Azucena Villaflor

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Azucena Villaflor
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Azucena Villaflor, una de las creadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo.
NombreAzucena Villaflor de Vicenti
Nacimiento7 de abril de 1924
ciudad de Avellaneda,
Gran Buenos Aires,
provincia de Buenos Aires,
Argentina Bandera de Argentina
Fallecimiento17 o 18 de diciembre de 1977 (53 años) 
Río de la Plata, frente a la ciudad de La Plata,
provincia de Buenos Aires,
Argentina Bandera de Argentina
Causa de la muerteImpacto contra el agua al ser arrojada viva desde un avión
ResidenciaBuenos Aires
Nacionalidadargentina
EducaciónPrimaria
Ocupaciónama de casa, activista
CónyugePedro De Vicenti
HijosPedro, Néstor (desaparecido), Adrián y Cecilia.
PadresEmma Nitz,
Florentino Villaflor

Azucena Villaflor (Avellaneda, 7 de abril de 1924 - Río de la Plata, 18 de diciembre de 1977) fue un ama de casa y activista argentina, una de las fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo.

Síntesis biográfica

Era miembro de una familia de clase obrera formada Emma Nitz y Florentino Villaflor, trabajador de una fábrica de lanas. Azucena comenzó a trabajar con apenas dieciséis años como telefonista en la empresa SIAM de electrodomésticos.

En 1949 se casó con un compañero de trabajo, Pedro De Vincenti, líder sindical de la empresa, con quien tendría cuatro hijos: Pedro, Néstor, Adrián y Cecilia.

Azucena siempre estuvo identificada con las causas sociales y era seguidora de Evita Perón (1919-1953).

Su lucha tomó un cauce definitivo a partir del 30 de noviembre de 1976, cuando su hijo Néstor, miembro de la Juventud Peronista y la novia de este, Raquel Mangin, fueron secuestrados por la dictadura en un operativo en la localidad bonaerense de Villa Domínico.

Néstor de Vincenti, hijo de Azucena Villaflor y el motivo del inicio de su lucha.

Azucena era entonces una desconocida ama de casa de 53 años a quien la devastadora tragedia de su hijo desaparecido la convertiría, sin que se lo propusiera, en la promotora de uno de los grupos humanitarios más prestigiosos y reconocidos universalmente.

Durante seis meses desarrolló una intensa e infructuosa búsqueda por cuanto lugar pudiera retener a su hijo u ofrecer información acerca de su paradero, en los que conoció a otras mujeres que también estaban indagando de la misma ineficaz manera por parientes desaparecidos.

Fue en la sala de espera del Vicariato de la Marina donde, desengañada e indignada por las burlas y la humillación a las que eran sometidas por los oficiales de la dictadura las personas que vivían un calvario similar al suyo, entendió que no tenía sentido pedir justicia a los represores como refiere Josefa García de Noia (Pepa Noia), una de las madres fundadoras.

Bailando con su hijo Néstor.
Allí en el vicariato de la Armada la conocí a Azucena el día en que Grasselli le dijo al actor Marcos Zucker que su hijo estaba muerto. Ahí, en ese momento, Azucena dijo fuerte que tendríamos que ir todas a Plaza de Mayo; lo dijo con voz fuerte justo en la mitad del salón. Ella fue la que lo propuso, solo ella. Con voz fuerte, con coraje, porque ella era una mujer de mucho coraje; se ve que era luchadora, no lo dijo ni en voz baja ni en un rinconcito.

Es entonces que propone de modo espontáneo a estos familiares reunirse en la Plaza de Mayo, sita justo enfrente de la Casa Rosada para reclamar públicamente por la vida de sus seres queridos y solicitar a Jorge Rafael Videla, presidente de facto de la dictadura, una audiencia que les permitiese exponer su problema y exigir una respuesta.

Consciente de que la única forma de hacerse oír era uniéndose lanzó la proclama inicial que sería el lema de Madres de Plaza de Mayo durante sus incansables años de búsqueda:

Todas por todas y todos son nuestros hijos.

El sábado 30 de abril de 1977 junto a otras trece madres, alrededor de las cuatro de la tarde, horario en que solía ser más concurrida la plaza se reunieron allí, frente de la sede del gobierno.

La policía les informó que no podían agruparse ni detenerse y las conminó a que circularan. Ante la orden, decidieron caminar, una detrás de la otra alrededor de la pirámide central de la Plaza de Mayo y lo hicieron por espacio de treinta minutos, surgiendo así la primera marcha que apenas tuvo publicidad. La próxima fue un viernes y en este acordaron que la harían todos los jueves alrededor de las tres y media de la tarde hasta que fueran escuchadas y tuvieran noticias de todos los desaparecidos. Desde entonces no han dejado de hacerlo, aún cuando han tenido que desafiar las inclemencias del tiempo, la represión o las provocaciones humillantes.

Se reunían además en la Iglesia de la Santa Cruz, templo religioso de culto católico del barrio de San Cristóbal de Buenos Aires, donde preparaban una solicitada para reclamar la aparición de los detenidos-desaparecidos.

Al grupo en el que se congregaban además de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, y los activistas de derechos humanos Angela Auad, Remo Berardo, Horacio Elbert, José Julio Fondevilla, Eduardo Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo, comenzó a asistir un joven que decía tener un hermano gemelo desaparecido quien en realidad era Alfredo Astiz, ex teniente de fragata de la Armada, cuyo verdadero objetivo era infiltrar organizaciones humanitarias para descubrir sus líderes y eliminarlos.

Desaparición y muerte

El 8 de diciembre fueron apresadas en una reunión en la Iglesia de la Santa Cruz ocho personas entre las que se encontraban las madres de desaparecidos Teresa Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco y la monja francesa Alice Domon.

Azucena Villafor no estaba allí, trabajaba junto a otras madres para terminar un comunicado o solicitada con los nombres de sus hijos desaparecidos que sería publicado el día 10 de diciembre en el diario La Nación, en ocasión del día Internacional de los Derechos Humanos. La noche del 10 de diciembre, cuando salía a comprar un periódico para leer la nota fue secuestrada por un grupo clandestino de la Armada en la esquina de su casa en Villa Dominico, Avellaneda, Buenos Aires.

La golpearon para introducirla en el auto, se resistió y la golpearon más y fue llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde fue torturada hasta dejarla sin conocimiento, entre otros represores por Alfredo Astiz.

Aproximadamente una semana después fue asesinada junto a los demás apresados en la Iglesia Santa Cruz, incluidas las monjas francesas, en uno de los siniestros «Vuelos de la Muerte».

Las madres no desconfiaron de Astiz. El jueves siguiente cuando iban a la Plaza, sin doblegarse como pretendían los represores, con pánico pero con la certeza de que la lucha no era individual, lo vieron tratando de unírseles y le pidieron que se fuera: Andate que te van a agarrar, le dijeron.

Identificación y entierro

El 20 de diciembre de 1977 aparecieron varios cadáveres provenientes del mar en las playas de las ciudades balnearios Santa Teresita y Mar del Tuyú. Los forenses determinaron que la causa de muerte había sido dado el grado de las fracturas óseas por «el choque contra objetos duros desde gran altura», y sin que mediaran otras averiguaciones se dispuso que los cuerpos fueran enterrados como NN (no nombrados) en el cementerio de General Lavalle una localidad ubicada en el centro extremo este de la Provincia de Buenos Aires.

El 15 de diciembre de 1983 es creada la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) por el presidente Raúl Alfonsín con el objetivo de investigar las graves, reiteradas y planificadas violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional y en el marco del Juicio a las Juntas se realizan excavaciones en el cementerio de General Lavalle, encontrándose una gran cantidad de restos óseos provenientes de los cadáveres hallados en las playas San Bernardo y Lucila del Mar.

A pesar de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que paralizaron las investigaciones, en 2003 se localizan nuevas tumbas de No Nombrados(NN) en el cementerio de General Lavalle y se descubren 8 esqueletos correspondientes a 5 mujeres, 2 hombres y uno que se definió como «probablemente masculino».

Con una orden de la Cámara Nacional de Apelaciones los días 16 y 17 de diciembre de 2004 y el 4 de enero de 2005, integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) realizaron la exhumación de los cuerpos.

Con los resultados del análisis de laboratorio se trabajó en la hipótesis de que los restos hallados pudieran pertenecer al grupo secuestrado entre los días 8 y 10 de diciembre de 1977. Se solicitó muestras de sangre a los familiares de los mismos y fueron trasladadas al Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular de Córdoba para su análisis.

El análisis antropológico y genético (ADN) confirmó, el 13 de mayo de 2005, la identidad de Azucena Villaflor de Vincenti, en uno de los restos óseos exhumados.

Fue confirmada además la identidad de Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, madres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, que se organizaron vivas para pedir justicia y aportaron después de muertas con sus restos óseos la primera evidencia científica completa de los «vuelos de la muerte» como prueba irrefutable para la investigación de los crímenes del terrorismo de Estado en Argentina.

Opiniones de otras madres de Plaza de Mayo acerca de Azucena

Nora Cortiñas: Azucena Villaflor, fue una de las primeras mujeres organizadoras de las Madres de Plaza de Mayo.... lanzó nuestra proclama inicial: Todas por todas y todos son nuestros hijos.... una promesa implícita de que.... nuestra lucha no era individual, era colectiva.......si no fuera por esta filosofía que planeó Azucena, hubiese sido muy difícil afrontar tantas adversidades........ Sólo la fuerza que te da el conjunto permite seguir la búsqueda. Nosotras ya no somos madres de un solo hijo, somos madres de todos los desaparecidos.

María del Rosario Carballeda de Cerutti me parece mentira que una mujer, en pleno conocimiento de las atrocidades que los militares estaban haciendo y con la impunidad con que estaban asesinando, se animara en la misma boca del lobo a proponer en voz alta y bien clara a otras madres que organizáramos mejor la búsqueda y el reclamo.

María Adela Gard de Antokoletz La conocí en los primeros días de abril del 77 en el Vicariato de la Armada.... diciendo que era inútil estar allí, que nos ocultaban todo...y... en voz alta, muy claramente, mientras se golpeaba la pierna con una cartera o con un monedero que tenía en la mano, como para darle más energía a lo que estaba diciendo: ’Tenemos que ir a Plaza de Mayo porque allí se produjeron, a través de los años, las más grandes concentraciones y los hechos políticos y sociales significativos. Y una vez allí, cuando seamos muchas debemos ganar la calle y meternos en la Casa de Gobierno, para imponerle a Videla lo que pretendemos.

Vigencia y legado

Madres de Plaza de Mayo se transformó de una reunión informal en un movimiento que perdura como uno de los movimientos más ejemplares del mundo. Azucena Villaflor, valiente madre protagonista de su inicio no alcanzó a ver los logros que ha obtenido la organización pero su ejemplo y sus ideas se multiplicaron hasta extenderse en toda Argentina y aún más allá de sus fronteras.

El 8 de diciembre de 2005, las cenizas de Azucena Villaflor fueron enterradas bajo azucenas blancas y claveles rojos, junto a la Pirámide y frente a la Casa de Gobierno, en la Plaza de Mayo, en solemne ceremonia encabezada por su hija y familiares de otros desaparecidos, expresando en el duelo:

Marcha de las Madres en torno a la pirámide de la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.
Nuestras madres, incansables luchadoras que dieron la vida por sus hijos, no pudieron vencer a la muerte, pero eran tan obstinadas que sí pudieron vencer al olvido. Y volvieron. Volvieron con el mar, como si hubieran querido dar cuenta, una vez más, de esa tenacidad que las caracterizó en vida. La presencia de sus restos da testimonio de que no se puede hacer desaparecer lo evidente. Volvieron con ese amor incondicional que sólo las madres tienen por sus hijos, para seguir luchando por ellos, por nosotros.

En 1997, el historiador Enrique Arrosagaray publicó una biografía de Azucena Villaflor, titulada Los Villaflor de Avellaneda.

Fuentes

  • «Néstor De Vincenti», artículo publicado en el sitio web Desaparecidos (Buenos Aires). Consultado el 12 de diciembre de 2014.