene a ser una variedad del órgano de cilindro; el organillo se compone de tubos y fuelle, y un cilindro todo lo cual va encerrado dentro de una caja cuadrada. El fuelle hace funcionar un cilindro que gira con un manubrio. El cilindro tiene gran número de púas salientes que levantan unas palanquetas o básculas, rozándolas al pasar por delante, y de esta manera suenan los tubos cuyas válvulas están en relación con las básculas. Generalmente se ponen en el cilindro tantos órdenes de púas como número de piezas ha de ejecutar el aparato, y estas piezas se varían por medio de una muesca dispuesta en un mecanismo que coloca al cilindro y a las púas en correspondencia con las básculas y en una nueva combinación de órdenes de púas.

Este órgano se conoció en España como órgano de la Barbarie, o de la barbería, quizás por un problema de corrupción del nombre o de traducción. A diferencia de los órganos fabricados para los cultos, que utilizaban baja presión de aire, el de Barberi tocaba al aire libre y necesitaba una mayor potencia. Esto obligaba al fabricante a buscar la técnica necesaria para lograr la mayor sonoridad en los instrumentos.

Fue así como empezó la era moderna del órgano y ya casi al finalizar el siglo XIX fue introducida la técnica del cartón con perforaciones y un complejo mecanismo llamado secretillo, compuesto por un conjunto de pequeñas teclas que tienen en su parte superior un cuerno o espiga que al entrar en las perforaciones del cartón abren una valvulitas de madera y piel que dan paso al aire para que suenen los instrumentos, constituyendo esto una verdadera innovación cuyos principios se mantienen actualmente. Este mecanismo es la parte del órgano que interpreta la obra que está escrita en la cinta de cartón perforada. Cada una de las líneas de orificios del cartón corresponde a una nota musical cuyo valor es determinado por la longitud de la perforación.

Introducción del órgano en Cuba

A Cuba no llegó el órgano por pura casualidad como creen algunos historiadores. Existían ya puertos para la importación y exportación y se tienen relaciones comerciales con varios países de Europa donde había florecido la fabricación de organillos que se habían difundido fundamentalmente en Francia, país donde surgieron fábricas como Limonaire-Freire, que expandió estos instrumentos por distintas regiones del planeta.

El tráfico marítimo llegaba a Cuba por distintos puertos, pero fue por Cienfuegos por donde se tienen noticias de la recepción de un órgano procedente de Francia y fue escuchada por primera vez su música en Remedios, un municipio de la provincia de Villa Clara.

En la segunda mitad del siglo XIX cuando sucede este hecho, nuestra población era pequeña y casi no existían instrumentos o equipos que permitieran oír música; para oírla y disfrutarla había que tener un instrumento, y además tenía que haber alguien que supiera tocarlo aunque fuera de oído. Las orquestas y demás agrupaciones musicales eran escasas y muy costosas y como si esto fuera poco el traslado de un lugar a otro era sumamente difícil. Todos estos factores favorecieron sustancialmente la presencia del órgano que brindaba música fuerte, viva y contagiosa, propia para danzar, y además, para tocar este instrumento no era necesario haber estudiado música, solo se necesitaba tener oído musical.

Esto motivó que tuviera una gran acogida por parte de la población y se introdujera como una mercancía de gran necesidad. Aquel extraño aparato tenía escaso un metro de alto y un hermoso mueble muy bien decorado, característico de aquella época, donde se sustentaban los siguientes componentes: cigüeñal, fuelle, secreto e instrumentos.

Mediante la manivela se hacía girar el cigüeñal y éste, a través de dos bielas accionaba el fuelle que absorbía el aire del exterior y lo impulsaba hasta la caja de secretos donde estaban insertados los instrumentos sonoros. Las pipas son de madera de Pino de forma prismática con timbres que semejan al violín, la flauta, los bajos y octavines que tenían el siguiente diapasón:

  • 17 instrumentos de canto.
  • 9 flautas.
  • 5 acompañantes.
  • 4 bajos.

Así era la caja de música que había llegado a la tierra cubana, y pronto encontró en elle un lugar más donde compartir su canto, sirviéndole de fiel compañera a nuestros bailadores en la ciudad y en el campo. Caetano Panza y Rafael Hidalgo, fueron los primeros comerciantes, quizás por dos razones: por su afición a las fiestas, y por lo que podían obtener económicamente del aparato.

Así nace una tradición en la década de 1870 que sentó sus raíces en la antigua provincia de Oriente y que forma parte del folklore de Manzanillo, Holguín y Las Tunas.

El órgano en otras regiones cubanas

Manzanillo era en la segunda mitad del siglo XIX una villa floreciente. Tenía un puerto que servía de enlace con otras regiones, y era el pórtico del quehacer socioeconómico y cultural de gran parte de la antigua provincia de Oriente, fundamentalmente la cuenca del río Cauto hasta el poblado de Baire. La madera muy abundante entonces, figuró entre los rubros de más importancia del que muchas familias ganaron el pan y crearon riquezas. En busca de trabajo llegó un día Santiago Fornaris Jerez, un mulato bayamés y encontró en la madera el signo de su destino.

Allí conoció un amigo que le habló de un extraño instrumento de madera que había visto por primera vez en Cienfuegos. Fornaris que era parrandero de pura cepa y amante del baile, no esperó mucho para emprender viaje hacia la sureña ciudad de la cual regresó con una de aquellas cajas de música, que no era otra cosa que un órgano.

Más tarde se incorpora Francisco Borbolla, un tintorero y joyero que también gustaba de la parranda y del baile; popularizándose este instrumento como el más idóneo para resolver el problema de la música para los bailadores de aquella zona.

Los bailes del manglar forman parte del folklore manzanillero, lugar donde se estrenaron muchos órganos comprados por Fornaris y Borbolla, adonde concurría la población manzanillera a escuchar su música, según cuenta Wilfredo Naranjo historiador de esa ciudad en su libro "Estampas del Terruño". El órgano se propagó en Cuba en la mayoría de las ciudades como un objeto para hacer música, ya que daba la posibilidad de tener grabados en un cilindro varios números musicales; pero no en todas las regiones se especializaron arreglistas para esta música, ni mecánicos o reparadores de estos instrumentos.

Holguín, cuna de una tradición

Finalizando el tercer cuarto del siglo XIX, la población holguinera apenas rebasaba los 7000 habitantes; no tenía alumbrado eléctrico y sus calles eran de tierra. Se localiza esta región al norte de la parta más oriental de Cuba, rodeada por extensas zonas agrícolas y tiene comunicación con Las Tunas y Bayamo (hoy provincia Granma). Ostentaba el título de ciudad y ya poseía un gran movimiento comercial y se respiraba un aire de progreso.

Hacia 1850 llegó un músico español que tocaba el clarinete, llamado Don Francisco Cuayo Leyte Vidal, quien se radicó en esta ciudad donde conoció a la criolla María García Gir de lavandero, con la cual contrajo matrimonio y comienza así una extensa familia de la que sus hijos Ramón y Francisco, se hacen músicos de clarinete y cornetín, y poniendo la herencia paterna al servicio de su pueblo, van a formar parte de la gran familia de artistas holguineros que han aportado lo mejor de sus vidas al desarrollo musical de esta tierra.

Por esta época el órgano estaba en un buen número de hogares de esta ciudad, y son atendidos en lo referente al cambio de números musicales, por un español llamado Manuel Díaz Roman, de quien se publicó un anuncio en el diario holguinero "El Periquero" el día 9 de septiembre de 1883, en el cual se decía que este señor prestaba este servicio, y quizás se dedicaba a comercializarlos o al alquiler de ellos. En el anuncio que aún se conserva en el Museo de Historia de esta ciudad, no se especifica que transacción era la que hacia con dichos números musicales. Tampoco se sabe si se dedicaba al negocio de alquilar o vender órganos, pero si era especialista en cambiarle los números musicales a los cilindros, es de suponer que debe haber tenido órganos. Abelardo Barberena hace alusión a García Roman como el posible introductor de este instrumento en Holguín.

Se extendió hasta Las Tunas y sus alrededores, pero cobró fuerzas en Holguín y en Manzanillo, donde no solo se mantenían sino que hasta llegaron a fabricarse. Nace una tradición hija de Cuayo que ya cuenta más de un centenar de años.

Los hermanos Francisco y Ramón Cuayo García habían integrado bandas musicales de aquella época, bandas de estudios infantiles y también las que se dirigían por el cabildo. Desde muy jóvenes fueron siempre muy estudiosos de la música; llevaban en las venas las dotes artísticos del padre y fueron fieles continuadores de esa tradición familiar.

Los holguineros, de por vida amantes del baile, tuvieron desde 1882 el privilegio de contar con la actuación de la orquesta Avilés y otras que ya en la década anterior brindaban su arte al pueblo, como son la de Magín Torralba y la de José María Ochoa, así como los órganos "La Luz" y "Carolina", los cuales según un anuncio publicado el día 31 de julio de 1879 en el diario holguinero "El Periquero", amenizaron bailes en esos días en la Glorieta de esta ciudad a beneficio del Hospital de la Caridad. Este mismo diario, el día 27 de febrero de ese año publicó también un anuncio que decía: el señor Manuel Días Román hizo venir de La Habana un órgano para las fiestas del carnaval. Tal vez, este haya sido el primer órgano que vino a esta ciudad.

El órgano en Holguín

Fábrica de Instrumentos Musicales y Órganos Neumáticos única de su tipo en Cuba se encuentra en Holguín (Foto:Juan Pablo Carreras)

La celebración de fiestas en Holguín en las últimas décadas del siglo XIX, se hacían con músicos aficionados que tocaban guitarra y el instrumento conocido por tres. El acordeón también fue usado para tocar música bailable, sobre todo en las zonas rurales donde era muy difícil llevar una orquesta debido a las pocas condiciones que tenían las vías de acceso a aquellos lugares y los medios de transporte que existían en aquellos tiempos.

Con el crecimiento de la población, crece también la necesidad de la recreación popular, y una forma de satisfacerla era el baile, pero había que buscar la música. La solución más fácil era un órgano que para tocarlo no era necesario saber música; alguien que tuviera oído musical podía tocarlo y dos músicos más para la percusión y el guayo, y a bailar.

Una agrupación tan pequeña era menos costosa y más fácil de transportar, y resolvía el mismo problema que una orquesta. Fueron estas las premisas que propagaron el órgano en estas tierras, pero no las que estimularon a Cuayo a mantenerlo, especializándose en su afinación, reparación y cultivando su música.

Desde 1881 Francisco Cuayo se dedicó a cultivar la música de órgano y en 1886 el día 30 de septiembre adquirió, según documento oficial, uno de estos instrumentos que se lo compró al señor Manuel Reina. Dos años más tardes obtiene una autorización del ayuntamiento para "tocar bailes".

Al finalizar la Guerra de Independencia, el Yareyal era visitado casi todos los fines de semanas por el órgano "El Delirio" de los hermanos Cuayo, que era transportado a caballo. Los bailes allí duraban toda la noche y el instrumento se adueñó de la simpatía, no solo de los vecinos de aquel lugar, sino de todos los pobladores del municipio Holguín, dando origen a una tradición que es mantenida por los Cuayo, que con la participación de Emilio Sánchez, que por aquellos tiempos se dedicaba a la enseñanza de la música, emprendieron el trabajo de reparación y mantenimiento de estos instrumentos, así como el cambio de sus números musicales, a la par que crecían los hijos de Francisco y de Ramón, una generación que abrazaría y llevaría en su sangre la herencia de sus padres y se la transmitirían a sus descendientes.

El órgano que había ascendido al trono musical holguinero, arribó al siglo XX con luz verde. Se utilizaba en todo tipo de fiestas y la demanda era grande. Esto obligó a los Cuayos y demás familias dedicadas a este negocio a comprar más órganos a otras provincias. Ya eran arreglistas y técnicos especializados en la materia. Los reparaban, los reconstruían, le ampliaban el diapasón y le cambiaban el repertorio extranjero por la criollísima y mil veces gustada música cubana. Gracias al amor y la tenacidad de estos especialistas, alcanzan tanta popularidad estos instrumentos, que podemos afirmar que en la década del cincuenta tuvieron su edad de oro en la preferencia del público.

(Foto:Juan Pablo Carreras)

A fines del siglo XIX y principios del XX, el cilindro es desplazado por el rollo de papel y la cinta de cartón perforada. Esto constituyó un gran paso de avance hacia la modernización del órgano, permitiendo que los arreglos sean más expresivos, que el número de compases sea mayor y que se pueda utilizar toda la expresividad sonora del conjunto de instrumentos. Estos son menos duraderos que el cilindro, pero su producción es menos costosa, tanto económica como técnicamente, además de las ventajas ya mencionadas en lo musical.

El primer órgano que nace en Holguín fue "El Arco Iris" que aún en nuestros días se mantiene funcionando. Este trabajo de fabricación se ha hecho siempre de forma empírica, pues no existe ninguna escuela ni libro alguno en Cuba que describa la estructura de un Órgano, ni la técnica de su construcción. En la Historia Universal se relacionan las familias que en cada país fabrican órganos.

En Cuba esta sucesión se manifiesta en un pequeño número de personas, de las cuales no todos eran músicos; algunos no sabían tocar ningún instrumento pero todos vivían enamorados del órgano y su música.

Actualmente la mayoría de los órganos de cilindros fueron adaptados al nuevo sistema de la cinta de cartón perforada y con formatos que respondían a las características de nuestra música bailable.

Su utilización en grupos musicales

El órgano adquirió su máximo esplendor a partir de 1910 cuando ya se habían creado las condiciones para su fabricación, reparación y afinación, y se tenía pleno dominio de la preparación del cartón para los números musicales, destacándose con gran celebridad en este trabajo Angel Cuayo y más tarde su hermano Ernestino.

Desde esta época hasta los primeros años de la década del 60 el órgano se utilizó por diversos grupos musicales como instrumento principal acompañado por dos timbales, tumbadoras, un guayo y el cencerro, y con esta especie de orquesta semejante a la típica se amenizaban fiestas bailables en el campo y en la ciudad los fines de semanas, durante los carnavales, etc.

En las antiguas fiestas del patronato de San Isidoro de Holguín, que se celebraban el día 4 de abril en esta ciudad en los alrededores de los parques, liceos y demás sociedades recreativas se utilizaban órganos para amenizarlas. A veces no eran suficientes los que aquí existían y había que traer de Manzanillo y de Las Tunas.

Había también locales destinados a la recreación como "El Ranchón" de Pueblo Nuevo y otros donde había permanentemente un órgano.

Los Hermanos Ajo

Hermanos Ajo (Foto:Daer Pozo Ramírez)

A principios de siglo una honesta familia que reside en la actualidad en el poblado de Buenaventura, encabezada por José Ajo, forma un grupo con el órgano "La ciudad de París", dedicándose a amenizar fiestas bailables. Con este trabajo los hijos fueron adquiriendo conocimientos y experiencia sobre el funcionamiento y estructura de este instrumento, convirtiéndose en técnicos capaces de repararlo y afinarlo, además, se especializaron en adaptar órganos de cilindros al nuevo sistema de la cinta de cartón, obteniendo de esta forma instrumentos de muy buena calidad.

Alcides y Arnaldo adquirieron tanto conocimiento en esta actividad que se hicieron técnicos famosos en todo el país, mientras el grupo formado por la familia ganaba popularidad al extremo que en 1959 la firma extranjera RCA Víctor le hizo varias grabaciones. Siendo este el primero de los órganos cubanos que se escuchara en discos en la radio, en victrolas y tocadiscos a lo largo y ancho de Cuba y quizás en otros países del Caribe.

Los primeros números musicales que en Cuba fueron al disco interpretados por los órganos son: Pare cochero y El golpe de bibijagua, dos obras de renombrados autores cubanos y que gozan de gran popularidad.

En la década de 1960 Alcides Ajo con la ayuda de su hermano inicia la fabricación del órgano Oriental con una estructura de 66 teclas en la tonalidad de (A#) (la bemol) que lo han hecho característico del reparto criollo, propio de los técnicos cubanos en esta materia.

Con el estreno de este órgano en el cabaret Tropicana, el grupo Hermanos Ajo que ya había iniciado un nuevo formato encaminado hacia la música salsa propia de Cuba, abandona la tradición rutinaria que por más de tres cuartos de siglos habían mantenido los grupos musicales que utilizaban este instrumento acompañándolo con timbales, tumba y un guayo, agregando al acompañamiento la batería que sustituye los timbales.

Con la incorporación de Tony Taño en 1970 al estudio de esta música, se abrieron nuevas perspectivas que fueron muy bien asimiladas por este grupo que de lo tradicional pasó a lo moderno, creando una nueva era en la añeja música del órgano cubano, lográndose que pueda ser utilizado en todas las manifestaciones del arte musical.

Bibliografía

  • Alen Alavo, La Tradición Popular y su significado social y política (ponencia presentada en la conferencia árabe de Folclor celebrada en Bagdad, Irak, sep de 1981.
  • Linares, María Teresa, La música y el pueblo, La Habana, Pueblo y Educación, 1974.

Fuentes

  • Biblioteca Municipal Calixto García.
  • Museo Municipal de Calixto García
  • Entrevista al Historiador del Municipio compañero Pedro Bruzón Sosa
  • Joven Club de Computación y Electrónica " Calixto I "