Despotismo Ilustrado

Despotismo Ilustrado
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Concepto:Concepto político que hace referencia a una forma de gobierno, vinculada a ciertas monarquías europeas del siglo XVIII.

Despotismo Ilustrado. Concepto político que hace referencia a una forma de gobierno, vinculada a ciertas monarquías europeas del siglo XVIII, en la que los reyes, sin renunciar a su condición de soberanos absolutos, trataron de aplicar determinadas medidas “ilustradas”, de corte reformista e incluso progresista, surgidas precisamente en esa centuria, denominada genéricamente Siglo de las Luces o la Ilustración.

Historia

Aunque el término “despotismo ilustrado” fue acuñado en el siglo XIX, nació para intentar definir comportamientos políticos del siglo XVIII. Durante éste, numerosos soberanos de Europa defendieron una práctica ilustrada del poder, intentando proyectar en sus actuaciones el rey-filósofo del que hablaban Voltaire y otros pensadores de la Ilustración.

Constituyó una forma de gobierno que trataba de conciliar el absolutismo con las nuevas ideas de la Ilustración, intentando para ello conjugar los intereses de la monarquía con el bienestar de los gobernados. Se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XVIII. El término tiene su origen en la palabra italiana "déspota", es decir, soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna. Buena parte de los soberanos europeos desarrollaron en mayor o menor medida esta forma de gobernar, utilizando su indiscutible supremacía como herramienta para incentivar la cultura y la mejora de las condiciones de vida de sus subditos. Pero al hacerlo, prescindieron de su concurso y opinión. La famosa frase acuñada “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” se hizo eco de una realidad que intentaba aunar la tradición con la novedad. En esta frase se desprende que el monarca deseaba concentrar todos los poderes del Estado y llevar a cabo reformas para el bien del pueblo, pero sin consultarle.

Entre los déspotas ilustrados más significativos del periodo deben ser citados los ejemplos de: Carlos III en España, José I el Reformador en Portugal, Federico II el Grande en Prusia, Catalina II la Grande en Rusia y el emperador José II. Todos ellos intentaron impulsar, en alguna medida, reformas en distintas áreas (educación, justicia, agricultura, libertad de prensa o tolerancia religiosa).

Pese a todo, y aunque tales regímenes supusieron cierto avance respecto a las tiranías despóticas, constituyeron sistemas de gobierno que todavía deben ser enmarcados en la concepción absolutista (en ningún caso democrática) del poder, en tanto que no supusieron ninguna delegación del mismo en órganos representativos. Por otro lado, la efectividad real de las reformas emprendidas por los déspotas ilustrados fue escasa y pocas superaron el estadio de simples medidas económicas. En realidad, el déspota ilustrado sólo pretendía responder con sus actos al modelo de “hombre honesto” del siglo XVIII: intelectual, racionalista cultivado, amante de las artes y mecenas de los artistas, e innovador en materia política.

Por ello se rodeaba de auténticos filósofos (Voltaire en la corte de Federico II o Denis Diderot en la de Catalina II) o dejaba la aplicación de las reformas en manos de auténticos políticos ilustrados. En este sentido fueron significativos los reinados de Carlos III (rodeado de administradores como José Moñino, conde de Floridablanca, Pedro Rodríguez Campomanes, Pedro Pablo Abarca, conde de Aranda, o Gaspar Melchor de Jovellanos, todos ellos figuras claves de la Ilustración española) y de José I (cuya política ilustrada estuvo en manos del que fuera verdadero dirigente de Portugal en aquellos años: Sebastião José de Carvalho e Melo, marqués de Pombal).

Por último, citar el componente paternalista que caracterizó a estos reyes. Claro testimonio de ello son las palabras que el propio Federico II escribió en una de sus obras de filosofía política:

“Los hombres han elegido a aquel de ellos que consideran más justo para gobernarles y mejor para servirles de padre”.

Procedimientos

Para llevarla a cabo se valieron de una serie de reformas que en cierto modo buscaban modernizar las estructuras económica, administrativa, educativa, judicial y militar de sus respectivos estados.

Todo ello, sin embargo, respetando la esencia del régimen absolutista y la división estamental de la sociedad. La planificación y puesta en práctica de esas actuaciones recayó sobre sobre una serie de ministros y altos funcionarios de la administración estatal, entre los que destacaron el marqués de Pombal en Portugal, el marqués de la Ensenada en España o Turgot en Francia. Descollaron los siguientes déspotas: En España, Carlos III; en Austria, María Teresa y José II; en Prusia, Federico II; en Rusia, Catalina II.

No obstante, la moderna historiografía pone en duda la verdadera intencionalidad reformista de algunos de ellos. Tal es el caso de Catalina de Rusia o Federico el Grande de Prusia. En Francia, cuna de las revoluciones burguesas, el despotismo ilustrado no alcanzó el relieve que en otros estados europeos, ya que las iniciativas de sus defensores (los ministros Turgot, Necker, Brienenne o Calonne) se toparon con la incomprensión y oposición de los privilegiados a los que las reformas afectaban negativamente.

Las limitaciones del despotismo ilustrado fueron evidentes: obtuvo relativos éxitos en los campos administrativo, educativo y económico. Sin embargo fracasó en lo social ya que sus promotores no fueron partidarios de acometer reformas en profundidad que pusiesen en peligro las viejas estructuras del Antiguo Régimen. Este fracaso abrió el camino a posiciones más radicales y, a la postre, el intento de modernización del absolutismo se vio frustrado por las revoluciones burguesas.

El Despotismo Ilustrado (Absolutismo Ilustrado) comparte con el Absolutismo la exaltación del Estado y el poder del soberano; estuvo animado por los ideales de progreso, reforma y filantropia de la Ilustración (especialmente sobre la razón). Es decir, por un lado fue una ruptura parcial con la tradición medieval, pero no acogió todas las ideas de la Ilustracion, y fue una combinacion de diferentes ideas y su concretización a manos del propio déspota o monarca europeo. La expresión Despotismo Ilustrado no es contemporánea a los acontecimientos, sino que fue más tarde denominada así por los historiadores.

El Despotismo Ilustrado se desarrolló principalmente en Europa (Austria, Prusia y Rusia). Estados recientemente constituidos, de economía en general atrasada y esencialmente agrícola, donde la burguesía era muy débil y, por consecuencia, con poco poder político. En razón de esto, el Estado tuvo que sustituir la iniciativa privada, elaborando reformas administrativas y jurídicas, y la conducción de la economia y la educación.

El Despotismo Ilustrado contribuyó a acelerar la modernización de algunos países. Desde el punto de vista religioso, el Despotismo Ilustrado no encontró la homogeneidad, por ejemplo en algunos países se caracterizaron por un espíritu secular y en otros por ser hostiles a la religión. En algunos casos los déspotas ilustrados mantenían alianzas con la religion. Los déspotas ilustrados en general mantenían una tolerancia religiosa, libertad de expresión y de prensa y derecho a la propiedad privada, pero de forma relativa. La mayoría de los monarcas ilustrados fomentaron las artes, las ciencias y la educación. Voltaire fue un prominente filósofo ilustrado que sentía que las monarquías ilustradas eran la única forma real que ayudaría al avance de la sociedad.

El argumento para legitimar el poder de los Despostas Ilustrados no fue uniforme. Gran parte de los monarcas déspotas legitimaban su poder sobre la base de la teoría del Contrato Social de Thomas Hobbes, en el que habla de los derechos divinos de los reyes. También legitimaron su poder con el argumento de que gobernaban por que sabían hacerlo y en consecuencia debían asegurarse del progreso de los pueblos. En efecto, los monarcas gobernaron con la intención de mejorar las vidas de sus súbditos con el fin de fortalecer y reforzar su autoridad.

Principales representantes del Despotismo Ilustrado

  • Federico II de Prusia: fue el principal déspota ilustrado prusiano que reformó el sistema penal; abolió la tortura practicada por su padre, fundó escuelas para promover la educación, fomentó la producción cultural y comercial, decretó la tolerancia religiosa.
  • Catalina II la Grande: Durante su reinado en Rusia construyó escuelas, hospitales, reformó y modernizó las ciudades; racionalizó la administración pública y limitó la acción de la Iglesia.
  • José II de Alemania: el emperador de Alemania abolió la servidumbre y tortura, secularizó sus bienes, fundó escuelas, hospitales y asilos, concedió la libertad de culto a todas las creencias religiosas; creó impuestos sobre el clero y la nobleza, así como tornó a el idioma alemán como obligatorio de colonia económica y social, exenta de impuestos para las exportaciones; fundó el Banco Real, expulsó a los jesuitas de Portugal, modernizó el ejército.
  • Marques de Pombal: conde portugués que inició reformas administrativas, económicas y sociales; desenvolvió el comercio colonial, exenta de impuestos de exportacion, fundó el Banco Real, expulsó a los jesuitas de Portugal y modernizó el ejército.

Muchas de las reformas promovidas por los déspotas ilustrados fueron de corta duración. La mayoría fueron anuladas por sus sucesores.

Véase también

Enlaces externos

Fuentes