Cirripedios parásitos

Cirripedios parásitos
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Cirripedios parásitos . Considerando la aparición frecuente de cirrípedos comensales, no es sorprendente que el parasitismo se haya desarrollado en la clase. Hay pocos torácicos parásitos, en tanto que otros dos órdenes lo son con carácter exclusivo. El más importante de estos es el orden Rhizocephala, que es parásito, en gran parte, de crustáceos decápodos. El cuerpo es sacular y el manto carece de placas calcáreas. Están también totalmente ausentes los apéndices y la segmentación.

En Peltogasterella, uno de los rizocéfalos bien conocido, un ciprido destinado a ser hembra se fija con su primera antena en las bases de las cerdas de un cangrejo. Se efectúa una perforación en el integumento del huésped, lo que permite la entrada de una masa de células desdiferenciadas del parásito. Dentro del huésped, el crecimiento del parásito tiene lugar mediante la ramificación de rizoides nutricios. El desarrollo sexual comprende la formación de una cámara externa de incubación, que se proyecta en forma parecida a un hongo a través de una nueva abertura producida en el integumento del cangrejo cerca de la base del abdomen. Un ciprido macho puede fijarse así a la abertura de la cámara de incubación y emitir hacia fuera células desdiferenciadas que llegan a una cámara especial en la hembra, en la que se diferencian en testículo. La hembra se ha convertido ahora en hermafrodita. Los efectos de este parasitismo sobre el cangrejo son numerosos y graves. De los más llamativos son la inhibición de la muda y la castración parasitaria. El desarrollo de las gónadas se ve retardado o estas se atrofian. La castración parasitica va acompañada a su vez de grados variables de cambio en las características sexuales secundarias.

Los miembros del orden Ascothoracica son ectoparásitos de crinoideos y oxiuros, o endoparásitos de corales octocoralinos y del celoma de estrellas de mar y equinoideos.

Se cree actualmente que los ascotorácicos son los más primitivos de los cirripedos, pese a sus adaptaciones para el parasitismo. Un caparazón quitinoso, básicamente bivalvo, encierra el cuerpo. Hay seis pares de apéndices torácicos, aunque estos pueden estar reducidos o perdidos. No existen antenas segundas, pero todas las especies poseen primeras antenas prensiles y, por regla general, un abdomen sin extremidades. En los ectoparásitos, los apéndices bucales están modificados para chupar, en tanto que en los endoparásitos, el manto lleva lóbulos o papilas adsorbentes.

Anatomía interna y fisiología

Durante la alimentación se abren los tergos y escutelos pareados, y los cirros se desarrollan y extienden a través de la abertura. Cuando se estiran, cierto número de cirros a cada lado forman uno de los lados de una canasta. Los dos lados descienden rápidamente uno hacia otro, actuando cada mitad como una espumadera. La acción es análoga a la que se observa al abrir y cerrar los dos puños simultáneamente estando en contacto las bases de las palmas. Cuando se encuentran en las corrientes, algunos cirrípedos extienden sus cirros por un tiempo; otros, como Pollicipes polymerus, el escalpelito litoral común de la costa occidental de Estados Unidos, no agita rítmicamente sus cirros.

Durante el movimiento de cierre, las partículas alimenticias suspendidas en el agua son atrapadas por las cerdas, utilizando el animal del primero a los tres primeros pares de cirros para obtener por raspado estas partículas y llevarlas a las partes bucales. Es muy variable el tamaño del plancton utilizado por el animal como alimento. Algunas especies de Lepas y de Tetraclita capturan copépodos, isópodos y anfípodos y podrían en consecuencia clasificarse como rapaces y no como filtradores. Cuando se consumen partículas alimenticias tan voluminosas, el cirro que ha capturado algún animal se dobla o incurva hacia el campo bucal con entera independencia de los otros.

Muchos cirrípedos se alimentan de microplancton y en algunos de estos animales, como Balanus improvisus y B. balanoides las cerdas están demasiado separadas para actuar como filtros finos. En estos casos, los últimos cuatro pares de cirros efectúan el movimiento usual de paleteo y capturan partículas de varios micrómetros de diámetro.

En casi todos los cirrípedos el esófago lleva un intestino medio alargado y en forma de U que posee un par de ciegos anteriores.

Estos animales carecen de arterias y corazón, pero la circulación de la sangre es facilitada por una bomba sanguínea, que consta de un gran seno localizado entre el esófago y el músculo aductor. Además existen bandas musculares que se insertan en el lado inferior de la membrana que envuelve el seno y actúan como dilatadores. La sangre circula por las paredes del manto y también en el interior del pedúnculo.

No existen branquias en estas especies y el manto y los cirros son quizás los puntos principales para el intercambio de gases. Los órganos excretorios en estos animales son glándulas maxilares. Los ganglios cerebrales se encuentran por delante del esófago vertical. Los del cordón ventral se hallan concentrados en una sola masa en los balanos. En las especies pedunculadas pueden observarse cuatro masas ganglionares situadas detrás del ganglio subesofágico. Los órganos de los sentidos más importantes son unos pelos sensoriales localizados en los apéndices torácicos. El ojo nauplio se divide y es conservado en el adulto como dos componentes laterales y uno medio. Según parece, esto capacita al animal para responder a los cambios en la intensidad de la luz.

Reproducción y desarrollo

La mayoría de los parásitos y los acrotorácicos perforadores son dioicos. Los cirrípedos del grupo Thoracica son el único gran grupo de crustáceos hermafroditas. Sin embargo, suele ser regla la fecundación cruzada, pues un substrato adecuado casi siempre contiene un gran número de individuos vecinos. Los ovarios de los balanos se encuentran en la base y en las paredes del manto y en las formas pedunculadas se localizan en el pedúnculo. Los oviductos pareados se abren cerca de las bases del primer par de cirros en las mismas bases. Justo antes de llegar al gonóporo, cada oviducto se dilata para formar una glándula, que secreta un delgado ovisaco elástico en el momento de la oviposición. Conforme dicho saco recibe los huevos, se hincha y estira, luego sale por el gonóporo y se aloja en la cavidad del manto. Los testículos se encuentran en la región cefálica, pero pueden extenderse hacia el tórax. Los dos conductos espermáticos se unen en un largo pene, que se fija delante del ano. El pene puede salir fuera del cuerpo y penetrar en la cavidad del manto de otro individuo para depositar los espermatozoides. Los machos funcionales son capaces de detectar a las hembras funcionales, las cuales pueden ser inseminadas por más de un macho a la vez. La cópula induce la oviposición. Los espermatozoides son depositados en masa cerca de los primeros cirros y deben penetrar en el ovisaco para llegar a los huevos.

Cierto número de factores parecen concurrir para aumentar la probabilidad de un asentamiento denso, del que depende la reproducción en los adultos. Se ha observado en algunas especies un esparcimiento simultáneo de las nauplio por agregaciones de individuos. Se ha demostrado que una proteína en el exoesqueleto de individuos fijados más viejos atraía a larvas en vías de asentamiento. También son determinantes en la selección la cantidad de luz, la aspereza del substrato, la posición, la profundidad y la capa bacteriana, de modo que es factible que la fijación no ocurra en el primer contacto superficial. A continuación de la fijación se produce metamorfosis; los cirros se alargan, el cuerpo experimenta encorvamiento y las placas primordiales aparecen en el nuevo exoesqueleto debajo de las valvas de la cipris.

Muchos balanos, incluso Balanus balanoides, se orientan durante las primeras fases de su desarrollo de modo que el borde carinal se dirija en el sentido de la corriente de agua. Esto permite al cirrípedo tender con más facilidad su red en dicha corriente.

La cutícula o exoesqueleto que reviste el interior de la cavidad del manto y cubre los apéndices se muda periódicamente, como en los demás artrópodos.

La mayoría de los cirrípedos que sobreviven a la enorme mortalidad en el periodo inmediatamente siguiente al asentamiento, viven probablemente de dos a seis años. Los percebes figuran entre los problemas de limpieza mas graves en los fondos de barcos, en boyas y pilotes, y muchas especies han sido transportadas por barcos a través del mundo.

Fuente

Barnes, Robert D. Zoología de los Invertebrados II. Editorial Revolucionaria, Cuarta edición. 1985. pp. 742 - 748, il