Henry Reeve

Henry Mike Reeve Carroll
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General de Brigada
ApodoEnrique el americano, El Inglesito
LealtadEjército Libertador Bandera de Cuba
Participó enGuerra de los Diez Años

Nacimiento4 de abril de 1850
Brooklyn, Nueva York, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Fallecimiento4 de agosto de 1876
Yaguaramas, Cienfuegos, Bandera de Cuba Cuba
PadresAlexander Reeve, Maddie Carrol

Henry Reeve. Joven norteamericano que a los diecinueve años dejó Brooklyn, Estados Unidos, para unirse a la causa emancipadora cubana y convertirse en general de brigada del Ejército Libertador. Conocido en Camagüey por el sobrenombre de Enrique el americano, pero en el resto de Cuba, tanto cubanos como españoles, lo conocieron como El inglesito. Se le adjudica haber participado en unas 400 acciones combativas, de las que en 10 resultó herido y se le reconoce haber participado en el rescate del General de Brigada Julio Sanguily.

Síntesis biográfica

Inicios

Nació en Brooklyn, Nueva York, el 4 de abril de 1850 en el seno de una familia presbiteriana de la clase media, que proporcionó al hijo una esmerada educación. Siendo un adolescente ocurrió el asesinato del presidente norteamericano Abraham Lincoln, dejando una profunda huella antiesclavista en Reeve, que se incorporó a la guerra de secesión entre los estados del norte y sur estadounidenses, luchando en las filas del norte anti-esclavista contra los sureños, que eran partidarios de la esclavitud.

A los 19 años trabajó como tenedor de libros en un banco de la localidad, donde pronto entró en contacto con la propaganda de los revolucionarios cubanos emigrados en esa tierra. Atraído por las ideas que difundían, en línea con sus propios sentimientos antiesclavistas y liberales, decidió apoyarlas de manera solidaria mediante la incorporación a los insurgentes que en Cuba peleaban a brazo partido para independizarla del colonialismo español.

De tal modo, abandonó secretamente el hogar y se involucró en la expedición del Vapor Perrit, al mando del general norteamericano Thomas Jordan, muy identificado con los anhelos de emancipación de los cubanos. Aprendió el idioma español auxiliándose de un ejemplar incompleto de "Don Quijote de la Mancha" confiscado en un asalto, aunque llegó a usar, como apuntó Manuel de la Cruz:

Con desembarazo y correcta dicción hasta cubanismos más selváticos.

Guerra de los Diez Años

Participó en la guerra de secesión de su país vistiendo el uniforme del ejército del Norte. Para participar en la guerra de independencia de Cuba se enroló en la expedición del vapor "Perrit" con el nombre de Henry Earl y el cargo de soldado ordenanza del general Thomas Jordan, jefe de esa expedición que desembarcó el 11 de mayo de 1869 por la península de "El Ramón", en la Bahía de Nipe, en la costa norte de provincia de Oriente.

Ese día sostuvo el primer encuentro con el enemigo y cinco días más tarde tuvo su bautismo de sangre en la propia región de desembarco. El 20 de mayo los expedicionarios tuvieron un encuentro con el enemigo en "El Canalito" y poco después el combate de "La Cuaba", cerca de Holguín, donde los expedicionarios se vieron obligados a retirarse hacia "Las Calabazas". En otro encuentro con el adversario en ese lugar, Reeve cayó prisionero el 27 de mayo de 1869, junto a otros combatientes, y sometido a la pena de fusilamiento en masa. Los cuatro impactos de bala que recibió durante la ejecución no fueron mortales, por lo que logró escapar.

Deambuló durante dos días con un grupo de patriotas que lo condujo al campamento de "El Mijial", donde se encontraban las fuerzas del entonces general de brigada Luis Figueredo, que se encontaba bajo las órdenes de Ignacio Agramonte. Después de reponerse de las heridas, y decepcionado por los resultados obtenidos hasta el momento, solicitó trasladarse a Camagüey para presentarse ante el presidente Carlos Manuel de Céspedes y pedirle que lo reintegrase a las fuerzas de Jordan.

Figueredo, disgustado por esa decisión del joven norteamericano, escribió en el pase de permiso para su traslado que era “inepto e inservible para el servicio de las armas”. En los primeros días de octubre de 1869 fue nombrado ayudante de Jordan, quien recién había sido nombrado jefe del estado mayor general del Ejército Libertador. Después de la renuncia de éste, en marzo de 1870, Reeve hizo su ingreso en el primer escuadrón de caballería de la brigada norte de Camagüey, bajo el mando del general de brigada Cristóbal Acosta.

El 16 de abril de 1870 fue nombrado jefe de la sección de exploración. Participó en los combates de Tana, Imías y La Jagua del 18 de noviembre de 1870, donde resultó herido. En marzo de 1871 pasó a subordinarse directamente al mayor general Ignacio Agramonte, en la caballería camagüeyana. El 28 de mayo de 1871, después de haber sido herido en Hato Potrero y de combatir en La Entrada]] y El Mulato, participó en el rescate del entonces general de brigada Julio Sanguily el 8 de octubre. Antes de concluir el año 1871 estuvo en los combates de "El Plátano", La Redonda, "San Ramón de Pacheco", "San Tadeo", "La Matilde" y "Sitio Potrero", donde fue herido nuevamente.

El 29 de noviembre de 1872 en el transcurso del combate de "El Carmen", una herida en el abdomen lo obligó a permanecer dos meses inactivo. De las secuelas de esta herida estuvo padeciendo hasta su muerte. Ya en 1873 se destacó en los combates de "Ciego de Najasa", "Soledad de Pacheco" y "Cocal del Olimpo". Acompañó a [Ignacio Agramonte]] en el combate de "Jimaguayú", donde éste cayera el 11 de mayo de 1873. En esa ocasión tomó el mando de la división para entregarlo, ocho días después, a Manuel Sanguily. Posteriormente libró la acción de Yucatán. En julio de 1873 se subordinó al nuevo jefe de Camagüey, mayor general Máximo Gómez, quien el 27 de julio lo nombró jefe de la caballería de la primera división.

Estuvo en los combates de "Las Yeguas", "La luz y Atadero". En el combate de "Santa Cruz del Sur" del 28 de septiembre de 1873, cuando se enfrentaba a un cañón español que provocaba estragos a la caballería mambisa, recibió heridas graves en una pierna, por lo que lo trasladaron al hospital de sangre de Ciego de Najasa. Este hecho fue descrito por el coronel mambí Ramón Roa Travi Era:

Un artillero español le disparó (a Reeve) su carabina a quemarropa, hiriéndolo gravemente, lo cual no impidió que, herido y todo, dirigiera una carga sobre un grupo enemigo que se echaron mar adentro, en demanda de unos botes.

La herida le inutilizó la pierna derecha para siempre y lo envió al hospital por el resto de 1873 y parte de 1874. convaleciente, recibió las estrellas de brigadier. Tras cerca de seis meses de convalecencia, se reincorporó a filas. Se le adaptó una prótesis metálica a la extremidad afectada, que había quedado más corta. También hubo de crearse un dispositivo que lo mantuviera firme sobre su cabalgadura.

El 20 de junio de 1874 recibió el mando de la primera división y el 4 de julio resultó herido en la mano y en el pecho durante el combate de "San Antonio de Camujiro", cerca de Puerto Príncipe. El 6 de enero de 1875 apoyó con fuego la trocha de Júcaro a Morón para facilitar el paso del contingente invasor con Máximo Gómez al frente hacia Las Villas.

Reeve quedó al mando de las fuerzas en Camagüey, pero poco tiempo después solicitó al gobierno que le permitiera participar en la invasión. Después de autorizado, el 5 de octubre de 1875, pasó a Las Villas para incorporarse a las fuerzas de Máximo Gómez, en Ciego Potrero, Sancti Spíritus. Este lo nombró jefe de la segunda división que abarcaba a la jurisdicción de Cienfuegos y el Occidente de Cuba. Sobre Henry, Goméz apuntaría:

Reeve es de un carácter puramente militar, une a un valor probado, una rectitud y seriedad poco comunes en su modo de mando. De ahí que sus soldados a la vez de un respeto profundo le quieren como un padre.

El 30 de octubre cruzó el río Hanábana con un escuadrón de caballería para penetrar a la provincia de Matanzas, convirtiéndose en la vanguardia del contingente invasor. Poco después reorganizó la brigada de "Colón" y se puso al frente de ella. A fines de 1875 libró los combates de Los Cupeyes, Santa Isabel de las Lajas, Los Abreus, Cocodrilos, Quemado Grande, Santa Teresa, Espinal, Lagunillas, Orbea, y otros. Entre los combates de 1876 se encuentran los de Aguacate, Guanal Grande, Zacatecas y río Hanábana, donde fue herido. Atacó a más de 50 ingenios. Aparecía y desaparecía para pavor de los españoles.

Junto a Maceo y Gómez macheteó duro, comisionado para llevar la guerra a Occidente, al ser nombrado jefe de la vanguardia mambisa. En apenas seis meses asaltó más de 50 ingenios y destruyó no pocos bienes con los que los españoles sufragaban los gastos de la guerra.

Caída en Combate

Cuando Reeve desplegaba una importante campaña entre los territorios de Colón y Cienfuegos en agosto de 1876, supo que en las cercanías del poblado de Yaguaramas estaba el enemigo. Con la impetuosidad que lo distinguía el brigadier Reeve salió a su encuentro y cargó al frente de su tropa. Era 4 de agosto y en desigual combate, ordenó la retirada, y mientras cubría a su tropa recibió primero una herida en el pecho y después otra en la ingle. Derribado del caballo, recibió otra en el hombro y cuando el enemigo mató su caballo sin el cual no podía valerse, su ayudante le ofreció otra bestia pero la rechazó ordenándole que se retirara porque lo iban a matar, y siguió defendiéndose con un machete en la mano y en la otra un revólver hasta que, agotadas las fuerzas y las municiones, se dio un tiro en la sien para no caer vivo en manos del enemigo. Al morir contaba con 26 años de edad de los que dedicó siete de su juventud a la causa de la libertad de Cuba.

Tras su caída en combate, un grupo de patriotas cubanos escribirían a la madre de El Inglesito:

Movido de sus generosos impulsos, pisó estas playas, joven y fogoso legionario de la libertad, sin más títulos que su ardoroso entusiasmo y su firmísima resolución de luchar por la independencia de Cuba, a la que desde entonces adoptó y amó como su patria.

Sobre este hecho dijo el historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler:

Impresionaba el disparo en la sien, como símbolo del valor y el decoro militar, los tiros de la ejecución fallida en la caja torácica, y la marca de otras tantas magulladuras. Pero sobre todo la pierna, la pierna deshecha, atada con cueros y varillas de metal, que sostenía a aquel nuevo batallador de la antigüedad en su concepto.

Ascensos

Fuentes