Aborígenes en Mella

Aborígenes en Mella
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Lugar:Mella,
provincia de Santiago de Cuba
País(es) involucrado(s)
Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Aborígenes


Aborígenes en Mella Hace más de 500 años, cuando las costas de Cuba no habían sido avizoradas aún por los conquistadores europeos, el archipiélago era ocupado por pueblos muy antiguos que vivían en estadios de desarrollo histórico muy primitivos. Compartían este hábitat natural, múltiples especies florísticas y faunísticas, que la convertían por sus riquezas alimentarías en un perfecto emplazamiento con condiciones excepcionales donde podían sentar morada, por atrasada que fuera, cualquier comunidad primitiva. Pero estos hombres no son originarios de estas tierras, ni de Cuba, ni siquiera del Continente Americano, sino que llegaron a este último, proveniente del actual territorio de Asia. Ellos atravesaron el estrecho de Bering en diferentes épocas, estableciéndose en la América del Norte; en territorios de la actual Canadá y los Estados Unidos, y se distribuyeron posteriormente por la América Central y Sudamérica, donde se desarrollaron grandes civilizaciones como los aztecas, mayas e incas, por sólo mencionar los de mayor esplendor.

Exploraciones

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Los primeros hallazgos sobre la presencia aborigen en Mella fueron realizados en Cayo Rey con el sitio Bariguá, reportado por un campesino que construyó su casa sobre la antigua área de habitación aborigen. En posteriores visitas al municipio se revisaron algunas cuevas en la zona de Mogote, siguiendo algunos reportes de la aparición de restos óseos, durante la extracción de guano de murciélago en la década de los años 70, pero toda la búsqueda resultó infructuosa. Siguiendo otros reportes de la posible existencia de un “dibujo” en una cueva en un pequeño monte en la finca de la familia Cruz, llamado el Monte de los Cruces, en Mogote, se visitó el lugar; una pequeña cueva, de entrada pequeña y angosta. A un metro de la entrada, se reduce a un pasadizo de 3 metros de largo por ½ m de ancho, aparece un pequeño salón donde no se encontró ningún elemento aborigen.

En un sitio muy cercano a esta cueva, en el lado opuesto de la pequeña elevación, se rescataron varias piezas de sílex con posibles huellas de trabajo humano, aunque no llegan a ser instrumentos o artefactos para el trabajo, son indiscutiblemente preformar para lograrlos, lo que indica la posible cercanía de alguna comunidad que no ha podido ser relocalizada. Posteriormente se exploró el barrio Baracaldo, siguiendo la margen izquierda del río, aguas abajo, se mantuvo la seguridad en sus pobladores de no haber encontrado nada jamás, se realizó la revisión sin resultados. Se exploraron además zonas cercanas a Mangos de Baraguá, hasta donde el Baraguá vierte sus aguas al Cauto, sitio conocido por El Corojal, presenta condiciones ideales para el asentamiento, pero ha sido altamente alterado para la construcción de un canal, no se encontraron restos aborígenes, pero el área debe ser trabajada más intensamente. Para Regina existe un reporte de un hacha petaloide, por el lado de la tienda, pero no se logro encontrar ni el sitio, ni la persona que en la actualidad custodia la pieza. Las exploraciones realizadas no brindaron toda la información deseada en la búsqueda de un acercamiento al conocimiento del poblamiento aborigen del municipio, y los hallazgos son muy vestigiales como para llegar a conclusiones precisas al respecto.

Sin embargo, teniendo en cuenta el poblamiento de los territorios circundantes resultaría perfectamente lógico que a lo largo de las riberas del río Cauto, e incluso del Guaninicum y de otras corrientes fluviales de menor caudal, continúen apareciendo restos de comunidades aborígenes. Pudiera resultar posible que en futuras investigaciones se localizaran restos de grupos protoarcaicos, a pesar de que en los municipios colindantes tampoco se han reportado, y los más cercanos aparecen en Mayarí, provincia Holguín, y en II Frente, Songo La Maya y Santiago de Cuba, en la provincia del mismo nombre. Pero como se hizo referencia anteriormente, en la zona de Mogote se han localizado algunas piezas de sílex, que pudieran perfectamente afiliarse con estos grupos, los primeros en poblar la isla de Cuba. Sin embargo resultó infructuosa la intensa búsqueda de sus asentamientos por zonas cerca. La ausencia de grupos siboneyes tempranos y medios en el municipio es lógica, ya que estos no se internaron en zonas de tierra adentro en toda la provincia Santiago de Cuba, se ubicaron únicamente en las costas.

Ambas culturas: la Protoarcaica, y Siboney temprano y medio dependían de una economía no productiva y esta condición de apropiador, o comunidades en una etapa de desarrollo apropiativa, esta dada por el basamento económico sobre el que sustentaban su economía, que no está dado por un conocimiento de la agricultura, ni la domesticación de animales sino por la explotación de los recursos que de forma natural les brinda la naturaleza. Recolectan frutas, vegetales, granos, tubérculos, huevos, y todo tipo de moluscos cazaban jutías, aves, cangrejos y pescaban tanto la fauna marina como fluvial, incluyendo quelonios. El peso mayor que se dedicaba a cada actividad, dependía en todos los casos del entorno donde estuvieran enclavados, los costeros obtenían mejores dividendos de la explotación del mar y el litoral, y los de tierra adentro se servían de los recursos del bosque y las corrientes fluviales.

Protoarcaicos

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El más temprano de estos apropiadores que recalaron en las costas de Cuba son los denominados Protoarcaicos, que en Santiago de Cuba se distribuye hasta lo hoy conocido en los municipios II Frente, Songo - La Maya, Mella y Santiago de Cuba. Su presencia en Cuba data aproximadamente de unos 10.000 años antes del presente y se sostiene la hipótesis de que la vía migratoria utilizada fue La Florida, las Bahamas, Cuba y de aquí al resto de las Antillas. Sus actividades económicas fundamentales fueron la recolección y la caza, y en ella empleaban herramientas elaboradas de sílex, que en su gran mayoría concurren a ser de un tamaño considerable, utilizaban además para ello la madera, y no se reporta al menos para los más tempranos y no transculturados el uso de la concha para estos fines. Al no reportarse vasijas de concha, ni el conocimiento de la cerámica, es de presumir que utilizaron vasijas de güiras, maderas u otros vegetales de efímera vida, que el tiempo y el húmedo clima del trópico han hecho desaparecer.

En sus sitios de habitación se han exhumado además fragmentos de minerales tintóreos, utilizados seguramente para decorar sus cuerpos, costumbres descritas para otras comunidades más tardías en el Caribe y que esta evidencia sugiere también para ellos. Como otro elemento decorativo de uso corporal, en la provincia se ha confirmado la presencia de cuentas de collar. Siboneyes tempranos o Guayabo Blanco. La ciencia arqueológica no reporta la existencia de estas comunidades para los territorios interiores de la Provincia, comprobándose su existencia únicamente en las zonas litorales, municipios Santiago de Cuba y Guamá. Esta constante aleja considerablemente la posibilidad de su presencia en el Municipio, y a pesar de que el municipio Guamá colinda con la porción Sur de III Frente, las estribaciones de la Sierra Maestra actúan como barrera natural, de todos modos, en la zona donde no existe esta barrera, estos hombres no alejaron sus casas de la costa.

Comunidades productoras

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En el municipio solamente se han localizado los restos de un grupo aborigen, que ha pasado a la historia con el nombre de Barígua, ubicado en Cayo Rey. Este sitio no ha sido afiliado culturalmente por ausencia de información. La comunidad abarcaba un área pequeña de terreno, y el sitio estaba muy afectado por la acción antrópica cuando fue reportado, teniendo en cuenta que se encuentra en una zona militar, y en sus inmediaciones se había construido una batería antiaérea. El área de mayor riqueza ha sido cultivada y roturada en muchas ocasiones, lo que ha provocado daños a las zonas más superficiales del sitio, este nunca se ha excavado, y existen aun zonas que pueden arrojar mucha información para conformar la historia de la comunidad. Entre los principales hallazgos se destacan tres majadores campaniformes de excelente manufactura. Los majadores o manos de mortero eran utilizados para majar sobre el mortero, fundamentalmente semillas o granos, el mayor fue fabricado para esta actividad, pero de seguro el más pequeño con mayor pulido y acabado fue elaborado con motivos votivos, para ser entregado en ofrenda a los cemíes o dioses.

Estas tres piezas se exponen en el museo municipal. Se han rescatado además fragmentos de cerámica, todas modeladas y varias de ellas con decoraciones zoomorfas y antropomorfas muy bien logradas, lo que demuestra el nivel alcanzado en el trabajo con el barro y el nivel artístico alcanzado por el grupo. El nivel artístico alcanzado en la elaboración de las asas, no se refleja en el cuerpo de las vasijas, donde no aparecen decoraciones, solamente un caso con unas rallas incisas perpendiculares al borde de la vasija .Se rescataron además dos gubias de regular tamaño, fabricadas en conchas marinas Strombus gigas, este instrumento, uno de los más controvertidos en el ajuar aborigen antillano, casi todos los arqueólogos coinciden en que era utilizada para trabajar la madera, cuestión aún no corroborada totalmente. Se colectó una valva de Kodakia orbicularis, sin huellas de haber sido utilizada como raspador. Los grupos agricultores antillanos utilizaban estas valvas para pelar las yucas Cuentan además con evidencias de dieta: garfios terminales de pinzas de cangrejos, y huesos de jutías. En conchas aparecen dos gubias de regular tamaño, fabricadas en Strombus gigas, así como un fragmento de Kodakia orbicularis. Entre los de tierra se destaca el Caracolus .Se revisó además un escaso material de sílex y cuarzo hialino, pero en ninguno de los casos son artefactos o instrumentos. Este grupo, a pesar de que no ha sido afiliado, lo ubicamos entre la etapa más desarrollada del Siboney, y la más temprana del agricultor, aunque por su desarrollo ya había arribado al conocimiento de rudimentos de la agricultura

Grupos agricultores

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A pesar de que aun no se ha comprobado la presencia de grupos agricultores en el municipio, existen todas las condiciones reales para que puedan haberse asentado en el mismo, sobre todo procedentes de la provincia Holguín, donde se han encontrado abundantes huellas de su presencia. Esta cultura, la más conocida por que convivió con los invasores europeos y fue descrita por sus principales cronistas, heredera de las tradiciones agricultoras de los aruacos continentales, proveniente de Sudamérica, a través del arco antillano, se establecieron fundamentalmente en Puerto Rico, La Española, Jamaica y Cuba. Su economía se sustentaba en la agricultura de la yuca, como cultivo fundamental, con la cual, elaboraban el pan de cazabe, sembraban además el maíz, la malanga, así como otros vegetales y tubérculos. Desarrollaban además una intensa recolección y una abundante caza y pesca, con técnicas más avanzadas que las empleadas por los grupos, apropiadores, los que les permitía una producción mayor y más estable. Sus instrumentos de trabajo eran láminas, lascas, cuchillos, etc. de sílex, morteros, manos de morteros, redes, anzuelos, sumergidores de redes de estos tenían un pleno dominio de la industria de la cerámica, con la cual elaboraban sus vasijas, para el uso diario y otras mucho más complejas fabricadas para ofrendar a sus muertos o a sus dioses, y en las

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cuales daban riendas sueltas al arte y a su imaginación, empleando múltiples formas, estilos, y motivos decorativos.

Confeccionaban objetos textiles, como las hamacas, mallas de pescar, las enaguas y tejían las fibras vegetales, para fabricar cestos, catauros, y el cibucán el cual utilizaban en el proceso industrial del cazabe para extraer el zumo de la yuca rallada. Estos grupos agricultores, al contar con una producción más estable y predecible, más avanzadas técnicas e instrumentos, lograba satisfacer mejor las necesidades de su tribu y por lo tanto pasar a un eslabón superior en el desarrollo humano.  Las viviendas eran de gran tamaño, donde podían vivir sin mucho hacinamiento, entre 12 y 20 personas. Para todas las comunidades agricultoras caribeñas, el conocimiento y dominio del fuego es un elemento demostrado irrefutablemente y comprobado científicamente a través de las excavaciones e investigaciones arqueológicas para ellas se cumple todo lo expresado en este mismo aspecto para las comunidades apropiadoras, con la diferencia, de que éstos por su mayor desarrollo tecnológico, daban un mejor y más complejo uso de las facilidades que le brindaba este medio. El desarrollo de la industria del barro en la obtención de la cerámica para la satisfacción de importantes necesidades utilitarias y superestructura les, así lo demuestran. Estas comunidades agricultoras, a pesar de haber alcanzado una organización social un tanto más desarrollada que las comunidades anteriormente analizadas, no rebasan aún el período de la Comunidad Primitiva, clasificándose para su estudio, a diferencia de las comunidades gentilicias primitivas, como comunidades gentilicias desarrolladas. La propiedad sobre los medios de producción es aún colectiva, manteniéndose además el trabajo en colectividad como fuente de sustento diario, que se reparte por igual entre todos los miembros de una comunidad determinada. Tanto los instrumentos como el objeto de trabajo y los resultados de la producción, son patrimonio de todos los miembros del grupo.

Para estas culturas, dependientes en lo fundamental de la producción agrícola, de la caza, la pesca y una activa recolección, y en un estadio de desarrollo que la ubica como una comunidad gentilicia desarrolla, la división natural del trabajo fue sin dudas más marcada que en las etapas anteriores. Los hombres, en lo fundamental, debieron dedicar un considerable tiempo de trabajo a las actividades agrícolas, además de realizar todas las actividades que planteamos para la etapa apropiativa. Las mujeres, además de mantener todas las actividades expuestas para el apropiador, se destaca su dedicación a la industria del barro, especializándose en la fabricación de utensilios y otros objetos cerámicos. Para lograr la correcta organización de las labores productivas en estas comunidades donde se concentraban ya un número considerable de habitantes, se imponía la existencia de personas responsabilizadas con la dirección de las actividades económicas de la tribu.  Los trabajos arqueológicos no nos dan fe sobre alguna prenda de vestir de nuestros aborígenes. Conocemos por los cronistas que estos hombres acostumbraban a pintar sus cuerpos con diferentes diseños, utilizando fundamentalmente colores rojos y negros, cuestión que se ha comprobado en los hallazgos realizados en los sitios agricultores de Santiago de Cuba; entre ellos: piedras tintóreas, de las cuales extraían el material pictórico. Se han rescatado además en las excavaciones y exploraciones: cuentas de collares elaborados fundamentalmente de cuarcitas, conchas y vértebras de pescados, así como la utilización de la piedra y la concha en la elaboración de colgantes. Las creencias religiosas de las comunidades aruacas antillanas se caracteriza por la mezcla de tradiciones totémicas, de carácter gentilicio, y un culto tribal más amplio. Su creencia más acentuada era el animismo, creían firmemente en la inmortalidad del alma humana y en otra vida post-morten cuando el individuo vivía, en cuyo cuerpo habitaba el alma. Era muy fuerte también el culto a los antepasados, rendido a cráneos y huesos humanos. Estos restos en muchos de los casos los llevaban a sus casas y en ellas los veneraban. Otras manifestaciones de la superestructura son las formas de enterramientos, las cuevas ceremoniales, las pictografías, estas dos expresiones no se han reportado para el municipio Mella. Las costumbres funerarias, estrechamente vinculadas con sus creencias religiosas van desde la costumbre de enterrar a sus muertos en los propios sitios de habitación; o en cementerios cercanos al sitio, o en cuevas. Por lo general sus esqueletos aparecen flexionados, con ofrendas constituidas por vasijas decoradas, restos alimenticios y adornos corporales entre otros.

Fuentes

1.- Burlatski. F y otros. Materialismo Histórico. Ed. Progreso. Moscú 1982.

2.- Casas, Fray Bartolomé de las. Historia General de las Indias. Tomo I.

3.- Colón Cristóbal. (1943) Diario de Navegación. Editorial Tor. Buenos Aires.

4.- Fernández de Oviedo, Gonzalo

5-. Guarch, J.M. (1990) “Estructura para las comunidades aborígenes de Cuba”.Colección de la Ciudad, Holguín, 78 pp.

6.- Harrington, Mark (1935) “Cuba antes de Colón”. Traducción de A. del Valle y Fernando Ortiz. Cultura S.A. La Habana.

7.- Martínez F. (1968) ”Superposición cultural en Damajayabo”. Editorial de Ciencia y Técnica. Instituto del Libro. La Habana, pp 45

8.- Tabío, Ernesto y Estrella Rey (1979). “Prehistoria de Cuba”. Segunda Edición corregida y aumentada. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.

9- Pichardo, Moya Felipe. (1949) “Cuba Precolombina”

Fuentes