La visión de las bestias de Daniel
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La visión de las bestias de Daniel es el nombre dado al capítulo 7 del libro de Daniel, debido a, como lo sugiere el título, la visión que tuvo el profeta en este relato. El capítulo comienza con la declaración de que él tuvo un sueño en el primer año del rey Baltasar, luego, Daniel dejó registrado por escrito todo lo que vió en ese sueño.
El texto bíblico, al menos como nos ha llegado, se encuentra en arameo.
Sumario
Cronología
Esta visión se ubica cronológicamente antes de los capítulos cinco y seis, pero después de los cuatro primeros capítulos. El texto dice que fue en «el primer año del rey Baltasar de Babilonia». Lo más probable es que este primer año se refiera a su primer año de corregencia en Babilonia mientras su padre Nabonido se ausentaba en Teima, lo que colocaría cronológicamente a este capítulo hacia el año 553 o 552 a.n.e.
Los hechos
Daniel 1:1 declara:
«En el primer año de Belsasar rey de Babilonia, tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su cama; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto».
A partir de aquí, el libro deja de hablar en tercera persona y comienza a referirse a Daniel en primera persona.
Comenzando, Daniel nos cuenta que vio una bestia extraordinaria: parecía un león con alas, aunque en un momento esas alas fueron arrancadas. Después, la criatura se levantó de la tierra, se le otorgó un corazón humano y se le permitió vivir un tiempo. Esta bestia simboliza, según la interpretación, a la gran Babilonia. A continuación, aparece una segunda bestia, que se asemeja a un oso. Curiosamente, esta bestia parece surgir de un costado y en su boca lleva tres costillas, lo cual apunta al poder expansivo del Imperio Medo-Persa. Luego, Daniel ve otra criatura, esta vez parecida a un leopardo, pero con cuatro alas de ave y cuatro cabezas. Se entiende que este animal representa al Imperio Griego, conocido por su velocidad y la rápida expansión que vivió tras la muerte de Alejandro Magno, cuando sus generales dividieron el imperio. Finalmente, Daniel presencia la aparición de una cuarta bestia, que es difícil de describir y resulta aterradora. Tiene dientes de hierro y cuenta con diez cuernos, de los cuales surge un cuerno pequeño con ojos y boca, que profiere blasfemias y oprime a los santos.
Y como si no fuera suficiente, la visión se traslada a un escenario celestial: Daniel observa un trono, en el que se sienta el Anciano de Días (Dios), quien juzga a la cuarta bestia y a su cuerno rebelde. El reino de esta bestia queda aniquilado y, en su lugar, se establece un dominio eterno a favor del Hijo del Hombre.
Al concluir el capítulo, aunque Daniel queda visiblemente conmovido por la intensidad de la visión, se le aclara que estas cuatro bestias representan reinos que surgieron a lo largo de la historia, mientras que el reino eterno está reservado para el pueblo de los santos del Altísimo. Y así cierra el capítulo 7.
Simbolismos e interpretaciones
Tres primeras bestias
- El león con alas representa a Babilonia.
- El oso con tres costillas en la boca es Media-Persia.
- El leopardo con cuatro alas de pájaro es el Imperio Griego. El leopardo probablemente simbolice lo rápido que conquistó este imperio a todo el mundo conocido.
Hay consenso entre la mayoría de los intérpretes respecto a las tres primeras bestias, aunque el sentido de la cuarta es motivo de fuerte controversia.
La cuarta bestia y los 10 cuernos
Daniel 7 dice:
«He aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus patas, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos». (Daniel 7:7).
Esta es la más controvertida de todas, y según el texto, se destaca por su agresividad. El libro apócrifo de 4 Esdras considera que la bestia es Roma, y esta ha sido la identificación más popular durante siglos. Sin embargo, en los últimos siglos se ha reconsiderado esta idea, proponiéndose alternativamente que la cuarta bestia podría ser el Imperio Seléucida. Esta postura fue defendida por H. H. Rowley en su obra de 1935 Darius the Mede and the Four World empires in the Book of Daniel.
Futurismo
Los futuristas creen que la cuarta bestia es un reino que vendrá en el futuro.
Historicismo
Grupos cristianos historicistas varían en sus perspectivas sobre el significado simbólico de esta bestia. Testigos de Jehová la ven como Roma y consideran sobre los 10 cuerno que «puesto que el número diez a menudo se emplea en la Biblia como símbolo de plenitud, los “diez cuernos” de la cuarta bestia representan a todos los reinos que surgieron a raíz de la desintegración de Roma». Ahora, el cuerno pequeño que aparece después y derriba a tres de los anteriores es interpretado como la potencia mundial angloamericana, es decir, la alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Este cuerno "pequeño" se convierte en una potencia mundial, especialmente después de humillar a tres reyes: España, los Países Bajos y Francia. Así, Gran Bretaña se erige como el mayor imperio colonial y comercial del planeta. [1]Adventistas del séptimo día también sigue una interpretación historicista ven a la cuarta bestia como Roma y en su fase posterior, al papado. [2]
Preterismo
Para los preteristas, la cuarta bestia representa sin duda al Imperio Romano, y el “hijo del hombre” es Jesús de Nazaret, quien habría renovado el nuevo pacto con Dios. Desde esta perspectiva, tratan de empatar las profecías del libro de Daniel con lo que dice el Apocalipsis. Algunos piensan que el cuerno pequeño simboliza a Nerón, mientras que otros creen que en realidad se refiere a Tito Flavio o su padre Vespasiano Flavio. De ahí se desprenden varias teorías que intentan descifrar quiénes eran los famosos diez cuernos mencionados en Daniel. Una de las más llamativas sugiere que estos cuernos no son figuras mitológicas ni simples símbolos del poder romano, sino que representarían a diez generales judíos. Sí, esos mismos líderes —muchos de ellos sumos sacerdotes— que, en un episodio casi tragicómico de arrogancia, se autoproclamaron autoridades mientras el caos de la guerra contra Roma los rebasaba por todos lados.[3]
Según lo que cuenta el historiador Flavio Josefo, al comenzar el levantamiento en el año 66 n.E., se designaron diez generales con la tarea de liderar regiones como Jerusalén, Idumea, Jericó, Perea y otras zonas aledañas. Esta “hora” de poder que se les concedió no debe tomarse literalmente, sino como un símbolo del corto tiempo —algunos lo equiparan con tres años y medio— en el que lograron mantenerse al mando, antes de ser arrasados por lo que muchos interpretan como el juicio divino.
Y aquí viene la ironía: estos diez generales, que unieron fuerzas creyendo tener el control, en realidad terminaron sirviendo al mismo sistema rebelde que iba contra el Cordero. A pesar de sus intentos por enfrentarse a Jesús —supuestamente el verdadero Señor de señores y Rey de reyes—, su levantamiento no fue más que un espectáculo fugaz, incluso ridículo, ante la soberanía incuestionable de lo alto.
Judaísmo
La mayoría de los judíos considera que las profecías del libro de Daniel ya se cumplieron durante el período seléucida. Por lo tanto, la interpretación de los cuernos de la cuarta bestia podría ser la siguiente:
- Seleuco I Nicátor (305–281 a.n.e.)
- Antíoco I Sóter (281–261 a.n.e.)
- Antíoco II Theos (261–246 a.n.e.)
- Seleuco II Calinico (246–226 a.n.e.)
- Seleuco III Sóter Cerauno (226–223 a.n.e.)
- Antíoco III el Grande (223–187 a.n.e.)
- Seleuco IV Filopátor (187–175 a.n.e.)
Estos vendrían a ser 7 de los 10 cuernos, el séptimo rey fue asesinado por un personaje llamado Heliodoros, este último intentó hacerse con el trono. Sin embargo, su reinado fue tan efímero que apenas dejó rastro en la historia, ya que fue asesinado poco tiempo después. El legítimo heredero era en realidad Demetrio I Sóter, pero este estaba preso en Roma sirviendo como un rehén así que el siguiente heredero debia tomar su lugar y este lo era Antíoco, hijo de Seleuco IV, quien era tan solo un niño el cual estaba bajo la regencia de su tío. El joven monarca fue rey por poco tiempo, y fue finalmente asesinado por su propio tío, Antíoco IV Epífanes, quien además también fue el responsable de la muerte de Heliodoros, y con su influencia y poder consiguió que Demetrio permaneciera más tiempo como rehén en Roma. De este modo, Antíoco IV Epífanes, el cuerno pequeño, eliminó a los tres últimos reyes —es decir, a los tres últimos cuernos de la bestia— proclamándose así como el gobernador del imperio Seléucida.[4]
La frase «Cambiará los tiempos y la ley» (Daniel 7:25) podría interpretarse como las reformas de Antíoco en las que intentó erradicar el judaísmo por completo.
Hijo del hombre
Los cristianos ven a Jesucristo como el propio hijo del hombre que es mencionado en este capítulo. Los judíos ven a este hijo del hombre como un símbolo del pueblo de Israel.
Tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo
Y algunos intérpretes ven la frase «tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo» como una referencia a los tres años y medio que persiguió Antíoco a los judíos, pero según los futuristas cristianos representan el tiempo en el que el anticristo perseguirá cristianos o hasta incluso hay quienes con esta frase y en base a versículos de libros de Apocalipsis infieren que supuestamente los años bíblicos se cuentan en 360 días. [5] Alternativamente, algunos preteristas, como Raef Chenery observan que:
«Más adelante en el versículo 25, cuando a Daniel se le dice el significado de esta visión, se nos dice de este cuerno pequeño que, “Hablará palabras contra el Altísimo, desgastará a los santos del Altísimo y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en sus manos por un tiempo, tiempos y medio tiempo.” Literalmente, la persecución de los cristianos por parte de Nerón duró tres años y medio en la historia humana real (tiempo, tiempos y medio tiempo)».
No obstante, según la obra Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento en su comentario sobre Daniel 7:25:
«La palabra “tiempo” que se usa aquí es la misma de 4:16 (ver el comentario allí). El término “tiempos” es simplemente un plural y no necesariamente sugiere dos tiempos. Los babilonios eran matemáticos muy sofisticados, y muy desde el principio habían representado numéricamente a los dioses (Sin = 30; *Istar = 15). Más aún, los dioses, con sus valores numéricos y sus asociaciones planetarias, figuraban en la terminología astronómica con la cual se usaban los movimientos cíclicos en los cielos para los cálculos de calendarios. Todos estos factores hacen muy difícil dilucidar el significado de esta frase». [6]
Paralelismos con otros escritos religiosos
Antiguo Testamento
Los profetas Isaías, Zacarías, Amós y Ezequiel, al igual que Daniel, tuvieron visiones llenas de símbolos y figuras. Zacarías y Daniel tienen algo en común, y es que a ambos les interpretó un ángel sus visiones.
Nuevo Testamento
Las visiones del Juan de Patmos que escribió en el libro de Apocalipsis tienen presentes muchos elementos del libro de Daniel, que funcionan como una continuación del libro.
Tanto en Daniel 7 como en Apocalipsis 13 se describen bestias que simbolizan imperios o poderes mundiales, con características similares: múltiples cabezas, cuernos y una actitud blasfema contra Dios. En Daniel 7:8 se menciona un cuerno pequeño que habla con arrogancia y persigue a los santos, figura que se refleja en Apocalipsis 13:5-7, donde una bestia profiere blasfemias y hace guerra contra los santos. Daniel 7:25 habla de cambiar los tiempos y la ley, mientras que Apocalipsis 12:17 resalta a los que guardan los mandamientos de Dios, reforzando la tensión entre el poder maligno y los fieles. El juicio celestial de Daniel 7:9-10, donde se abren los libros y el Anciano de días se sienta en juicio, tiene su paralelo en Apocalipsis 20:11-12, donde también se abren libros para juzgar a los muertos según sus obras. Finalmente, la famosa frase de Daniel «un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo» es usada en Apocalipsis 12:14.
Otras religiones
Yahveh es llamado «El Anciano de Días». En la mitología cananea, el padre del panteón durante la edad de bronce era un Dios anciano llamado EL, a quien se le conocía con el título de «el señor de los años». En el Mito de Anzu, el anciano es una diosa, Mami, cuyo hijo derrota al monstruo (Anzu) y se le otorga dominio. Se ha sugerido que podría haber otras similitudes entre el mito de Anzu y la visión de Daniel.[7]
Manuscritos
Este texto del libro de Daniel se conserva en los manuscritos masoréticos medievales, y también está presente en importantes códices basados en la traducción Septuaginta, como el Códice Vaticano y el Códice Marchaliano, entre otros. Por último, entre los manuscritos hallados en Qumrán se han encontrado tres que contienen fragmentos de este capítulo: el 4QDan112, el 4QDan113 y el 4QDan115. El más antiguo de todos es el 4QDan112 que data del período asmoneana.
Enlaces externos
Fuentes
- Perspicacia para comprender las Escrituras - «BESTIAS SIMBÓLICAS».
- Raef Chenery. (2021). «Daniel 7 – A Preterist Interpretation».
Referencias
- ↑ JW.org - «Jehová es “un Revelador de secretos”».
- ↑ Álvaro F. Rodríguez. (2018). «EL CUERNO PEQUEÑO».
- ↑ Adam Maarschalk. (2016). «Josephus Lists the 10 Horns Who Received Authority for “One Hour” (Revelation 17:12)».
- ↑ Frank Moore Cross, Adela Yarbro Collins, John J Collins, (1993). «Daniel: A commentary on the book of Daniel». Minneapolis: Fortress Press. Pág. 320-321.
- ↑ «¿Qué son tiempo, y tiempos y medio tiempo en Daniel 7?».
- ↑ Mark William Chavalas. «Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento». Pág. 843.
- ↑ Cory Barnes. (2022). «ANCIENT NEAR EASTERN CONTEXT AND THEOLOGICAL INTERPRETATION OF SCRIPTURE: AN EXPLORATION IN DANIEL 7:1-14». Journal of the Evangelical Theological Society.