Romel Frómeta

Romel Frómeta
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El baile está ligado a la existencia de Romel Frómeta el cual reconoce que nunca será suficiente el agradecimiento a sus maestros.
NombreRomel Frómeta Castellón
NacimientoCiudad de la Habana, Bandera de Cuba Cuba
ResidenciaEstados Unidos
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
OcupaciónBailarín
PadresRomelio Frómeta Cervantes y Victoria Castellón.

Romel Frómeta. Bailarín Principal del Ballet Nacional de Cuba, hasta que en el año 2011 pasa a formar parte del Cincinnati Ballet como bailarín principal.

Estudios

Cursó estudios en Escuela Elemental de Ballet Alejo Carpentier, en la Escuela Nacional de Arte y en el Ballet Nacional de Cuba.

Trayectoria profesional

Sus inicios

Su niñez transcurrió dentro del Ballet Nacional de Cuba. Hijo de los bailarines cubanos Victoria Castellón y Rogelio Frómeta Cervantes, allí creció como persona y como artista. Le encantaba bailar y su padre, que lo veía corretear por los pasillos y salones del BNC, estaba consciente de que el pequeño Romel tenía verdaderas posibilidades, y lo presentó a a las pruebas de captación de la Escuela Elemental de Ballet Alejo Carpentier estando su madre la bailarina Victoria Castellón de gira con la compañía. En esa primera etapa tuvo que trabajar muy fuerte, porque no poseía condiciones extraordinarias. En las clases de ballet sufría porque era incapaz de elevar las piernas como le exigían sus profesores. Le encantaba bailar pero no soportaba la férrea disciplina y la alta exigencia de las clases pues le resultaba muy aburrido, pues lo que quería era bailar, sin entrenamiento y sin clases. Hubo una etapa en que le hizo rechazo y no entraba a clases hasta que le sorprendió su padre y ante esa importante presión al ver que el baile se ponía en peligro, reaccionó y se dedicó en serio a salir adelante. Desde su etapa de estudiante admiró a José Manuel Carreño, Carlos Acosta, José Zamorano, Víctor Gilí, Osmay Molina entre otras destacadas figuras de la danza cubana.

Concursos Internacionales

Romel participó en varios concursos internacionales. Las primeras profesoras que le prepararon para esos concursos fueron Alina Díaz y Marta Bosch; después, en la etapa de la ENA, Mirta Hermida fue siempre su mentora. Ellas fueron esenciales en su vida de estudiante, al igual que Ivis Díaz, su maestra de tercero y cuarto años y Margarita de Sáa.

Su paso por el Ballet Nacional de Cuba

Romel Frómeta ingresa a la compañía del Ballet Nacional de Cuba en el año 2001. A solo dos años de haber entrado se convierte en Bailarín Principal (año 2003) y en el año 2004 encabeza el elenco del BNC como primer bailarín. Para él ha sido fundamental el trabajo de sus maestros entre los que se incluyen a Svetlana Ballester, ensayadora y profesora; a la primera bailarina Bárbara García, con quien interpretó sus roles principales y resultó una ayuda inestimable; a la profesora Consuelo Domínguez. Por supuesto, en esa nómina no pueden faltar Alicia Alonso, Josefina Méndez, a quien lleva en su memoria; Aurora Bosch, Loipa Araújo entre otras grandes. Ha compartido el escenario con José Manuel Carreño, Anette Delgado, Viengsay Valdés, Sylvie Guillem, Vladimir Malakhov, Aurélie Dupont, Manuel Legris, Tamara Rojo, Iñaki Urlezaga, Alina Cojocaru, Alessandra Ferri, Agnès Letestu, Irina Dvorovenko, Johan Kobborg, José Martínez, Leticia Oliveira entre otras primeras figuras mundiales.

Premios y Reconocimientos

  • 1997- Medallas de bronce en el Concurso Internacional de Ballet Alicia Alonso y en el Encuentro-Concurso Internacional de Academias de Ballet de La Habana
  • 1998- Medalla de Oro y Premio a la Revelación Artística
  • 1999- Medalla de Oro en el Concurso Vignale-Danza para Jóvenes Talentos de Italia.
  • 1999. Medalla de Plata en Concurso Internacional de Ballet Alicia Alonso.
  • 2000- Grand Prix, Medalla de Oro y Medalla de la Ciudad, en el Concurso Vignale-Danza para Jóvenes Talentos de Italia.
  • 2000- Tercer lugar en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria.

Confesiones de Romel Frómeta

Romel Frómeta en una de sus presentaciones junto a Viengsay Valdés
  • Un placer para él: Enseñar. He tenido la oportunidad de hacerlo y de tomar ensayos a mis compañeros, y me siento muy bien, porque puedo entregar mis escasos conocimientos —todavía me queda mucho por aprender. Enseñar te lleva a autosuperarte constantemente. De repente te encuentras exigiendo a tus alumnos cosas en las que ni tú mismo has reparado. Entonces recapacitas y te lo impones. Al final es muy gratificante ver el resultado de tu labor en otras personas. En la escuela impartí Dúo clásico, y al año de graduado (2001) preparé algunos alumnos para concursos: dos de ellos fueron premiados con medalla de plata y medalla de bronce.
  • Personaje Albrecht: Antes de mi debut como el Albrecht de Giselle tuve una sinovitis en el tobillo izquierdo, la cual me mantuvo un mes de reposo, y como no quería hacer una recuperación apresurada decidí atrasar mi estreno en un papel tan importante. Recuerdo que fui a conversar con Alicia y le dije: Maestra, no me siento listo ni física ni histriónicamente para asumir ese personaje, y ella me dijo: “Cuando pierdas el miedo, me avisas” . Maestra, no es miedo, le aseguré, estoy loco por bailar, pero prefiero que mi Giselle esté a la altura de esta compañía. Por supuesto, que me entendió y después hicimos un trabajo de mesa muy profundo con el personaje de Albrecht, que aportó muchísimo.
  • Lugar cimero: Para ser sincero, no me sentía preparado psicológicamente para contraer la gran responsabilidad que conlleva ser primer bailarín de una compañía como la nuestra. Me costó trabajo asimilarlo. No obstante, a pesar de que quizá me ayudaron las circunstancias, también había mucho trabajo detrás. Fue una categoría que me gané con esfuerzo y entrega. Y claro, el nombramiento me puso eufórico, pero eso no quita que tuviera mucho miedo de defraudar a quienes depositaron su confianza en mí.
  • Orgullo de sus padres: Mucho. Mi madre formó parte del cuerpo de baile; y mi papá fue primer solista, y están muy complacidos con que yo haya podido llegar un poco más lejos. ¿Sabes? Mi madre ha sido mi mejor maestra. Cuando todos me dicen: qué bien bailaste, ella se acerca y rectifica: fallaste aquí y esto te salió mal allí. Cuando trato de protestar me recuerda: «tú siempre tienes que tratar de ser el mejor, aunque no lo seas. Se lo debes a tu público, a tus compañeros, a tu compañía», pero inmediatamente acota: «Eso solo puede ser en el escenario. En la vida, fuera de las tablas, no puedes dejar de ser sencillo, atento, educado, cortés, respetuoso, ni creerte que eres una estrella». Ella ha sido muy crítica conmigo, pero ese ha sido uno de sus mejores regalos.

Fuentes