Juan Francisco Sánchez Sánchez


Juan Francisco Sánchez Sánchez
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NombreJuan Francisco Sánchez Sánchez
Nacimiento1906
Viñales, Pinar del Río, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento1981
Pinar del Río, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
OcupaciónMaestro

Juan Francisco Sánchez Sánchez. Ilustre maestro de Pinar del Río, de la familia Sánchez Sánchez, la que legó a la provincia pinareña valiosos componentes del modelo de actuación profesional del verdadero maestro de escuela, que responde a conceptos éticos y morales, imponiéndose a circunstancias adversas y condicionantes históricas coyunturales.

Origen humilde y fuerte arraigo formativo

En la primera década de la neocolonia cubana, en la Finca “Los Acosta”, pertenecientes al municipio de Viñales, exactamente en la región montañosa que hoy se conoce como “El Moncada”, nace en 1906 Juan Francisco Sánchez Sánchez. La familia es muy humilde, vive del cultivo de la tierra, pero en los años sucesivos el padre logra colocarse de administrador de la finca, propiedad de políticos renombrados de la época. La madre es una campesina con una avidez poco común por la lectura y con dotes naturales hacia el auto-didactismo y la recta formación familiar.

Juan Francisco Sánchez Sánchez (Juanito) pudo asistir a la escuela de primeras letras de su municipio, en un momento histórico de cierto auge escolar, promovido por el recién implantado Modelo Imperial Norteamericano en Cuba, donde se organizó el Sistema de Instrucción Pública y se promovió, por diversas vías, la formación y preparación del magisterio bajo cánones yanquis. En estas circunstancias externas, unidas a las internas de una familia con inclinación al componente formativo y magisterial, dio sus primeros pasos en la vida este maestro ejemplar.

Favorables circunstancias y férrea formación como pilares de una futura profesión

Unido a las condiciones antes señaladas está, como elemento circunstancial decisivo, el traslado de la familia Sánchez Sánchez a recibir en la “Finca Río Cabañas”, en la zona cercana a la ciudad de Pinar del Río, conocido como “Hoyo de Guamá”. Esto ocurría en la segunda mitad de la década de los años diez coincidiendo precisamente con la apertura, en 1918 de la Escuela Normal de Pinar del Río, como parte del programa nacional promovido por el gobierno de turno de Mario García Menocal, para la creación de Escuelas Normales en aquellas ciudades provinciales donde aún no existieran. Juan Francisco, primero, y otros de sus hermanos después, matricularon en dicha institución, definiendo sus proyectos de vida hacia una digna profesión, la cual honraron y llenaron de gloria. En la Escuela Normal recibió la influencia educativa de prestigiosas personalidades como Pedro García Valdés, llegando a graduarse en 1923 a los 17 años de edad, momento a partir del cual comienza a escribir una impresionante historia magisterial.

Impresionante trayectoria magisterial

Desde la etapa en que estudiaba el magisterio en la Escuela Normal de Pinar del Río, manifestaba fuertes motivaciones hacia la práctica de deportes, las actividades de aire libre y las ciencias naturales, por lo que era aficionado a la experimentación con plantas y animales y al cultivo de diversas especies, los que cruzaba mediante injertos que hacía él mismo.

Estas inclinaciones cognoscitivas lo distinguieron siempre y sobre todo en etapas posteriores de su actividad como educador. El fuerte apego a la tierra, la que cultivaba junto a su padre y hermanos desde muy pequeño, quizás fue un factor decisivo en ello. Todo este potencial despliega cuando con 17 años de edad, en 1923, comienza a trabajar como maestro ambulante en la zona de Sumidero, en Minas de Matahambre.

Como joven maestro posee unas energías extraordinarias, destacándose por su activismo en la zona, en un momento histórico donde las condiciones materiales para el trabajo del maestro eran pésimas.

En 1928 logra al fin obtener la propiedad de un aula en la “Finca Peña Blanca”, en la localidad de Pons, aquí permaneció hasta 1930 en que definitivamente se traslada a la Ciudad de Pinar del Río, obteniendo una plaza de maestro en la Escuela Pública # 1 conocida como “Colegio Marañones”, institución insigne de esta ciudad capital de la provincia, que tantos hemos destacado en artículos anteriores.

En estos años se va fraguando la madurez profesional de este joven y talentoso maestro, con una intensa actividad que lo lleva a desempeñarse también en la Escuela Superior para Hembras y Varones. En “Marañones” impartía los grados 4to, 5to y 6to indistintamente, atendiendo las materias de Ciencias Naturales, y en la Escuela Superior daba clase de [[Anatomía.

También incursionó esporádicamente en la Escuela Pública # 4 de dicha ciudad. Toda esta actividad como maestro de aula se extendió hasta 1935 en que fue nombrado Inspector de Distrito.

Pero hay que significar que en los años señalados, de 1923 a 1935 y sobre todo en su labor en las escuelas urbanas impartiendo varias materias de enseñanza con cierta afinidad, Juan Francisco, según sus discípulos, dentro de los cuales fungió su hermano más pequeño, Ricardo, era un incansable propulsor de la ciencia experimental, de la enseñanza objetiva sobre la base de la intuición por la observación y el empleo de los medios de uso directo.

Por lo que se puede asegurar que estuvo orientado por la doctrina positivista dominante en la época y por la concepción pragmática de la enseñanza y el aprendizaje. Este caudal poco frecuente en los maestros de aquella época, en su mayoría desmotivadas por las condiciones histórico-concretas del período, determinó su ascenso con el nombramiento en 1935 de Inspector de Distrito que destacaremos a continuación.

Destacada actividad de dirección sin divorciarse del aula

La década de los años 30 marca una nueva faceta en la vida y actividad profesional de este educador. Primero como Inspector de Escuelas del Distrito Pinar del Río y después como superintendente Provincial de Educación.

Múltiples son las anécdotas y testimonios de los maestros que visitaba y de compañeros de labor que resaltaban su espíritu humanista y constructivo con los maestros mas humildes, muy alejado de las prácticas abusivas comunes de entonces. Se asegura que al visitar por primera vez a un maestro o maestra, asumía la dirección de la clase y la impartía de modelo, dando una verdadera disertación en el empleo de todos los componentes didácticos, sobre todo de los medios de enseñanza y el trabajo de la ortografía en la pizarra.

Ofrecía útiles consejos a los jóvenes maestros y daba demostraciones de cómo dirigir el proceso de enseñanza - aprendizaje, más que un inspector era un modelo de actuación, con gran celo por su profesión y respeto a los demás, por su humanismo, los subordinados lejos de temer a las visitas las deseaban.

La labor de inspección recesa en él en 1939, su filiación política al Partido Liberal y su destacada trayectoria lo llevan a ocupar en este año el cargo de Superintendente Provincial de Educación en Pinar del Río, contaba con 33 años de edad y estaba en plena madurez profesional y política. Es una época convulsa en Cuba, vísperas de la Constitución del 1940y numerosos planes, signados por la demagogia de un Batista en ascenso, se lanzaba a la palestra pública en el terreno educativo, Juan Francisco creía en ellos y se consagró a trabajar por estos.

Como superintendente se entregó arduamente a la labor de promover la creación de escuelas y de formar a los maestros, aunque muchas de sus iniciativas en este terreno se vieran frustrada por la falta de voluntad política de los gobernantes en el poder. Cuentan insignes personalidades que estuvieran vinculadas a él en todo este período como: su hermano y discípulo Ricardo Sánchez Sánchez, su discípulo Sergio Llinás Quintáns, su compañero de trabajo Elvirita Ravanal Alea, su hija Lidia Elena Sánchez Grimal y su hermano, muy apegado a él, Sicinio Sánchez Sánchez , entre otros, que Juanito durante los años que desempeño esta función, de 1939 a 1944, llegó a completar una formación integral en el plano pedagógico, sustentada e una sólida cultura general.

Esto le permitió desarrollar numerosas acciones creativos como: la elaboración de materiales de corte metodológico para los maestros, la celebración del “Día del Idioma” en las escuelas, para lo cual redactaba documentos orientadores dirigidos a la práctica y corrección del vocabulario de los niños y el desarrollo de la “Fiesta de la Ortografía”.

También se asegura que escribió sobre numerosos temas pedagógicos, a tono con las doctrinas modernas de aquella época, donde comenzaba a profesor los preceptos de la llamada “Escuela Nueva”, que en el plano nacional representaron figuras de nombre como Alfredo Miguel Aguayo, Diego González y Medardo Vitier entre otros. Pero la mayoría de sus elaboraciones no las publicaba a título personal sino a nombre de la junta de Superintendente, lo cual no revelaba plenamente su protagonismo. Este gran maestro estuvo a la altura de condiscípulos suyos en el plano provincial, que en su momento, durante una época similar, se alternaran en funciones diversas y que han sido destacados en artículos de nuestra sección en otras oportunidades, tales son las cosas de: José Elpidio Pérez Somossa, Pedro García Valdés, Isolina Vázquez Cruz, José Francisco Martínez Díaz entre otros.

Por circunstancias políticas adversas a su militancia liberal, en 1944, con el arribo al poder del Partido Auténtico, deja de desempeñar la Superintendencia de la Educación. Realmente se sentía frustrado en muchas de sus aspiraciones y retorna a la labor de Inspector de Distrito, manteniendo siempre sus principios ético-morales y su espíritu humanista y constructivo que lo caracterizaron.

Otros proyectos socio - educativos de su vida laboral

La decepción por la realidad socio - política de la patria, que se hacía más aguda en el territorio pinareño al arribar a los años 50, influye en que oriente su talento y creatividad hacia otras tareas socio - educativas que desde muy joven mantenía entre sus prioridades. Ya es un hombre maduro, golpeado muchas veces por las insatisfacciones en sus proyectos educativos, por lo que renuncia a su cargo de inspector y se dedica en cuerpo y alma al evangelio humanista de su práctica de la Masonería. En la “Logia Solano Ramos” deja una huella imperecedera, ocupando diferentes funciones con la elevada moralidad que siempre lo caracterizó, por lo que ocupa un lugar significativo entre los practicantes y la historia de esa institución.

No obstante, otro proyecto atrajo su atención en el plano pedagógico, antes de jubilarse definitivamente, en este caso fue la fundación en los años finales de los 50 de la Universidad de Occidente “Rafael Morales y González”, Llegó incluso a ser propuesto como Rector de la misma, pero las circunstancias históricas donde se inserta el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959, hicieron que aquel proyecto no avanzara ya que no se ajustaba a una nueva realidad de radicales cambios. Finalmente este aguerrido educador se acoge al retiro en los primeros años de la Revolución, dedicándose plenamente a la práctica masónica hasta su muerte en 1981, a la edad de 75 años, dejando una huella imperecedera de evangelio pedagógico como lo había reclamado José de la Luz y Caballero.

Fuentes

Enlaces externos

  • Artículo original. Disponible en:

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